Como nota optimista, y para constatar que tenemos amigos en los lugares más insospechados, reproduzco este artículo de Gerald Warner en favor de la fiesta nacional publicado en la edición digital del Daily Telegraph de Londres. Me he tomado la libertad de traducirlo para aquellos que no lean inglés y además adjunto el enlace para que los que sí lo hagan puedan leerlo en su versión original. Personalmente, yo suscribo cada palabra.
Para quienes no lo conozcan, Gerald Warner es un católico tradicional escocés con simpatías jacobitas y carlistas. Recientemente escribió otro artículo loando al tradicionalismo español que reproduciré cuando tenga tiempo. En mi opinión, que una persona con sus ideas tenga una tribuna en el periódico serio con mayor tirada del Reino Unido es una gran noticia. Asimismo colabora con el diario de The Scotsman de Edimburgo, tradicionalmente considerado como el periódico nacional de Escocia. Es como Juan Manuel de Prada pero con mucha más mala leche.
Enlace al artículo en inglés:
Decent British revulsion towards bullfighting, in the land of the lunchtime abortion – Telegraph Blogs
Repulsa de los británicos decentes ante el toreo en la tierra del aborto rápido.
Por Gerald Warner
Sienten aguda repulsa contra el toreo en la tierra del aborto rápido. "Homenaje a Cataluña" es el sentimiento dominante entre los abraza-conejos y sentimentaloides británicos al oir que el parlamento catalán ha prohibido el toreo. Dado que esto ocurre no mucho tiempo después de que el repelente régimen de Zapatero en Madrid introdujera el aborto a la carta en toda España contra los conocidos deseos de la mayoría de la nación, hay una curiosa simetría en esta filosofía del “Cuatro patas, bueno; dos patas, malo” adoptada con igual entusuasmo en las culturas anglosajona e hispánica.
“No se conoce espectáculo tan ridículo como el pueblo británico en uno de sus arrebatos periódicos de moralidad”, escribió Lord Macaulay, una observación que sigue vigente en la actualidad. Desde 1967 han sido abortados más de 7 millones de bebés británicos (muérete de envidia, Heinrich Himmler; con el paso del tiempo los récords de liquidación tienen tanto valor como los deportivos); pero lo que indignó a nuestros legisladores fue la supuesta crueldad de la caza del zorro. Cuando un zorro atacó recientemente a unas bebés gemelas poniendo en peligro sus vidas, los traumatizados padres tuvieron que ser puestos bajo protección policial tras recibir amenazas violentas e insultos por difamar a los zorros.
De todas formas la Gran Bretaña post-Blair nunca podrá ser considerada la sociedad más hipócrita y materialista de la tierra mientras haya catalanes para reclamar esos laureles. Daniel Hannan tiene bastante razón al decir que la prohibición del parlamento catalán no tiene nada que ver con el bienestar de los animales y tiene todo que ver con proclamar su diferencia con el resto de España. Si los cerdos pudieran votar, el último lugar que elegirían para su existencia sería una granja catalana. Creo que Dan se equivoca, sin embargo, al citar a ese desacreditado viejo impostor Ernest Hemingway. (“Me obscenidad en la leche de tu café de comercio justo de la Unión Europea”)
Los separatistas catalanes de los años 30 resultaron ser pavos votando a favor de la Navidad, y su postura podría ser ahora igualmente contraproducente, como demostró el boicot de sus vinos por parte de amas de casa madrileñas y otros españoles hace un tiempo. El corolario paradójico a su comportamiento es que, al acentuar su diferencia con España, los catalanes acentúan su similitud con el resto de la Unión Europea. Prohibir el toreo es un gesto esencialmente “comunitario”.
Como también lo fue la prohibición irlandesa de la caza del ciervo el pasado mes, aprobada por solo 75 votos a 72, convirtiendo a los diputados del Fianna Fail en una especie en peligro de extinción en los distritos rurales. Después de que Irlanda, supuestamente una nación de rebeldes indisciplinados y de individualistas, se rindiera a la prohibición de fumar, era predecible que el resto de sus libertades siguiera el mismo camino. Tras zafarse del supuesto “yugo” de Roma, se ha convertido en la dócil sierva de Bruselas. Los llamados derechos de los animales van en tándem con la perdida de la fe religiosa: si el hombre no es más que un animal entre tantos, entonces no tiene derechos superiores a los de las criaturas de cuatro patas.
La Unión Europea y las Naciones Unidas están trabajando para establecer un gobierno mundial monocultural, Su naturaleza amligna es una de control de la población, secularismo, relativismo moral, materialismo, modernidad acomplejada, igualdad de todos bajo el gobierno benigno de la totalmente desigual élite en el poder. Promueve al Hombre Nuevo: envuelto en celofán, emasculado por regulaciones de sanidad y seguridad, dedicado a extender su existencia desespiritualizada y sin sentido mediante avances médicos, habitando ciudades convertidas en anónimas por la arquitectura globalizada y la ubicuidad de las corporaciones internacionales.
La intolerable antítesis de ese futuro utópico es cualquier sociedad que valore la tradición, que tenga apego a sus costumbres, que se dedique a actividades viriles como la caza o el toreo, que sirva a Dios en lugar de a Mammon. El espíritu libre que posee un arma, ama la naturaleza aún no domesticada y convertida en parques naturales plagados de señales, que practica el Cristianismo a la manera de sus antepasados, respeta a los animales como parte de la creación pero nunca igualaría su status con el de los seres humanos. Tales hombres son un espectro hostil que hostiga a los ingenieros sociales que trazan la hoja de ruta de nuestro futuro global. Deben ser eliminados, y el instrumento para esa purga son los tontos útiles en las asambleas parlamentarias politicamente correctas.
Última edición por Scolastica; 22/08/2010 a las 21:58
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