Entrevista a Javier Morales, autor de ‘El símbolo hecho piedra’
Redacción MD | Bilbao | 13 Mayo, 2008
“No podemos entender El Escorial porque vivimosEl monasterio de El Escorial es uno de los monumentos más visitados de España, pero muy poca gente sabe cuáles eran las intenciones de Felipe II al construirlo. Según Javier Morales, autor de ‘El símbolo hecho piedra’, ni Felipe III comprendió la obra de su padre.
en una choza mental”
¿Cuáles son los elementos más sorprendentes de El Escorial? ¿Su sobriedad?, ¿su racionalidad?, ¿su misterio?
Su capacidad de albergar dos palacios, la secretaría real, un monasterio y sus complejos servicios, un seminario, un hospital, una universidad de postgrado, la biblioteca más importante de su siglo, un panteón, talleres, cocinas, espacios para servidores y la guardia real. Todo ello perfectamente ordenado y al servicio de un proyecto mental, político y religioso, que unió a la sociedad española y desarrolló una vitalidad creativa en todos los ámbitos de la cultura. Los elementos más sorprendentes de El Escorial son su armonía, su silencio y la enorme fuerza mental de su ética que se hace visible en la organización simbólica de la arquitectura y en sus proyectos decorativos, que son los que visualizan la complejidad de sus creencias y compromisos de carácter moral.
¿Cuál era el objetivo de Felipe II al construir El Escorial: disponer de un palacio, honrar a su familia?
Fue una concordancia de objetivos: cumplir la voluntad de su padre el Emperador haciendo un enterramiento dinástico y construirse un palacio-monasterio siguiendo la tradición de aposentadores reales de la Orden Jerónima que en sus monasterios tenían un apartamento real. Felipe II amplía el concepto y construye su modesto palacio dentro de un grandioso monasterio. Un palacio sin fachada ni escalera real y con accesos tortuosos y escondidos. Lo grandioso no es su palacio donde vive y gobierna el mundo, sino que lo adosa al Presbiterio y Tabernáculo de su Basílica. En realidad la fachada del Palacio real es el retablo de la basílica, y la solemne escalera del palacio es la que une el plano de la Basílica con el presbiterio al que se abren los aposentos y dormitorios reales. El Presbiterio es el gran salón sagrado de su palacio. Felipe II proyecta su conciencia a través de sus símbolos filosóficos y religiosos en la arquitectura y en sus proyectos decorativos de pintura y escultura. Es el monumento más completo y profundo de la cultura cristiana del Renacimiento y quizá el más representativo de la cultura occidental europea hasta la Ilustración.
¿Por qué hemos perdido las claves para interpretar El Escorial?
Porque hemos abandonado y despreciado bobaliconamente nuestra propia historia, hemos despreciado nuestros ancestros, nos hemos avergonzado de nuestros valores, no los hemos transmitido a nuestros hijos y nos hemos hecho una choza mental donde habitar moralmente. España es el único país europeo que ha abandonado sus raíces, sus numerosos grandes hombres e instituciones que ayudaron eficazmente a levantar la cultura europea, su sistema moral y técnico. No nos hemos creído todo lo que Europa debe a España. Esta nación salvó dos veces las fronteras europeas de las invasiones islámicas que hubieran borrado la cultura de Europa, y ésta no existiría como la conocemos.
NI SU HIJO LO COMPRENDIÓ
Los demás reyes de la Casa de Austria, ¿compartieron el mismo pensamiento sobre el monasterio que Felipe II?
El resto de los Austrias no comprendió el monasterio de El Escorial y su legado moral y político. De su hijo Felipe III -una buena persona- su padre decía “Dios que me ha dado tantos reinos, no me ha dado un hijo para gobernarlos”. Felipe IV vivió para sus placeres sin voluntad de gobernante; Carlos II era un desequilibrado enfermizo y asustado. El Escorial los sobrepasaba, reverenciaban a su mítico antecesor, pero no tuvieron la personalidad suficiente para asumir su herencia intelectual y moral. Les faltó un Richelieu o, mejor, un Cardenal Cisneros.
