También el Capitán Trueno recibirá un gran homenaje este año. No en vano en junio cumplirá medio siglo de vida. Cincuenta años que nos separan a muchos de una infancia atiborrada de sus aventuras, de su lucha por la justicia, de su solidaridad extrema con los suyos, con quienes todo lo compartía. Yo era de los de El Jabato -que respondía al mismo patrón-, pero estaba en minoría en aquel Lugo pachorrón. Los del Capitán Trueno eran más (llegó a vender 375.000 ejemplares semanales), y lo eran porque, según mi buen amigo Miguel Ángel López Vivanco, psicólogo él, encarnaba mejor que ningún otro el síndrome de la responsabilidad grupal. El Capitán Trueno podría vivir mucho mejor solo (sin Goliath, sin Crispín y sin su novia Sigrid), pero el gran paladín de los débiles jamás pensó en ello ni rehuyó ningún sacrificio para asegurar su libertad. Como un modélico padre de familia, y al grito de «Santiago y cierra España», el Capitán Trueno fue nuestro mejor educador (junto con El Jabato, claro) en las nobles actitudes que deben adornar a un buen ciudadano. No en vano él predicó la rebeldía ante la injusticia desde el púlpito al que le prestábamos más atención. El mejor, por lo tanto. Feliz cumpleaños, capitán.