Acuden con fuertes hemorragias a clínicas privadas tras ingerir Cytotec, un antiulceroso que consiguen en locutorios y tiendas de «todo a cien» interrupción en una clínica madrileña
Celia Maza
Madrid- Cinco jóvenes, todas ellas inmigrantes, esperan en una sala de una de las cinco clínicas privadas de Madrid autorizadas para practicar realizar abortos. Sólo han hecho falta dos horas para que la sala se llene. Tres han tomado Cytotec. Este fármaco está destinado para tratar úlceras gastrointestinales, pero ellas lo han utilizado para interrumpir el embarazo. Con las fuertes hemorragias que les causa el medicamento pierden el bebé. Sin embargo, los que les hacen creer que el método es «infalible» mienten.
En el 80 por ciento de los casos, las chicas se desangran durante días. También es muy frecuente que logren matar al feto y que éste se quede muerto en el útero provocándoles graves infecciones. Esta práctica, muy habitual en Suramérica, se está reproduciendo a gran escala en España y los casos ya comienzan a ser demasiados.
Hemorragia.
Las que acuden a los centros privados deben responder a las misma pregunta: «¿Cuántas pastillas te has tomado?» El médico lo detecta perfectamente. Hay hemorragia y el cuello del útero está muy dilatado. «Dímelo, no te va a pasar nada». Son inmigrantes, no tienen papeles y saben que lo que han hecho es ilegal porque han comprado el producto sin receta en locutorios o tiendas de «todo a cien». Están muy asustadas.
Nora, llamémosle así (nombre falso), tomó tres cajas hace cuatro años. Estaba embarazada de gemelos. «Me dijeron que me tragara seis y que me metiera tres por la vagina, pero creí que no sería suficiente y empecé a tomar pastillas sin parar. Creo que fueron 40. Me las tomé con güisqui para poder tragarlas». Tiene 26 años, es nigeriana y hoy pasa por su cuarto aborto. Aún le queda un largo camino hasta llegar a las 16 interrupciones a las que han se han enfrentado otras chicas. Nora está embarazada. De nuevo, gemelos.
En todos sus abortos ha tomado Cytotec y en todos ha tenido luego que recurrir al médico. Por eso, en esta ocasión, ha decidido ir directamente a la clínica privada.
El doctor Rafik Dehni, ginecólogo y dueño de la Clínica Ginecológica Callao, ha visto más casos de lo que hubiera querido a lo largo de su carrera. Los recibe desde hace años, pero asegura que sí que es cierto que se han incrementado en los últimos doce meses. «Es lógico porque la inmigración ahora es mucho mayor que la de antes», puntualiza.
El doctor apunta que el 30 por ciento de las mujeres extranjeras que han acudido a su consulta para abortar ha tomado previamente este fármaco. «A veces sí que hemos tenido algunos sustos porque la hemorragia era muy intensa y la chica llevaba varios días perdiendo sangre de forma abundante. A algunas las he tenido que mandar directamente a urgencias», dice.
El ginecólogo asegura que otras muchas no se lo dicen y él lo nota cuando está practicando el aborto. La mayoría tiene entre 20 y 30 años.
«En el centro les damos información para que no lo repitan, pero resulta inútil porque en los países de los que provienen lo ven muy normal. Piden ayuda a sus amigas o conocidas», comenta. Las cantidades que consumen estas chicas, según el doctor Dehni, son auténticas bombas de relojería porque pueden toman hasta 20 pastillas en diez minutos. Pero el Cytotec no es la única barbaridad. «Muchas también me vienen después de haber tomado aspirina con perejil», destaca el facultativo.
Voz de alarma.
A pesar de que los ginecólogos saben que esta práctica se realiza desde hace años, ha sido ahora cuando la Comunidad de Madrid ha dado la voz de alarma al percibir un incremento de los casos. Javier Hernández, director general de Farmacia y Productos Sanitarios de la Consejería de Sanidad y Consumo, asegura que en los últimos meses se han detectado varios ingresos en urgencias de jóvenes inmigrantes que presentaban hemorragias con grandes coágulos de sangre.
