Título: 5 razones por las cuales los “padres” del mismo sexo no es algo benéfico en la formación de los hijos
Autor: Dra. Trayce L. Hansen
Original en inglés: Love Isn’t Enough: 5 Reasons Why Same-Sex Marriage Will Harm Children
Traducción: Alejandro Villarreal -julio de 2011-.
.
Quienes proponen las uniones del mismo sexo creen que la única cosa que los niños realmente necesitan es “amor”. Basados en esta suposición ellos concluyen que es tan bueno que los niños sean criados por amorosos padres del mismo sexo, como si fueran criados por padres de sexos opuestos. Desafortunadamente, esta presunción fundamental, y todo lo que se asume a partir de ésta, es falso, ya que ¡el “amor” no es suficiente!
Cuando todo los demás factores permanecen sin novedad, los niños se crían mejor dentro de un matrimonio constituido por un padre y una madre. Es dentro de este ambiente que los niños más probablemente estén expuestos a experiencias emocionales y sicológicas necesarias para prosperar.
Dra. Trayce L. Hansen. Es licenciada en sicología en los campos clínico y forense. Recibió su doctorado en la Escuela de Profesional de Sicología de California, en San Diego, en 1997. La experiencia de la Dra. Hansen es variada e incluye amplia labor clínica así como forense. Está particularmente interesada en temas relativos al matrimonio, la paternidad, las diferencias masculinas y femeninas y la homosexualidad.
Hombres y mujeres necesitan de esta diversidad de los padres, cada uno realiza contribuciones únicas para el crecimiento de los hijos, y no pueden ser duplicadas por el otro. Madres (mujeres) y padres (varones) simplemente no son intercambiables. Dos mujeres podrían ser buenas madres, pero ninguna de ellas podría ser un buen padre.
Así que, he aquí cinco razones por las cuales, en el mejor beneficio de los niños, es mejor que sean criados por un padre (hombre) y una madre (mujer):
Primero, el amor materno y el amor paterno, aunque igualmente importantes, son cualitativamente diferentes y producen diferentes vínculos afectivos en los hijos. Específicamente, es la combinación del amor incondicional de la madre y el amor condicional del padre tan fundamental en el desarrollo de los hijos. Y cuando falta alguna de estas formas de amor es cuando podrían surgir problemas. Ya que el niño necesita el balance complementario de los dos tipos de amor parental y los vínculos que proveen.
Sólo la pareja heterosexual ofrece al niño la oportunidad de desarrollar relaciones afectivas con un progenitor del mismo sexo y con un progenitor del sexo opuesto. Las relaciones afectivas con ambos sexos en las etapas tempranas de la vida le facilitarán al niño sus relaciones con ambos sexos en el futuro. Para una niña, esto significa que entenderá mejor e interactuará apropiadamente dentro del mundo de los varones y se sentirá confortable dentro del mundo de las mujeres. Y para un niño, ocurrirá lo contrario. Habiéndose relacionado con “el otro”, el progenitor del sexo opuesto, también incrementa las probabilidades de que el niño sea más empático y menos narcisista.
Segundo, el progreso del niño atraviesa por duras etapas predecibles y necesarias. Algunas etapas requieren más de la madre, mientras que otras requieren más del padre. Por ejemplo, durante la infancia, los bebés de ambos sexos tienden a estar mejor al cuidado de su madre. Las madres son mucho más atentas con las necesidades sutiles de sus hijos y así obtienen una mejor respuesta. Sin embargo, llegado a una edad, un joven varón deberá convertirse en un hombre competente, él deberá desprenderse de su madre e identificarse con su padre. Un niño sin padre no tiene un hombre con quien identificarse y es más probable que experimente trastornos para formarse una identidad masculina saludable.
Un padre le enseñará a un niño a canalizar apropiadamente sus impulsos sexuales y de agresividad. Una madre no puede mostrarle a su hijo varón la forma de controlar sus impulsos ya que ella no es un hombre y no tiene los mismos impulsos que éste. Un padre también le transmite una forma de respeto a un niño que una madre no puede, un respeto más orientado a mantener a raya al varón (límites). Y estas son las dos razones primarias por las cuales los varones sin padre son más propensos a convertirse en delincuentes y terminar en prisión.
La necesidad paterna también se construye dentro de la psique de las niñas. Existen ocasiones en la vida de las mujeres cuando sólo un padre (varón) tiene influencia. Por ejemplo, un padre ofrece seguridad a su hija, una relación (no sexual) en la que experimentará su primera relación hombre-mujer y reafirmará su feminidad. Cuando una joven no cuenta con un padre (varón) que llene y efectúe este rol, es más probable que caiga en la promiscuidad, en un desacertado intento por satisfacer su carencia de atención y aprobación masculina.
