Búsqueda avanzada de temas en el foro

Resultados 1 al 4 de 4

Tema: Fray Luis de León, en la cima de la poesía renacentista española

  1. #1
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
    Fecha de ingreso
    11 nov, 06
    Mensajes
    5,247
    Post Thanks / Like

    Fray Luis de León, en la cima de la poesía renacentista española


    Fray Luis de León : La palabra como don de Dios

    que nuestra lengua recibe bien todo lo que se la encomienda, y que no es dura ni pobre, como algunos dicen, sino de cera, y abundante para los que la saben tratar… (Fray Luis de León)

    Este religioso de la orden de San Agustín (1527-1591), ejemplo tipo del humanismo cristiano, teólogo, versado en Sagradas Escrituras, profesor de la Universidad de Salamanca, la del humanismo y las activas inquietudes estudiantiles, con sólo veintitantos perfectos poemas, está entre los primeros nombres de la poesía española del Renacimiento; el renacimiento religioso, católico de la España de Felipe II: la preocupación humanística por las Sagradas Escrituras; la poesía —alejándose de los Juegos pastoriles— asciende a voces que proclaman la misión de lo español cristiano; la lengua, consolidándose en firmes maneras: «Ia más hermosa que jamás se escribió en España», como dice Menéndez Pidal; esa lengua cuyo uso es estimulado por la universidad salmantina, junto a los preceptivos latín y griego de la enseñanza superior; esa lengua tan apta para expresar el pensamiento, la que «recibe bien todo lo que se la encomienda» ni «dura ni pobre», como algunos opinan, «sino de cera, modelable, dúctil; copiosa, rica, «abundante para los que la saben tratar»; ese Fray Luis amante de la lengua, con ello renacentista puro, pero fundamentalmente religioso, considera la palabra como don de Dios: esta esencial textura manera de ser y obrar medularmente religiosa se trasluce, está, en toda la obra de Fray Luis de León, en la breve obra poética y en la escrita en prosa; figura representativa de las características de su tiempo.

    A todos se nos quedó en la mente —todo el mundo lo sabe, las palabras ya en el área de lo proverbial— el decíamos ayer («dicebamus aesterno die») que el fraile agustino pronunciara al reintegrarse a su cátedra, con todos los honores, después de sus cuatro años de cárcel, por razón de la sentencia que dictara la Inquisición de Valladolid , derivando de la denuncia formulada por otros profesores de la Universidad salmantina (Grajal, de Castro, CantalapIedra —este último, el nombre que más grabado se nos quedó en la mente desde los tiempos escolares); acusación fundada en sus ideas sobre la interpretación de determinados pasajes de la Biblia, la defensa de la hebrea frente a la Vulgata latina, y posiblemente también, por su traducción a la lengua romance del «Cantar de los Cantares». También muchos somos los que recordamos, por lo menos, el arranque de algunas de sus prodigiosas odas, perfectas si las hay; ¿recordáis las bellas liras de la dedicada al músico Salinas?

    ...El aire se serena
    y viste de hermosura y luz no usada,
    Salinas, cuando suena
    la música extremada,
    por vuestra sabia mano gobernada.
    A cuyo son divino
    el alma, que en olvido está sumida,
    torna a cobrar el tino
    y memoria perdida
    de su origen primera esclarecida

    ¿Y la titulada «En la Ascensión», con tan audaces usos del “enjambement”, rotura que tan cara había de ser y es a la muy posterior poesía?

    ... ¿Y dejas, Pastor santo,
    tu grey en este valle hondo, oscuro
    con soledad y llanto;
    y tú, rompiendo el puro
    aire, te vas al inmortal seguro

    Y no digamos ya Ia tan sabida, horaciana, «Vida retirada», perfecto eco en nuestra lengua del «beatus ille”:

    ... ¡Qué descansada vida
    la del que huye del mundanal ruido,
    y sigue la escondida
    senda por donde han ido
    los pocos sabios que en el mundo han sido!
    Y mientras miserablemente se estén los otros abrasando
    con sed insaciable
    del peligroso mando,
    tendido yo a la sombra esté cantando.

