...En catalán habló por primera vez la Filosofía, por boca de Raimundo Lulio... (Marcelino Menéndez Pelayo)
...Por las calles y por las plazas buscaré al que ama mi alma... (El Cantar de los Cantares, III, 2)
LOS OTROS AMORES
Una inquietud amorosa gobierna la juventud de Raimundo Lulio, de niño, paje del rey Jaime I de Aragón, conquistador de Mallorca, donde el futuro «Doctor Iluminado» ha nacido (por el 1232); después, preceptor del príncipe (el que sería Jaime II de Mallorca), la plácida vida cortesana, versos de amor de traza provenzal, trovadoresca, versos no presentes en el inmenso haber luliano, no conservados desde el lejano siglo XIII; quehacer de una etapa mundana, de apasionada entrega a los ocultos combates amorosos, con la lujuria por eje, perseverando en las hazañas incluso después de su matrimonio…
Etapa de vida que termina de golpe, debido a una honda, impresionante, fértil conversión, aparte místicas confidencias, con las causas envueltas por la leyenda; vendaval de Dios de poderosas fuerzas arrinconadoras de los otros amores, incluso de los lícitos, en busca, con dejación de todo lo terreno, del amor de Dios, eje de la impresionante obra futura, origen de estudios, místicas contemplaciones, sacrificios, encendidos fervores, cautiverios, soledades, y de una larga peregrinación apostólica, durante la que, con una fecundidad insólita compone más de doscientas obras, en prosa y verso, con la firme, única, tensa voluntad de sembrar la semilla de Dios; aventura con propósitos de cruzada, persuasivas predicaciones, visitas a Pontífices, reyes y magnates, disertaciones en cátedras universitarias, razonamientos silogísticos, prosa, verso, símbolos, gráficos, todo en pro de la defensa y demostración de las verdades de los dogmas; ...las ciencias, la física, la astronomía..., de lo contemplativo a lo racional, de la filosofía a la lírica, con fiebre misionera, sencillez franciscana; de lo humilde y diario a las cúspides del pensamiento teológico.
Con la tumultuosa conversión terminaban, para siempre, los otros amores; desde entonces, todo, todo será fuente y fin del amor a Dios; todo, del pájaro al juglar, desde las aves cantando a los sones del viento por entre el ramaje de los árboles, al mar embravecido.
EL VIAJERO
Primero, la formación; un período formativo subsigue a la transfiguración espiritual, pues pocos cimientos científicos, de teología... tendrá el cortesano, cultivador de la poesía, de la esgrima del diálogo amoroso; período, éste, de rigurosa disciplina intelectual, de estudio, origen de la posibilidad de la obra que comenzará a fluir a raudales; el estudio del árabe, pensado como vehículo para la conversión de infieles, le abrirá sin duda las puertas del saber científico musulmán.
Después, la soledad de lo contemplativo, el abandono total de cuanto le une a la tierra, incluso la familia, en busca de las altas iluminaciones; después, en seguida, a la vez la acción, la actividad, y, paralelamente, la obra, creciente, sólida y a la vez poética, árbol frondoso, enciclopédico del medioevo, de sobriedades cistercienses y frágiles ascensiones a líricos misticismos; la acción, el incansable apostolado; los viajes; resulta impresionante el mapa de los viajes de este incansable romero: desde Mallorca a Rocamadour, Vasconia, Compostela, Roma, Jerusalén, Alemania, Egipto, Etiopía, Marruecos, Inglaterra, París, Montpellier, Italia entera...
Peregrino de Dios («...por las calles y plazas, buscaré al que ama mi alma»), camino del martirio... por los largos caminos en su empresa espiritual, con iluminada esperanza, también en el pozo del desaliento, cuando la vejez, al sentirse desoído; al ver
«...que lo Papa ne altres senyors del món, no volgueren metre orde en convertir los infeels, segons que ell los requerí moltes e diverses vegades».
LA OBRA, EL IDIOMA
La obra es sobrecogedora: vano intento, aquí, querer tan sólo enumerarla, mucho menos glosarla con eficacia; obra extensa, extensísima, varia; obra de pensador personal, solitario, aparte, cogido por una provechosa luz proclamadora de los más altos sueños metafísicos, a la vez de equilibradas observaciones; al tiempo, por oscuridades guiadas por una genial iluminación, consciente de que, por entre ellas, el entendimiento se detiene; ha de detenerse, con más vigilante celo en cuanto al misterio de Dios respecta; tratadista científico, filósofo, teólogo, jurista, escritor místico, poeta, apóstol incansable, polemista con paganos, cristianos, mahometanos, judíos.
Libros escritos en latín («Ars magna», «De santo Spirito», «De fine», «Ars medicinae», «Philosophia amoris», «De miseria humanae conditionis»..., etc.) En catalán, entre muchos, en prosa: «Libre de la contemplació», obra fundamental, personalísima, significativa de la espiritual manera de su inmortal autor, «enorme enciclopedia ascética», al decir de Menéndez Pelayo, ancha «contemplación» de lo divino y lo humano con sus avatares hacia su término, a la postre «acabament» en Dios; «Blanquerna», de forma novelada, donde se halla; el maravilloso «Libre de Amic e de Amat», encendido, poético arrebato místico, escrito en forma de salmo, en la línea del «Cantar da los cantares»; «Libre de Félix o de les Merevelles»: las maravillas del mundo contempladas y admiradas por Félix, a quien su padre envía por la tierra; libro —dividido en diez partes— en el que aparecen los interlocutores de Félix, gentes de toda condición social; hablan del cielo, de los planetas, de los hombres, de los metales, de los animales: la parte séptima es el delicioso y sabido «Libre de les Bésties», a lo «Roman de Renart», con la personificación de los animales; lo místico o luliano, ya presente en el «Libre de contemplació», está en el citado «Libre de Amic e de Amat», y, sobre todo, en el bellísimo tratado de amor, a lo divino, «Arbre de filosofía d'amor», escrito en París, dedicado a los reyes de Francia, sin duda, como sugiere Martín de Riquer, réplica del «Román de la Rose», especie de «arte de amar», el inmenso poema alegórico de veintidós mil versos obra capital de la literatura medieval francesa, muy leído, y muy fustigado por inmoral.
La obra en verso, («Plant de Nostra Dona Santa María», «Les Hores de Santa María», «Els cent noms de Déu», «El desconhort», «Cant de Ramón», «Medicina de pecat»..., etc.) acaso no sea, precisamente, la obra poética de Raimundo Lulio; la poesía está, a manos llenas, especialmente en alguno de las obras en prosa; hay en sus versos un afán didáctico, ejemplarizador, y la frecuente alusión autobiográfica, con voluntad de «remedia amoris», a los primeros años de su vida, en pleno olvido de Dios, cogido por" lo carnal:
...Can fui gran e sentí del mon sa vanitat
comencé a far mal e entré en pecat
oblidant Déus gloriós, siguent carnalitat...
ahora sólo en el deseo de ver a Dios, su esencia:
...Ah sényer Deus ¡e tant desir
aquell temps, que en pogués veser
vostre esséncia, vostre esser!...
que ningún bien fungible, temporal, puede dar tanto placer como la divina visión:
...que null bé temporal
no pot donar tan de plaer,
com hom ha en vostre veser!...
pues místico enamoramiento había de causarle el verle, tenerlo, tocarlo:
...Ah, con fóra enamorat
en vos veser, teñir, tocar...
... Además de los excelsos valores, la obra luliana constituye un acontecimiento, una novedad en la época (todo lo anterior, especie de antesala en lo jurídico, lo religioso, lo histórico): el uso literario de la lengua catalana, purificada de elementos populares, con la arquitectura perfecta y noble que la mente ordenada, lógica, genial, de Raimundo Lulio hace posible; la utilización de la lengua romance para la expresión literaria supone el comienzo de una época; la literatura catalana, pues, se inicia con el nombre de Raimundo Lulio; (ello referido a su obra en prosa, puesto que en la rimada el idioma se halla invadido por lo provenzal); empresa paralela en lo científico, es la realizada en Castilla por su coetáneo Alfonso X, el Sabio.
Menéndez Pelayo dice hablando de la lengua catalana: «...la primera de entre todas las lenguas vulgares que sirvió para la especulación filosófica, heredando, en esta parte, al latín de las escuelas, mucho antes que el italiano, mucho antes que el castellano y muchísimo antes que el francés. Tenemos en España esta doble gloria que ningún otro romance puede disputarnos. En castellano hablaron por primera vez las Matemáticas y la Astronomía, por boca de Alfonso X, el Sabio. En catalán habló por primera vez la Filosofía, por boca de Raimundo Lulio.
José CRUSET (1970)
Última edición por ALACRAN; 10/05/2022 a las 14:34
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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