¿Por qué el rey prohibió la construcción de casas cerca de El Escorial?, ¿y por qué levantó esa prohibición Carlos III?
Bueno, era un recinto monástico. De todos modos Felipe II construyó los grandes edificios para viviendas llamado las Casas de Oficios. Todavía pueden verse flanqueando el monasterio en la lonja norte. Allí vivían numerosas personas que trabajaban para el Gobierno, se hospedaban los visitantes, etc.. Era como una ciudad de servicios. En el Escorial de Abajo sí había poblado y hospital y su Iglesia fue obra de Juan de Herrera. En realidad la prohibición de construir en los Reales Sitios como Aranjuez, La Granja, el Pardo, etc, era norma general en toda Europa respecto de las residencias y jardines reales. En España con la Ilustración se levantó la prohibición -como en el resto de Europa, aunque de modo desigual- y se permitió levantar poblado. Era otra época y otro modo de vivir, pero siempre al servicio principal del Rey. Carlos III levantó su Teatro de Corte enfrente del monasterio, detrás de las Casas de Oficios en la actual calle de Floridablanca. Todavía felizmente existe con el nombre de El Coliseo. Para albergar a su corte, nobles e invitados, su arquitecto Sabatini levantó el resto de los edificios que rodean totalmente al monasterio y con el mismo estilo escurialense de Juan de Herrera, el arquitecto de Felipe II.
LA MUERTE DE EUROPA
A la vista de la ignorancia general sobre El Escorial, Felipe II y el siglo XVI, ¿se puede decir que los españoles desprecian su historia y por tanto a sí mismos?
Es la mejor y única conclusión que puede sacarse. Lo peor de todo es que este desprecio hacia sí mismos - pero del que el español no es consciente y lo vive como una conquista del ‘pensamiento progresista’- está provocado conscientemente por determinadas corrientes políticas como un arma de debilitamiento de la sociedad para que pueda ser más fácilmente manejable y perpetuar un estado mental pasivo en los ciudadanos. Es una táctica muy vieja en Europa desde el ‘pan y circo’ de los romanos en la decadencia de su brillante civilización. Al final, las brillantes culturas y civilizaciones que se dejan destruir a sí mismas y dejan de creer en sus valores son destruidas por los que son capaces de dar la vida por sus convicciones, aunque sean suicidas con un cinturón de explosivos en su cintura. Por muy equivocados que estén.
Con la enseñanza que se da a los escolares, ¿cree que llegará un momento en que las personas no sepan interpretar escenas del arte religioso, como la crucifixión, la oración en el huerto, la resurrección?
Lo ininteligible de los significados que transmiten las escenas aludidas, se viene repitiendo desde las catacumbas del siglo I. Entonces los cristianos eran tenidos absurdos por seguir las enseñanzas del amor fraterno que había predicado un harapiento y miserable convicto ajusticiado en las fronteras del Imperio. La cuestión, en el fondo, no consiste tanto en “explicar” las escenas aludidas, sino en que los escolares vean y experimenten la vitalidad generosa de entrega de los cristianos. Esas escenas se interpretan dando a conocer los miles y miles de ajusticiados mártires que perdonaron a sus verdugos, los miles de chicos y chicas jóvenes que entregan sus vidas y envejecen con alegría al servicio de los más desheredados del planeta, como religiosos o no, en misiones humanamente abominables o en los hospitales de incurables o en los suburbios de todo el planeta. De todos modos no soy pesimista. Esta experiencia no va a terminar y esta es la verdadera enseñanza. Cada persona es un mundo.
Aun así, he de reconocer que pasamos -en la enferma Europa- por una crisis de identidad y una ausencia de valores, cuya consecuencia -bien que parcial- es la dificultad para interpretar el arte religioso en su profundidad. Es triste que muchos escolares no sepan ver qué y por qué pintaron Velázquez, Murillo, Greco, Bosco, Durero o Van Eyck. Posiblemente confundan a alguno de ellos con un lejano futbolista…
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