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Tema: ¿Existió el Edicto de Milán?

  1. #1
    Avatar de Reke_Ride
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    ¿Existió el Edicto de Milán?

    Cita:
    Iniciado por muñoz
    Y fue Constantino, como todo el mundo sabe, quien promulgo el edicto que todos han tratado de proteger o derribar durante generaciones.



    En un principio había contestado en el hilo que había abierto Muñoz sobre Britania, pero para no desvirtuar el interesante hilo por él abierto, he abierto este nuevo:

    Está clara una cosa, que antes de Constantino, Roma era pagana y tras él, cristiana.

    Sin embargo, siempre he leído que lo del edicto de Milán es apócrifo, es decir, que si hubo ese año de 313 en Milán una entrevista entre Constantino y Licinio. Pero se desconoce mas.

    Fue Galerio, en el año 311, quien publicó el primer edicto a favor de los cristianos: "Que los cristianos existan de nuevo. Que celebren sus reuniones a condición de que no perturben el orden. A cambio de esta prerrogativa, deben rogar a su Dios por nuestra prosperidad y por la del Estado, así como por la suya propia".

    Si que se conoce de aquellos tiempos el texto conservado por Lactancio: Un rescripto dirijido por Licinio al gobernador de Bitinia y promulgado en Nicomedia (una de las candidatas a ser capital del Imperio, junto con Bizancio), en Junio de 313: Este edicto colocaba al cristianismo en plano similar al de las otras creencias " a partir de este día aquél que quiera seguir la fe cristiana, la siga libre y sinceramente, sin ser inquietado ni molestado en manera alguna. Hemos querido que Tu Excelencia conozca esto de la manera mas exacta, para que no ignores que hemos concedido completa y absoluta libertad a los cristianos para practicar su culto. Y ya que se la hemos concedido a ellos, debe Tu Excelencia comprender, que se concede también a los adeptos de otras religiones, el derecho pleno y entero de seguir sus usos y su fe, y ser libres para paz y tranquilidad de nuestro tiempo. Y así lo hemos decidido porque no queremos humillar la dignidad y la fe de nadie" (Texto que se conserva en griego antiguo, por Eusebio en su Historia eclesiástica)

    El propio edicto, mandaba devolver a los cristianos, las iglesias y otros inmuebles confiscados.

    No existió pues, la erección del cristianismo en religión de Estado por Constantino. La coexistencia entre paganismo y cristianismo en aquel tiempo, se prueba por el otro texto conservado y aducido por Lactancio, consistente según él en una oración revelada a Licinio y mandada recitar a unos soldados por éste, antes de la batalla en que derrotó a Maximino Daia: estas palabras pueden ser recitadas indiferentemente por un cristiano y un pagano o adepto al culto solar como era Constantino. Son simplemente una invocación a un Ser Supremo, sin indicar cual.

    Ambos textos se refieren a Licinio y al oriente, mientras que Constantino y el ocidente, brillan por su ausencia. No cabe duda que Constantino conoció ambos documentos...pero no se sabe que los haya promulgado. Injustamente se le atribuyen todos los méritos, cuando no fue así.

    Nunca se supo por consiguiente, acerca de la conversión de Constantino, que al menos hasta el 310 fue un adepto al culto solar. Otra cosa es que fuera un auéntico creyente o simplemente un adepto de Mithra: eso quiere decir, que no le fue difícil pasar de un monoteísmo a otro. Cuando comprende cual podría ser la importancia política del Cristianismo con su concepción teocéntrica y jerárquica y su Dios Único y Trascendente, solo un 10% de la población del Imperio, era cristiana. No fue pues una masa mayoritaria que impusiese su pensamiento al emperador, era la propia creencia la que se imponía, era la organización pero, sobre todo, la fuerte personalidad de los creyentes en Cristo, que durante mas de dos siglos, habían demostrado estar dispuestos a morir y además habían sabido hacerlo por su Fe y sus creencias.
    Última edición por Reke_Ride; 25/06/2009 a las 12:57
    "De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"






  2. #2
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    Respuesta: ¿Existió el Edicto de Milán?

    Constantino se convirtió, al parecer, en su lecho de muerte. Aunque muchos creen que oficializó el cristianismo con el Edicto de Milán, simplemente otorgó libertad de culto a los cristianos. El que de verdad cristianizó el imperio fue el hispano Teodosio en el año 380. Pero lógicamente, al no estar ya perseguido (salvo por el breve paréntesis de Juliano el Apóstata), el cristianismo pudo expandirse más fácilmente.

