La abdicación de Alfonso, llamado XIII, se dió el 15 de enero de 1941. Y en 1931 no abdicó, renuncio a sus derechos. Y de dimisión voluntaria, poco. Le hubiese gustado seguir. Es más, el mismo esperaba un golpe militar en las primeras horas de su destronamiento que le repondría en el trono. En el libro "La pequeña historia" de Melchor Almagro San Martín, página 265, dice Alfonso en la madrugada del 14 de abril: No pienso irme ¿qué se han creído?.
El comité revolucionario se instaló en el Ministerio de Gobernación ¿eso no es un golpe de Estado? Sin aguardar, encima, al transpaso de poderes que el mismo Alfonso estaba dispuesto a dar. En el mismo libro, en la página 280 y 281: Telefonean que el Comité Revolucionario exige, sin más demora, la entrega total del poder y la ausencia del rey.
Por no hablar de la sublevación de Galán y Hernández, el pacto de San Sebastián o la campaña antimonarquica de los intelectuales.
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