Balance General
El cómputo de Llorente, en resumen, puede clasificarse así:
I.- Años 1481 a 1489. Citas falsificadas de Mariana y Bernáldez
6,928 II.- Años 1490 a 1523. Inscripción imprecisa y de problemática autenticidad en Sevilla
7,416 III.- Años 1524 a 1744. Periodo del "porque sí"
17,546 IV.- Años 1745 a 1808. Período documental
14 Total de ejecutados en 328 años: 31,904
Comete el secretario varios errores aritméticos (900 en el primer período, 200 en el tercero), que por otro error feliz quedan casi compensados en la suma general. Ésta aparece por 31,912, implicando así un pequeño yerro de ocho unidades.
La duración de 328 años, bien puede ampliarse, sin modificación de ajusticiados, a 340; pues en 1808 el invasor Napoleón suprimió el tribunal, pero -con significativo contraste- lo restauraban las Juntas Patrióticas donde iban dominando; en 1813 las Cortes de Cádiz lo abolieron, pero fue restablecido a poco, y sólo desapareció definitivamente hasta 1820.
Llorente no saca el cuadro de los ajusticiados que corresponden a cada tribunal, pero lo he sacado yo con sus datos. Va en seguida, indicando entre paréntesis el año de fundación de cada tribunal, según el secretario; y advierto que de los catorce ajusticiados del período documental, aplico uno a cada uno de los primeros tribunales, pues Llorente no especifica a cuál corresponden:
Sevilla (1481)
4,911 Córdoba (1483)
2,127 Jaén (1483)
2,127 Toledo (148?)
2,127 Extremadura (1485)
2,049 Valladolid (1485)
2,039 Calahorra (1485)
2,039 Murcia (1485)
2,039 Zaragoza (1485)
2,039 Valencia (1485)
2,039 Barcelona (1487)
1,951 Mallorca (1487)
1,951 Cuenca (1514)
1,463 Granada (1524)
1,119 Canarias (1524)
1,118 Santiago (1573)
696 Madrid (1705)
80 Total: 31,904
Dos Botones de Muestra
A pesar de los documentos destruídos por el propio Llorente y por algunas revoluciones redentoras, subsisten innumerables papeles inquisitoriales a disposición de los estudiosos. Y dondequiera que se hace una comparación documental, Llorente sale descalificado.
Así quedó ante el protestante alemán Ernesto Schaefer, cuyas cuentas exactas por ciertos períodos constan en su obra sobre la Inquisición.
Pero me parecen más expresivos los resultados que encuentro, verbigracia, en los tribunales de Córdoba y de Canarias. Basten estos dos como botones de muestra.
El licenciado Gaspar Matute y Luquín -seudónimo de don Luis María Ramírez de las Casas Deza, autor insospechable si se atiende a los donaires que contra la Inquisición desparrama en las notas de su libro-, publicó en 1839 una colección de los autos de fe celebrados en Córdoba, amplio distrito inquisitorial de los de actividad más intensa. Constan las actas de cuarenta y cuatro autos de fe, y estímase que llegarían por todos a cincuenta (entre públicos y privados), durante los tres siglos y buen pico que existió el tribunal.
Pues bien: en esos cuarenta y cuatro autos resulta un total de treinta y seis ajusticiados. Agréguese lo que se quiera por los seis autos que faltan, ¡compárese ese resultado con el de dos mil ciento veintisiete que saca Llorente!
García Rodrigo, en su concienzuda Historia verdadera del Santo Oficio en Canarias publicada en 1874 por un autor adverso, relata seguidamente las actividades de aquel tribunal, que defendió, por cierto, la libertad de los indígenas contra los traficantes que los aprehendían y vendían como esclavos.
Encontramos que el tribunal de Canarias inició sus trabajos en 1504 (no en 1524 como apunta Llorente), y en los primeros veintiseis años se registraron ocho o diez sentencias de muerte.
Ahí, como en todos los demás tribunales, la actividad inicial limpiaba el campo y luego declinaba notablemente el número de inculpados.
Pero en Canarias llegó a tanto la inacción, que ya en 1538, viendo la falta de trabajo, el Consejo mandó suspender los sueldos a los inquisidores.
Desde 1535 hasta 1568 inclusive, o sean 34 años, sólo hubo un auto de fe (en 1557), sin ninguna pena capital. En todo el Siglo XVI no volvió a verse más que un ejecutado, el año 1587, pero fue exceso del poder civil contra las reclamaciones de los inquisidores, que habían reconciliado al reo. ¡Y Llorente acumula año tras año sus víctimas quiméricas!
Hubo otro muerto de 1614 y hay duda de si en 1615 fue ajusticiado uno más, o sólo desterrado. A partir de esta fecha, pasaron cuarenta años sin instruir siquiera un proceso, y no volvió a registrarse, en más de dos centurias, ninguna pena capital. ¡Pero Llorente sigue imperturbable amontonando víctimas anuales, y nos da para Canarias un total de mil ciento dieciocho cadáveres, cuando es dudoso que llegaran a trece!
Conclusión
El fraude, la arbitrariedad, el absurdo capricho, presiden toda esta hidrópica contabilidad de víctimas ilusorias. Disponiendo Llorente de copiosísimos archivos inquisitoriales, pudo y debió atenerse a los documentos, sólo llenando con aproximaciones algunos huecos posibles. Pero hizo todo lo contrario: arrumbar los papeles y entregarse a antojos delirantes. Como sacó 31,904 muertos, pudo haber sacado el triple o la décima parte: sus números serían igualmente caprichosos, deleznables y nulos.
Después de este examen, creo que todos estaremos acordes en que tomar en cuenta esos números, aun con grandes rebajas y como simple referencia estimativa, sería ponerse en ridículo.
http://www.luxdomini.com/_inq/conten...n_victimas.htm
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