  3. #3
    Avatar de Reke_Ride
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    Respuesta: ¿Existió el Edicto de Milán?

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    El que de verdad cristianizó el imperio fue el hispano Teodosio en el año 380.
    Y el que se lo cargó al repartirlo entre sus hijos (con él comenzó la caida empicado, por supuesto, en lo político: Pues se abrió la veda, ya de manera "global" a las invasiones de los pueblos germánicos)
    "De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"






  4. #4
    Toronjo está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: ¿Existió el Edicto de Milán?

    El Edicto de Milán


    El Edicto de Milán fue proclamado en el 313 por Constantino y Licinio, ambos reunidos en la ciudad que lleva su nombre. Dicho edicto estaba destinado a terminar con las cacerías y luchas en contra de los cristianos.
    Si bien la religión cristiana será distinguida de las creencias arrianas a partir del Concilio de Nicea en el 325, y oficializada por Teodosio I a través del Edicto de Tesalónica (380), el fin del acosamiento perseguía la reunificación y fortalecimiento del poder, amenazado por el constante crecimiento del cristianismo.
    Galerio terminó con las persecuciones infligidas a los cristianos a través del “Edicto de Tolerancia Nicomedia”. Aún así, existía un constante enfrentamiento entre los dos emperadores cuyo objetivo era unificar el poder del Imperio en una sola persona. Es así como Licinio había permitido a su milicia la persecución de cristianos, desobedeciendo el edicto promulgado por Galerio. La finalidad de Licinio era la de ganar el favor de su ejército. La consecuencia directa fue la conversión de algunos soldados y la pérdida de la vida de muchos cristianos.
    Cuando se establece el edicto, el Imperio contaba con, aproximadamente, siete millones de habitantes (sobre cuarenta y cinco, aproximadamente) que profesaban el cristianismo, sumando a ello, mas de mil sedes religiosas.
    Lo acordado en Milán llega al presente en virtud de las cartas enviadas a los gobernadores provinciales por Licinio en Oriente. En la primera parte se establece la libertad de religión, y por ende, el derecho de los cristianos a ejercer esa libertad. Cabe aclarar que el edicto no es privativo para los cristianos, sino que autoriza a la libertad de religión dentro del Imperio.
    En segundo lugar, se les devuelve a los cristianos sus lugares de reunión y culto, como así también los edificios confiscados.
    Desde el punto de vista del cristianismo, la legalización de su credo proveyó a las iglesias de las mismas ventajas económicas que otras religiones.
    De esta manera, el paganismo deja de ser la religión oficial de estado, contribuyendo a un paulatino fortalecimiento de la Iglesia que comenzó a expandirse, logrando su máximo poderío a lo largo de toda la Edad Media.
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"

  5. #5
    Avatar de Walter E. Kurtz
    Walter E. Kurtz está desconectado Miembro graduado
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    Respuesta: ¿Existió el Edicto de Milán?

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Constantino se convirtió, al parecer, en su lecho de muerte. Aunque muchos creen que oficializó el cristianismo con el Edicto de Milán, simplemente otorgó libertad de culto a los cristianos. El que de verdad cristianizó el imperio fue el hispano Teodosio en el año 380. Pero lógicamente, al no estar ya perseguido (salvo por el breve paréntesis de Juliano el Apóstata), el cristianismo pudo expandirse más fácilmente.
    No es por buscar el pelo en la leche, pero en realidad desde el edicto de Milán el cristianismo dejó de estar "oficialmente" perseguido; pero la persecución y el martirio son inherentes al cristianismo. Aún dentro del Imperio, tras el Edicto siguió habiendo persecuciones a cargo de paganos (incluso en tiempos de San Agustín), de malos cristianos (en general los Emperadores quisieron intervenir en los asuntos de la Iglesia, muchas veces de forma violenta -- esto se dio en Occidente hasta la fecha mítica del 476, pero siguió en Oriente hasta la caída de Constantinopla) y, sobre todo, de herejes (las herejías arrianas, pelagianas, donatistas, monofisitas, etc. fueron muchísimo más violentas de lo que a veces puede suponerse por lo que se lee en libros de Historia de la Iglesia).

