Tema: El Ayuntamiento de Sevilla quiere una Navidad laica y pagana

Torrijos prefiere denominar a la Navidad como «fiesta del solsticio de invierno»




Torrijos, ayer durante su comparecencia ante los medios de comunicación. ROCÍO RUZ

A. ESTRELLA YÁÑEZ/ABC/SEVILLA



El primer teniente de Alcalde y delegado de Infraestructuras para la Sostenibilidad, Antonio Rodrigo Torrijos, anunció ayer cambios en la iluminación navideña de 2008/09, una instalación que prefirió denominar como «alumbrado del solsticio de invierno, en lugar de Navidad».
Torrijos, quién también anunció cambios de iluminación en el real de la Feria aprovechando el traslado de ésta a un nuevo emplazamiento, enmarcó estas iniciativas en la necesidad de contribuir a mitigar los efectos del cambio climático.
Sobre la iluminación navideña, el delegado dijo que su formación -IU- este año no puede intervenir ya que las actuaciones dependen de presupuestos ya elaborados, pero sí anunció que en las Navidades de 2007-08 habrá cambios apreciables que comenzarán por la designación, pues lo conocido hasta ahora como alumbrado navideño pasará a establecerse como «decoración navideña, porque no es igual».

http://sevilla.abc.es/20071113/sevil...711130313.html

La falsa Navidad de Torrijos








EL socio de gobierno del alcalde en el Ayuntamiento de Sevilla ha decidido que la Navidad no es lo que es sino lo que él quisiera que fuese. Y, en consecuencia, se ha referido a las fiestas que conmemoran y celebran el Nacimiento de Cristo con la estrafalaria expresión «solsticio de invierno». No sabemos lo que el señor Rodrigo Torrijos evocará cuando consuma los mantecados y cante los villancicos. Será -conjeturamos- una Navidad laicista y atávica, expectante ante los movimientos astrales. Pero él no es sólo un ciudadano libre de concebir los hechos como le plazca; es, sobre todo, un representante de la ciudadanía. Y no de una secta social sino de todos los sevillanos.
Mal que le pese al teniente de alcalde delegado de Infraestructuras para la Sostenibilidad, esos votos que fueron a parar a la oposición, y que él considera una «desgracia» de la democracia, son también sus votos porque la Corporación Municipal es una sola y la política que desarrolle ha de ser acatada por todos. Por ende, Antonio Rodrigo Torrijos debe ser más cuidadoso con las creencias de los otros, máxime si no son las suyas. Para más abundamiento, resulta que esa naturaleza religiosa de las fiestas que se aproximan y que él desdeña, es la que profesa la inmensa mayoría de los habitantes de la ciudad que él co-gobierna, y seguramente un número notable de sus propios votantes.
Así que desairar a quienes -creyentes o no- ven en la Navidad la fiesta cristiana que siempre ha sido es, ni más ni menos, situarse más allá de la estratosfera de la realidad, en un planeta de memorias históricas y guerras por ganar que, con tal de desvestir a las tradiciones de su contenido espiritual, es capaz de disfrazarlo todo, hasta el alumbrado navideño. Empieza a ser inquietante este mundo paralelo en el que se mueve un sindicalista emigrado a la política que, recordémoslo, tiene en su haber muchos menos votos que el partido con el que gobierna y muchísimos menos que el que no lo hace pero sienta a sus ediles en el salón de plenos con la misma legitimidad que los otros.
El señor Torrijos ha emprendido una especie de cruzada anacrónica, entre soviética y china, con la gran excusa de la protección del medio ambiente, para reducir la pujanza energética de Sevilla. El efecto de estas automutilaciones económicas no será otro que la decadencia en la que ya está inmersa la capital y su provincia. Y uno de sus responsables será este extravagante poseedor de un puñado de sufragios que tanto manda en las calles de Sevilla. Unas calles que estarán cada vez peor iluminadas gracias a él, y una Sevilla que no podrá contar, por ejemplo, con la central de ciclo combinado también porque este nostálgico de los planes quiquenales no quiso.
No, señor teniente de alcalde, la Navidad no es el solsticio de invierno, aunque coincida con él. Desde que en Belén naciera un Niño, reconocido por decenas de generaciones como el Hijo de Dios vivo, el solsticio de invierno se llama Navidad. No es algo del pasado, sino del hoy y del mañana de la Humanidad. También de la ciudad que usted tan torpemente administra.

