Tema: ¿Metamorfosis de ETA?

Madrid, 28 octubre 2011. Nota de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón:

¿Metamorfosis de ETA?
La fundamental solidaridad de los partidos y poderes del régimen imperante


Durante este mes de octubre, desde la Comunión Tradicionalista se ha contemplado -no con sorpresa, pero sí con disgusto- cómo se daban pasos hacia la impunidad de los terroristas de ETA y hacia la consecución de sus más amplios objetivos políticos, con la complicidad y el aliento del Gobierno constitucional, de la supuesta oposición parlamentaria y de la Jefatura del Estado; todo ello ante la suicida inacción de otros órganos del mismo.

Se habló, con relación a la presencia de Bildu y otras listas en las elecciones municipales del pasado mayo, del retorno de ETA a las instituciones. En realidad, ETA nunca las ha abandonado. La tupida red de colaboradores, activos o pasivos, del separatismo marxista-leninista abarca desde el ámbito nacionalista del que ETA nació, hasta una izquierda oficial e incluso "española" que, desde las plataformas conjuntas de inicios de la década de 1970, nunca rompió del todo sus lazos con ellos. Y, por supuesto, abarca al vergonzante imitador de toda política izquierdista, el Partido Popular. Sin la coalición PP/PSOE que desgobierna las Provincias Vascongadas, habría sido imposible el nuevo "clima político" que tanto favorece a ETA, o la ficción de una paz que no es sino el triunfo de los asesinos, la victoria definitiva de quienes han aterrorizado y oprimido a los demás durante décadas.

Octubre ha presenciado dos hechos de gravedad singular. El primero, la llamada "conferencia internacional de paz" celebrada el día 17 en San Sebastián, extraordinaria afrenta a Guipúzcoa y a España entera, que habría obligado a cualquier gobierno a declarar personae non gratae y proceder a expulsar a personajes extranjeros tan turbios como el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan; el irlandés Gerry Adams; el ex ministro francés Pierre Joxe; la noruega Gro Harlem Bruntland, o el británico Jonathan Powell. Siempre en términos de "conflicto" entre dos poderes, los intrusos y sus anfitriones han venido a pedir que se trate igual a víctimas y victimarios; que se "compense" a los terroristas y sus cómplices; que se atiendan las reivindicaciones de éstos. En suma: han venido a pedir que se oficialice, se dé carta de naturaleza y se cargue a los presupuestos del Estado lo que ya viene practicándose hace años.

Con el terreno preparado, tres días después ETA anunciaba el "cese definitivo" de su "actividad armada". Un comunicado como tantos otros anteriores, abyecto, que no se creen ni sus autores ni quienes lo han celebrado con entusiasmo: el Gobierno, el Partido Popular, los nacionalistas y hasta L’Osservatore Romano. Las víctimas del terrorismo han sido tratadas como un estorbo y un obstáculo para la "paz". Habrán de darse por buenos la radical devastación y transformación que el separatismo ha llevado a cabo durante cuarenta años en Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra; el destierro de centenares de miles de personas; el asesinato de casi mil y los daños a miles más; el terror constante que ha alterado las relaciones sociales. Habrá de renunciarse a la justicia, a la reintegración foral, a la unidad de España; y rezar, quizá, por no ser bombardeados por la OTAN, como Serbia, en caso de querer algún día restablecer la justicia y el orden en este nuestro Kosovo.

Agencia FARO

Pamplona, 2 noviembre 2011, conmemoración de todos los fieles difuntos. Como complemento de la nota de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón "¿Metamorfosis de ETA? La fundamental solidaridad de los partidos y poderes del régimen imperante", que FARO distribuyó el pasado 28 de octubre, reproducimos a continuación un artículo que el actual jefe de dicha Secretaría, el Profesor José Miguel Gambra, publicó (con ocasión de otro "cese de la violencia", "alto el fuego" o "tregua" de los terroristas separatistas) en el quincenal católico navarro Siempre p'alante, en el año 1999.¿Para quién guardan las armas?

Muchos habrán visto con alivio la "tregua" de ETA y la habrán querido interpretar como fruto de la presión ejercida por el democrático pueblo vasco y español con sus manifestaciones de repulsa ante la violencia. Asistiríamos, según eso, a una brillante victoria de la democracia, cuyo espíritu se habría apoderado de los terroristas que, en lo sucesivo, reducirían sus métodos al diálogo y a la consulta en las urnas.

Nada más falso. Sembrar el terror es un medio eficaz de cosechar poder, y lo único que ahora está haciendo Herri Batasuna y su brazo armado es pararse para hacer la recolección. Pero guardan los aperos, por si la cosecha es insuficiente.

El poder, en estos tiempos, conlleva la capacidad de someter y obligar al cuerpo y a la mente. No tiene por qué coincidir con el gobierno nominal. Los gobiernos democráticos desde la transición, atrapados en parte por la teoría de los derechos humanos y, en parte, por los intereses de partido, que sólo les permite prever a cuatro años vista, cedieron ambos dominios ya hace años. Cedieron el poder sobre las mentes cuando entregaron la enseñanza al gobierno autónomo vasco, y el poder sobre el cuerpo al transferir la policía, al suprimir la pena capital y al prescindir por principio del ejército.

Que el poder ha pasado en buena medida a los separatistas violentos lo puede ver cualquiera. Las protestas populares sólo tienen sentido contra el que tiene poder. Un gobernante podrá organizar manifestaciones para afianzar su poder, pero no puede promoverlas contra otro, so pena de reconocerle como poder parejo, si no superior. Y eso es lo que hizo el ministro del interior, con su cara de tristeza insondable, cuando pedía concentraciones silenciosas y pacíficas contra la violencia etarra.

Lo mismo pasa con la tregua. Porque las treguas se hacen entre gobiernos con ejércitos contendientes. Haber aceptado que ETA pueda declarar una tregua implica el reconocimiento de su poder gubernativo.

Esto lo veía, meses ha, cualquiera; esto es lo que ETA ha visto. Por eso, ha dejado las armas, justo antes de las elecciones. Quiere ver hasta dónde llega su capacidad de dominio. Para ello cuenta con la fuerza popular de la juventud educada por las ikastolas, las escuelas transferidas y la televisión vasca. Así, puede mantener una violencia más extendida y menos llamativa que el terrorismo, de la cual no se responsabiliza directamente. También cuenta con la parcial coincidencia de su ideología con los demás separatistas, que le faculta, una vez suprimida formalmente la lucha armada, para hacer las componendas necesarias de modo que el poder vaya pasando oficialmente a sus manos. Lo de Josu Ternera sólo puede sorprender la ingenuidad de los demócratas místicos, que ascendiendo por la vía de la tolerancia y la solidaridad han alcanzado la serenidad en la contemplación cara a cara de la constitución, y no se enteran de nada. En los próximos gobiernos vascos veremos a etarras convictos como ministros y senadores, si no como presidentes.

Pero ETA guarda las armas... ¿Para quién? Si no ha cosechado suficiente poder, las volverá nuevamente contra el gobierno central. Pero si está satisfecha, las usará para deshacerse de sus actuales aliados, los curas separatistas y los capitalistas del PNV, e instaurar así su dictadura proletaria, o lo que quiera que busquen. Porque, no lo olvidemos, la revolución siempre devora a sus hijos, empezando por los más tibios y blanditos.

Y cuando esto suceda, quizás allende la frontera con Castilla, sólo la piedad cristiana podrá ahogar en nuestro pecho la más sonora de las carcajadas.
Agencia FARO