NUEVO MUNDO[1]
¡TIERRA!
Jueves 11 de octubre.—Navegó al Ouesudueste, tuvieron mucha mar más que en todo el viaje habian tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela «Pinta» una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado á lo que parecía un hierro, y un pedazo de caña y otra yerba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la Carabela «Niña» tambien vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de descaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día hasta puesto el sol veinte y siete leguas.
Después del sol puesto navegó á su primer camino al Oueste: andarian doce millas cada hora, y hasta dos horas después de media noche andana noventa millas, que son veinte y dos leguas y media. Y porque la carabela «Pinta» era más velera é iba delante del Almirante, halló tierra y hizo las señas quel Almirante habia mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decia Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante á las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vido lumbre, aunque fué cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pero Gutierrez, repostero destrados del Rey, é díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y vídola: díjolo también a Rodrigo Sánchez de Segovia qué! Rey y la Reina enviaban en el armada por veedor, el cual no vido nada porque no estaba en lugar dó la pudiese ver. Después quel Almirante lo dijo se vido una vez ó dos y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra. Por lo cual cuando dijeron la Salve, que la acostumbran decir é cantar á su manera todos los marineros y se hallan todo, rogó y amonestóles el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que vía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes habian prometido, que eran diez mil maravedís de juro á quien primero la viese. A las dos horas después de media noche pareció la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amañaron todas las velas, y quedaron con el treo que es la vela grande sin bonetas, y pusiéronse a la corda temporizando hasta el dia Viernes que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios «Guanahani».
TOMA DE POSESION
Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió á tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente Anés, su hermano, que era capitán de la «Niña». Sacó el Almirante la bandera Real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña con una F y una Y: encima de cada letra su corona. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó á los dos capitanes y á los demás que saltaron en tierra, y á Rodrigo Descovedo, Escribano de toda el armada, y á Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó posesión de la dicha isla por el Rey é por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requería como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escripto.
EXOTISMO
Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla. Esto que sigue son palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias. «Yo (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conoscí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Sante Fe con amor que no por fuerza, les dI á algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponian al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era marvila. Los cuales después venian á las barcas de los navíos adonde nós estábamos nadando, y nos traian papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas, y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nós les dábamos como cuenteciilas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de aquello que tenian de buena voluntad. Mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andaban todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una farto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de treinta años: muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos, y muy buenas caras: los cabellos gruesos cuasi como sedas de cola de caballos, é cortos: los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detras que traen largos, que jamás cortan: dellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y delios se pintan de blanco, y dellos colorado, y dellos de lo que fallan, y dellos se pintan las caras, y dellos todo el cuerpo, y delios solos los ojos, y delios sólo el nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les amostré espadas y las tomaban por ei filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algún fierro: sus azagayas son una varas sin fierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos á una mano son de buena estatura de grandeza, y buenos gestos, bien hechos; yo vide algunos que tenian señales de feridas en sus cuerpos, y les hice señas qué era aquello, y ellos se mostraron como alli veian gente de otras islas que estaban cerca y les querian tomar, y se defendian; y yo creí, é creo, que aqui vienen de tierra firme á tomarlos por captivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio que veo que muy presto dicen todo lo que les decía, y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenian. Yo, placiendo á nuestro Señor, levaré de aquí al tiempo de mi partida seis á V. A. para que deprendan fablar. Ninguna bestia de ninguna manera vide, salvo papagayos en esta isla. «Todo son palabras del Almirante».
Sábado 13 de Octubre.—»Luego que amaneció vinieron á la playa muchos destos hombres, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy fermosa: los cabellos no crespos, salvo corredios y gruesos, como cerdas de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha más que otra generación que fasta aquí haya visto, y los ojos muy fermosos y no pequeños, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios, ni se debe esperar otra cosa, pues está Lesteoueste con la isla del Hierro en Canarias so una linea. Las piernas muy derechas, todos á una mano, y no barriga, salvo muy bien hecha. Ellos vinieron á la nao con almadias, que son hechas del pie de un árbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo y labrado muy á maravilla según la tierra, y grandes en que en algunas venian cuarenta ó cuarenta y cinco hombres, y otras más pequeñas, fasta haber dellas en que venia un sólo hombre. Remaban con una sola pala como de fornero y anda á maravilla; y si se le trastorna luego se echan todos a nadar, y la enderezan y vacian con calabazas que traen ellos. Traian ovillos de algodón filado y papagayos, y azagayas, y otras cositas que sería de tedio escribir, y todos daban por cualquier cosa que se les diese».
[1]COLÓN, Cristóbal: Relaciones y cartas de... Bib. Clásica (Viuda de Hernando). Madrid, 1892, tomo CLXIV: Relación del primer viaje de don Cristóbal Colón para el descubrimiento de las Indias, puesta sumariamente por Fray Bartolomé de las Casas; jueves 11 de octubre, pág. 21: sábado 13 de octubre, pág. 25.
El hombre que sólo tiene en consideración a su generación, ha nacido para unos pocos,después de el habrán miles y miles de personas, tenlo en cuenta.Si la virtud trae consigo la fama, nuestra reputación sobrevivirá,la posteridad juzgará sin malicia y honrará nuestra memoria.
Lucius Annæus Seneca (Córdoba, 4 a. C.- Roma, 65)
¿Dónde está la campana de Colón?
