Revista FUERZA NUEVA, nº 579, 11-Feb-1978
Que dejen en paz a Navarra
El nombre de Navarra se remonta a finales del reinado de los visigodos en España y su apogeo coincide con el rey Sancho el Mayor (1000-1035) que fue el primer monarca que se tituló Rey de las Españas. En 1512, Navarra se incorporó a Castilla bajo un solo monarca, pero conservando su condición de Reino.
El Régimen Foral Navarro no es una reminiscencia de viejos privilegios de soberanía regional. Nace de un pacto solemne entre Navarra y el Estado, patrimonio de un pueblo amante de sus tradiciones y orgulloso y celoso de su libertad. El Fuero es, además, expresión de la Justicia como norma suprema, tanto para el monarca como para el pueblo, y los navarros siempre exigieron su juramento a los reyes españoles y a los propios.
Celosa guardadora de esa tradición histórica es la Diputación Foral, en virtud del “Pacto-Ley” de 16 de agosto de 1841, y por ello de todo lo referente al régimen económico y administrativo de Navarra. Es la Diputación el organismo superior jerárquico de los Ayuntamientos, en lo que respecta la administración general de los bienes y derechos de Navarra, cobrando directamente las contribuciones, encargándose ella del fomento industrial y agrícola, arreglo de carreteras y fomento de la riqueza pública, mediante concierto económico, respetado hasta ahora por “todos” los regímenes anteriores.
Su elección es peculiar, y solamente la componen siete diputados, dos de Pamplona y Estella, y uno por Tudela, Tafalla y Aoiz. Son elegidos diputados por los compromisarios nombrados a votación uno por cada ayuntamiento de las distintas merindades o partidos judiciales. Además existe un organismo asesor y legislativo de la Diputación que se llama Consejo Foral Administrativo de Navarra, que lo forman casi un centenar de consejeros. (…)
GILDO |
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