¡Qué viva España!
Cada vez que abro un periódico me convenzo más de que habría que entonar la cancioncilla alemana que popularizó Manolo Escobar. Y es que una vez pasado el Tsunami-del-mundial volvemos a las andadas, y es que no parece haber remedio para una población descerebrada, bueno, si lo hay, pero mejor dejarlo por ahora.
Pues la cosa va de cómo nos ven los chinos que viven en Madrid, pero cuyas opiniones son perfectamente extrapolables a otras regiones, y hasta a "otras etnias". Léase el artículo en cuestión.
El comercio chino devora al espaol - ABC.es
Y anteayer "El ZETA" hablándole a los chinos de las "bondades" de la economía española... ¡¡¡ y tanto, está toda España en venta y a precio de saldo !!!, bueno al menos comeremos "arroz tres delicias", "cerdo agridulce" y "rollitos de primavera". Yo es que prefiero los chinos antes que los moros,
¿vosotros no?
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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