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torrijos_200711130313.html

Solsticio de estulticia






Por ANTONIO GARCÍA BARBEITO



CUANDO se empeña un beocio / y de tonto coge vicio, / es tonto por el solsticio / como por el equinoccio. / Si encima ejerce de socio / de notables estropicios, / ni les cuento el perjuicio / que acarrean sus niquiscocios. / (Perdonen, pero en el ocio / me gusta el verso de oficio).
¿Qué fue, originalidad / o fue intención de descuerno / llamar «solsticio de invierno» / a la santa Navidad? / Por tamaña tontería / es raro que yo me asombre: / ¿No le llama este buen hombre / el Metrocentro al tranvía? / Ya ha cogido la marimba / en vez de usar la zambomba, / y chuminadas en tromba / le salen por la cachimba.
No sé si lo saben, pero en el cielo se alquilan balcones, sí, pero no para un casamiento que se va a jasé, sino para ver pasar la procesión de tontos que nos rodean y a los que pagamos. Y no sé si sabe que en Portal de Belén hay estrella, sol y luna, pero nada de San José, La Virgen y el Niño. Lo único que nos hacía falta es saber que la revolución pendiente que tenía la izquierda (Unida o soltera) era llamarle a la Navidad «fiestas del solsticio de invierno». El concejal Antonio Rodrigo Torrijos parece que anda pidiendo un sillón vacío en la Real Academia..., pues vamos a dárselo y así se nos queda el suyo vacío en el Ayuntamiento. Yo no sé cómo este buen hombre alterna su afición por la psiquiatría con la de querer volvernos locos cada vez que abre la boca. La Navidad, «fiesta del solsticio de invierno». No sé si meterme con él o sentir lástima. ¿Ustedes se imaginan que ahora tuviésemos que cambiar la letra de todos los villancicos, y donde dice Navidad tuviésemos que colocar «fiesta del solsticio de invierno»?
Esto pasa por darle a alguien un sueldo y no darle trabajo, que el tío empieza a soltar paridas y se cree que está descubriendo América. No hay nada más malo, a esa edad, que tener mucho tiempo para pensar en lo que no piensa nadie, y, además, que tenga tribuna donde soltarlo. Se lo dije una vez a un cura que era chismosillo y correveidile, y cuando me dijo que como él había muchos otros, le contesté: «Sí, es cierto: pero lo malo es que tú eres el cura». Pues de Rodrigo Torrijos, tres cuartos de lo mismo: gente de la calle que piense tonterías del tipo «solsticio de invierno» hay mucha, pero, coño, por decir eso no cobran del presupuesto municipal. Y pensar que se presentó para alcalde de Sevilla... ¿Cómo le llamaría a la Semana Santa? ¿«Fiesta profana con inevitable paisaje de santos»? ¿Y al Corpus? ¿«Día de la espiga y el racimo, la juncia y el romero»? Desde luego, sin ánimos de ofender, me pone a huevo el ovillejo: «¿Quién con Navidad no flipa? / El Pipa. / ¿Quién se nos hace demonio? / Antonio. / ¿Quién huye de crucifijos? / Torrijos. / ¿Y quién en sus entresijos / urde términos canijos, / y ahora viene de moderno / con el solsticio de invierno? / El gilipollas Torrijos».

http://sevilla.abc.es/20071114/opini...711140320.html

Cuando se entere Ordoñez la que va a liar