    En cuanto a Constantino el caso de su conversión o no, y del momento en que ella se produjo, es bastante enigmático. Algunos creen que su conversión fue anterior pero recién se hizo pública antes de su muerte. De hecho, para algunas Iglesias de Oriente, Constantino es santo.

  6. #6
    Toronjo está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: ¿Existió el Edicto de Milán?

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    ¿Constantino, editor de la Biblia?


    Capítulo 55:
    «Constantino encargó y financió la redacción de una nueva Biblia que omitiera los evangelios en los que se hablara de los rasgos 'humanos' de Cristo y que exagerara los que lo acercaban a la divinidad. Y los evangelios anteriores fueron prohibidos y quemados. [...] »Todo el que prefería los evangelios prohibidos y rechazaba los de Constantino era tachado de hereje. La palabra herético con el sentido que la conocemos hoy, viene de ese momento de la historia. En latín, hereti-cus significa "opción". Los que optaron por la historia original de Cristo fueron los primeros "herejes" que hubo en el mundo».
    La Iglesia no nació, a diferencia de, por ejemplo, la espiritualidad de la diosa, como una vaga corriente de opinión o una ideología. Desde el principio la Iglesia fue un cuerpo social o, como dicen los teólogos, «una sociedad perfecta» en sí misma. La fe y los sacramentos cristianos se celebraban y se transmitían en la Iglesia y de una forma organizada. En cada lugar, esa organización eclesiástica giraba en torno a la figura del obispo, cabeza de la Iglesia local. Eso sucede desde el mismo comienzo. La Iglesia la funda Jesucristo y la constituye como un cuerpo al que se incorporan los que se hacen partícipes de la salvación de Cristo. Cristo dota al cuerpo de la Iglesia de todos los medios para cumplir su misión de llevar la salvación a todos los confines del mundo. Los medios que necesita el cuerpo moral de la Iglesia son la capacidad de mantener la disciplina: el gobierno interno; la unidad de doctrina: la enseñanza de la doctrina de la fe; y los medios de santificación: los sacramentos. Ese triple poder de gobernar, de enseñar y de santificar, se encuentra ya en los primeros obispos. Un dato más: la Iglesia no nace de los cuatro evangelios, sino de la muerte y de la resurrección de Cristo, y de Pentecostés. No hay unanimidad respecto a la data-ción original de los evangelios canónicos, pero parece que puedan fijarse entre el año 60 y el 90. Eso los coloca bastante cerca de los sucesos de la vida terrena de Jesús y en cualquier caso todavía serían muchos los testigos de su vida que seguirían con vida. Ese dato es importante para comprender la historicidad de los evangelios y su credibilidad (pues, de haber sido falsos, estos escritos podían haber sido refutados por contemporáneos de Jesús o por personas todavía muy próximas a Él). Pero en cualquier caso, la Iglesia no nace con la redacción física de los cuatro libros de los evangelios. Cuando éstos se escriben, la Iglesia llevaba desde la Ascensión de Jesús, enseñando, gobernando y santificando. La Iglesia ya celebraba los sacramentos, ya anunciaba la Buena Noticia de Jesucristo a judíos y a gentiles, y las iglesias locales tenían una firme organización de gobierno en torno a los obispos. Para cuando los evangelios ven la luz, la Iglesia ya cuenta hasta con mártires como San Esteban. Los evangelios son textos inspirados por el Espíritu Santo que se escriben dentro de la Iglesia, y es la autoridad de esa Iglesia la que los distingue como dignos de fe.
    Este funcionamiento y la organización de la Iglesia quedan reflejados en los Hechos de los Apóstoles, en las Cartas de San Pablo, en las demás epístolas del Nuevo Testamento y en la literatura cristiana inmediatamente posterior.
    San Ignacio, tercer obispo de Antioquía, vivió a caballo entre el siglo I y el II, y sufrió el martirio en época del emperador Trajano. En sus cartas escritas desde Roma, hacia el año 110, describe la vida de las iglesias locales, en cuya cúspide está el obispo que, ayudado por sus presbíteros y sus diáconos, gobierna a la comunidad de los fieles. En esas cartas recomienda a los cristianos que tengan el máximo respeto por el obispo, menciona la preeminencia de la Iglesia de Roma, por delante de las demás; y llama a la Iglesia universal, «católica».
    Todos estos datos son decisivos para comprender el funcionamiento de los cristianos en los primeros siglos. Tenían un fuerte sentimiento jerárquico y esa Iglesia, que fue madurando en la comprensión de las verdades reveladas, se mantuvo reconocible a lo largo del tiempo, por la sucesión apostólica y visible de los obispos.
    Desde el principio también surgieron disidencias, pero esa naturaleza jerárquica y orgánica de la Iglesia hacía que los que se apartaban de la enseñanza tradicional tendieran a organizarse en grupos separados y distinguibles. La Iglesia durante los primeros tres siglos no tenía fuerza exterior para luchar contra las herejías, así que se combatió contra ellas con la fuerza de la virtud y de la fidelidad. En ocasiones eran los mismos obispos los que se separaban de la doctrina, pero nunca -en esos primeros siglos- lograron desgajar Iglesias de la comunión eclesiástica. En muchos de esos casos eran los mismos fieles los que se levantaban contra el obispo herético y pedían ayuda a los obispos cercanos para que lo depusieran en un sínodo.
    La primera secta que perdura organizadamente como una Iglesia separada es la de los donatistas, en la región de Carta-go. Curiosamente, eso sucede después del año 311, en vísperas del advenimiento de Constantino al trono de Occidente.
    No es, por tanto, creíble que Constantino pudiera influir en el contenido dogmático del cristianismo, que gozaba de una firme estructura orgánica y con abundante producción cate-quética y teológica.
    La historia de la formación del canon del Nuevo Testamento hay que comprenderla a la luz de la vida de la Iglesia.