    La verdad sea dicha: la poesía de Fray Luis no conmueve, no arrebata, no se mete por la piel; lo que sí nos causa es asombro; asombro por sus científicas precisiones, por las absolutas equidistancias entre fondo y forma; todo en Fray Luis —de ahí su título de «clásico»— se halla sometido a una perfección reflexiva y equilibrada; Fray Luis de León, pues, rotundo amor por la lengua —en él sometida a la ascética del estilo—, poeta, escritor absolutamente religioso —la palabra es un don divino—; sobre todo, antes que nada, erudito, profesor, siempre en las industrias de la investigación y la exégesis; poeta de plenas perfecciones; asimilador de todo lo clásico, después; recreado por su vigorosa personalidad.

    En lo poético, en el haber de Fray Luis de León, aparte sus odas, las de la juventud —comprendidas en lo que él llama «obrecillas»—, y las de la madurez, hay que anotar traducciones de salmos, de fragmentos del Libro de Job; de escritores griegos y latinos, señalando, marcadamente, la de las odas horacianas.

    En prosa: sermones, de los que apenas nada se conserva, pero que llenaron buena parte de su actividad; obras escritas en latín, teológicas o jurídicas como «De legibus»; la aludida traducción del «Cantar de los Cantares»; «La perfecta casada», examen y enumeración de las obligaciones de estado, con casa, criados, labradores; consejos para eludir lo que puede diezmar las virtudes de la casada. etcétera...: «Porque, a la verdad, una de las virtudes de la buena casada y mujer es el tener grande recato acerca de las personas que admite a su conversación y a quien da entrada en su casa. Porque debajo de nombre de pobreza y cubriéndose con piedad, a las veces entran en las casas algunas personas arrugadas y canas que roban la vida, y entiznan la honra, y dañan el alma de los que viven en ellas, y los corrompen sin sentir, y los empozoñan, paresciendo que los lamen y halagan...»

    Y «Los Nombres de Cristo»; como se ha escrito, «el mejor de los monumentos de la mística española»: glosa de los diferentes nombres con que, en las Escrituras, Cristo es nombrado: Brazo de Dios, Príncipe de la paz, Pimpollo, Cara de Dios, Camino, Esposo, Monte, Pastor, Amado, Hijo de Dios, Padre del siglo futuro, Cordero.



    José CRUSET
    Última edición por ALACRAN; 09/05/2021 a las 19:47
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #2
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
    Fecha de ingreso
    11 nov, 06
    Mensajes
    5,247
    Post Thanks / Like

    Re: Fray Luis de León, en la cima de la poesía renacentista española

    Elogios de Menéndez Pelayo a Fray Luis de León (I) :

    Nunca la inspiración lírica entre nosotros subió a más alto punto que en la escuela salmantina, ni conozco poeta peninsular comparable a Fr. Luis de León en este género. Él realizó la unión de la forma clásica y del espíritu nuevo, presentida mas no alcanzada por otros ingenios del Renacimiento. Sus dotes geniales eran grandes, su gusto purísimo, su erudición variada y extensa. Éranle familiares en su original los sagrados libros, sentía y penetraba bien el espíritu de la poesía hebraica; y de la griega y latina poco o nada se ocultó a sus lecturas e imitaciones. Aprendió de los antiguos la pureza y sobriedad de la frase, y aquel incomparable ne quid nimis , tan poco frecuente en las literaturas modernas. Nutrió su espíritu con autores místicos, y de ellos tomó la alteza del pensamiento, en él unida a una serenidad, lucidez y suave calor, a la continua dominantes en sus versos y en su prosa, no menos artística que ellos, y semejante a la de Platón en muchas cosas. Acudió a todas las fuentes del gusto, y adornó a la Musa castellana con los más preciados despojos de las divinidades extrañas. Y animó luego este fondo de imitaciones con un aliento propio y vigoroso, bastante a sacar de la inmovilidad lo que pudiera juzgarse forma muerta, encarnando en ella su vigorosa individualidad poética, ese elemento personal del artista, que da unidad y carácter propio a su obra.

