El diario El País abre oficialmente campaña a favor de una ley de eutanasia para esta legislatura.

Los agentes de la cultura de la muerte siguen haciendo maniobras para conquistar la siguiente posición a favor de tal cultura y que en España pasa por la aprobación de la ley de la eutanasia.
Y hoy, el que sigue siendo aun el medio con más peso dentro del poder (lo encarne el PP o el PSOE), es decir el diario El País, nos avisa de por dónde van los tiros editorializando su posición con un artículo titulado emblemáticamente: “La legislatura de la eutanasia” . Cuyo significado es muy simple: según el diario El País esta legislatura se aprobará la ley de eutanasia.
El artículo viene firmado por un tal Joan J. Queralt, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona. Pero más allá de toda duda, este señor es sólo un portavoz de la posición del diario El País. Y, por tanto, ya lo saben ustedes: lo políticamente correcto en este momento es pedir la ley de eutanasia para este periodo legislativo, es decir, para un plazo máximo de cuatro años.
Y con la demagogia habitual de un poder totalitario la eutanasia será presentada como lo contrario de lo que en realidad es. Será presentado como una conquista de la libertad individual, cuando en realidad es dar poder pleno al Estado sobre la vida o la muerte de sus ciudadanos. La ley de eutanasia es una contra utopía, un camino sin retorno que nos lleva a un Estado con un poder completamente ilimitado y donde las personas no tendrán ningún derecho, ni siquiera tendrán derecho a la vida.
De facto, el sistema sanitario público ya hace mucho que decide cuando alguien debe morir o vivir, cuando desconectarlo o cuando suministrarle una sobre dosis de medicación “contra el dolor”. Lo de Leganés, lo de los chicos de “sendero luminoso” de Leganés, es cierto que es escandaloso por lo excesivo, pero con menos ostentación es algo que, mucho o poco, ocurre en todo el sistema sanitario público. Sin embargo una cosa es que la eutanasia se aplique yá de facto y otra muy distinta es que se aplique de jure.
La eutanasia está sometida a la ley sociológica de “la pendiente resbaladiza”. Se empieza autorizando la ejecución de un ser humano que sufre y lo pide. Y naturalmente a partir de ahí se extiende el privilegio a los que no sufren pero lo piden porque sufren subjetivamente; y naturalmente se extiende a los que sufren y no lo pueden pedir, y a los que pudiéndolo pedir no lo piden… y al final serán los técnicos en nombre del Estado los que deciden quién se va y quien se queda aunque, eso sí, en nombre del sufrimiento y la sacrosanta felicidad humana.
Y es evidente que este planteamiento es perfectamente equiparable al programa de eugenesia de los nazis. Ellos lo hacían en nombre de la pureza racial, y ahora se hará en nombre de la felicidad humana. El pretexto varía, pero no la consecuencia: un Estado con poder para decidir quién vive y quién debe morir. Un estado señor de la vida y de la muerte.
Y desde luego que no se nos diga que exageramos porque tenemos una lista de argumentos larguísima. Pero sobre todo ahí está la prueba de la eutanasia holandesa casi inmediatamente extendida a los niños, cuya muerte no deciden ellos sino médicos y padres. Y ahora mismo en Bélgica se discute la ampliación de la eutanasia a niños enfermos terminales y a pacientes con demencia. Por tanto, la aprobación de una ley de eutanasia es tan solo la primera etapa de un largo viaje que nos lleva al Estado señor de vida y muerte.
La expulsión del cristianismo del ámbito público nos está llevando a unos niveles de barbarie sólo comparable a las culturas más bestiales de la antigüedad. Y desde luego estamos por debajo de los niveles alcanzados por la cultura griega de la antigüedad. Y para comprobarlo basta conocer la historia del Juramento Hipocrático.
En suma, estamos a menos de cuatro años de dar un firme paso hacia una forma cultural completamente bárbara comparable con las culturas canívales o que practicaban los sacrificios humanos a los demonios. Y al fin y al cabo de eso se trata, ¿no?

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