La Bandera no se mancha.
El "patrioterismo" publicitario es la forma más rentable y efectiva de manipular a las audiencias.
Las corporaciones son apátridas. No tienen otra bandera más que la del mercado, y por himno sagrado, tienen al sonido del dinero. Su lógica cínica y maquinal persigue sólo el beneficio, a cualquier costo. Las corporaciones viven su día a día en un entorno competitivo y exigente, en el que, para sobrevivir, deben sacar ventaja y - en cuanto puedan- eliminar al rival. Son, por su racionalidad y su funcionamiento, instituciones psicopáticas, íconos de una sociedad enferma y paladines abnegados de un sistema mundial inhumano.
Las corporaciones trasnacionales no dudan en venderle las mejores armas al enemigo si esto representa una buena oportunidad de negocio. Les da lo mismo utilizar la bandera nacional de uno u otro país en sus publicidades, niños felices o muertos de hambre, mujeres en tanga o mamás obsesivas, si como resultado logran incidir en la conciencia de las audiencias. Da exactamente lo mismo la bandera española o la francesa, reivindicar a los homosexuales o ponerse homofóbicos, mostrar íconos inconformistas o conservadores… Da lo mismo, siempre y cuando sirva para posicionarse en el mercado.
Lo que se problematiza en esta iniciativa es el uso de símbolos patrios (como la bandera, sus colores, los íconos de nuestra cultura nacional) por parte de las corporaciones privadas – generalmente extranjeras-, para provocar la emotividad irracional de la audiencia y reconducir sus sentimientos más arraigados hacia el consumo de una marca. Consideramos ultrajante la forma en que las compañías privadas y su pandilla de publicistas secuestran la mística patriótica de un país, su imaginario, se apropian de su historia y mitología, para descuartizarlos, para vaciarlos de contenido y ponerlos al servicio de sus negocios privados.
Un ejemplo...
Proponemos observar cualquier spot publicitario que se emite en estos días para comprobar como cualquier multinacional enarbola la bandera nacional para sus fines económicos, apelando a las mas absurdas de las cosas.
Una obra de arte… O mejor dicho, una obra que parece arte. Porque ése es el arte de la publicidad: parecer. Con una estética celosamente cuidada y una “poesía” efectista de baja estofa, los ocurrentes pandilleros de las corporaciones, apelan al patrioterismo más barato e irracional de los incautos espectadores, para satisfacer las exigencias comerciales de sus patrones. Los publicistas, estos hombres de arena que viven de la apariencia, no encuentran ningún problema en blandir la bandera nacional y poner nuestros colores patrios al servicio de una empresa privada extranjera. Y seguramente, por las noches, duermen satisfechos como bebés...
Las corporaciones repiten sus mentiras mil veces, y mil veces más, hasta transformarlas en una verdad. Una verdad publicitaria, que no es otra cosa más que una mentira efectiva. A muchos les gusta que los publicistas les llenen la barriga con este tipo de mentiras recién sacadas del horno. A otros, nos revuelve el estómago.
Y mientras cualquier grupo empresarial se enfunda la camiseta de la nación española para vender sus productos en España, en otros países apelan al mismo espíritu pero enfundándose la zamarra de la nación de turno.
Exponiendo el engaño publicitario
La publicidad, en tanto brazo armado del poder para la colonización psicológica de las poblaciones, contribuye a fabricar sujetos pequeños, ciegos y artificiales. El discurso publicitario reconduce el sentimiento patriótico y el interés por los temas nacionales a lo más insignificante, a lo más inofensivo, a lo más rentable: una cerveza, un partido de fútbol, una mercancía, un spot publicitario… Esto es, políticamente hablando, la mejor forma de construir la mentalidad sumisa en la población. Servil a los intereses del poder, el discurso publicitario es usado también para construir subjetividades funcionales al sistema. En este caso, hablamos de la fabricación de un modelo psicológico de patriota...
El "Patriota publicitario"
El patriota publicitario, este personaje falso, vacío, pueril, es un sujeto políticamente descomprometido, inofensivo para el poder. Y aunque es guionado con una retórica pseudo-nacionalista por la pandilla de creativos, el patriota publicitario no es otra cosa más que un idiota útil, servil y funcional a los intereses de las corporaciones transnacionales. Y aún así, usa el disfraz rojigualdo…
“¡Viva España!”, gritan muchos después de ver cierta publicidad, mientras se les planta un lagrimón - cayendo desprevenidos en la trampas que tienden los publicistas. Pero, ¿no debería ser la reacción más esperable repudiar este tipo de publicidad, por atentar contra nuestra inteligencia, nuestra dignidad y nuestros valores nacionales? ¿Por intentar lucrar con nuestras emociones, nuestros valores personales o nuestro fervor patriótico?
Sin embargo, ese patrioterismo pequeño, ciego y artificial con que las corporaciones y sus pandilleros publicitarios arengan y provocan a las masas sigue resultando efectivo. Y más todavía con el Mundial de fútbol en marcha, ninguna empresa querrá perderse la oportunidad de sacarle una buena tajada a la bandera nacional y exprimir el fervoroso corazón de los hinchas para aumentar sus ventas...
Propuesta para todos los que navegan a contracorriente:
Les proponemos rechazar y repudiar toda la publicidad de corte "patriotero" que explote los símbolos y la mística nacional para ponerla al servicio de los negocios privados de las empresas. Rechacemos y repudiemos también a todos los lamentables personajes mediáticos que contribuyen a explotar la imagen y los valores nacionales para su propio beneficio y el beneficio de las empresas privadas.
¿Cómo hacerlo?
Despertando a una nueva conciencia. ¡Y difundiéndola!
Cuando comenzamos a entender cuáles son las técnicas con que estamos siendo manipulados, de repente aquello que tenía poder sobre nosotros - porque obraba desde las sombras-, se convierte en algo cristalino, tangible, algo sobre lo que podemos tomar control, y decidir. Y eso, poder ver lo que está ocurriendo verdaderamente, es parte del despertar de la conciencia.
Divulgar esta contra-campaña entre tus contactos, es una forma de difundir esta nueva conciencia.
Divulgando esta contra-campaña, estarás exponiendo este miserable engaño publicitario: y con ello, manifestando también nuestro rechazo e inconformismo, y demostrando a las corporaciones y su pandilla de publicistas que estamos vivos, que ya no pueden manipularnos tan fácilmente, y que - muy a su pesar- estamos decididos a hacer de este mundo un lugar más justo, más honesto y más humano.
¡Gracias por sumar!
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