El saqueo de las cajas de ahorro, la otra desamortización
El hundimiento de las cajas de ahorros, que representaban casi la mitad del sistema financiero español, comenzó con su ocupación por los políticos, por medio de una ley, la LORCA, aprobada por el PSOE en 1985.
Por Pedro Fernández Barbadillo -
18/02/2017
Cuando yo era un chaval, en las capitales de provincia como Burgos o Logroño había unos enormes carteles en forma de hucha panzuda que se iluminaban por la noche; y los más ingeniosos mostraban una moneda entrando por la ranura.
Representaban las cajas de ahorros locales, algunas con nombres tan curiosos como la Caja del Círculo o la Caja Inmaculada o la Caja de Pensiones o el Monte de Piedad.
Además, como las cajas no tenían accionistas, sino entidades fundadoras y finalidad social (proteger el ahorro de las personas más humildes y darles acceso al crédito), los beneficios se destinaban a reservas y a la llamada obra social.
La cantidad de programas y actividades que tradicionalmente pagaba la obra social de las cajas de ahorro es interminable: asociaciones de afectados con síndrome de Down, becas, hospitales, centros de jubilados, residencias de ancianos, promociones de viviendas, bibliotecas, deporte, restauración de catedrales y monumentos, exposiciones, museos y hasta papeleras, columpios y bancos en las plazas.
La obra social era para cientos de pueblos castellanos, aragoneses gallegos o extremeños de lo poco que les llegaba de fuera totalmente gratuito.
Pero vino la modernidad. Había que europeizarse. Adaptarse a los nuevos tiempos. Menos ventanillas y más cajeros automáticos. Menos directores ascendidos desde botones y más pijos con MBA. Al cabo de unas décadas, todas esas cajas han desaparecido, incluso sus sedes, construidas en dura piedra como para transmitir confianza en su solidez, han sido transformadas en centros comerciales iguales que los que hay en Estocolmo o Miami.
Junto con ellas, su veterana obra social se encamina a la supresión.
“Una fusión nunca crea un problema”
¿Cómo pudo suceder? La pareja de ‘malvados’ que hundió Bankia, Rodrigo Rato y Miguel Blesa, se ha convertido en un trío al unírseles –quizás hasta el primer descarte- Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que era gobernador del Banco de España cuando el ‘frankenstein’ formado por la antigua Caja Madrid y otras seis cajas de ahorro salió a bolsa.
En 2013, cuando las cajas habían quedado arrasadas con la colaboración de sus planes de fusiones, este señor tan listo y tan bien relacionado (fue columnista en El País y su esposa es alta ejecutiva de un tinglado de la ONU) sentenció que: “Una fusión nunca crea un problema. La gente lo tiene que saber. Una fusión es una oportunidad de resolver problemas.”
Pero ni Bankia es la única caja envilecida ni MAFO es el único responsable. El principio del fin para las cajas y su obra social comenzó cuando el PSOE de los 202 diputados, el de Felipe González, Alfonso Guerra y el ‘liberal’ Miguel Boyer, aprobó en 1985 en las Cortes la Ley de Órganos Rectores de las Cajas Ahorros (LORCA), a la que se opuso con tanta brillantez como inutilidad ante el rodillo socialista el ex ministro franquista y diputado de AP Fernando Suárez.
Con la LORCA comenzó el reparto
La LORCA decía esto tan bonito en su exposición de motivos:
“Esta Ley pretende alcanzar el triple objetivo de democratizar los órganos de gobierno de las Cajas de Ahorros, conciliar esa democratización con las exigencias de una gestión eficaz, que debe cumplirse con criterios estrictamente profesionales, y establecer una normativa de acuerdo con los principios que inspira la nueva organización territorial del Estado, sentando al mismo tiempo las bases del régimen de disciplina, inspección y control de estas Entidades.” Entre los planes delirantes de la partitocracia, se llegó a hablar de la unión de todas las entidades de cada comunidad en una sola.
En los años siguientes las comunidades autónomas elaboraron su propia ley de cajas regionales, para que el gobiernito pudiera mangonear con mayor impunidad las que se encontraban en su territorio. ¿Por qué cajas que operaban en media España tenían que estar sujetas al cacique del territorio donde tenía su sede social en vez de a la legislación nacional? Entre los planes delirantes de la partitocracia, se llegó a hablar de la unión de todas las entidades de cada comunidad en una sola.