    (Bibliografía Hispano Latina Clásica, VI, 301-302)
    Última edición por ALACRAN; 17/05/2021 a las 13:50
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  3. #3
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
    Fecha de ingreso
    11 nov, 06
    Mensajes
    5,247
    Post Thanks / Like

    Re: Fray Luis de León, en la cima de la poesía renacentista española

    Elogios de Menéndez Pelayo a Fray Luis de León (II) :

    ¿Quién me dará palabras para ensalzar ahora, como yo quisiera, a fray Luis de León? Si yo os dijese que fuera de las canciones de San Juan de la Cruz, que no parecen ya de hombre, sino de ángel, no hay lírico castellano que se compare con él, aún me parecería haberos dicho poco. Porque desde el Renacimiento acá, a lo menos entre las gentes latinas, nadie se le ha acercado en sobriedad y pureza; nadie en el arte de las transiciones y de las grandes líneas, y en la rapidez lírica; nadie ha volado tan alto ni infundido como él en las formas clásicas el espíritu moderno. El mármol del Pentélico, labrado por sus manos, se convierte en estatua cristiana, y sobre un cúmulo de reminiscencias de griegos, latinos e italianos, de Horacio, de Píndaro y de Petrarca, de Virgilio y del himno de Aristóteles a Hermias, corre juvenil aliento de vida, que lo transfigura y lo remoza todo. Así, con piedras de las canteras del Ática labró Andrés Chénier sus elegías y sus idilios, jactándose de haber hecho, sobre pensamientos nuevos, versos de hermosura antigua.

    Error es creer que la originalidad poética consista en las ideas. Nada propio tiene Garcilaso más que el sentimiento, y por eso sólo vive y vivirá cuanto dure la lengua. Y aunque descubramos la fuente de cada uno de los versos de fray Luis de León, y digamos que la tempestad de la oda a Felipe Ruiz se copió de las Geórgicas, y que La vida del campo y La profecía del Tajo son relieves de la mesa de Horacio, siempre nos quedará una esencia purísima, que se escapa del análisis; y es que el poeta ha vuelto a sentir y a vivir todo lo que imita de sus modelos, y con sentirlo lo hace propio, y lo anima con rasgos suyos; y así en la tempestad pone el carro de Dios ligero y reluciente, y en la vida retirada nos hace penetrar en la granja de su convento, orillas del Tormes, en vez de llevarnos, como Horacio, a la alquería de Pulla o de Sabinia, donde la tostada esposa enciende la leña para el cazador fatigado. ¡Poesía legítima y sincera, aunque se haya despertado por inspiración refleja, al contacto de las páginas de otro libro! Hay cierta misteriosa generación en lo bello (imagen), como dijo Platón. El sentido del arte crece y se nutre con el estudio y reproducción de las formas perfectas. A. Chénier lo ha expresado con símil felicísimo: el de la esposa lacedemonia, que, cercana al parto, mandaba colocar delante de sus ojos las más acabadas figuras que animó el arte de Zeuxis, los Apolos, Bacos y Helenas, para que, apacentándose sus ojos en la contemplación de tanta hermosura, brotase de su seno, henchido de aquellas nuevas y divinas formas, un fruto tan noble y tan perfecto como los antiguos ejemplares y dechados. Así se comprende que fray Luis de León, con ser poeta tan sabio y culto, tan enamorado de la antigüedad y tan lleno de erudición y doctrina, sea en la expresión lo más sencillo, candoroso e ingenuo que darse puede, y esto no por estudio ni por artificio, sino porque, juntamente con la idea, brotaba de su alma la forma pura, perfecta y sencilla, la que no entienden ni saborean los que educaron sus oídos en el estruendo y tropel de las odas quintanescas. Es una mansa dulzura, que penetra y embarga el alma sin excitar los nervios, y la templa y serena, y le abre con una sola palabra los horizontes de lo infinito:

    «Aquí el alma navega
    Por un mar de dulzura, y finalmente
    En él así se anega,
    Que ningún accidente,
    Extraño o peregrino, oye ni siente.»


    Ese efecto que en el autor hacía la música del ciego Salinas hacen en nosotros sus odas. Los griegos hubieran dicho de ellas que producían la apetecida sophrosyne (imagen), aquella calma y reposo y templanza de afectos, fin supremo del arte:

    «El aire se serena
    Y viste de hermosura y luz no usada,
    Salinas, cuando suena
    La música extremada
    Por vuestra sabia mano gobernada.»
    Música que retrae al poeta la memoria
    «De su origen primera esclarecida»,


    y le mueve a levantarse sobre el oro y la belleza terrena y cuanto adora el vulgo vano, y traspasar las esferas para oír aquella música no perecedera que las mueve y gobierna y hace girar a todas; música de números concordes, que oyeron los pitagóricos, y San Agustín y San Buenaventura, y que es la fórmula y la cifra de la estética platónica.

