Respuesta: Lo que queda de Franco
A mi no me sorprende nada que cada vez vaya menos gente a las concentraciones de la Pza de Oriente. Primero, la han ajardinado de tal modo que ya no cabe nadie pero, además, y esto es mucho más importante aún, es que quienes se supone que deberían asistir, están todos metidos en el gobierno (¡menudo cuadro!) o afiliados al PESOÉ y al PEPÉ, y claro, siendo demócratas desde hace siglos cómo van a ir a esas fiestecitas.
En cuanto a las agresiones a los monumentos, ya se sabe quien los perpretra: toda la ralea de la escoria de "essste paíssss" que no conoce la dignidad y la decencia más elementales. Se expresa muy gráficamente en que su mugre interior y la exterior (absoluta ausencia de agua y jabón) están compensadas. Naturalmente tales actos son de muy machos, son unos valientes los tíos y las mugrientas vaca-tiorras que los acompañan, porque no lo hacen a la luz del día ni cuando en las calles hay gente. Actúan a escondidas y envueltos por la nocturnidad, vamos, como ratas infectas.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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