Tema: Braun tancarà la històrica planta d'Esplugues l'any 2008

Afectats La decisió deixarà sense feina els 761 treballadors de la fàbrica i arrossegarà 2.000 llocs de treball indirectes Deslocalització La marca de petits electrodomèstics fabricarà a la Xina o a l'Europa de l'Est

Josep Ferrer

La multinacional alemanya Braun va anunciar ahir el tancament "irrevocable" de la seva planta d'Esplugues de Llobregat. Aquesta mesura, que es farà efectiva a finals del 2008, deixarà sense feina 761 empleats, a més de dues mil persones més que de manera indirecta treballen per a aquesta empresa, segons van assenyalar ahir els sindicats.
La companyia ha optat per deslocalitzar la producció i traslladar la planta de fabricació de petits electrodomèstics d'Esplugues a la Xina o a un país de l'Europa de l'Est. El director de Braun a Espanya, Francesc Pons, va ser l'encarregat de donar la mala notícia als representants dels treballadors. Els arguments esgrimits per la companyia no estan relacionats amb les pèrdues econòmiques, sinó que obeeixen a un simple criteri de reducció de costos per, d'aquesta manera, incrementar els guanys.
Braun va voler deixar molt clar que el tancament de la factoria d'Esplugues "no té res a veure amb els empleats, que sempre han demostrat en la seva feina alts i consistents estàndards de qualitat". Per aquest motiu la direcció s'ha mostrat disposada a "proporcionar tot el suport i ajut necessaris a tots els empleats" en el seu camí de recerca d'una nova feina. Serà una tasca difícil, ja que la majoria porten entre 30 i 32 anys treballant a l'empresa i per tant superen la cinquantena d'anys. Una quarantena de professionals del departament de R+D podrien ser recol·locats al Centre Tecnològic de Kronberg, a Alemanya.
Braun va aterrar a Esplugues -on fabrica planxes i batedores- el 1960. El creixement urbanístic ha deixat la planta al bell mig del municipi, cosa que la fa molt llaminera per al negoci immobiliari.



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Tú no puedes comprar, yo no quiero vender

El nacionalismo económico se instala en los principales países de la UE. Las operaciones de compraventa lanzadas entre empresas de Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España provocan reacciones proteccionistas en los gobiernos








Madrid- Las grandes empresas de Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España están provocando un cúmulo de tensiones interestatales entre los respectivos gobiernos. El fantasma del «nacionalismo económico» ha aparecido en el horizonte de la UE, y cada Estado protege sus intereses con medidas que, en ocasiones, chocan de frente con ese concepto tan de moda en la actualidad como es el de la «libertad de mercado». Hagan sus apuestas.

Alemania, ¿liberal? A diferencia de otros países, la legislación alemana puede considerarse liberal en lo que se refiere a adquisiciones de empresas nacionales con capital extranjero. La falta de trabas legales y la amplia base accionarial de muchas compañías germanas las convierte en atractivas candidatas a ofertas foráneas. Pero las autoridades se reservan algunos ases en la manga para impedir que los sectores clave caigan en manos ajenas.

En los últimos años Alemania ha registrado adquisiciones significativas, que el Gobierno de Berlín aceptó con resignación. La más espectacular fue en el año 2000, cuando a la operadora británica Vodafone se hizo con la alemana Manesmann para formar un coloso de la telefonía móvil. Después vendría la entrada de la farmacéutica francesa Sanofi en Aventis o la fusión del banco italiano Unicredito con Hypo Vereinsbank.

Y eso a pesar de que el ex canciller Gerhard Schröder había animado a los cuatro grandes institutos de crédito germanos, entre los que se incluye el Hypo, a unir sus fuerzas. Si bien el Ejecutivo no se inmiscuye en las inversiones directas, existen excepciones y la más llamativa se refiere a Volkswagen. En torno al consorcio automovilístico se levanta una especie de valla protectora para impedir que un inversionista privado se haga con la mayoría de sus acciones.

El Estado de Baja Sajonia, propietario del 18%, cuenta con una minoría de bloqueo de acuerdo a la «ley Volkswagen». En los estatutos de la compañía se incluye una cláusula que impide a cualquier accionista superar el 20% de los derechos de voto, independientemente de su porcentaje de participaciones. Una regulación controvertida que se ha ganado las protestas de la CE.

La opa lanzada por E.ON, compañía que preside Wulf Bernotat, sobre Endesa demuestra que las compañías germanas tienen importantes expectativas expansionistas, y que además disponen del suficiente músculo financiero necesario para llevarlas a buen puerto.
Según datos del Deutsche Bank, las inversiones extranjeras directas ascendieron en 2005 hasta los 26.300 millones, lo que supone el primer aumento en cinco años. La tímida recuperación germana apunta a que el crecimiento continuará.

El «freemarket» británico. El ministro de Finanzas británico, Gordon Brown, no deja pasar ninguna ocasión de alardear de que su economía resulta extremadamente atractiva para los inversores extranjeros, pero al menos nadie puede acusarle de no respaldar sus palabras con cifras: en 2004, Reino Unido fue el segundo país del mundo que más dinero ajeno absorbió, por detrás de EE UU.

Según datos de la ONU, ese año la economía británica atrajo un total de 78.000 millones de dólares provenientes de cientos de empresas foráneas, con la compra de Abbey por el SCH como operación de mayor calibre. Así, el valor acumulado de las inversiones extranjeras en el país se disparó hasta los 772.000 millones, la mayor cifra de toda la UE.

