...Nosotros, los hijos de los Celtíberos, no nos avergonzamos de cantar en nuestros versos los nombres, aunque bárbaros, de Bílbilis, donde se prepara el metal que conviene a las armas ; de Salon (Jalón), cuyas aguas templan el acero ; de Rixancar ; de Choros ; de Retron, famoso por sus jardines y sus flores ; de Molana (Molina), cuyos moradores manejan con tanta destreza la lanza...
Pi i Maragall expone en este texto un ejemplo paradigmatico de las sobradamente conocidas teorías de nacionalismo "étnico" y nacionalismo "civico".
El problema del nacionalismo étnico siempre fue la dificultad de asociar un grupo étnico o demográfico/cultural (cuya definición concreta es de per si muy díficil) a un territorio estanque y a una unidad política indisputable por forma a constituirse como un nuevo un país, legitimo ante los otros. Habrá siempre minorías que justifiquen que no se rompa un equilibrio multinacional o multietnico previo para constituir una nación étnica - por eso mismo muchas veces en la historia los grupos nacionalistas han recorrido a limpiezas étnicas para proseguir sus objetivos.
Adolfo Hitler practicó la limpieza étnica para conseguir su "Gross Deutschland" de "pura raza ariana"; pero luego los checos y los polacos también la practicaron para se libraren de germánicos en los Montes Sudetas, la Prusia Oriental y la Silesia, por ejemplo. El nacionalismo étnico siempre deja un rastro de sangre, destrucción y exilio por donde pase. También por España lo dejó.
Algo diferente es el nacionalismo dicho "cívico" o liberal. Diferente por que tomó del liberalismo los conceptos modernos de "soberanía popular" y de "estado" (aunque para mí haya nacido mucho antes), lo que permitió a grupos de personas que no comparten más que vivir en el mismo punto de la tierra aspirasen a crear una nación por no más que su voluntad. Diferente sí... pero sólo algo diferente. Porque los delitos de opinión también originan actos de limpieza política, que no es mejor que la étnica - tan sólo más discreta.
Jus Sanguine o Jus Terrae, étnico o cívico, el nacionalismo trata tan bien las minorías como la trata la democracia. Nada bien. Y no estoy hablando de minorías ajenas o invasoras: estoy hablando de la mezcla vecinal que cualquier espacio territorial tiene, porque confronta con otros.
Esta afirmación ilustra bien el peligro para que siempre alerto, lo de se confundir español con hispano. Federación es un concepto muy amplio; pero la federación que los tradicionalistas vemos como deseable y necesaria entre España y Portugal no es la que destruya lo que siempre fue España para que venga Portugal ayudar a fundar una república de estados que aplaste a Castilla o a Madrid en detrimento de un cualquier dominio peninsular por las periferias. Los portugueses no "fueron españoles durante siglos"! Son hispanos desde hay siglos, tantos cuantos los españoles. España no es un concepto geográfico, es político. No es una península que siempre estará aquí mirando al Atlántico; es una patria que, si nadie luchar por ella contra sus enemigos, morrirá! Entre eses enemigos (los internos) se cuentan los nacionalismos en España y el republicanismo federalista, como es el iberismo. Ante eses enemigos, defendamos a España y defendamos a Portugal!
Última edición por Irmão de Cá; 21/09/2011 a las 13:37
otro ejemplo de racismo catalanista, en este caso imitando a la Gran Alemania de Hitler, este otro artículo que firma Josep Pijoan, se habla del día gozoso donde toda la raza catalana esté unida otra vez.
“Pancatalanismo
El catalanismo había dejado esto para el final. Comprendía que había de ser toda Cataluña, y no la mayoría de catalanes, la que pactase con sus hermanos de raza y civilización, y confiaba resignado que llegase la hora.
Nosotros casi no hablábamos de esto, pero lo presentíamos como un misterio a punto de realizarse. En nuestras conversaciones y acciones, en las propagandas y discursos, había una cosa que nombrábamos con recogimiento, no osando casi a tocarlo por miedo de que se marchitase al principio. Eran las ideas de unión de toda la raza catalana, que se presentaría en forma de una moderna federación llena del espíritu de libertad que vive en todos nosotros.
Que vengan [mallorquines], entonces, con la seguridad completa de que delante de nuestra unión, Valencia no podría, por más tiempo, dejar de escuchar la voz de la sangre y se juntaría con nosotros para reclamar y exigir lo que de derecho nos toca. ¡Ah! Cuando nos volviésemos a encontrar juntos, catalanes, mallorquines y valencianos, y toda la raza se hubiese unido con un abrazo, nuestras reivindicaciones patrióticas tendrían entonces una fuerza extraordinaria.
Que vengan valencianos y mallorquines y se acerquen a la vieja Cataluña, con la seguridad de que si ésta pide la aproximación en nombre de los parecidos y analogías que nos unen, respetará las diferencias y aceptará las variaciones de ambos pueblos, sin pretender nunca uniformarlos, tomando como patrón nuestro carácter particular. Cataluña quiere la unión de la raza catalana, pero no la fusión.
Así como de varias notas diferentes resulta una armonía perfecta, cada una de las tres naciones dará la nota que le corresponda, y la comunidad de raza se cuidará de armonizarla, sin necesidad de imponer la una a la otra su modo especial de sentir.
Las ventajas de esta nueva aproximación son incalculables. En primer lugar, la voz general de la raza, hoy debilitada, se robustecería con este concurso mutuo. Después, cada pueblo en particular recibiría la influencia saludable de los demás, desarrollándosele cualidades que poseen unos y faltan a los otros. En Cataluña la intima relación con los demás hermanos de raza, además de campo donde desarrollarse, le serviría para completar su personalidad propia. [...] Sea como sea, con o sin Aragón, la raza catalana ha de estrechar cada día más los lazos y unirse bajo la bandera de una misma tradición política.”
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