Revista FUERZA NUEVA, nº 478, 6-Mar-1976
“REMOCIÓN VÍA SATÉLITE”
DISCURSO DE BLAS PIÑAR EN EL HOMENAJE A CARLOS DE MEER
en el restaurante el Bosque, de Madrid, el 20 de febrero de 1976, homenaje que, convocado por FUERZA NUEVA, le tributaron más de 800 personas; en el curso del mismo hablaron, además del homenajeado, dos representantes de las Islas Baleares, de cuyo archipiélago fue Carlos de Meer gobernador civil y jefe provincial del Movimiento hasta su cese por decisión del Gobierno.
“Hoy hace tres meses que murió Franco. Aquellos que al enterrar sus restos mortales en la basílica del Valle de los Caídos deseaban también dar sepultura al Régimen, pueden sentirse satisfechos y estar orgullosos de su obra, porque a la vista de los acontecimientos podría tenerse la impresión de que Franco debió morir hace muchos años.
Dos semanas, dos meses, dos años
“El programa del cuadro dirigente de la nación se proponía unas metas a alcanzar en plazos previstos de dos semanas, dos meses y dos años. La consigna del cambio sin ruptura, sin artilugios de lenguaje es a mi juicio y en el fondo, la siguiente: dos semanas para exponer con cierta claridad las intenciones reformistas y, a la larga, liquidatorias del Sistema; dos meses para la interpretación derogatoria del orden institucional, sin demasiados escrúpulos morales por el juramento prestado de defenderlo; dos años, en fin –que no sabemos si habrán de cumplirse-, para deshacer la obra de Franco, regresar al punto de partida, y transformar una España floreciente y en paz en una España roja y rota a la vez. (Aplausos.)
En este cuadro general, en el que el desmantelamiento ideológico, la corrupción moral, la ruina económica y la mendicidad en el exterior (enorme ovación del público puesto en pie) pretenden cabalgar sobre España como jinetes aniquiladores del Apocalipsis, se produce la remoción casi vía satélite –el progresismo avanza mucho- de Carlos de Meer como gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Baleares.
Se trata de la remoción de un hombre fiel al 18 de Julio, al que adornan las más altas virtudes castrenses y políticas, zaherido por esas campañas de difamación a que aludía el jefe del Gobierno en su discurso ante las Cortes el pasado 28 de enero.
Me interesa destacar aquí, para agradecérselo una vez más, su presencia en el acto de Palma de Mallorca, porque a partir de ese instante llovieron sobre Carlos de Meer la insidia y las ofensas. ¿Es que un jefe provincial del Movimiento no puede acudir, incluso por razones de respeto y cortesía a un acto público en el que interviene como orador un consejero nacional del Movimiento, que en este caso, además, fue designado personalmente por el Caudillo? ¿Es que no va a merecer su confianza, si goza plenamente de la confianza del jefe nacional?
Acaba de decir un tal Tarafini, al que no conozco… que Carlos de Meer, el cesado gobernador civil de Baleares, “no tenía sentido común”. Al leerlo me indigné, estimando que esta apreciación pecaba de injuriosa. Pero reflexionando entendí, querido Carlos, que tiene toda la razón. Carlos de Meer no ha tenido sentido común, porque hace falta tener poco sentido común y mucho patriotismo para servir en un cargo de responsabilidad a un sistema que se complace, o así lo parece, tolerando la difamación contra sus mejores funcionarios y convidando a restaurantes de lujo o recibiendo amistosamente en los despachos oficiales a aquellos que lo atacan sin reservas. (Ovación entusiasta).
El caso de Carlos de Meer se inscribe en el contexto de la dimisión presentada por la alcaldesa de Bilbao, doña Pilar Careaga, que también tuvo que sufrir ataques reiterados y convergentes de los que deseaban su salida, y la detención de unos muchachos de Barcelona –cuya conducta esclarecerán los tribunales- en el momento de enfrentarse en torno a Xirinachs, el huelguista del hambre bien alimentado , con quienes vendían carteles del “Che” Guevara y de Mao Tse-Tung, junto a otros que representaban un cerdo con la cara de Franco o un dibujo ridículo de Juan Carlos con la leyenda de pelele.
Merecen nuestro aplauso
“Estos jóvenes de Barcelona, en una época aburguesada como la nuestra, merecen nuestro aplauso, como lo merecen los estudiantes que en la Universidad madrileña han sabido defender el honor de la Patria ultrajada. Unimos nuestro clamor y nuestra protesta a la del teniente general Galera y a la de todos aquellos que con harta razón se indignan al ver cómo el recinto de la Ciudad Universitaria, que se rescató de la esclavitud marxista a precio de sangre de una de las mejores generaciones españolas de todos los tiempos, se haya convertido, sin tomar serias medidas para evitarlo, en lugar propicio para las concentraciones subversivas en las que la hoz y el martillo y las enseñas separatistas se exhiben con desafío y libertad. (Ovación.)
Lo que ocurre –y bendita sea la indignación de algunos, aunque venga con retraso- es que lo que ahora vemos de forma más generalizada y con eco notable en la prensa comenzó hace años, al aparecer pintadas brutalmente ofensivas contra el Caudillo, en las facultades madrileñas, sin que los colaboradores de Franco hiciesen nada o muy poco para descubrir y sancionar a los autores. Obran en mi poder fotografías y relación circunstanciada de las frases soeces y cargadas de odio, con letras de gran tamaño, que ensuciaban los blancos paramentos de la Facultad de Ciencias Económicas.
Y data de entonces también la expulsión de la Universidad de seis estudiantes, entre ellos uno de mis hijos, acusados de alborotadores, por el simple delito de arrancar y romper un inmenso cartelón que estuvo expuesto durante varios días con la siguiente leyenda: “Franco, hijo de…”; y conste que donde están los puntos suspensivos figuraba la palabrota. (Gritos de ¡Franco, Franco!)
Ahogada en los despachos
“Entonces nadie se conmovió, y las protestas más que justificadas de los que padecíamos por tanta barbarie se ahogaron en los despachos de los hombres públicos, sin que nada trascendiese para no alterar las digestiones de la superioridad. (Inmensa ovación.)
Hace unos días, querido Carlos, trataba en Barcelona de mantener la moral de ese grupo de muchachos patriotas y valientes, y ello porque hace falta una fortaleza en grado heroico cuando el gesto de valor se realiza en la soledad y ante el silencio “prudente” de los amigos.
En épocas signadas por la valentía, en las que la valentía se contagia por emoción, el héroe nota hasta físicamente el calor, a la vez que el aplauso de los suyos, que le contemplan, le respaldan y animan. En épocas pusilánimes, signadas por el miedo y el temor, el héroe llega a sentirse aislado, solitario y advierte, porque salta a la vista, que con un pretexto o con otro hasta los mejores camaradas se repliegan y huyen.
Así, el Divino Maestro se quedó solo cuando el instante del prendimiento, y solo, con apenas un jovencillo y unas pocas mujeres cuando el instante de la crucifixión. (Aplausos.)
En silencio y en soledad el heroísmo es doble, porque en ese clima hay que rechazar la tentación del abandono, ahuyentar la pregunta –luego de conocer las traiciones, las negaciones, las deserciones, las ingratitudes- del porqué del sacrificio sin límite; negar oídos a los burlones, a los que rodean cargados de odio y de envidia, incapaces de una actitud gallarda y entera, y que claman incesantes y aturdidores: “Bájate de la cruz”. (Aplausos.)
Tres objetivos
“Nosotros, en el acto de hoy, con este homenaje que te brindamos y ofrecemos en la hora difícil, aspiramos a lograr al menos tres objetivos:
· En cuanto a ti, que no te sientas solo, sino confortado por la amistad y camaradería de muchos españoles que no están dispuestos a que España desaparezca como nación; a que sin un solo disparo sea entregada a sus enemigos, que ya pasean sus trapos, sus puños y su rencor por toda nuestra ancha y diversa geografía.
· En cuanto a nosotros, que no nos sumamos a los cobardes, a los resentidos, a los veleidosos, a los que sustituyen con frivolidad su indumentaria ideológica si ello resulta más cómodo, aunque sea menos digno, más fácil para su ambición personal, aunque ello conlleve la ruina de la Patria.
· En cuanto a España y al pueblo español, que -como dijimos pronto hará diez años en «Razón de ser» cuando FUERZA NUEVA aparecía como un pasquín de llamada- como un clarinazo en la siesta cómoda del bienestar: “ora est iam nos de somno surgere”. Ya es hora de despertar. “Los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta”. Lo dijo Franco. Fueron sus últimas palabras. Las que escuchamos el 20 de noviembre.
¿Están alerta todos los españoles? No lo sé. Pero sí sé que nosotros, los hombres y mujeres de FUERZA NUEVA, contigo, Carlos de Meer, estamos despiertos, en vigilancia y alerta. ¡Arriba España!
|
Marcadores