Sobre todo, los padres juegan un papel moderador en las vidas de sus hijos. Ellos restringen que sus hijos actúen de forma antisocial, y que sus hijas actúen sexualmente desenfrenadas. Cuando no existe un padre que lleve a cabo esta función, resultan con frecuencia en terribles consecuencias, tanto para el niño sin padre como para la sociedad en la cual este niño actuará conforme a sus carencias.
Tercero, niños y niñas necesitan padres de sexos opuestos para ayudarles moderar las inclinaciones propias de su género. Por ejemplo, los varones generalmente se apegan más a la razón que a la emoción, a las reglas más que a las relaciones, al riesgo más que a la prudencia y a normas más que a la compasión, mientras que las chicas son lo opuesto. Los padres de sexos opuestos ayudan a los hijos a refrenar sus tendencias naturales, por medio de la enseñanza, verbal y no verbal, y sobre el valor de las tendencias opuestas. Esta enseñanza no sólo facilita la moderación, sino también expande el mundo del niño, ayudándoles a ver más allá de su propia idiosincrasia.
Cuarto, las parejas del mismo sexo incrementarán la confusión sexual y la experimentación con personas del mismo sexo a edad temprana. El mensaje implícito y explícito de las uniones del mismo sexo es que todas elecciones que se lleven a cabo son igualmente aceptables y deseables. Así, incluso los niños de familias tradicionales son influenciados por el mensaje de que todas las opciones sexuales son iguales, y crecerán pensando que no importa con quien se relacionen sexualmente o con quien se casen. El sostener tal creencia llevará a algunos, no pocos, impresionables jóvenes a considerar arreglos sexuales y maritales que no habían contemplado antes. Y los niños de padres homosexuales, quienes muy probablemente experimentarán estas opciones sexuales, lo harán en mayor extensión, ya que no sólo fueron modelados sexualmente por unos “padres” no convencionales, sino también son aprobados por la sociedad.
No existe duda de que la sexualidad humana es maleable, considérese Grecia o Roma, entre otras muchas civilizaciones antiguas, donde la homosexualidad y bisexualidad masculina era común. Esto sucedía no porque la mayoría de esos hombres hubiesen nacido con un “gen gay”, sino porque la homosexualidad fue tolerada por sus sociedades, y aquello que la sociedad aprueba, prospera.
[Nota de B&T: Aunque no se ha descubierto el "gen homosexual", muchos autores han señalado la intrascendencia que tendría esto, pues de forma análoga, la diabetes puede tener un componente genético, sin embargo es erróneo no considerar esta afección como una enfermedad o un desorden, o al contrario, considerarla algo natural y deseable.]
Y quinto, si la sociedad permite las uniones del mismo sexo, también tendrá que permitir otro tipo de uniones. La lógica legal es simple: si prohibir las uniones del mismo sexo es discriminatorio entonces, el prohibir las uniones polígamas, o las uniones de “poliamor”, o cualquier otro grupo que se sienta discriminado, es lo mismo. Las ramificaciones emocionales y sicológicas de estos variados arreglos sobre el desarrollo de la psique y la sexualidad de los niños sería desastroso. ¿Y qué pasaría con los niños cuando estas uniones alternativas se disolviesen y cada padre se una con otro u otros? Estos niños terminarían con cuatro padres, o dos padres y cuatro madres, o cualquier arreglo imaginable.
Ciertamente, las parejas homosexuales pueden ser tan amorosas como las heterosexuales, pero los niños necesitan más que amor, ellos necesitan las cualidades distintivas de las naturalezas complementarias de un padre (varón) y una madre (mujer).
El conocimiento acumulado de más de 5 mil años ha concluido que la mejor configuración marital y parental está compuesta por un hombre y una mujer. Pero con arrogancia hoy se desea poner a prueba este conocimiento probado por el tiempo y utilizarán a los niños como conejillos de indias en un experimento radical, donde el mejor panorama es arriesgado y el peor es catastrófico.
Las uniones del mismo sexo definitivamente no son lo mejor en el interés del bien de los niños. Y aunque son de admirar las parejas homosexuales que han permanecido unidos por largo tiempo criando niños, no debemos permitir que nuestra compasión por ellos aniquile nuestra compasión por los niños. En la disputa entre los deseos de algunos homosexuales y las necesidades de los niños, no podemos permitir que los niños pierdan.
Marcadores