El manifiesto del barón de Eroles no tiene realmente carácter foralista.
Siendo bastante largo todo él, SOLAMENTE tiene una frase, digamos, “foralista” que es la dedicada a que, una vez fuera repuesto debidamente,
“el Rey, padre de sus pueblos, jurará, como entonces, nuestros fueros, y nosotros le acataremos debidamente”
Para quien no conozca las circunstancias que lo motivaron habría que hacer alguna indicación sobre lo que motivó ese manifiesto (que no fue, en absoluto, una reivindicación foralista).
El tema hay que situarlo durante el llamado “Trienio liberal (1820-1823)
Para lo que llamaríamos la “España tradicional” alzada contra el liberalismo (parte de ella beligerante contra el “secuestro” al que tenía sometido la facción liberal en el poder, a Fernando VII, por el año de 1821) se trataba de rescatar, literalmente, a Fernando VII, “preso” en Madrid, para que pudiera volver a ser rey con plenos poderes, Rey tradicional (para entendernos), sin estar vigilado y acosado por el bando liberal; y para que las antiguas leyes tuvieran plena vigencia.
Liberada la zona norte catalana, de fuerte arraigo tradicional, se constituyó en Seo de Urgel una Regencia en nombre de Fernando VII, formada por tres miembros (entre ellos el Barón de Eroles).
Además de solicitar el apoyo de Francia, dicha Regencia, en 1822, proclamó un manifiesto a los españoles para que se sumasen a su movimiento liberador; eso mismo hizo el barón de Eroles proclamando otro dirigido a los catalanes.
Ese es el manifiesto de que aquí se trata.
Pero, como digo, cualquiera que lo lea imparcialmente no ve en él sino un llamamiento para reponer el anterior “statu quo” de los derechos de Fernando VII; no los “históricos” de Cataluña, como tales
(contra lo que puede parecer hoy día, ese era un tema ajeno al pensamiento y a la sociedad de aquella época; de hecho, la sublevación de la sociedad tradicional se plantea en Cataluña y en el resto de España sólo contra el liberalismo y su ataque al orden católico y a los derechos del Rey, a partir del siglo XIX; pero NO contra la derogación del particularismo político catalán, valenciano o aragonés de un siglo antes, lo que es predicable también, en 1833, del primer carlismo).
Da la impresión que usa esa frase, mas bien ambigua, y que tiene aspecto de señuelo, para recibir más voluntarios a la causa de la Regencia.
De hecho, repuesto al trono “absoluto” Fernando VII, por los Cien mil Hijos de San Luis, nunca más se supo de los “fueros” en cuestión.
Otra cosa es que el pensamiento tradicionalista posterior haya querido intentar sacar petróleo de esa frase.
Porque también ese manifiesto fue interpretado por los liberales en sentido contrario, como si su sentido fuera el de respetar el “statu quo” que la repuesta Constitución de 1812 consagraba; pues apelaba a que “también queremos constitución, queremos una ley estable..”
Por lo demás, el asunto tratado por el libro es muy interesante y muy poco conocido por la generalidad de aficionados a la historia.
(su principal particularidad consiste, para mí, en que en dicha campaña se inaugura la matanza de religiosos por motivos políticos en España (con el fatídico general masón Antonio Rotten y sus crímenes de Manresa.
Porque no olvidemos que tanto esta época y sus protagonistas, como la posterior guerra carlista de 1833 y sus precedentes, han sufrido una distorsión espantosa en los manuales de historia, que continúa hasta la fecha..y que, no olvidemos, reflejan la visión del bando liberal vencedor entonces (Pirala, Lafuente..)
Un saludo.
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