Valmadian: ¿Y conoces algún buen biógrafo de Waugh? El libro de Pearce es que es un compendio general de esta enorme onda intelectual. Curiosamente, cita mucho la biografía que hizo Waugh del padre R. Knox, que aquí ha citado el coronel.
Valmadian: ¿Y conoces algún buen biógrafo de Waugh? El libro de Pearce es que es un compendio general de esta enorme onda intelectual. Curiosamente, cita mucho la biografía que hizo Waugh del padre R. Knox, que aquí ha citado el coronel.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
-Me informan de una adaptación cinematográfica de Sword of Honour. ¿Sabéis algo?
YouTube - Sword of Honour - Trailer
YouTube - Sword of Honor ending
YouTube - Sword of Honour - Part 1
No la encuentro en español.
Ya me llegó la película "Soldado de honor" aunque no tuve tiempo aún de verla, y mañana si Dios quiere llegará la autobiografía citada por Valmadian y Retorno a Brideshead. Me huelo que no me voy a aburrir en un tiempo.
Brideshead Revisited,¿está traducida al español?
Después de leer Retorno a Brideshead, estaba leyendo una referencia en la Frikipedia que me parece esencialmente correcta:
Retorno a Brideshead
De Wikipedia, la enciclopedia libre
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Para la serie de televisión véase Retorno a Brideshead (serie de TV)Para la película véase Brideshead Revisited (película)
Brideshead Revisited, the Sacred and Profane Memories of Capt. Charles Ryder (Retorno a Brideshead, memorias sagradas y profanas del capitán Charles Ryder) es una novela de Evelyn Waugh, editada por primera vez en 1945. En palabras de Waugh, la novela "trata de lo que la teología llama 'la intervención de la gracia divina', es decir, el acto de amor unilateral e inmerecido por el que Dios llama continuamente las almas hacia Sí". El medio de transmisión de este mensaje es el estudio de la aristocrática familia Flyte desde el punto de vista del narrador, Charles Ryder.
La revista Time incluye a Brideshead Revisited en su lista de las 100 mejores novelas de todos los tiempos.[1] En varias cartas, Waugh la describió más de una vez como su "magnum opus"; no obstante, en 1950 escribió a Graham Greene: "He releído Brideshead Revisited y estoy horrorizado". En Fathers and Sons (2004), la biografía de cinco generaciones de la familia Waugh, Alexander Waugh (hijo de Auberon y nieto de Evelyn) cita el prefacio de Evelyn a la edición revisada en 1960 de la obra. En el prefacio, Evelyn explica las circuntancias en que escribió la novela, en los 6 meses entre diciembre de 1944 y junio de 1945, tras un accidente de paracaídas sin consecuencias. Su tono es algo desdeñoso; en sus palabras, "Era una época de privación presente y amenaza de desastre; la época de las alubias de soja y el Inglés Básico; por eso el libro está imbuido de una cierta gula por la comida y el vino, los esplendores del pasado reciente y un lenguaje retórico y ornamental que ahora, con el estómago lleno, me parecen desagradables".
Brideshead Revisited cobró gran fama ante el público moderno como resultado de la serie televisiva producida en 1981 por Granada Television para la cadena británica ITV.
Contenido
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Resumen del argumento [editar]
Tras conocerse casualmente en circunstancias desagradables, el protagonista y narrador Charles Ryder, estudiante de un colegio no identificado de la Universidad de Oxford (aunque ciertos críticos han sugerido que Waugh usó Hertford College como modelo y, en la serie de televisión, Charles Ryder lleva una corbata de St Edmund Hall) hace amistad con Lord Sebastian Flyte, benjamín de una familia aristocrática que estudia su primer año en Christ Church. Sebastian lleva a Charles al palacio donde vive su familia, Brideshead Castle, donde aquél conoce con el tiempo al resto de la familia, incluida la hermana de Sebastian, Lady Julia Flyte.
Durante las siguientes vacaciones Charles vuelve a la casa de su padre, Ned (Edward). Las escenas entre ambos son de las más conocidas situaciones cómicas de la novela. Durante esas vacaciones, Sebastian llama a Charles desde Brideshead tras sufrir una torcedura de tobillo. Sebastian y Charles pasan el resto del verano juntos.
La familia de Sebastian es católica y la religión suele figurar en sus conversaciones, ejerciendo influencia en sus vidas, lo que sorprende a Charles, que siempre había supuesto que el cristianismo "carecía de sustancia o mérito". Sebastian, que sufre de problemas emocionales, comienza a darse a la bebida y pronto hace de ella un hábito, alejándose de su familia en los dos años siguientes y causando con ello el distanciamiento del mismo Charles. No obstante, Charles volverá a encontrarse con la familia Flyte años después, comenzando una relación con Julia, que para entonces se ha casado con Rex Motram, un rico pero vulgar empresario canadiense del que vive separada.
Charles planea divorciarse de su propia mujer (que le había sido infiel) para casarse con Julia. Sin embargo, un comentario del hermano de ésta y el retorno a la fe de su padre en su lecho de muerte persuaden a Julia de que no puede seguir viviendo en pecado, por lo que renuncia a casarse con Charles. La recepción del sacramento de la Extremaunción por Lord Marchmain también influye a Charles, que había "buscado el amor en aquellos días", cuando conoció a Sebastian, "esa puerta en el muro... que abriría un jardín cerrado y encantado", metáfora que da forma a la obra en varios niveles. Waugh deseaba que el libro versara sobre "la intervención de la gracia divina sobre un grupo de personajes diversos pero estrechamente relacionados".