Su repique anunció el Descubrimiento. Tras ser custodiada por el Ministerio de Cultura, la campana, rescatada del mar por un buzo italiano, ha desaparecidoPACO REGO
"¡Tierra a la vistaaaa!", voceaba Rodrigo de Triana desde la Niña.El marinero sevillano, encaramado al palo mayor de la carabela, estaba en sus cabales. Dos meses viendo sólo cielo y mar -el tiempo transcurrido desde que la expedición, comandada por el almirante Cristóbal Colón, saliera de Palos de la Frontera (Huelva)- habían hundido la moral de la tripulación. Pero Rodrigo de Triana no alucinaba. Esta vez no. A pocas brazas de la Niña, con el mar en calma, el tañido insistente de una pequeña campana amarrada a la cubierta de la Santa María, la nave capitana, sobresaltaba a la marinería en la madrugada del 12 de octubre de 1492. Era el anuncio de un nuevo mundo. Y aquel repique frenético de metal, el primer sonido del Descubrimiento.
Cinco siglos después, a poco más de dos metros de profundidad en el Atlántico, un buceador italiano se topa, sin saberlo, con la protagonista sonora de aquella histórica madrugada. Es julio de 1994. Han pasado 501 años. Roberto Mazzara, ex oficial de la Marina curtido en rescates subacuáticos -«he bajado a todos los mares porque me apasionan las historias de naufragios»-, merodea bajo las aguas de Figueira da Foz, una localidad turística del norte de Portugal. Busca los restos de la nao español San Salvador, hundido antes de tocar puerto. [El barco venía de San Juan de Puerto Rico cargado «con mucho oro y plata y el signo de la villa de la Navidad», reza en un legajo del siglo XVI.Este «signo» no es otro que la campana de la Santa María, usada luego para llamar al rezo y a las comidas en el fuerte Navidad, construido con los enseres de la nave insignia de Colón, encallada en las costas de Haití el día de Navidad de 1492].
Un trozo de madera sobresale del fondo. El buzo intuye que está en lo cierto. [Calla cuando se le pregunta cómo supo del lugar exacto]. Escarba con sus manos la arena y, a un palmo del madero semienterrado, aparece una pequeña campana rota y corroída por el paso del tiempo y las sales del océano.
«No le di mayor importancia», admite el submarinista transalpino.«Era una campana humilde, de cobre, muy sencilla en todos los aspectos. Pensé que era un resto más de los miles que hay en los fondos marinos, sin aparente valor».
No imaginaba, pues, que aquel instrumento oxidado de apenas 14 kilos de peso y 25 centímetros de diámetro iba, en parte, a cambiarle la vida. Que en sus manos estaba la campana con la que Colón anunció el descubrimiento de América. Y menos aún que ésta terminaría esfumándose en febrero de 2006, tras pasar un tiempo custodiada por el Ministerio de Educación y Cultura español. «Y eso» -asegura el buzo, ingeniero de Hidrodinámica- «después de ofrecerle la campana gratis al ministerio. Yo no soy un pirata, no vivo de los tesoros del mar. Buceo porque me gusta. La única condición era que fuese yo el que se la entregara al Rey de España, como es lógico». [Crónica ha podido comprobar la existencia del documento, fechado el 25 de mayo de 2000 y sellado por Educación y Cultura, en el que Mazzara ofrece gratis la campana de Colón al Gobierno].
Hay más. Dos meses después, el 25 de julio de 2000 -«harto de pelear desde tiempo atrás para que me hicieran caso»-, el buzo alerta una vez más de su hallazgo y lo hace dirigiéndose por escrito al comandante militar de Marina de la provincia de Algeciras, Arturo Cuña Miñán. El documento, con la clave de entrada 376/OC del registro general de la entidad, dice así: «Adjunto la documentación que acredita mi descubrimiento del año 1994, en la costa portuguesa, del hundimiento del galeón español San Salvador, y documentación del sitio del hundimiento, que demuestra que un objeto encontrado en el citado lugar del naufragio es la campana de la Santa María de Cristóbal Colón».
Nadie le llama.
Mazzara había caído en la importancia del hallazgo meses más tarde de su inmersión en aguas portuguesas. Los análisis químicos y metalográficos de la Universidad de Zaragoza, los archivos de Indias y el de Simancas y los documentos que aluden a la Casa de la Contratación del Rey (organismo estatal que controlaba y registraba, desde 1503 hasta bien entrado el siglo XVIII, todo el tráfico marítimo entre España y las Indias) dieron fe de la procedencia de la campana. Todo parecía encajar. No había duda de la autenticidad de esta joya histórica.
Lo que ocurrió después es una interminable trama de intrigas y desavenencias. La Brigada de Patrimonio Histórico, dependiente de Cultura, aborta la subasta de la pieza (2002) que se iba a celebrar en el hotel Ritz de Madrid. Algunos expertos la tasan en no menos de 100 millones de dólares. Portugal la reclama como suya. Aunque, según Mazzara, «tanto aquel país, al que yo le comuniqué el hallazgo a su tiempo y nunca se preocuparon, como España habían perdido, lo dice la ley, los derechos sobre la pieza, pues ya había pasado un año desde que yo se lo advertí».El caso es que Portugal no paga el millón de euros que el Juzgado de Instrucción nº 2 de Madrid le pide como caución, y la jueza decide que la campana vuelva a la empresa catalana Activos y Subastas, encargada de celebrar la puja. Es su último paradero conocido.
En 2006, según Mazzara, la reliquia desaparece de España. «Es probable», dice, «que haya ido a parar a Miami, a la empresa Proyects and Investment Holding Inc., relacionada con uno de los socios de la subastadora catalana, Conrad Caussa Ayza. O que siga en poder de Conrad». Un dato más de esta rocambolesca historia: desde 2007 esta sociedad americana no existe.
En cualquier caso, resulta cuanto menos incomprensible que desde 1994 el Gobierno español no haya mostrado interés por este legado.Ni que haya abierto siquiera una investigación sobre su paradero desconocido. Quién sabe. Hubiera dado la campanada.
"QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"
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