Bilbao, 20 junio 2009. Ha recibido sepultura el inspector
Eduardo Puelles García, asesinado por los marxistas-leninistas de ETA en Arrigorriaga el pasado día 19, mediante una bomba en su automóvil. Era natural de Baracaldo, Vizcaya, y deja viuda y dos hijos. Las manifestaciones contra el terrorismo se suceden en toda España; la indignación es general. El sistema, por su parte, trata de distraer la atención con llamadas a la "unidad de los demócratas". Como suele ocurrir, las figuras del régimen, encabezados por el Presidente del Gobierno y el hijo del Jefe del Estado, corresponsables de la situación, han tenido la avilantez de acudir a las exequias.
También se suceden los actos terroristas que mantienen la presión sobre la sociedad vasca. Pocas horas después del asesinato de Eduardo Puelles, los grupos callejeros de apoyo a ETA --que se han extendido a toda España, bajo la etiqueta del
antifascismo-- quemaron un autobús y dañaron varios turismos en San Sebastián. Así mantienen el irrespirable clima de terror que dura ya más de treinta años, que ha ocasionado el éxodo de trescientos mil vascos y el silenciamiento de los demás. Una situación que no cambia por la formación de gobiernos autónomos "constitucionalistas". Como en septiembre de 2002 afirmaban las
Juventudes Tradicionalistas en el comunicado
"Ante la amenaza del separatismo vasco: La Constitución y los estatutos, lodos de la transición":
"Denunciamos que bajo el Estatuto no hay una aspiración real del pueblo vasco, sino un instrumento opresor del nacionalismo que lo inspira del principio a fin. Los carlistas nos mostramos enemigos y beligerantes contra el nacionalismo en todas sus formas y contra todos sus cómplices. Defendemos como siempre la unidad e integridad de las Españas y rechazamos los instrumentos antitradicionales, antivascos y antiforales como el Estatuto de Autonomía, del que exigimos su abolición inmediata y la vuelta a los regímenes forales vascongados. El nacionalismo no es más que la especulación de la burguesía con la sentimentalidad del pueblo.
"Si el Gobierno [...] y los partidos constitucionalistas tienen verdaderamente intención de poner coto a ETA, a Batasuna y a su tupida red de colaboradores, deberán demostrarlo empezando por crear el clima que permita el regreso a Vizcaya, Guipúzcoa y Álava de las decenas de miles de vascos que se han visto forzados a exiliarse desde el comienzo de la Transición; a la vez que suprimen el adoctrinamiento nacionalista y el entorno del que se nutren las organizaciones separatistas. Para ello es imprescindible:
- Suspensión del mal llamado Estatuto de Guernica.
- Cierre de las ikastolas donde se enseña una historia falsa para justificar el separatismo; retirada de los libros de texto y programas educativos del Gobierno autónomo vasco.
- Cierre de ETB y de las emisoras de radio y restantes medios en manos nacionalistas.
- Retirada de toda ayuda o subvención a la llamada Academia de la Lengua Vasca, y a cualquier programa de imposición del euskera batúa, eje de la estrategia nacionalista; apoyo en cambio a las variantes tradicionales del vascuence.
- Estatuto de autonomía para Álava, y apoyo a las iniciativas similares para Vizcaya y Guipúzcoa.
- Fin de la tolerancia para con los defensores del separatismo terrorista. Si son extranjeros, decláreseles personae non gratae. Si obispos, solicítese a la Santa Sede su remoción, y no se dude en expulsarlos del territorio nacional.
- Proscripción del uso oficial de la ikurriña, bandera del Partido Nacionalista Vasco, que en absoluto representa a Vasconia. Prohibición del uso de las armas de Navarra en los emblemas autonómicos vascongados.
- Derogación de la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución de 1978; fin del hostigamiento nacionalista contra Navarra.
"Las propuestas anteriores corresponden a una política de mínimos sin la cual la lucha contra el terrorismo separatista no será eficaz ni creíble."
No serán nunca creíbles las proclamas antiterroristas de los partidos políticos que apoyan el
terrorismo abortista, más sangriento que los otros, como el PSOE, el PP y la UPyD de Rosa Díez. No será nunca creíble el antiseparatismo de quienes acepten la Constitución de 1978, aunque propongan su reforma, ni los Estatutos de Autonomía que suplantan a los fueros y libertades regionales.
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