Tema: “El Despertar de la Señorita Prim”: Muy Poco Recomendable

“El Despertar de la Señorita Prim”: Muy Poco Recomendable


Me han engañado: me han “vendido gato por liebre”, como dice el dicho popular. La novela “El Despertar de la Señorita Prim”, escrita por Natalia SanMartin, es sencillamente un fiasco. Pasaré a explicar por qué.

No sorprende que un libro editado por Planeta tenga tales magras características: desde “Hitler Sigue Vivo” hasta “Los Amos del Mundo Al Asecho”, esta gente no se cansa de publicar trabajos delicuescentes; eso sí: tienen un equipo publicitario que cumple con creces su cometido; pero al final, pura bazofia. Son libros vacios, inertes; por si fuera poco, tampoco se jactan de rocambolesca prosa.

La obra de SanMartin, halagada en los medios políticamente correctos, también contó con el amparo de los intelectuales tradicionalistas; aunque lo primero debería haber llamado a los segundos la atención poderosamente: hay que “parar la oreja” cuando el progre, el tibio, el liberal, recibe con pompas una obra supuestamente conservadora: de seguro algo no marcha bien.

Mas esta advertencia, que hago ahora cual provecto consejero, no la tomé en cuenta en su debido momento: gasté 550 pesos uruguayos en la novela sanmartineana, para mi decepción. Novela que, confieso, no terminé de leer: el crítico literario profesional me reprochará que eso debe siempre hacerse cuando se analiza un escrito; no obstante, le responderé que si el trabajo no me engancha, es su déficit (y uno importante) y no el mío: ¿qué sentido tiene seguir perdiendo el tiempo leyendo pijoterías forzadamente, sin interés? ¿Mejor sigo con Dostoievski, no?

En primer lugar, “El Despertar de la Señorita Prim” no refleja, para nada, la comunidad católica idílica y tradicional: no describe con suficiencia el paisaje, ni las costumbres, ni el sentir, ni la simplicidad, ni la alegría de la cultura medieval. Se dedica tozudamente a caracterizar un personaje funambulesco, inexistente en cualquier tiempo y lugar. Por si fuera poco, tan irreal resulta el poblado San Irineo que sus comercios y servicios están comandados íntegramente por mujeres; cosa nunca vista de tal forma, a pesar de la trascendencia femenina en la sociedad del Medioevo. Este es un típico sesgo del sexo de quien escribe; es cómico: en el propio texto se acota que “las mujeres escriben para mujeres”. Nunca más cierto.

Así, la novela se pasa entre afeminados detalles, y entre amoríos no correspondidos (¿dónde está el ennoblecimiento de la familia católica, matrimonio indisoluble destinado a la crianza de los hijos?).

Tales negatividades, quizás –y sólo quizás- se hubieran visto camufladas si la prosa fuera elegante y refinada; pero tampoco ocurre en el caso, puesto que más propia que de un texto literario, donde juega un rol central y debe deleitar al lector, es más apta para un escrito informativo: traslucida y simplona.

Ni en fondo ni en forma, pues, el libro convence.

FUENTE: eljovencriollo.blogspot.com