Unas medidas magníficas
JUAN MANUEL DE PRADA
Día 05/02/2011
ESPAÑA va «por muy buen camino», nos ha dicho una teutona que parece una alegoría andante del bromuro de potasio; y Botín, en un alarde de humorismo cruel, saluda con alborozo las «magníficas» medidas acometidas por Zapatero, convertido en estos días en sonriente perro caniche a quien los poderosos del mundo pasan la mano por el lomo, agradecidos de que les haya lustrado las botas a lametazos. Junto al perro caniche comparecían el otro día los gozquecillos de la patronal y los sindicatos en la famosa foto del «pacto social», todos igual de risueños y meneando el rabo, mientras se anunciaban las nuevas cifras del paro. ¿Y en qué consiste este «pacto social» que a todos tiene tan contentos? Pues consiste en prometer a los parados que algún día llegarán a cobrar una pensión birriosa, si antes han cotizado a la Seguridad Social durante 38 años y medio, que es como si a los miopes nos prometieran devolvernos la vista de un solo ojo en una futura reencarnación, si ahora nos dejamos arrancar ambos.
Lo más simpático de este «pacto social» es que nos lo presentan como una gran conquista del «consenso», ese mito político al servicio de las oligarquías que se arrogan la representación de la sociedad. La fórmula del consenso de las oligarquías políticas, financieras, sindicales y mediáticas la tiene bien estudiada el maestro Dalmacio Negro: sus instrumentos son el miedo, la propaganda y la delegación del poder atribuido al pueblo mediante la ficción de la representación; su objetivo, crear una sociedad política superpuesta a la sociedad real sin que nadie rechiste, logrando incluso que la sociedad real comulgue con ruedas de molino tan indigestas como este «pacto social». Pero para conseguir que el pueblo comulgue con pactos como éste hace falta primeramente destruirlo, sometiéndolo a las conveniencias de las oligarquías como la marioneta se somete a los caprichos del titiritero que maneja sus hilos. Esta conversión del pueblo en una papilla informe que las oligarquías moldean a su gusto la describió proféticamente Tocqueville: «Después de haber tomado entre sus poderosas manos a cada individuo y de haberlo formado a su antojo, el soberano extiende sus brazos sobre la sociedad entera y cubre su superficie de un enjambre de leyes complicadas, minuciosas y uniformes, a través de las cuales los espíritus más vigorosos no pueden abrirse paso y adelantarse a la muchedumbre: no destruye las voluntades, pero las ablanda, las somete y dirige; obliga raras veces a obrar, pero se opone incesantemente a que se obre; no destruye, pero impide crear; no tiraniza, pero oprime; mortifica, embrutece, extingue, debilita y reduce, en fin, a cada nación a un rebaño de animales tímidos, cuyo pastor es el Estado».
Esta nueva forma de tiranía, disfrazada de democracia, suplanta la verdad de las cosas por el interés de las oligarquías, que se presenta a los ojos de la sociedad reducida a «rebaño de animales tímidos» como un consenso necesario. Y así, en un birlibirloque genial, se logra que quienes nos condujeran al estado de miseria que ahora padecemos aparezcan antes nuestros ojos como auténticos salvadores; y, aunque tal salvación se logre a costa de reducirnos todavía a mayor miseria, la aceptemos como un remedio benéfico. Naturalmente que España va «por muy buen camino»: exactamente por el camino que las oligarquías políticas, financieras, sindicales y mediáticas han trazado, después de reducirnos a papilla; y, en este sentido, las medidas acometidas son «magníficas». A nosotros sólo nos resta recibirlas con balidos de gratitud.
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"QUE IMPORTA EL PASADO, SI EL PRESENTE DE ARREPENTIMIENTO, FORJA UN FUTURO DE ORGULLO"
Lo principal en todo esto radica en que la religión democrática debe seguir manteniéndose y avanzar allá donde sea preciso.
En España tenemos más de 4.700.000 parados, que son más porque hay cifras difíciles de contabilizar, por ejemplo los becarios. Tenemos asimismo que en casi 1.300.000 hogares no entra un sólo céntimo.
Y ahora vamos a darle forma a esos datos fríos. Si hablamos de 5.000.000 (contando con los becarios, que no producen), podemos pensar que esta cifra es como si toda la población conjunta de Castellón, Valencia y Alicante, estuviese en paro.
Si la cifra es la de los hogares como hay que dar un promedio, pongamos que 3 personas por hogar, representaría a unos 3.900.000 ciudadanos para quienes el dinero procedente de su trabajo está vedado. Es decir, es como si en todos los hogares de la ciudad de Madrid (3.070.000 hab.), más en todos los hogares del cinturón más inmediato (Alcorcón, Parla, Alcobendas, Pozuelo... etc.), no entrase ni un sólo céntimo.
De esto es de lo que estamos hablando, y es que sobre el cadáver social de esta sociedad pifia y patea este grupete de h.p. Yo me pregunto cómo es posible, ¿por qué las masas no están ya en la calle dejando a los egipcios a la altura de una pandilla de gamberros en un botellón?
Lo cierto es que si se aplicasen las leyes, en esta "mamandurria democrática" muchos ya estarían dimitidos, otros muchos cesados, bastantes procesados y una buena recua en la cárcel. Pero ahí siguen, como si tal cosa, como si el asunto no fuera con ellos, cuando son los responsables directos de la debacle y cuando alguien falla así termina en "la trena" de todas, todas.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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