Al igual que gigantes locales como Barclays, Vodafone o BP no dudan en invertir generosamente fuera de las Islas, los británicos no ponen demasiados impedimentos para que compañías de otros países adquieran negocios de todo tipo. Así, las empresas extranjeras se han hecho con una sustanciosa cartera que incluye desde equipos de fútbol como el Manchester United, en manos del estadounidense Malcolm Glazer, hasta símbolos de su pasado industrial como la automovilística Jaguar, ahora propiedad de la estadounidense Ford.

Ni siquiera los sectores más estratégicos se resisten al ímpetu liberalizador británico: hace tres meses, la empresa de Dubai DPW se hizo con el gigante portuario P&O por 6.800 millones de dólares sin que nadie cuestionara el acuerdo, mientras que las autoridades estadounidenses exigieron que sus puertos quedaran excluidos del pacto después de una intensa polvareda política. En los últimos años, las empresas españolas se han aprovechado de este propicio ambiente para sorprender a la «City» con adquisiciones multimillonarias. El SCH se hizo con Abbey en 2004 por unos 12.500 millones de euros, la mayor operación de este calibre realizada hasta la fecha entre distintas naciones de la UE. Después llegó la compra de O2 a cargo de Telefónica, que pagó unos 26.000 millones por la compañía. Ahora es Ferrovial la que se encuentra inmersa en una batalla para hacerse con el control de BAA, el mayor operador de aeropuertos del mundo. «Al tener una economía tan abierta, que ofrece una inusual libertad a la hora de invertir, nos hemos acostumbrado a que los extranjeros se hagan con sus rivales británicos sin excesivas alharacas», aseguró Jeff Randall, prestigioso columnista del diario «Daily Telegraph».

Francia se blinda.
El «patriotismo económico» que reivindica Dominique de Villepin ha servido para oponerse a la opa de la eléctrica Enel sobre Suez. Si la presa es de nacionalidad francesa, conlleva un bloqueo con medidas políticas, mediáticas, económicas y legales. Si la carta de presentación gala corresponde a la empresa compradora, entonces no hay «patriotismo» que valga. Aunque la ley que impide las opas extranjeras en diez sectores considerados «estratégicos» por el Gobierno pudieran hacer pensar lo contrario, Francia sale ganando en la ausencia de vallas a la globalización económica. En 2005, las compras francesas de empresas extranjeras subieron un 157,4%, operaciones por 60.600 millones. A la inversa, la cifra se redujo un 44% (25.400 millones). Un saldo positivo que no fue óbice para crear una ley específica contra opas extranjeras en sectores estratégicos. Dispuesto a orquestar una crisis política cuando una empresa extranjera se interesa por una francesa, o con intereses en Francia, como ha sucedido con la opa de Mittal sobre Arcelor, el Ejecutivo no encuentra pegas ante compras de empresas francesas en el extranjero, como la adquisición de Amena por France Telecom, cuyo máximo accionista es el Estado, la del británico Allied-Domecq por Pernod-Ricard o la compra de la inglesa Body Shop por L’Oreal. Pero la fusión entre el grupo público Gaz de France y Suez para impedir la entrada de Enel en Francia y la defensa de Arcelor no han sido los únicos ejemplos de blindaje francés. Alemania todavía recuerda con desconfianza las maniobras de París para que el grupo francés Sanofi-Synthélabo se hiciese con su rival Aventis. Operación que concluyó con éxito mediante una opa hostil. Italia y la BNL. A pesar de la fama proteccionista que el mercado italiano se ganó con el caso BNL-BBVA, los analistas del país aseguran que la situación no es peor que en algunas naciones vecinas, como Francia. Antonio Mucedero, analista financiero de Milán, lo explica con casos referidos al sector energético. «La Edf francesa intentó hacerse con el control de Edison, la segunda eléctrica italiana, y es cierto que en un principio encontró problemas. Finalmente, forjando una alianza con una empresa de Milán, la AEM, tendiendo puentes y buscando una negociación efectiva, ha conseguido la participación mayoritaria y el Gobierno italiano hizo incluso un decreto en su defensa», comenta. Sin embargo, asegura Mucedero, cuando la Enel italiana intentó entrar en la Suez francesa, las autoridades galas se opusieron con energía. «Cuando Enel intentó hacerse con la Suez, el Gobierno francés cerró filas. Chirac dejó claro que los intereses de Francia estaban en juego y ahora tendrá que intervenir la CE». Pese a todo, el proteccionismo italiano sigue vivo en algunos sectores. «En las aseguradoras ocurren cosas escandalosas. Esto se debe, sobre todo, al pequeño oligopolio existente. Pero afectan más a nivel interno que a nivel europeo. Y los mecanismos están actuando. Por ejemplo, el «antitrust» las ha multado por tener un cartel», dijo Mucedero. En el sector bancario la cosa ha cambiado mucho desde la marcha del anterior gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio. «Desde que no está, el mercado se ha abierto netamente. Se empieza a respirar. Ahora a los extranjeros les va a ser más facil abordar bancas italianas. Es lo que pasó con la BNL. BBVA descalabró a Fazio y le dejó las cosas fáciles a la BNP. Con Fazio la BNP nunca hubiese conseguido comprar la BNL». Este reportaje ha sido elaborado con información de Anxela Iglesias (Berlín), Gonzalo Suárez (Londres), Enrique López (Bruselas), Javier Gómez (París) y Ángel Villarino (Roma).


Borja Carrascosa
www.larazon.es