    Cuando surgía alguna duda en las comunidades respecto de si un texto determinado debía tenerse como evangélico, se aplicaban unas reglas:
    1. que el libro tuviera origen apostólico y coherencia de doctrina con la enseñada tradicionalmente y,
    2. que fuera aceptado y usado oficialmente en las comunidades cristianas con las que los apóstoles habían tenido contacto directo (también testimonio de la tradición).
    Resulta asombrosa la práctica unanimidad de las comunidades locales de la Iglesia primitiva, en Oriente y en Occidente, a la hora de determinar el canon del Nuevo Testamento, que estaba fijado -con mínimas variantes- en la primera mitad del siglo II. El fragmento de Muratori, de finales de ese mismo siglo II, ya contiene la lista de los libros que la Iglesia en Roma consideraba como inspirados y que formaban el Nuevo Testamento.
    En lo relativo a la palabra hereje, Brown se deja también llevar por su fantasía. En este caso, es el traductor el que transcribe erróneamente la palabra hereticus, donde el americano puso haereticus. De todas formas, haereticus es un adjetivo («herético»), mientras que Brown nos lo presenta como un sustantivo («opción», que en latín se decía haeresis, del griego hai-resis). Con independencia de estos detalles nimios, que sencillamente delatan desconocimiento de la lengua, la afirmación de Langdon es totalmente falsa. La palabra herético en el sentido que la conocemos hoy no procede de este momento de la historia. Por poner algunos ejemplos, el ya citado Ignacio de Antioquía, en sus cartas desde Roma, hacia el año 110, advierte contra los heréticos que dicen mentiras sobre Cristo. Hacia el año 180 se fecha la obra de Ireneo de Lyon, Adversus haere-ses, en la que expone y refuta las doctrinas de los herejes del cristianismo. Tertuliano escribió en torno al año 200 su De prescriptione haereticorum.
    En perfecta coherencia con la unidad orgánica y de doctrina de la Iglesia, los cristianos ortodoxos distinguían desde el principio a los que, siguiendo su propia opinión (haeresis) en lugar de la doctrina del evangelio a la luz de la tradición, se separaban del cuerpo de la Iglesia. La palabra herético, con la acepción de «quien profesa un error sobre Cristo», tiene al menos doscientos años en el tiempo de Constantino, pero el concepto es aún anterior.
    Sin necesidad de conocer nada de la historia del cristianismo, basta una hojeada a los evangelios canónicos -ésos que Brown dice que fueron confeccionados para borrar toda traza humana de Cristo- para darse cuenta de que, de haber sido así, los escribas contratados por Constantino hicieron su trabajo rematadamente mal, puesto que los evangelios recogen constantes y delicados detalles de la humanidad de Jesucristo.

    Ullate
    "QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"


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  1. 28/06/2009, 08:27

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