El Pacte del Tinell firmado el 14 de diciembre de 2003, entre el PSC, los masones de ERC y los ecosocialistas (antes de 1989 también conocidos como stalinistas) de Iniciativa per Catalunya-Els Verds se ha hundido con orquesta incluida como en el Titánic. Termina así y de la forma más tragicómica posible el intento por aglutinar las fuerzas de los neoprog y los micronacionalistas más recalcitrantes en un proyecto político de calado.
La cohabitación política tras dos años y medio de desavenencias públicas, sólo ha servido para lo que el exseminarista e hijo de picoleto chusquero había previsto en su día: como banco de pruebas para los neobatasunos de ERC. Se me olvidaba: y para que los vaqueros puedan casarse entre ellos y adoptar hijos, la gran aportación del Triunvirato de las islas Medas a la Catalunya posmoderna.
Los resultados de las elecciones autonómicas del 16 de noviembre de 2003 dejaban un Parlament sin mayorías absolutas. CiU capitaneado por el novio de la Barbie, Kent Mas, lograba 46 parlamentarios y parlamentarias frente a los 42 del "Botella" y el PSC. La izquierda de lbuen rollito ante la promesa jurada de no cometer los mismos errores que el clan de los Pujol durante sus veintitrés años de gobierno comisionado, desenterraba los viejos eslóganes y maneras del sanguinario Frente Popular. Eso sí, con sus actualizaciones obligadas: al gran capital ni tocarlo que lo de colectivizar la tierra y nacionalizar la banca ya no son “cool”.
Maragall accedió a la presidencia de la Generalitat el 16 de diciembre de 2003. Cuatro días más tarde tomaba posesión del cargo como President. Para el Botella esta sería la culminación de su carrera política tras su autoexilo a la italiana y varias intentonas frustradas contra el gran Padrino Pujol. “De la Generalitat a la Bodeguilla”, pensaba para sus adentros el olímpico President.
Pero Maragall no era el único que soñaba con coronas laureadas y el clamor de la plebe. Agazapado entre bastidores, el Primer Conseller en Cap y principal socio de los socialistas, Carod Rovira, también se autoestimulaba con íntimos tocamientos en esas horas que los políticos se dejan llevar por sus fantasías más lujuriosas. Junto a los cachorros de Terra Lliure –esos gestores de la cloratita local en versión chapucera-, el coleccionista de chapas ya se veía proclamando la República Catalana desde la azotea del Corte Inglés flanqueado por los Mossos, Eto y un tal Bargalló.
De tanto flash y rueda de prensa, de tanto canapé y copita de cava “de la terra” a los megalómanos de ERC se les subió la burbuja a la cabeza. Faltos de picardía política y con un jefe de filas que le gusta chupar cámara más que a un tonto una piruleta, el bueno de Josep Lluís decide jugársela siendo Presidente en funciones de la Generalitat.
El 12 de enero del 2004, el filólogo de Tarragona, con nocturnidad y espíritu gregario digno de admiración para con sus socios de gobierno, mete un par de mudas en su maleta y se marcha de pícnic con los etarras Josu Ternera y Mikel Antza por el extraradio de la ciudad de Perpinyà. “¡Ole tus huevos!”, exclamó el topo infiltrado en ETA. “Con esto me suben a cabo y me gano unas merecidas vacaciones”. Según el tebeo socialista el Periódico de Catalunya, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) supo del encuentro porque ETA elaboró un acta de la reunión. El escrito llegó a manos de Batasuna, y un infiltrado de los servicios secretos españoles informó de su contenido al CNI, según la versión que dió Esquerra. Los carotistas también manifestaron en su día que el Conseller no había sido seguido en su desplazamiento ni que los servicios franceses se hubieran enterado y trasladado la información a sus homólogos españoles. (El Periódico de Catalunya. Pàg. 26. 26/11/2004).
Catorce días después, el lunes 26, el diario capitalino Abc informaba de dicho encuentro y desataba el llamado Perpinyàgate, que terminó con la salida del filólogo del Govern de la Generalitat.
(CONTINUARÁ)
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