«Sabemos que las farmacias no les van a dar el medicamento sin receta, pero aún así hemos insistido al Colegio de Farmacéuticos en que extreme las precauciones. También hemos avisado a la Policía Municipal y Local para advertirles de que los locutorios y las tiendas de «todo a cien» se están convirtiendo en los puntos de venta referentes», afirma.
Hernández sólo puede hablar de la Comunidad de Madrid, pero asegura que tiene la sensación de que esa práctica se repite en toda España .
Nora lo ratifica. Amigas suyas lo han tomado en Barcelona y en Valencia. Ella lo consiguió hace tan sólo dos semana y asegura que lo compró en una farmacia, aunque en muchas ocasiones también se lo han dado en el rastro. «Tampoco sé los nombres de la gente que me lo vende, pero estás tan desesperada que pagas lo que sea y a quien sea», dice. En el mercado ilegal, cada pastilla se vende a cinco euros. En la farmacia, un paquete de cuarenta píldoras cuesta 10,43 euros.
Esta vez, Nora ha tenido que pagar 390 euros por un aborto «sin dolor». Es cuestión de tres minutos lo que tardan en sedarla y «aspirar» a sus gemelos. Cuatro minutos después ya está plenamente consciente. Ni se plantea lo que ha hecho.
Está tumbada en una cama y Yela, llamémosle Yela, la acompaña. Ella también ha tomado Cytotec en muchas ocasiones. No sabe hablar muy bien español y lo único que dice es «Cytotec malo, muy malo». Hace poco que se volvió a quedar embarazada. Su sexto embarazo. No recuerda las pastillas que pudo meterse por la boca y por la vagina a la vez porque las consumió con alcohol, pero perfectamente podrían ser 16, en total. Estuvo sangrando durante un mes entero. No podía apenas andar por los calambres y tuvo mucha fiebre. Perdió diez kilos de peso.
«Ahora pasa todo esto porque los fabricantes ya se han enterado de que lo tomamos para abortar y las han cambiado», asegura una de ellas. La gente que se lo vendió les dijo que a sus novias les había funcionado y por eso están convencidas de que el contenido del producto es distinto. De otra manera no se explican por qué ellas han tenido problemas. «Todos te dicen que funciona y tú quieres creértelo», dice Nora.
«De los novios no sospechan». Cuando Yela se quedó embaraza fue su novio quien compró las pastillas. «De los chicos no sospechan tanto. En nuestro país, decían que su abuela estaba enferma y que no se podían levantar de la cama y se lo daban. Así de fácil».
Nora y Yela aseguran que ellas han conocido a chicas aquí en España que se han muerto por el Cytotec, pero cuándo se les pregunta que dónde acudieron el silencio es la mejor respuesta. «Tampoco las conocíamos tanto, eran más bien amigas de mi hermana», dice.
Francisco Zaragozá, catedrático en Farmacología y vocal del Consejo de Farmacéuticos, asegura que lo que hacen estas chicas es una «auténtica salvajada». «Las consecuencias de cualquier fármaco utilizado para algo que no esté indicado nunca son aconsejables», afirma.
Zaragozá incide en que la única función del Cytotec debe ser la de tratar úlceras. «Este medicamento se encarga de retablecer las prostaglandinas, es decir, unas sustancias que necesitan las células parietales de la mucosa gastrointestinal para actuar correctamente», dice.
El catedrático explica que los efectos de este fármaco en el útero son nefastos. Producen unas contracciones que en vez de ser dentro hacia fuera -las habituales en un parto normal- son al revés. «Esto provoca una acción secuestrante, es decir, «secuestra» el contenido del útero», apunta.
Zaragozá destaca que la muerte del feto está servida y en muchas ocasiones no sale del útero y esto provoca una grave infección a la madre. «En caso de que el embarazo siga adelante con el feto vivo, a pesar de la hemorragia, es muy probable que el bebé nazca con deformidades», afirma.
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Vita hominis brevis:ideo honesta mors est immortalitas
Que no me abandone la Fe,cuando toque a bayoneta,que en tres días sitiamos Madridy en otros quince la capital, Lisboa.
Sic Semper Tyrannis
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