Durante la Segunda Guerra Mundial, Ryder, para entonces oficial del ejército tras hacerse un nombre como artista arquitectónico, recibe destino en Brideshead, el antiguo centro de sus afectos. La obra termina con una nota de esperanza; quizá el esfuerzo de los constructores no haya sido en vano, aunque parezca, por el momento, haberse frustrado.
Pero al final viene esto:
La inspiración de Waugh [editar]
La familia Flyte de la ficción, según la escritora Paula Byrne en su Mad world. Evelyn Waugh and the secrets of Brideshead, corresponde a los Lygon de Madresfield, una familia de poderosos terratenientes que acogió al joven estudiante Waugh, amigo y amante de uno de sus miembros, Hugh Lygon, segundo hijo del conde de Beauchamp. Ambos se conocieron y enamoraron en Oxford, donde anduvieron frecuentemente borrachos. Si bien Evelyn dejó su homosexualidad y se convirtió al catolicismo, Hugh, incapaz de asumirla, se entregó al alcohol hasta morir prematuramente años más tarde. Fascinado por esa historia, Waugh construyó con él el personaje de Sebastian. Ambos compartieron algunas temporadas en el castillo de Madresfield, que en la ficción corresponde al Brideshead del libro, con su propia estación de tren, y allí conoció a las hermanas de Hugh, que inspiraron uno de los capítulos de la segunda obra de Waugh, Cuerpos viles (1930). Cuando Waugh recaló en Madresfield, Lord Lygon, el séptimo conde de Beauchamp, vivía exiliado en el extranjero, al igual que su réplica en la ficción de Brideshead, detestado por la buena sociedad a causa de su debilidad por los criados guapos, de la cual se enteró el propio rey. Abandonó el país con la intención de suicidarse, lo que sus hijos impidieron vigilándolo asiduamente.[2
Referencias [editar]
- ↑ Brideshead Revisited - ALL-TIME 100 Novels - TIME
- ↑ Patricia Tubella (16/08/2009). «Las pasiones verdaderas de los habitantes de Brideshead». El País.
Enlaces externos [editar]
- 1945 New York Times Book Review on Brideshead Revisited
- A Companion to Brideshead Revisited (adapted for both book and serialisation)
- Downloadable audio about Brideshead Revisited and Evelyn Waugh from EWTN
- Ficha de Retorno a Brideshead en inglés y en español en Internet Movie Database — 1981 mini-series
- Ficha de Retorno a Brideshead en inglés y en español en Internet Movie Database — 2008 movie adaptation
- Brideshead Revisited at About Gay Movies Synopsis, gay theme, review, quotes, pictures and more.
- Article Regarding Waugh and Hollywood
- Encyclopedia of Television
- British Film Institute Screen Online
- Brideshead Revisited - UK TV Schedules and Episode Guide
Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Retorno a Brideshead.
Por favor, decidme que no es verdad....
Con respecto a la autobiografía de Evelyn Waugh, voy por la parte que cita que uno de los clubs que pululaban por Oxford era el White Rose, por el que él se paseó, pero sin darle mucha seriedad al tema. La autobiografía se me está haciendo más pesada que Retorno a Brideshead, siendo la primera más corta en extensión.
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HELENA, EMPERATRIZ Y SANTA – Evelyn Waugh
Publicado por Aldebaran
Evelyn Waugh, conocido por sus novelas de crítica social y, sobre todo, por la inolvidable «Retorno a Brydeshead», hace esta vez una incursión en el campo de la novela histórica con la recreación de la vida y milagros de Santa Helena, madre del Emperador Constantino, y su arqueológica hazaña, cuando contaba más de 80 años, de dirigir las excavaciones que culminaron con la recuperación de la auténtica cruz donde murió Jesucristo.
Helena, repudiada prematuramente por su esposo Constancio Cloro, tuvo una vida sencilla, lejos de las intrigas cortesanas. Se hizo bautizar y, ya anciana, viajó a Jerusalén donde, avisada en sueños por el judío errante, localizó el lugar exacto en que se encontraba la Vera Cruz. De esta forma inundó la cristiandad con fragmentos de tan importantes reliquias. Se decía (el vulgo, ya se sabe, es muy exagerado) que había suficiente madera como para construir un acorazado…
Realmente no se trata de una novela histórica propiamente dicha, ya que los episodios que narra carecen de una base documental seria. Más bien es una recreación anovelada de la leyenda que pretende ahondar en la psicología de la protagonista, su fe, sus convicciones y sentimientos.
Lo más interesante de la obra, desde mi punto de vista, es su ambientación en la decadente Roma, a principios del s. IV, donde un Constantino enloquecido y contradictorio se obsesiona con todo tipo de controversias teológicas mientras manda asesinar a cualquiera que ose interferir en los asuntos políticos, incluidos sus familiares más próximos (en poco tiempo acabó con su suegro Liciniano, su segunda esposa Fausta y su primogénito Crispo).
En resumen: una obra interesante y de agradable lectura, aunque a veces aparezcan en la traducción algunas expresiones desconcertantes, como el uso del «usted» entre los romanos o las alusiones a la enfermedad mental de Constantino como «la murria del Emperador».
