Como jefe de estado que es, al Papa a veces le toca recibir a jefes de estado o embajadores de países que dejan muchísimo que desear en su comportamiento, pero el Sumo Pontífice guarda el protocolo y las formas y no se le ocurriría hacerles un desplante, aunque luego en algún momento de la conversación les diga con buenos modos lo que les tenga que decir. Y no hablo de papas tolerantes posconciliares, sino de cómo se ha desempeñado siempre la diplomacia vaticana. Las protestas y declaraciones contra determinadas personas tienen su momento y su lugar. Pero si alguien te va a dar un premio es una falta de educación tremenda, el colmo de la grosería, una ingratitud incalificable, responder con tan malas maneras.
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