Las islas españolas del Pacífico y otros territorios olvidados de nuestro país

Hay lugares en los que España no ejerce su soberanía, y otros que permanecen fuera de la organización territorial del Estado

luis de vega


Pescadores frente a las islas Chafarinas


Si de una adivinanza se tratara, muchos no la descifrarían: lugares que no pertenecen a ninguna provincia, ni tampoco son ciudades autónomas, pero que son españoles. ¿De qué territorios se trata? La respuesta es múltiple, aunque cada una con sus particularidades: las islas Chafarinas, el Sáhara, bases de la Antártida o incluso unas paradisíacas las islas en el Pacífico: Güedes, Oroa y los Pescadores.
En algunos casos los territorios permanecen fuera de la organización territorial del Estado. En otros, España no ejerce la soberanía. Lo contrario a la actitud demostrada por el Gobierno gibraltareño durante el transcurso de los años, con las ampliaciones ilegales del territorio mediante espigones o la reclamación no contemplada en el Tratado de Utrecht de soberanía sobre las aguas.
El caso más llamativo de estos lugares es el de la llamada Micronesia española, en el océano Pacífico. Está formada por cuatro pequeñas islas que, por olvido, quedaron fuera tanto del Tratado de París como del Tratado Germano-Español en el siglo XIX por el que se cedían y vendían las demás posesiones en la zona. Hasta que el jurista e investigador Emilio Pastor se percató del descuido.
«España se reservó una serie de derechos en Micronesia y que, por otra parte, la especificación de los territorios que España cediera en 1899 deja al margen determinados grupos de islas en la misma zona (...). Estos derechos subsisten plenamente». Con estas palabras el Ministerio de Asuntos Exteriores se hacía eco del descubrimiento de Pastor y reclamaba las islas en un comunicado de 1949, según recogen en su libro «Breve Historia de la guerra del 98» Miguel del Rey y Carlos Canales.
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Güedes, un atolón con dos islas, se sitúa en el archipiélago de las Marianas, al igual que Oroa, otro atolón deshabitado. Los Pescadores, en las Palaos, está compuesto por 33 islotes y hoy está integrado en los Estados Federados de Micronesia; al igual que Acea, un grupo de rocas coralinas. Porque, aunque España teóricamente podría reclamarlas como propias, a parte del comunicado que envió el Ministerio a Naciones Unidas, no las ha ocupado ni las ha vuelto a reclamar como propias. Y estas islas del Pacífico, de escaso valor económico y estratégico, continúan su vida sin incidentes.
Islas Chafarinas

Otras islas, aunque estas sí que forman parte indiscutible del Reino de España, son las Chafarinas. Sin embargo, no están integradas en la organización territorial del Estado. «Dependen directamente del Gobierno», explica el catedrático en Derecho Internacional Público y Cátedra Jean Monnet de Inmigración y Fronteras de Derecho de la UE Alejandro del Valle.
Las Chafarinas se encuentran a tan sólo 4 kilómetros de la costa marroquí, al este de Melilla, y están formadas por la Isla del Congreso, la Isla Isabel II y la Isla del Rey. La más grande de las tres, la Isla Isabel II llegó a tener cerca de mil habitantes y hasta un casino, pero hoy sólo queda en ella una pequeña guarnición militar.
«Todas estuvieron habitadas hasta 1954, pero a partir de entonces dejaron de tener actividad económica, se despoblaron…. Hay que tener en cuenta que todo esto estaba integrado en el llamado protectorado español», cuenta Del Valle. «Tras la independencia de Marruecos, la actividad en las islas no tenía sentido al romperse los vínculos». Hoy no queda ningún civil viviendo en las Chafarinas.

España llegó a las islas en 1848 y alegó sobre ellas el título jurídico de «terra nullius» o territorio desocupado, no reclamado por ningún Estado, para quedarse con ellas. A partir de entonces, dieron abrigo a barcos, encerraron a delincuentes y desarrollaron cierta actividad económica muy vinculada a Marruecos.
«Hoy su estatuto es el de Refugio Nacional de Caza, una zona de especial protección medioambiental», dice Del Valle. Salvo la guarnición militar que allí vive y algunos grupos de científicos que la visitan con permisos especiales, ningún otro español pone en el pie en ellas.
Marruecos trató de incluir las islas en la lista de territorios por descolonizar de la ONU. Pero no lo consiguió. El territorio que sí que está es el Sáhara. Al igual que Gibraltar figura en la lista, con el Reino Unido como potencia administradora, España es la que figura frente al Sáhara.
Ceder administración, no soberanía

«En 1975 se firman los Acuerdos Tripartitos de Madrid mediante los cuales España, que estaba en proceso de descolonización del Sáhara, cedió la administración, pero no la soberanía, del territorio a Mauritania y Marruecos», cuenta el experto. Por eso, el Sáhara sigue siendo hoy, legalmente, territorio español.
Fue el 6 de noviembre de 1975, catorce días antes de que falleciera Franco, cuando el rey Hassan II de Marruecos envió la llamada «Marcha Verde»: 350.000 ciudadanos y 25.000 soldados que invadieron la entonces provincia española. Así, el rey de Marruecos pretendía que apoyasen y legitimasen la anexión del Sahara Occidental antes de que España llevara a cabo la descolonización.
Bajo la presión de la Marcha, y con un panorama político y socialmente complicado en clave nacional, España se vio obligada a negociar. «Marruecos es la potencia ocupante, pero el responsable internacionalmente, el que figura, es España, aunque dijera que había traspasado la administración sido mediante tratado a Marruecos y Mauritania», dice Del Valle.
Bases antárticas

La dura y a veces inhóspita belleza del Sáhara sólo puede ser comparada con la de otra «localización» española. El paisaje ofrece un contraste entre el azul oscuro, casi negro, del agua, con la costa escarpada blanca y los bloque enormes de hielo navegando a la deriva, como recogió el «Diario de Operaciones» de la primera expedición científico-militar española al continente Antártico en 2004.
Lo cierto es que España tiene, desde finales de los años 80, dos bases en la Antártida, en las islas Shetland del Sur: la base de Juan Carlos I, en la isla Livingston, y la base Gabriel de Castilla, en la Isla Decepción. El nombre de esta última es en honor del descubridor de origen español del continente helado en 1603.
En la actualidad, la Antártida es gestionada por 48 países, según el Tratado Antártico de 1959, aunque de ellos sólo 29 tienen derecho a voto. Un continente que, por otra parte, está bajo multitud de reclamaciones territoriales y sobre el que España ha manifestado su interés. Sin embargo, al ser un miembro meramente consultivo, no puede formular sus reclamaciones mientras dure la vigencia del Tratado Antártico. Mientras, España sigue mostrando su interés activamente, aunque sólo en verano, cuando los científicos pueden desarrollar su actividad en las bases. El resto del año, aguardan.

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