No cabe duda que la ruptura con la Tradición es la tragedia más honda de nuestra época!
Hombres sin tradición
JUAN MANUEL DE PRADA
Sábado , 15-05-10
EN su breve discurso a los «cultivadores del pensamiento, la ciencia y el arte» congregados en Lisboa, Benedicto XVI acierta a definir la tragedia más honda de nuestra época, que no es otra sino la ruptura con la tradición, con todo ese acervo de sabiduría acumulada que, revitalizado por cada generación, se entrega a la generación siguiente, para ayudarla a descifrar el mundo. «En efecto -ha señalado el Papa-, en la cultura de hoy se refleja una «tensión» entre el presente y la tradición, que a veces adquiere forma de «conflicto». La dinámica de la sociedad absolutiza el presente, aislándolo del patrimonio cultural del pasado y sin la intención de proyectar un futuro». Y un presente desgajado del acervo cultural que lo explica acaba arrojando a sus hijos a la intemperie; o, todavía peor, los recluye en las mazmorras donde los aguardan los tiranos disfrazados de mesías que saben que los pueblos sin traditio (los pueblos que ya nada tienen que entregar, puesto que nada han recibido) son los más vulnerables a la ingeniería social.
Esta ruptura con la tradición se nos vende, por supuesto, como una suerte de liberación mesiánica. Absolutizando el presente -por emplear la expresión papal-, los hombres llegan a creerse dioses; y olvidan que las ideas nuevas que les rondan la cabeza (que, por supuesto, son ideas inducidas por el tirano de turno, que ha modelado a su gusto la esfera interior de sus conciencias) son repetición de los viejos errores de antaño, esos errores que sólo a la luz de la tradición se delatan. Porque la tradición nos conecta con un depósito de sabiduría acumulada que sirve para explicar el mundo, que ofrece soluciones a los problemas en apariencia irresolubles que el mundo nos propone; problemas que otros confrontaron antes que nosotros, que otros discurrieron antes que nosotros, que otros dilucidaron antes que nosotros. Y cuando los vínculos con ese depósito de sabiduría acumulada son destruidos, cualquier intento de comprender el mundo se hace añicos, se liga fatalmente a impresiones contingentes, se zambulle en un carrusel de aturdimiento y banalidad. Y así, subidos a lomos de ese carrusel, nos quieren los nuevos tiranos, para que nuestra orfandad sin vínculos con la tradición se convierta en el terreno de cultivo de sus consignas ideológicas, que actúan a modo de implantes emocionales en nuestros cerebros y en nuestras almas.
A nadie se le escapa que en este rechazo de la tradición subyace un aborrecimiento de la verdad; esto es, un intento de negar la existencia de una naturaleza humana objetiva, dotada de racionalidad ética. «Este «conflicto» entre la tradición y el presente -proseguía Benedicto XVI en su discurso lisboeta- se expresa en la crisis de la verdad; pero sólo ésta puede orientar y trazar el rumbo de una existencia lograda, como individuo o como pueblo. De hecho, un pueblo que deja de saber cuál es su propia verdad, acaba perdiéndose en el laberinto del tiempo y de la historia, sin valores bien definidos, sin grandes objetivos claramente enunciados». Quien defiende hoy en Occidente la verdad que puede orientar el rumbo de una existencia lograda, para los individuos y para los pueblos, es la Iglesia católica; quien resguarda el legado de la traición, en medio de las invasiones bárbaras que arrojan al hombre a un laberinto sin salida de ideologías nefastas, es la Iglesia católica; quien no declina en su misión prioritaria de «llevar a las personas a mirar más allá de las cosas penúltimas y ponerse a la búsqueda de las últimas» es la Iglesia católica. Por eso se le niega la condición de interlocutor en un mundo ensordecido por la repetición de viejos errores; en un mundo que quiere a sus hijos arrojados a la intemperie, o todavía peor, recluidos en la mazmorra de los pueblos lobotomizados que han renunciado a su tradición.
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No cabe duda que la ruptura con la Tradición es la tragedia más honda de nuestra época!
No cabe duda de que, como decían el otro día en otro hilo, Juan Manuel de Prada está cada vez mejor. Cada vez mas centrado en la tradición y más puesto en razón. Ojalá hubiera más periodistas como él.
Vuelvo a coincidir pelnamente contigo Hyeronimus.
Pero la duda que me asalta es la siguiente: Yo, que vengo de una sociedad donde por ser tradicionalista no me han puesto las cosas fáciles y me ha costado mucho permanecer íntegro en mi postura frente al relativismo y la vorágine abusrda de mi alrededor, veo a Juan Manuel de Prada y me sorprendo.
Su trayectoria la podríamos resumir de la sigueinte forma: Tuvo una educación católica y tradicional, se separó de esee mundo por ciertas razones y permaneció deambulando por los foros más contrarios a la ideología tradicional durante un tiempo, y ahora, de nuevo, y de forma muy rápida, vuelve por el tradicionalismo y por la senda del "sentido común".
He de reconocer, que yo, que a fuerza de realidades vividas, soy un conspiranócio irremediable, me pongo en estado de alerta ante esta velocidad de acercamiento de Juan Manuel de Prada hacia los postulados del Tradiconalismo.
Por una parte, bien venido sea, pero mi señal de alerta no se apaga del todo, disculpen los fans de don Juan Manuel, pues no soy yo nadie para sospechar de él, pero mi naturaleza es así y y no puedo bajar la guardia por más que lo desee.
Reconozco no obstante, que sus últimas aportaciones son de gran valor, pues el carisma y seguimiento mediático que tiene como periodista y escritor, hace que lo que diga o comente sea seguido por mucha gente y el mensaje sea así más difundido.
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
Nunca es tarde si la dicha es buena. A mí me parece que es sincero, y demasiado tradicionalista para lo que es la gente normal de derechas. Además, no ha sido tan rápido el proceso. Ya lleva algunos años y cada ha ido derivando más hacia el tradicionalismo. También hubo los que desconfiaron de San Pablo al principio tras su conversión, que esa sí que fue rápida. Siendo una persona inteligente como es, es bastante comprensible que sea capaz de recapacitar, y también que Dios lo vaya iluminando más cada vez. Porque lo cierto es que necesitamos más voces como la de Prada en los medios, y Dios siempre tiene a sus profetas y sus portavoces.
..., precisamente hoy, que se celebra la Jornada de los Medios de Comunicación en la Iglesia, la figura de Juan M. de Prada cobra más protagonismo si cabe. Hay pocos como él, eso es cierto.
También es cierto que existe una total falta de medios netamente tradicionalistas y por lo tanto no podrán abundar los periodistas o informadores, pues elegir esa posición es estar abocado al paro más irremediable.
Aunque también es cierto que existe para el profano una gran confusión a la hora de buscar ideologías y posturas sobre el tema. La dispersión existente entre tradicionalistas (en todas sus ramas), conservadores, patriotas sin partido definido, seguidores de otras alternativas políticas como AES, DN, Ciutadans,..., etc, no lo pone fácil a la hora de encontrar una alternativa.
El gran problema de los comunicadores es precisamente esa "indefinición" de lo que es el tradicionalismo y hacia donde enfocarlo para ser rentable. En gran medida debido a la gran cantidad de energías que se gastan los diferentes partidos patriotas en manifetar su "particularidad" y en destacar sus "diferencias" para con el resto, en vez de aglutinar esas energías en resaltar los puntos de encuentro y coincidencias entre todos.
Conócete, acéptate, supérate.(San Agustín)
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