Título: Los periodistas y la pantalla de humo de la pedofilia
Autor: Dra. Trayce Hansen
Traducción: Alejandro Villarreal -julio de 2011-. Énfasis añadido
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He aquí una interrogante: Partiendo del hecho de que muchos periodistas conocen la definición de pedofilia, y por lo tanto, saben que la mayoría de los sacerdotes involucrados en escándalos sexuales no cumplen con tal definición, ¿por qué persisten en llamarlos pedófilos?


Permítanme ofrecer una respuesta:
La mayoría de los periodistas deliberadamente etiquetan a los sacerdotes abusivos como pedófilos con el fin de crear una pantalla de humo, su objetivo es ocultar el hecho de que estos hombres en realidad son acosadores homosexuales. Otros periodistas, en menor proporción, solamente repiten mecánicamente la frase: “sacerdote pedófilo”, sin ninguna consideración a lo que desea referirse y por lo tanto, participan sólo, inadvertidamente, en esta ofuscación.



Pero me estoy adelantando demasiado, quizás deberíamos comenzar con una definición básica de la pedofilia o paidofilia. Un pedófilo es cualquier adulto quien tiene un deseo sexual hacia un niño preadolescente. Y ya que la mayoría de los sacerdotes que han sido identificados como acosadores sexuales han cometido su falta sobre jóvenes adolescentes, ellos no son, por definición, pedófilos.




Una significativa mayoría de los sacerdotes identificados como abusadores sexuales en realidad son pederastas. El pederasta es el varón homosexual adulto quien busca jóvenes adolescentes con sus mismas inclinaciones sexuales. En mi profesión como sicóloga son llamados depredadores sexuales, en el campo policial son llamados violadores consumados, o simplemente, criminales. Pero de ninguna manera son pedófilos.
Existen algunos hechos adicionales que prueban el hecho:
Dra. Trayce L. Hansen. Es licenciada en sicología en los campos clínico y forense. Recibió su doctorado en la Escuela de Profesional de Sicología de California, en San Diego, en 1997. La experiencia de la Dra. Hansen es variada e incluye amplia labor clínica así como forense. Está particularmente interesada en temas relativos al matrimonio, la paternidad, las diferencias masculinas y femeninas y la homosexualidad.



Primero, según los estimados más publicados, entre el 25 y el 50% de los sacerdotes son homosexuales. Lo aterrador de esta cifra, estadísticamente contrasta con el hecho de que sólo del 3 al 5% de la población general es homosexual. Los homosexuales, por lo tanto, desproporcionadamente llenan las filas del sacerdocio.


Segundo, aproximadamente del 85 al 95% de los casos conocidos de abuso sexual llevados a cabo por sacerdotes, fue en contra de jóvenes adolescentes. Y ya que uno podría predecir estadísticamente que sólo del 25 al 50% de los sacerdotes podrían resultar en casos de acoso sexual llevados a cabo por homosexuales, basándonos en los porcentajes de la población total de sacerdotes, uno se queda pasmado por el hecho de que estos sacerdotes homosexuales están llevando a cabo acosos en porcentajes más altos a los esperados, y en mucho mayor medida que sus contrapartes heterosexuales.


Los varones homosexuales con quien he hablado no se sorprenden de estas cifras y reconocen con franqueza que un significativo número de homosexuales varones, sean sacerdotes o no, buscan a jóvenes adolescentes como “parejas sexuales”, estos hombres son conocidos dentro de la comunidad homosexual como “chicken-hawks” (Nota de B&T: literalmente.- gallinas-halcón o quizás “gallinas de presa” interpretando un poco el término inglés, pues desconozco el término análogo exacto en castellano).


Como nota adicional, es interesante notar que aquellos quienes fustigaron a los Boy Scouts por impedir que tuvieran guías o dirigentes scouts homosexuales, han guardado un silencio sepulcral desde que estalló el escándalo de los sacerdotes abusadores. Me pregunto ¿es debido al temor implícito de que las regulaciones de los Boy Scouts ahora sean vistas como algo totalmente razonable a la luz del comportamiento de acoso llevado a cabo por tantos sacerdotes homosexuales?


Pero permítanme regresar al tema, sobre la veracidad que los periodistas. Aunque tantos como el 95% de los casos de acoso de sacerdotes reportaron un claro involucramiento de acoso a adolescentes, la mayoría de los periodistas pasan de largo el ángulo de la orientación sexual e inapropiadamente etiquetan a los sacerdotes abusivos como pedófilos. En la mayoría de estos periodistas, esto no es un error sin intención.


Parece que muchos periodistas intencionalmente utilizan la palabra pedófilo ya que ésta no especifica la preferencia sexual y así se encubre el hecho de que la gran mayoría de los sacerdotes abusadores son homosexuales. Estos periodistas, quienes tienden a apoyar social y políticamente los ideales de izquierda, quieren oscurecer este hecho porque sería perjudicial para la agenda homosexual, la cual siempre nos ha querido hacer creer que no es más probable que los homosexuales acosen a los menores, que lo que lo hacen los heterosexuales, una afirmación falsa en este sentido. Y ya que la mayoría de los periodistas prefieren ayudar y no perjudicar la agenda homosexual, ellos cooperan con este encubrimiento.


Los periodista objetivos, una frase que debería ser redundante, supuestamente deben reportar los hechos sin detenerse por sus efectos, positivos o negativos, a determinada agenda. El enmascarar la verdad en pos de lo políticamente correcto y en beneficio de una agenda sólo lleva a la cortina de humo, y esto no sólo es una violación a la ética profesional del periodismo, sino, en este caso, también pone en peligro a los jóvenes de nuestra nación. Si vamos a resolver el problema de los sacerdotes depredadores, necesitamos tener una visión clara de lo que es el problema. Y fundamentados en lo que sabemos hasta hoy, el principal problema no son los pedófilos [son los pederastas].


[Nota de B&T: De aquí se explica también la decisión de SS el Papa Benedicto XVI al haber prohibido el ingreso de homosexuales a los seminarios y que toma decisiones informadas, en este tema en particular.]