    Todo lleva a Dios el alma del poeta, no asida nunca a las formas sensibles, ni del arte ni de la naturaleza (con ser de todos los nuestros quien más la comprendió y amó), sino ávida de lo infinito, donde centellean las ideas madres, cual áureo cerco de la Verdad suprema; donde se ve distinto y junto

    «Lo que es y lo que ha sido,
    Y su principio cierto y escondido»;

    donde la paz reina y vive el contento, y donde sestea el buen Pastor, ceñida la cabeza de púrpura y de nieve, apacentando sus ovejas con inmortales rosas, producidoras eternas de consuelo,

    «Con flor que siempre nace,
    Y cuanto más se goza, más renace.»

    ¿Y será hipérbole, señores, el decir que tales cantos traen como un sabor anticipado de la gloria, y que el poeta que tales cosas pensó y acertó a describir había columbrado en alguna visión la morada de grandeza, el templo de claridad y de hermosura, la vena del gozo fiel, los repuestos valles y los riquísimos mineros, y las esferas angélicas

    «De oro y luz labradas,
    De espíritus dichosos habitadas»?


    (La poesía mística en España. Discurso de ingreso en la RAE, 1881, CHL, II 94-96)
    Última edición por ALACRAN; 17/05/2021 a las 13:58
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  4. #4
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
    Fecha de ingreso
    11 nov, 06
    Mensajes
    5,247
    Post Thanks / Like

    Re: Fray Luis de León, en la cima de la poesía renacentista española

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Fray Luis, poeta platónico y Fray Luis, poeta horaciano (por Menéndez Pelayo)

    Fr Luis, platónico: Oda al ciego Salinas

    "Esta philographia (o disciplina amatoria) y esta estética platónica, fueron una especie de filosofía popular en España y en Italia durante todo el siglo XVI. Su expresión más alta debe buscarse en aquella incomparable oda de Fr. Luis de León a la música del ciego Salinas, donde, con frases de insuperable serenidad y belleza, está expresado el poder aquietador y purificador del arte; la escala que forman las criaturas para que se levante el entendimiento desde la contemplación de las bellezas naturales y artísticas hasta la contemplación de la suma increada hermosura; la armonía viviente que en el Universo rige; armonía de números concordes que los pitagóricos oían con los ojos del alma; música celeste, a la cual responde débil y flacamente la música humana".

    (De las vicisitudes de la filosofía platónica en España, Discurso, 1889)

    ***

    "Fr. Luis es nuestro gran poeta horaciano. Cierto que lo es todavía más cuando imita que cuando traduce: cierto que en sus versiones, propiamente dichas, abundan los versos flojos, y hasta inarmónicos y mal medidos, las frases desmayadas, y aun las torcidas inteligencias del sentido, tales algunas que pueden inducir a creer que nos las habemos con los primeros ensayos y tanteos del poeta, antes de adquirir fuerza en sus alas para volar hasta las estrellas, en la Noche Serena , o para adivinar y describir con las plumas de los ángeles La Vida del Cielo , o para seguir con ojos extáticos La Ascensión del Señor. A veces incurre, aun como latinista, en tales distracciones, que en buena ley no pueden achacarse a la incuria de los impresores, por no haber modo de salvar el tropiezo, ni constar en los manuscritos variante alguna. Tal acontece en la oda 18 del libro II:

    « Quid? quod usque proximos
    Revellis agri terminos, et ultra
    Limites clientium
    Salis avarus?...»

    Donde traduce Fr. Luis de León:

    «Tomando vas a todos
    Tus vasallos la tierra que han comprado,
    Y por todos los modos
    Que puedes, en sus tierras te has entrado,
    Y de sal avariento,
    Solo a robar lo ajeno estás atento.»

    Inadvertencia notable fué tomar la segunda persona del verbo saliópor el genitivo de sal . Pero así y todo, ¡cuántas versiones muy lamidas y muy peinadas de elegantes humanistas a lo Burgos (que con tanto desdén suele hablar de ellas) pueden darse por uno solo de esos rasguños tan informes y a veces tan desmañados! Yo bien sé, por ejemplo, que la traducción del Mater saeva cupidinum es de las peores, hasta el punto de tener una estrofa casi ininteligible; pero sé también que el vultus nimium lubricus aspici nunca se traducirá mejor que diciendo, como dijo nuestro poeta:

    « Grande deslizadero a quien le mira.»