Al principio sólo el PSOE, el PNV y CiU irrumpieron en las cajas. Sus apparatchiks fueron depurando a los verdaderos profesionales. Una de las poquísimas que resistió a los políticos fue la Caixa, nacida de otra fusión en 1990, que desbarató los ataques del partido del 3%. A medida que el PP conseguía en los años 90 poder local este partido se unió a la ‘merienda de afroamericanos’.
Los bancos privados de los partidos
De los tres objetivos planteados por la LORCA, se cumplió plenamente sólo uno, el último. La democratización de sus órganos de gobierno supuso la entrada, como los bárbaros en Roma, de los partidos políticos y los sindicatos mayoritarios en la asamblea general y el consejo de administración respectivos.
En 2009, se calculó que de los 6.065 miembros de las asambleas y los consejos de las 45 cajas, un 34%, es decir, 2.087, estaban nombrados por la partitocracia.
Varios ex políticos presidieron algunas de ellas: los socialistas Narcís Serra (Catalunya Caixa) Juan Pedro Hernández Moltó (Castilla La Mancha), los populares Rato (Bankia) y José Luis Olivas (Bancaja), el nacionalista vasco Mario Fernández (Kutxabank), el navarrista Miguel Sanz (Caja Navarra)… Pedro Sánchez fue miembro de la asamblea de Caja Madrid.
Y la “gestión eficaz” consistió en financiar proyectos ruinosos, como el aeropuerto de Ciudad Real, Terra Mítica (Alicante), el Centro Niemeyer (Asturias), cadenas de hoteles de lujo… Además, se concedieron docenas de millones de euros en préstamos a los partidos, muchos de los cuales se condonaban, o a amigos y testaferros.
Por último, los consejeros se fijaron sueldos astronómicos y generosísimas pensiones. José Luis Méndez (director de Caixagalicia) percibió en un solo año 11,2 millones de euros. El consejo de Caixa Catalunya se aumentó las retribuciones a la vez que la entidad recibía transferencias del Estado. Y el director y tres consejeros de la catalana Caixa Penedès cobraron 28,6 millones de euros como pensión que tuvieron que devolver para no ir a la cárcel.
Si el empeño de la partitocracia para apoderarse de las cajas de ahorro está claro, cabe pensar que su obcecación en salvarlas de quiebras, ventas y absorciones se ha debido a que querían seguir con sus ‘banquitos’ y que no nos enterásemos de cómo las habían saqueado.
Un diputado del PP gallego, Pedro Puy, explicó que el veto de su partido en el Parlamento gallego a una comisión de investigación sobre las cajas locales, ya desaparecidos, fue, en realidad, “un favor que le hemos hecho al país»
¿Es que la gente no puede soportar la verdad?
La obra social, reducida a un tercio en seis años
Semejante gestión afectó a los beneficios de las cajas y, en consecuencia, a la obra social. Ésta por primera vez superó los mil millones de euros en 2002. Con la borrachera provocada por el ladrillo y la especulación, el beneficio de las cajas se disparó y también la obra social, hasta rebasar los 2.000 millones en 2008.
El rescate de las cajas ha costado más de 60.000 millones de euros a los contribuyentes españolesA partir de ese momento, el sistema financiero español (“el más sólido del mundo”, según Rodríguez Zapatero) comenzó su declive, que en el caso de las cajas fue un desplome. Hasta ahora, el rescate de las cajas ha costado más de 60.000 millones de euros a los contribuyentes españoles...
https://www.actuall.com/criterio/eco...amortizacions/
Última edición por ALACRAN; 13/09/2020 a las 12:55
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Las cajas no sólo hacían una gran obra social sino cultural. Recuerdo que rara era la semana en que no había algún concierto de música clásica, así como exposiciones artísticas y otras actividades por el estilo, todas gratuitas. Además, las cajas eran más amables y populares, sin ese ambiente de templos de dinero que eran los bancos. Con un trato más humano y menos intereses y abusos, más facilidades para los pobres. Ahora todo es cada vez más capital concentrado en menos manos, y te cobran comisiones poco menos que hasta por ponerte en cola.
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