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DESCUBRIENDO A EVELYN WAUGH (3)
Ahora toca el turno de nuestras impresiones. A saber:
(1) "Soldado de honor". Miniserie basada en la trilogía Swords of honour. Con intérpretes como Daniel Craig, Nicholas Boulton, Selina Cadell y Megan Dodds.
(2) Retorno a Brideshead. Maxi Tusquets Editores. Traducción de Caroline Phipps. (Brideshead revisited)
(3) Una educación incompleta. Autobiografía parcial. Ed. De-Bolsillo. Traducción de Miguel Martínez-Lage.
(1) Con respecto a la miniserie, fue una sorpresa muy agradable. Creo que la trilogía Swords of honour no está enteramente traducida al español. El Coronel Kurtz ya me advirtió que no era la típica cinta de guerra. La he visto un par de veces. Creo que fue la primera cuando la vi con mi señor padre, el cual en un principio medio se decepcionó al no ser la típica película de la Segunda Guerra Mundial. Luego fue comprendiendo que era algo "muy filosófico". En efecto esta película está cargada de simbolismo teológico y filosófico. Es una crítica mezclada de humorismo y morbidez al ejército británico, que en contra de la propaganda oficial, se las vio y se las deseó antes de la llegada de los norteamericanos. Waugh nos dice, asimismo, que en esta vida no hay que esperar "recompensas inmediatas", pues muchas veces los que parecen triunfar son los que menos se lo merecen. Al contrario que Benito Pérez Galdós en El abuelo, Evelyn Waugh no anula el sentido del honor, sino que lo busca, lo redefine y lo defiende. La imagen del padre de Guy Crouchback es una sublime mixtura de bondad, ingenuidad y grandeza. Sin haber leído los libros y a pesar de los "saltos" que le puede dar a uno, creo que Daniel Craig interpreta muy bien el papel de Guy Crouchback.
Ahí es donde veo una faceta que admiro de Evelyn Waugh en particular y de muchos británicos en general. Waugh no era precisamente un amante de la Commonwealth ni de su política. Sin embargo, con casi 40 años y sin "necesidad" ninguna, se alistó en el ejército buscando todos los medios posibles. Un caso relativamente parecido al de Roy Campbell, quien antes había combatido contra los rojos en la Guerra de España. "Por encima de la política", para muchos está su patria, y cuando ésta está en guerra, son capaces de entregar su vida por ella. Waugh consideró el fascismo como un "buen mal menor" y estando en Italia se decepcionó. Creyó luchar por la "libertad de Europa" e igualmente se vino decepcionado, sobre todo por la entrega del poder a los comunistas en los Balcanes. Fue una época difícil donde él quiso jugar su propia carta, y con una sinceridad abrumadora y constructiva lo retrató.
Creo que es muy difícil plasmar una trilogía aunque sea en una miniserie (Ya sabemos lo que ocurrió con "Alatriste", mayor a una trilogía y peor encerrada en una película).
(2) El mismo Coronel Kurtz me recomendó muy vivamente la lectura de Brideshead, considerándola una de las mejores novelas de todos los tiempos. Oficialmente es así, y vive Dios que es cierto. La edición que yo tengo es acaso la "definitiva". El mismo Waugh la escribe después de la Segunda Guerra Mundial, bajo la nostalgia y la melancolía de los tiempos de Oxford, pudiendo disfrutar de una vida relativamente cómoda ante los recuerdos de las carencias juveniles. No es exactamente autobiográfico, pero intuyo que todo en Waugh está bastante teñido de ello. El retrato vivo de una familia aristocrática católica con todas sus virtudes y defectos. La soledad de un muchacho que encuentra en su amistad con el excéntrico Sebastian Flyte acaso un "calor familiar" que nunca avistó en su propio hogar. Cuando le hablé a un amigo antes de mi primera visita a Lisboa, me dijo que me encantaría la ciudad y me la definió como "dulcemente decrépita". Pues bien, hay mucho de eso en Brideshead. Hay mucha paradoja y juego de palabras. Hay mucha historia y diálogo en tono de subliminalidad. Hay mucho humor inteligente. Hay mucha extravagancia y cierto snobismo que en buena medida me aburre un poco. Mucho tono pictórico, mucho anhelo. Cierto tono de desesperación, de frustración; situaciones en las que uno parece saber lo que quiere y al final no es tan así. Mucho trabajar ante la dificultad y al final, incluso una cierta y curiosa onda de saudade. Vivencias tragicómicas con parte de un libro de viajes. Al fin y al cabo es una novela completísima, con un espíritu didáctico innegable. Alcohólicas obsesiones, espinosas situaciones, encantos singulares, clasicismo enrevesado, dineriles temas, pomposas contradicciones, complejos pensamientos.
Sin duda, una novela pensada en el pasado para todo un siglo y con aire inmortal. "El pasado en marcha", como decía Arlindo Veiga Dos Santos.
(3) - De todas mis impresiones personales sobre la obra de Waugh, ésta es la que menos me ha gustado. Lógicamente, está incompleta, pues nuestro excelente novelista murió antes de tiempo. Murió siendo inmortal, pero pronto. La autobiografía tiene cosas muy interesantes, pero por una cosa o por otra me acaba aburriendo. Como digo, me aburre mucho el snobismo inglés. Me aburren hasta los snobs españoles, y hay más de uno y más de dos. Es muy curioso el vuelco tan profundo que ha dado Inglaterra en tan poco tiempo. No digo que antes fuera un paraíso en la tierra, y Waugh tampoco. Precisamente los que hablan de paraísos en la tierra, del liberalismo al marxismo, son los que provocan los peores cambios. Precipitación y superficialidad, que hablaba Solzhenitsyn. Descripción de la vida familiar, ingreso en el colegio, los años de Oxford....En cuanto a los clubes, había uno llamado White Rose, de indudable sabor jacobita, si bien por aquellos años Waugh se dejó ver por allá como por otros tantos (Para beber más que para otra cosa), en este libro no detalla nada sobre sus impresiones acerca de la causa jacobita. La verdad es que me gustaría saberlo, ya que tanto ignoro sobre el jacobitismo.
No sé si yo tengo la mente más sucia de la cuenta, pero me da la impresión de que el mismo Waugh reconoce que en su juventud tuvo alguna tendencia homosexual. Tenemos que tener en cuenta una cosa: Teniendo en cuenta el estilo literario inglés, y más el de Waugh, la traducción se propone como poco menos que imposible y puede dar lugar a muchísimas confusiones. Empero, eso de que de joven se dejara embelesar por la belleza de algún quinceañero pero no cayendo en la desenfrenada pasión en la que cayeron algunos de sus compañeros no sé cómo interpretarlo. Asimismo, cuando dice si Fulanito era un tipo guapo/atractivo; yo, que nunca he sabido si un tipo es feo o guapo (Por mis amigas he aceptar que George Clooney o Brad Pitt son tipos guapos. Yo no lo sé. Un amigo mío es una extraña mezcla de gremlin y troll; y más o menos por eso caigo en que es feo. Cuando me miro al espejo, también creo que sé lo que es la fealdad. Pero poco más) me parece muy chocante. Es curioso, pero estos jóvenes ingleses de internados se podían pasar hasta los veintipocos años sin ver mujeres prácticamente. Alec Waugh, hermano de nuestro autor, "denunció" abiertamente en su autobiografía la homosexualidad existente en muchos de estos centros.
¡Y yo que creía que la homosexualidad y la pederastia sólo se daba en la Iglesia Católica!
Pero no confunda mi postura: Ni minimizo ni disculpo la actitud de estos curas corruptos para los que la pena de muerte es poco. Pero es un dato este que nos aportan los Waugh en un mundo para mí desconocido.
¿También se daría a escala universitaria por aquella mezcla de romanticismo desaforado con el "ideal griego"? Curiosamente ahí la homosexualidad nada tenía que ver con la "liberación" y sí con una misoginia nada disimulada. ¿Que dirán mariconistas y feminazis?
En fin, ya tocado este tema, el mismo Waugh nos da una idea muy completa de su incompleta educación, de sus vivencias y faltas, de su anhelo por la pintura, de querer ser alguien en la vida y parecer no poder....Y al final, lo vimos visto convertido en uno de los mejores novelistas de todos los tiempos, prácticamente sin "planearlo".
Es muy habilidoso al describir su genealogía, pues en muy pocas páginas nos da una idea muy acertada de su variada sangre inglesa (la mayor aportación), galesa, anglo-irlandesa y escocesa Yo para describir desde mis tatarabuelos "tardaría" unas ¿cien páginas por lo menos?
Es cierto que nos da una idea, aún incompleta, se reitera, de la forja de un gran escritor, de una personalidad inimitable, de un talento forzudo. Pero hay pasajes muy aburridos, quizá demasiado "típicamente ingleses", aun en el arte inconfundible de su narrativa, se antojan bostezantes. Tampoco le dio tiempo a describir en su autobiografía su conversión a la fe católica.
En fin: Pues que he disfrutado mucho y creo que me he empapado de buena parte de uno de los mejores escritores del siglo XX. He aprendido muchísimo y me sobrecoge el nivel intelectual de los católicos británicos desde que el santo cardenal Newman iniciara por el siglo XIX el "movimiento de Oxford". Con Joseph Pearce fui descubriendo este mundillo, y mientras más leo más me gusta. Entre el espíritu práctico, el trabajo teológico y filosófico y la habilidad artística; con el pensamiento firme en que un día, por la fe y las obras de estos gigantes, la Britania retornará a la Iglesia Católica, como algo bueno ya se vio y se sigue viendo.
Camarada Ordoñez la serie antigua que protagonizó Jeremie Irons es como mucho de una calidad suprema en referencia a la pelicula actual.
No me mal interprete el siguiente comentario, pero me dijo hace tiempo un amigo que acabo estudios de filología en U.K., que por lo que se comenta bajo mano,es que no le admitían en el ejército porque en el momento que pasaba los reconocimientos físicos se le notaba en exceso que perdía "aceite", y le consideraban no apto, evidentemente dandole otras escusas.
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Mi honor, la lealtad,
mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,
mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,
mi arma, la verdad,
mi grito... ¡despertad!
mi lema... ¡¡Conquistad!!
GUY CROUCHBACK
- A la memoria de Evelyn Waugh.
Romano de Inglaterra,
soldado de honor,
camina Guy Crouchback,
henchido el corazón.
Del Atlántico al Mediterráneo,
Guy Crouchback, hete ahí;
de Grecia a Egipto y los Balcanes,
verás vivir y morir.
Alimentando sueños,
suspirando por la libertad,
cierto aire de cruzado,
en una época fatal.
Muchas veces los galones,
otros se los van llevando,
esos que sin merecerlos,
mucha honra están manchando.
En este mundo qué poquito,
se dan las recompensas,
materiales e inmediatas,
con fulgurantes banderas.
Tu amor convulso y atormentado,
será coronado como una gran obra,
mientras la ginebra en los clubes,
siempre encuentra su hora.
Oh Guy Crouchback,
por Evelyn Waugh ideado,
novela de lucha y vida,
sentimiento en el tiempo atrapado.
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Conversos ingleses (II): Evelyn Waugh
2 06 2010
Evelyn Waugh fue un escritor converso inglés de profunda convicción y amante de la tradición de la Iglesia. Este hombre sufrió tanto con los cambios en la liturgia y los diversos abusos que se daban que le sumieron en una profunda depresión que, finalmente, acabó con su vida. Al poco de asistir a una Misa tradicional «extraordinaria» que celebró un sacerdote amigo suyo especialmente para él, murió. Sin embargo, antes de fallecer nos dejó un legado de pensamientos sobre la liturgia y la Iglesia que, pensamos, es digno resucitar.
«Una participación activa no significa necesariamente hacer ruido. Sólo Dios sabe quién participa… La gente puede rezar en alto, como los fariseos, y no ser escuchada.»
«La función de la Iglesia ha sido en todas las épocas conservadora: la de transmitir, ni disminuido ni contaminado, el credo heredado de sus predecesores.»
«Participar en la Misa no quiere decir que se oigan nuestras propias voces. Quiere decir que Dios escucha nuestras voces.»
«A lo largo de toda su vida, la Iglesia ha mantenido una batalla contra los enemigos de fuera y los traidores de dentro.»
«¿Crees en la Encarnación y en la Redención con todo el sentido histórico con que crees en la batalla de El Alamein? Eso es lo que importa. La fe no es cuestión de sentimientos.»
«¿Es mucho pedir que en todas las parroquias se celebren dos misas distintas: una “pop” para los jóvenes, y otra “tradicional” para los mayores? En mi opinión, una minoría ruidosa se ha impuesto a la jerarquía y le ha hecho creer que hay una demanda popular, cuando, en realidad, no existen preferencias.»
Conversos ingleses (II): Evelyn Waugh « Santa Misa Gregoriana
El Sacristán Serrano: Evelyn Waugh el Magno
Evelyn Waugh el Magno
Vía el blog vecino de El Wanderer, me enteré de un editorial reciente en la revista católica inglesa The Tablet. El editorial, titulado Palabras Duras desde Roma, es una rasgadura de vestiduras en toda forma con respecto a la más reciente y ya famosa entrevista al gran Monseñor Ranjith.
Me llamó la atención este párrafo: "Los obispos tienen el deber de no permitir la expansión de este pensamiento desobediente y anticonciliar; que ya está presente en algunos seminarios, donde una proporción de jóvenes estudiando para el sacerdocio parecen particularmente atraídos al estilo retardario de catolicismo que es familiar en las novelas de Evelyn Waugh."
No puede dejar de alegrarme por eso. Caramba, ya quisierámos que aquí se difunda entre el clero la lectura de las novelas de Waugh. Cualquier clérigo o sacristán que por lo menos haya leído Decandencia y Caída puede darse cuenta de muchas lecciones valiosas antes de aprenderlas en carne propia o no aprenderlas nunca y cantar de sol a sol Bienvenido seas, Señor, bienvenido seas, lléname de gozo a mi corazón (sic) o hacer cosas aun peores.
Llegó un tiempo en que creíamos que ya se habían acabado los buenos libros. Y que los que apareciesen en el futuro o que descubriésemos, ya no tendrían el mismo efecto de haberlos leído en los años entusiastas de hace cinco años. Porque la inevitable fealdad del mundo ya me había cubierto con sus babas y que en consecuencia cualquier vestigio de la vieja sensibilidad y del viejo esteticismo ya no era más que eso, un vestigio.
Pero vi en un corralón corsario de una calle colonial, entre el Doctor Miguel Angel Cornejo y una Sopa de Pollo para el Alma (de la mujer) y debajo de un Bayly de bolsillo, había un libro auténtico.
Auténtico en todos los sentidos. Se trataba de Retorno a Brideshead.
Lo leí y me pareció una de las alegorías más logradas de lo que es el catolicismo. Una pieza espiritual, que no sacrificaba la forma por el "mensaje" y que podía ser leída también como un fresco impresionante de una época, una Bildungsroman ingeniosa redactada con una prosa que matizaba los carecteres y las escenas como un pincel turneresco que no desdeña el humor y la ironía.
Después de leerla vinieron tiempos de borrasca. Borrasquita, mejor dicho, porque era el año 2005 y los cálices amargos de esos tiempos ahora me saben a pisco chileno, o sea algo falsos pero bebibles.
Mandé pedir de Buenos Aires libros de Waugh. Me trajeron ¡Noticia bomba! a cuarenta y tantos soles. Llegó en octubre una feria de libro a la Aldea donde resido. Y ¡Noticia bomba! estaba a dieciséis soles. 16. XVI. Sechszehn. Confirmado: Impaciente y baboso. Resignación.
Pero también había otras novelas de Waugh en descuento: las compré.
Obviamente las leí de un tirón y me di cuenta de un signo. Leer a Waugh es entrar en una especie de adviento a la estupidez, de cuaresma a la estulticia que abunda en el mundo. Un don de la providencia, que permite prepararnos con unas buenas risas y una transfiguración jocosa del universo al encuentro inevitable con la simiesca idiotez de muchos.
Como siempre, he encontrado casi todas las novelas de Waugh que me faltan en una librería de viejo de mi Aldea.
Voy a esperar a la Navidad para comprarlas todas y leerlas. Me muero por saber qué vendrá después de hacerlo, qué batallas libraremos contra la Hidra, qué espectáculos de insania y bestialidad atestiguaremos.
Definitivamente se acerca un lindo año.
Antes de acabar quisiera citar una interesantes líneas de don Evelyn, una de esas para mandar poner en letras de bronce y tenerlas siempre presentes:
Evelyn Waugh a Edith Sitwell después de que ésta lo eligiera como padrino en su paso a la Iglesia Católica:
“¿Me permites que, como padrino, te prevenga contra algunos aspectos del catolicismo que, probablemente te parezcan chocantes? No todos los sacerdotes son tan inteligentes ni tan amables como el padre D’Arcy y el padre Caraman… Pero creo que conoces el mundo lo suficiente para esperar encontrarte con católicos pelmazos, mojigatos, granujas y canallas. Yo siempre pienso: “Sé que soy un horror. ¡Pero cuánto más horroroso sería si no fuera por la fe! Una de las alegrías de la vida del católico es reconocer por todas partes pequeños chispazos de bien junto al fuego encendido de los santos…”.
(Escritores Conversos. Joseph Pearce).
Tomado del buen blog Batiscafo.
P.S.: -Oye Sacristán -dirá alguien-, ¿por qué titulas tu post así? Bueno, respondo, porque no tengo un título mejor.
Billete de ida y vuelta » La novela inconclusa de Evelyn Waugh
Por Luis M. Alonso (2 de Abril, 2009)
Se publica «Obra suspendida», una ficción olvidada del mejor escritor de la generación de los «children of the Ritz»
Por lo que a mí concierne, Evelyn Waugh (1903-1966) es el mejor escritor de su generación y uno de los grandes prosistas satíricos en inglés del siglo XX. Sin embargo, su abominable carácter y, a veces, insufrible esnobismo, le llevaron en el camino de vuelta de una visión cínica, proyectada en sus mejores novelas, a un aburrimiento posterior bastante contagioso para el lector. La mujer con la que mayor correspondencia mantuvo, la escritora Nancy Mitford, le preguntó en una ocasión cómo podía comportarse de manera tan detestable con los demás considerándose a sí mismo un católico practicante. Y Waugh le respondió: «No tienes idea de cuánto más repugnante sería si no fuera católico. Sin la ayuda sobrenatural difícilmente se me podría considerar un ser humano».
La explicación de por qué Waugh sólo escribió dos capítulos de Work Suspended (Obra suspendida) se puede hallar en su caprichosa y desconcertante personalidad. También, en la certeza de que su mejor literatura tenía un destinatario que se esfumaba en el decorado prebélico, a la vez que los children of the Ritz, generación de la que formaba parte. De ese tiempo sentimental y cínico son Decadencia y caída (1928), Cuerpos viles (1930), Merienda de Negros (1932) y la divertidísima ¡Noticia bomba! (1938), sobre el azaroso mundo de los corresponsales y los periódicos. Waugh aprovechó su experiencia personal, no en vano «The Times» lo había enviado en 1930 a cubrir la coronación del emperador de Abisinia, el Ras Tafari, llamado también Haile Selassie I, rey de reyes. Su primera impresión de Adis Abeba fue que era una ciudad tan nueva que todas las casas estaban sin acabar.
Después, ya por su cuenta, prosiguió un periplo por África que dio lugar al descacharrante libro Remote People. «Me encontraba en Aden por puro infortunio, y no esperaba que me gustase. De hecho, tenía una imagen mental bastante clara de cómo sería: un clima con fama de corroer todo intelecto o iniciativa; un paisaje desprovisto de cualquier tipo de vida o vegetación; una comunidad, llena de plácida autoestima, típica en parte de la Welwyn Garde City, y en parte de los bares del Trocadero; conversaciones plagadas de deprimentes términos comerciales entre los hombres, y de ásperos comentarios esnobs entre las mujeres. Lo comparé, enfadado, con el encanto y la rica belleza que esperaba hallar en Zanzíbar. Qué equivocado estaba», escribió. Welwyn Garden City sigue siendo la idílica ciudad jardín del condado de Herfordshire diseñada por Louis de Soissons en los años veinte, y Trocadero, la céntrica zona de compras y ocio en Picadilly Circus. Waugh admitiría más tarde que eran los lugares plagados de sugerencias románticas como Zanzíbar o el Congo los que no le produjeron ninguna emoción, mientras que los que esperaba detestar, Aden o Kenia, eran los que le habían resultado más interesantes.
Pero vayamos a Obra suspendida, que ahora edita Treviana con impagable esmero en uno de sus preciosos libritos, incluyendo la carta al crítico de «The New Yorker», Alexander Woollcott, que fue suprimida en la versión mutilada que se publicó en 1949. Con innegable estilo, Waugh escribió en 1942 a Woolccott, que había saludado An handful of dust (Un puñado de polvo) como la mejor novela del siglo, pidiéndole, en virtud de lo amable que hasta el momento había sido con él, aceptase el fragmento inacabado de Work Suspended como parte de su mejor obra literaria. Woollcott, que moriría un año después, decía de los ingleses que tenían una capacidad extraordinaria para volar con gran calma. Y hasta el último momento vigiló el vuelo intermitente de Waugh.
Anthony Powell lo reconoció como el mejor de su generación así como también su amigo Cyril Connolly, que lo incluyó en una relación como el único humanista sin aprecio por la humanidad. P.G. Wodehouse, con quien uno se podría entretener el resto de la vida, le devolvió su admiración cuando calificó de obra maestra Decadencia y caída. Waugh se había enfrentado a John Wain, un joven crítico airado, que se encargó de denostar la obra de Wodehouse. «Durante años hice críticas para el Observer. No es que tuviéramos una gran dedicación, pero sí ciertas ideas anticuadas respecto al juego limpio. Una de ellas era que no se podía demoler un libro al menos que se hubiera leído», escribió.
Los dos capítulos de Obra suspendida y el precipitado epílogo con que el autor salda la novela se tienen como una prefiguración de Retorno a Brideshead, su mayor éxito literario y también uno de sus libros más queridos pero también más absurdamente trascendentes. La gran miniserie televisiva ha contribuido al mito de esta historia, de la que se ha hecho una película recientemente que se podrían haber ahorrado.
De la misma manera que hay una obra suspendida, Waugh también tiene su autobiografía parcial, Una educación incompleta. En ese caso no fue el capricho; simplemente no hubo tiempo para un segundo volumen. La muerte lo pilló con el puro encendido.
Categoría: Bloc de Notas | Abril 2009 |
El autor de «Retorno a Brideshead» se hizo católico a los 26 Así contó su conversión Evelyn Waugh a la BBC: «Siempre supe que el catolicismo era el cristianismo»
Actualizado 23 noviembre 2014
Carmelo López-Arias / ReL
El 26 de junio de 1960, la BBC emitió, en el programa Face to face [Cadra a carda], una difícil entrevista de John Freeman al escritor inglés Evelyn Waugh (1903-1966), quien con obras -todas ellas traducidas al español- como Decadencia y caída (1928), Cuerpos viles (1930), Merienda de negros (1932), Un puñado de polvo (1934), ¡Noticia bomba! (1938), Retorno a Brideshead (1945, la más reconocida internacionalmente) o Los seres queridos (1948) se había hecho un hueco entre las grandes plumas de la literatura británica del siglo XX... que no anduvo precisamente escasa de ellas.
Proveniente del anglicanismo, Waugh ingresó en la Iglesia católica en 1930, tras su divorcio de Evelyn Gardener. En 1937 contrajo matrimonio con Laura Herbert, con quien tuvo cuatro hijos. La fe estuvo siempre muy presente en sus novelas como elemento referencial, pero sobre todo en su propia vida, durante la cual mantuvo diversas polémicas con amigos y adversarios en torno a la Iglesia y a los aspectos más debatidos de la apologética.
Las reformas del Concilio: un "trago amargo"
No vio con buenos ojos la evolución de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II, en particular los cambios litúrgicos, que empezaron a prepararse en los años sesenta antes de la reforma de 1969, que no llegó a ver. En su correspondencia con el cardenal John Heenan, arzobispo de Westminster (1905-1975), comentada por el padre James V. Schall, S.I., lamentó que "la misa deje de ser el Santo Sacrificio para ser una comida de la cual el sacerdote es camarero... Más que cambios estéticos que le arrebatan a la Iglesia su poesía, su misterio, su dignidad, me alarman los cambios que se están sugiriendo en la fe y en la moral. Se está extendiendo una especie de anticlericalismo que intenta reducir el papel sacramental único del sacerdote".
No dudó en expresar el "trago amargo" que suponía para él ir a misa cuando empezaron las primeras acomodaciones de la liturgia al estilo anglicano que había abandonado, como la lengua vernácula ("si quieren tener versiones de la liturgia en el habla coloquial de cada uno, habrá cientos de miles de versiones") o la desaparición del silencio ("la ´participación´ no consiste en que escuchemos nuestras voces, sino en que las escuche Dios, sólo Él sabe quién ´participa´ en la misa").
Llegó a escribir en abril de 1965 una carta al célebre canonista Lawrence Leslie McReavy (1902-1990), perito en el Concilio Vaticano II y uno de los revisores del Código de Derecho Canónico de 1983, preguntándole si seguía vigente el criterio práctico, aprendido en los años treinta durante su formación como católico, que fijaba en tres millas la distancia que hacía obligatoria la asistencia a la misa dominical. ¡Su intención era fijar su residencia a una distancia mayor! "La nueva liturgia me parece una tentación contra la fe, la esperanza y la caridad, pero, Dios lo quiera, jamás apostataré", lamentaba.
