Discurso burlesco contra el Pacto Social de Rousseau:

Pacto Social: Término jamás oido antes de Rousseau.
Es el cimiento principal del edificio y de la lengua republicana por lo cual merece una explicación.
Según los principios filosóficos de Rousseau y sus sectarios, todos los hombres habrían nacido salvajes y sin vislumbre de razón, y por lo tanto iguales a los brutos en el modo de obrar.
Es verdad que todas las Historias desmienten un tal estado de bestialidad, pero por más que lo desmientan, Rousseau no tiene duda que los hombres debieron nacer salvajes (“cumbre filosófica”) ... o si hubieran nacido de otro modo, habría sido un dislate de la naturaleza, que la misma naturaleza habría tenido derecho de corregir.

Pues como diría Rousseau, allá cuando los hombres eran salvajes naturalmente eran independientes, (y la “filosofía” perdonaría a la Naturaleza la notoria injusticia de haber puesto a los hijos en la absoluta necesidad de tener que depender de los padres hasta la edad al menos de ocho o diez años... ¡¡cosa que ella hubiera hecho muy bien en evitar, haciéndolos nacer del estiércol como a los hongos!!)
Pero no solamente eran independientes los hombres sino iguales, y todos tenían unos mismos derechos, que es como si dijéramos que todos tenían derecho a todo.
Libres pues, iguales e independientes todos los hombres, y teniendo cada uno en sí todos los derechos, no les era natural el estado social, ni tenían obligación de formarlo, como no lo tienen los tigres ni las panteras.
Conocieron no obstante las ventajas que les traería vivir en sociedad; y trataron convinieron y resolvieron abandonar la salvajina con todos los derechos a ella anejos de independencia y libertad, renunciando cada uno por sí, y a nombre de sus sucesores, a ciertas partecicas de los susodichos derechos de salvaje, para unirse todos bajo ciertas condiciones y pactos: y esto es lo que vienen llamando ni más ni menos que pacto social.

A analizar todo ese embrollo, según el modo antiguo de raciocinar, es menester traducirlo así:
- Los hombres nacieron o debieron nacer en un estado contrario a su naturaleza, a la razón y a la Providencia; todos nacieron o debieron nacer con derechos contradictorios y destructivos entre sí; ninguno tuvo la obligación más leve de guiarse por la razón...
- Pues en ese estado, cuando los hombres eran como bestias (o debían serlo), hete aquí que, misteriosamente conocieron las ventajas de algo (la sociedad) de lo que no tenían la menor idea; y renunciaron a alguna porción de sus derechos de bestia, ¡a persuasión de aquella razón misma que no usaban!,
- y antes de estar en sociedad ¡entraron en ella para deliberar y convenir sobre la formación de esa sociedad! Vaya vaya...
- ¡¡¡ con la gracia de que ya tenían aquellos hombres palabras para explicar ideas que jamás antes habían conocido!!!
- y lo mas curioso es que si los hombres entraron en sociedad fue porque renunciaron a unos derechos que se suponían “inalienables”... y porque se contentaron con conservar las raíces de los derechos de bestias... no obstante que estos fuesen contrarios a su razón, sus deberes y su sociedad.
He aquí el “pacto social” en sus verdaderos términos.

Este tal pacto social es un caos de confusión (dirá cualquier hombre a quien no se le haya ido el juicio) del que nada se puede entender. Y es que de un absurdo solo puede entenderse que es absurdo.
Pongamos la cosa con alguna claridad:

Según Rousseau y sus secuaces, el hombre nace “libre”; ninguno puede privarlo de esa “libertad”; si es libre, es dueño de conservar su vida o no, nadie puede obligarle.
Ahora bien; luego si conserva la vida lo hace sin ninguna obligación; todo hombre sería libre de matarse siempre y cuando le viniera a cuento.
Así pues, si conserva la vida ¡¡lo haría entonces, porque habría formado un pacto libre, consigo mismo, para renunciar al derecho natural que poseería, de suicidarse!!
Luego habría que concluir que todo hombre vivo sobre la tierra... ¡¡estaría vivo gracias al “pacto que habría hecho consigo mismo de vivir y no matarse”!!

Todos se reirían de semejante pacto. ¿Y por qué de este sí y no del otro, del pacto social, fundado sobre los mismos principios de independencia y libertad?

Conclusión crítica:
Mientras se cometa el error y la desvergüenza de hacer consistir la libertad humana en la sola potencia física de hacer mal, y se deduzca que esta sola potencia dé al hombre derecho de hacerlo, y de ir contra los dictámenes de la Razón, del Deber, de la Justicia y de la Conciencia... habrá que decir que jamás hará el hombre ninguna acción justa y virtuosa sino en fuerza de algún “pacto” consigo o con los demás; siempre tendrá “derecho” y “libertad” para matarse a sí mismo y a los otros, para robar, engañar, calumniar... y por tanto nunca se abstendrá de ello sino en virtud de “pactos”, contrarios a su soberana y viciosa “libertad” y a sus “derechos”.

Ahora bien la correcta libertad del hombre no consiste en la capacidad de hacer el mal, sino en ser una facultad dependiente en todo de la la Razón, del Deber y de la Justicia. Contra la Razón no hay “libertad” que valga; y los “pactos” que niegan la Justicia y los Deberes son nulos; y si los afirman, sobran.
Por lo cual, tan “pacto” como “no pacto” puede ser la sociedad, el conservarse la vida, o el abstenerse de la maldad, etc.
Es un absurdo ridículo forjar pactos libres de lo mismo que es una obligación impuesta por la razón, el deber, y la Justicia, y imaginarlos solamente porque se tiene la capacidad física de hacer lo contrario.
Luego el pacto social de Rousseau y sus secuaces es una verdadera quimera injuriosa, indigno de la razón, falso en su existencia y disparatadísimo en su invención.