    No hay que juzgar las traducciones de Fr. Luis de León con criterio de escuela o de academia. Fr. Luis de León es un gran poeta, que interpreta a otro poeta, en muchas cosas de su temple (afín en el estro lírico, aunque en las fuentes de inspiración haya diferencia), y vierte e infunde su propia alma en lo mismo que imita y traduce, dándole vida y colorido propios. Por eso, cuando acierta, acierta como nadie en precisión y en fuerza:

    «No trates más en vano,
    ¡Oh de amor dulce cruda engendradora!
    Rendirme, que estoy cano
    Y duro para amar: vete en buena hora:
    Revuelve allá tu llama
    Sobre la gente moza que te llama.»
    (Lib. IV, oda 1.ª)

    ¡Cuánta poesía hay en cualquiera de sus audacias de lenguaje! ¡Qué majestad antigua en medio de su aparente llaneza! ¡Qué vulgarismos tan poderosos y tan empapados en la realidad! Léase con especial atención el Beatus ille . Para quien tiene ojos y alma, cada palabra del traductor es una revelación. Otro cuente los versos duros y las rimas falsas; por mi parte, aseguro que nunca llegaremos los españoles a penetrarnos del sabor de lo antiguo, hasta que rompamos con la tradición altisonante y académica del siglo pasado, de los Quintanas y Gallegos, y aprendamos a estimar el tesoro que tenemos enterrado en nuestro más grande y menos entendido poeta. Yo bien sé que a oídos acostumbrados a la trompa de Mavorte y a la esposa dócil del celoso toro han de sonarles a cosa plebeya y humilde aquellas divinas estrofas:

    «Ya poda el ramo inútil, y ya enxiere
    En su vez el extraño;
    O castra sus colmenas , o si quiere,
    Tresquila su rebaño.
    ¡Pues cuando el padre Otoño muestra fuera
    La su frente galana,
    Con cuánto gozo coge la alta pera,
    Las uvas como grana!
    .......................................................................
    El agua en las acequias corre, y cantan
    Los pájaros sin dueño:
    [p. 52] Las fuentes al murmullo que levantan
    Despiertan dulce sueño.
    .......................................................................
    Cual hace la Sabina o Calabresa
    De andar al sol tostada ,
    Y ya que viene el dueño, enciende apriessa
    La leña no mojada.
    Y ataja entre los zarzos los ganados,
    Y los ordeña luego,
    Y pone mil manjares no comprados,
    Y el vino como juego... »

    Si alguien no siente esta poesía, suya será ciertamente la desgracia, y de sus maestros, aunque se tuviesen por clásicos, y no ciertamente nuestra. A mí me enamora en Fr. Luis de León hasta el desenfado con que trueca en contemporánea suya la poesía de Horacio, remozando frases y alusiones. Así, v. gr., el agna festis caesa terminalibus se convierte en «la oveja el disanto degollada.» Cuando Fr. Luis de León traía a Horacio de la mano para introducirle en nuestro Parnaso, no le consideraba como un poeta antiguo, sino como a alguien de su familia y de su casa. Le modifica conforme a su índole; le da rusticidad y le quita aliño. Leído en Fr. Luis de León, Horacio nos parece poeta más primitivo y menos culto que en su original.

    (Horacio en España, BHLC, VI, 44)
    Última edición por ALACRAN; 17/05/2021 a las 14:12
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

Información de tema

Usuarios viendo este tema

Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)

Temas similares

  1. Fray Luis de Granada, por Juan V. de Mella
    Por Hyeronimus en el foro Literatura
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 31/12/2019, 22:45
  2. Poesia patriotica española.
    Por soldado_vikingo en el foro Literatura
    Respuestas: 6
    Último mensaje: 05/11/2019, 20:07
  3. Esteban Bilbao: «¡Qué cosas me tocará ver en la cima de mi vida!»
    Por Martin Ant en el foro Política y Sociedad
    Respuestas: 0
    Último mensaje: 12/12/2017, 21:57
  4. Respuestas: 4
    Último mensaje: 12/12/2013, 14:43
  5. La poesía española y la Revolución francesa
    Por ALACRAN en el foro Literatura
    Respuestas: 1
    Último mensaje: 30/03/2009, 13:32

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •