Antes hablábamos de las verdiales, que es una música muy localizada en Málaga (tierra del actor Antonio Banderas, entre otros). Pues resulta que en la forma del baile, me recuerdan un poco al pacasito peruano. Como si hubiera un aire de familia. Veamos un par de vídeos comparativos, a ver qué les parece. Primero las verdiales:
Y luego el pacasito:
Hay una base de fandango antiguo.
Asimismo, todavía en muchos pagos hispanohablantes, “fandango” es sinónimo de jolgorio, fiesta, jaleo, bochinche…
Y es que ya en el siglo XVIII la realidad hispanoamericana se afirmaba sobre un poder cultural que ejercía un influjo nada desdeñable en la Vieja Europa. Modelos musicales como la chacona o la zarabanda fueron imitados en las más cultivadas cortes centroeuropeas. No se quedaron atrás otras manifestaciones artísticas: Durante siglos, se fue modelando por todo el Mediterráneo -acaso como señera herencia romana- la iconografía bizantina. En cambio, poco se tardó en crear escuelas autóctonas en el Nuevo Mundo, tales como el arte indio-cristiano de las misiones franciscanas de México, o escuelas como la Cuzqueña y la Quiteña en Sudamérica. Son símbolos vivos de pujanza y viveza, de colorido y expresividad de un mundo cuyo nivel de vida, como dijo el barón de Humboldt, era superior al de Europa.
Vean un ejemplo de la chacona de Bach interpretada por el gran guitarrista Gonzalo Moreno Castro:
¿Se perciben ciertos sonidos como criollos, verdad?
Volviendo a nuestra hispanidad musical criollo-andaluza, cabe destacarse que la rumba flamenca procede de la antigua guaracha cubana, y que sus aires influenciaron en la composición de las colombianas flamencas por parte del cantaor Pepe Marchena, quien a su vez, recibió influencias de los corridos mexicanos; las guajiras flamencas proceden del punto cubano, estilo musical que aún se cultiva en las Islas Canarias; la vidalita y la milonga vinieron a través del folclore argentino; y por fin sabemos que las peteneras forman parte de una creación mexicano-andaluza. La palabra “tango” estaba tan presente en Andalucía como en Cuba desde hace siglos, siendo que en el repertorio flamenco, entra a través de Cádiz a mediados del siglo XIX como el tango de los negros o el tango americano. Esta base musical tanguera por un lado llega a Argentina y se va transformado con otras aportaciones, y por otro llega al sur de España y se aflamenca. Y esto es importante para entender Cuba como gran puerto comercial y estratégico; Cuba como eje cultural y artístico y como concentración de lo español y lo africano; cuyos ecos llegan tanto a los puertos del Callao y de Argentina como a las Islas Canarias y a Andalucía.
Disfrutemos de un ejemplo ilustrativo:
No obstante, reiteramos que esta hispanidad musical es mucho más profunda, pues hay que partir de la primacía que ejerce el fandango como molde musical para entender el influjo y la evolución no sólo de la música andaluza, sino de muchas músicas populares del resto de España. No nos extrañe que no hace muchos años el cajón peruano entrara en la percusión flamenca gracias a Paco de Lucía y sin proceso de adaptación; así como tampoco nos extrañe que, gracias al cantaor Enrique Montoya (y a tantos otros en verdad) comprobemos lo relativamente fácil que es aflamencar algunas músicas criollas; antojándoseme al toque las zambas y las chacareras de la Argentina.
Enrique Montoya y Paco de Lucía hicieron una bulería del inicial ritmo argentino. Y más de un amigo peruano, al escuchar la bulería, me dice que le recuerda ritmo como de Chincha.
El músico Miki González es uno de tantos que en los últimos tiempos se ha dado cuenta de esta relación entre los ritmos flamencos y peruanos, y ello le ha valido para crear su interesantísimo disco “Landó por bulerías”:
La relación del flamenco con la música criolla es un hecho cultural importantísimo, y como tal, ha de ejercer de puente y estímulo de entendimiento para todos aquellos que amamos nuestra gran civilización hispana.
Muchas gracias a todos. Viva el flamenco y viva la música criolla.
ANTONIO MORENO RUIZ
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