SALE BERNARDO Á VENGAR LA MUERTE DE SU PADRE.
(De Gabriel Lobo Laso de la Vega.)
Aspero llanto hacia , En el Carpio retirado
Por la muerte de su padre, El valeroso Bernardo.
En el pecho no le cabe El corazon fatigado ;
Esparce ardientes suspiros, Culpando su hado avaro,
Junto con el proceder Del rey Don Alonso el Casto.
De nadie consuelo admite, Ni quiere ser visitado :
Por una parte pretende Venganza del duro caso;
Por otra ve que le falta Aun tiempo para llorarlo.
Mas venciendo al sentimiento El valor del pecho osado,
Discurriendo por la casa Fué á un aposento apartado,
Do estaba un antiguo arnes Entre otras armas colgado,
Que era de su viejo padre, Un tiempo dël bien usado,
De polvo y orin cubierto, El cual tomando en la mano,
Los ojos altos al cielo, Dice con semblante airado :
- En tanto que tú cubriste Pecho que tanto valió,
Ninguno se le atrevió, Ni corto en nada le viste;
Pero despues que á la espada Inhábil el brazo vieron,
El respeto le perdieron, Como cosa ya pasada.
Mas no se le juzgue ausente El que agraviado le ha,
Que el agravio vivo está, Y quien le vengue presente.
Y si el Rey le quiso hacer Traidor por solo su gusto,
No habló como rey justo, Y él oirá mi parecer:
Que si presente se hallara Bernardo á la brega fiera,
Bien fuera posible oyera Cosa el Rey, que le pesara.
Mas yo haré con mi ida Que tenga el callar por bueno,
No con la mano en el seno, Antes á la espada asida.
Y esté de una cosa cierto; Que cuando le entrare a ver
Tengo el pecho de meter De ti amparado y cubierto;
No para en el Rey tocar, Que soy su vasallo al fin,
Sino por si algun ruin Se quisiere adelantar.
Publica el Rey soy bastardo, Siendo su hermana mi madre:
Soy su hijo, y de tal padre, Que al fin me dejó Bernardo.
Mi padre fué tan honrado, Que muy poco aventajara
Cuando adelante pasara El matrimonio empezado.
Que bien se sabe en España, Y el Rey lo sabe tambien,
De dónde vienen y quién, Son los condes de Saldaña.-
Cesó su habla con esto, Y del viejo arnes armado ,
Hizo que con gran presteza Le trajesen un caballo
Bien trabado de buen hierro, De color castaño claro:
Caparazon negro, y negro De la lanza el hierro largo;
Negro el campo de la adarga, Y en mitad del estampado.
Un latiente corazon Puesto en un puño cerrado,
Por toda parte oprimido, Roja sangre destilando,
Y un letrero que decia : « Romper tengo de apretado».
Salta en un bello andaluz , Un asta gruesa vibrando,
Diciendo : - Nadie me siga Que no sea fijodalgo,
Y que no sepa de si A lo que vive obligado. –
Junto con estas palabras Trescientos hombres Bernardo,
Gente granada y apuesta , Bien armados á caballo,
Con quien, al caer el sol, Bernardo partió del Carpio.
(LOBO LASO DE LA VEGA, Romancero y tragedias de.-
It. Seis romances de la historia de Bernardo, etc. Pliego suelto.)
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