Ateo durante la década de la juventud
En su desabrida entrevista con John Freeman (ver abajo el vídeo, donde el mismo Freeman recuerda las circunstancias del encuentro, o pincha aquí para la transcripción completa), estos temas aún no están presentes. Cuenta que tuvo una infancia "absoluta y líricamente feliz", durante la cual fue formado, principialmente por su madre, en la religión anglicana: sus padres eran "piadosos anglicanos que frecuentaban el templo", y su nana fue una calvinista que también dejó huella en su formación moral. Evelyn compartió una visión religiosa de la vida hasta los 16 años.
Justo a esa edad le acometieron las primeras dudas. Fue cuando leyó An Essay on Man [Un ensayo sobre el hombre], de Alexander Pope (1688-1744), paradójicamente un católico en tiempos de persecución. La edición del poema incluía una serie de anotaciones que condujeron a Waugh a leer a Leibniz: "Era la primera vez que empezaba a pensarlo todo metafísicamente. A través de la Ilustración, comencé a cuestionar las verdades de la religión".
Por aquella época ejercía como monaguillo, y le comentó a uno de sus compañeros que Dios no existía. Animado por su camarada, decidió quitarse la vestimenta litúrgica y decirle lo mismo al capellán: "No le impresionó lo más mínimo, y tampoco hizo nada por convencerme de que Dios sí existe".
La conversión: racional, pero rápida
Perdida la fe, Evelyn continuó su formación y arrancó su carrera literaria. La conversión al catolicismo no llegaría hasta casi tres lustros después. Entró formalmente en la Iglesia el 30 de septiembre de 1930, tras un periodo de formación de tres meses en el que tuvo mucho que ver el célebre padre Martin D´Arcy, S.I. (1888-1976): "Por supuesto, me había interesado desde mucho antes, leyendo libros por mi cuenta, etc.".
Debió ser, en cualquier caso, un proceso rápido, pues el mismo Waugh confiesa a Freeman que mientras escribía Cuerpos viles, que se publicó ese año, "aún era tan ateo como uno pueda serlo", y que no pisó una iglesia desde ese momento de la adolescencia hasta bien entrada la veintena, poco antes de su conversión.
Pero no fue una conversión de las llamadas tumbativas. Freeman le pregunta si hubo una revelación repentina o fue un proceso gradual: "Bueno... creo que siempre, y digo ´siempre´, desde que tenía 16 años, supe que el catolicismo era el cristianismo, y que todas las demás formas del cristianismo sólo eran buenas en la medida en que se apartaban poco del bloque principal. Fue una conversión al cristianismo, más que al catolicismo en sí mismo".
Un fundamento histórico del Evangelio
Desde ese momento, asegura, jamás tuvo dudas, ni siquiera al "exasperarse" con el "comportamiento sorprendente de algún cura concreto". Al contrario. Cuando le preguntan qué le ha aportado la fe en cuanto a paz y tranquilidad, Evelyn responde: "Es difícil de explicar sin recurrir a un lenguaje piadoso. Simplemente admitiendo la existencia de Dios o la dependencia de Dios, ya entras en contacto con Dios. El hecho de que todo lo que es bueno en el mundo depende de Él... Es la esencia de todo".
Del mismo modo, cuando le interrogan sobre su novela sobre la emperatriz Santa Helena (250-329), precisa que no es tanto una novela sobre la santidad, como sobre el elemento apologético de que ella buscó y encontró la Cruz de Cristo: "El hecho de que había una Verdadera Cruz, un trozo de madera real, un hecho histórico, detrás del Evangelio".
La entrevista de Evelyn Waugh en la BBC
(los minutos más interesantes sobre la fe son del 15:25 al 18:25)
Fuente: RELIGIÓN EN LIBERTAD
Última edición por Martin Ant; 28/11/2014 a las 16:06
He revisado el enlace con LA CASA DEL LIBRO y enseguida he encontrado este título:
Una educación incompleta: autobiografía parcial, o sea, de si mismo.
Editorial DEBOLSILLO 2009, 352 páginas y sólo 9'95 €. Hay otra versión en otra editorial y se puede comprobar, pero dobla el precio.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Joder, vaya despiste el mío Valmadian, Pearce lo cita unas cuantas de veces. Aunque igual con los apuntes que viene dando en Escritores conversos, ya me voy directamente a por el Retorno a Brideshead. No obstante muchísimas gracias por el apunte.
Hace un tiempo leí un libro interesante sobre Waugh, Evelyn Waugh: The Critical Heritage de Martin Stannard. No lo recomiendo pero lo traigo a cuentas porque es una recopilación (son poco menos de 600 páginas) de buena parte de los artículos periodísticos que se escribieron acerca de la obra de Waugh. Lo que impresiona es el efecto que éste causaba en los críticos.
Por un lado, su estilo moderno, a la vez que desfachatado y crítico de la sociedad inglesa, era aplaudido. Por el otro su catolicismo tradicional y sus ideas político-sociales de "high tory" (cargado de boutades e ironías; recordemos cuando habla de "los Hooper" que van ganando terreno en la sociedad inglesa), les provocaban repulsión. Así, es muy gracioso ver los malabarismos que deben hacer para criticar con un mínimo de lógica los distintos libros que Waugh iba dando a luz.
Para Valmadian: Echale una mirada a este sitio: A Companion to Evelyn Waugh's 'Brideshead Revisited'
Que te aproveche![]()
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