La potestad política antiteocrática y la quiebra del principio de autoridad
El padre Bover escribe: "Podemos admitir como muy verosímil la interpretación tradicional de que el Imperio romano era lo que detenía el misterio de iniquidad, matizando esta afirmación en el sentido de que en él se encarnaba el principio del ejercicio de la autoridad". Es decir, en la destrucción del poder imperial en la historia de la humanidad se realiza la quiebra del principio de la autoridad. Es lo mismo que el padre Bover afirmaba sobre el advenimiento mundial de la democracia.
Hasta la reforma de Pío XII, la Iglesia , en la liturgía del Viernes Santo, oraba por el Imperio Romano: "Oh Dios, que riges los Imperios, contempla benigno al Imperio romano". Pero con la reforma litúrgica se comenzó a rezar por los que rigen los pueblos y ya no por el Emperador romano.
Estamos asistiendo al proceso de desaparición de todo principio unitario en el mundo. Hay una anarquía en el orden político, en el pedagógico, en el teológico, en el pastoral, en lo jurídico conónico, en lo familiar, en la vida escolar y en todas las dimensiones de la sociedad.
En el punto donde nos encontramos ahora sólo quiero añadir algunas sugerencias. San Pablo decía que cuando desapareciese el obstáculo, que durante siglos se ha afirmado que es el Imperio romano, el principio de autoridad quebraría. Esa aniquilación del principio de Autoridad, esa anomia, prepararía el enfrentamiento del hombre a Dios. Anomia quiere decir anormalidad o carencia de interna ordenación. En nuestro tiempo se generalizan posiciones éticas que niegan que exista la naturaleza humana. No pudiendo hablar de ella ¿cómo va a existir derecho natural? Si no hay naturaleza humana, tampoco hay bien humano: no hay nada que sea bueno o malo para el hombre. El Bien humano es un concepto aristotélico sobre el cual se funda toda noción de virtud y felicidad. Pero si no existe la naturaleza humana, tampoco hay fin para el hombre, ni nada que sea bueno o malo para él (...) Estos son los signos: la apostasía, el misterio de anomia, la remoción del obstáculo que es el principio de autoridad y del derecho(...)
La Bestia que sale de la Tierra es la que el Dragón hace adorar. El padre Bover dice que es la potestad política anticristiana en cuanto se consuma en un poder totalmente democrático. Democracia, en este contexto, no es un sistema de participación de los ciudadanos en el poder soberano (del que habla la Suma Teológica), sino que es una visión del mundo según la cual sólo la multitud es fuente de poder, ¡el hombre mismo!, y no hay ningún título trascendente ni absoluto frente al cual deba someterse.
Decía Spinoza que no hay nada justo ni injusto, bueno ni malo, más que lo que la multitud determina con el poder democrático. Democracia para muchos quiere decir un poder en que no hay ningún título trascendente: no hay ley natural, no hay naturaleza humana, no hay ningún poder que venga de Dios. Cuando se niega el origen divino del poder, se niega a Dios mismo; y el instrumento más eficaz para descristianizar el mundo han sido los errores políticos porque, derribado el principio divino de la autoridad, se hunde la vigencia de la moral cristiana, y se deshace la familia, la escuela y toda instancia social. He aquí la historia de la apostasía del mundo moderno, que se puede estudiar en Hobbes, en Spinoza, en Locke, en Rousseau y en otros autores modernos(...)
La Bestia apocalíptica, que es el Anticristo, es un poder político. El padre Rovira lo llama: "potestad política antiteocrática" . El padre Bover lo llama: "La potestad estatal anticristiana, que se consuma en el poder totalmente democrático" (...)
El Matiner: La potestad política antiteocrática y la quiebra del principio de autoridad
P. Leonardo Castellani: El Orden, la Iniquidad y la decadencia de Occidente.
Hay algo que ataja la manifestación y el triunfo (la gran Apostasía) del Anticristo; cuyo espíritu sin embargo ya entonces está en obra; como ya nota también San Juan: "muchos se han hecho ahora Anticristos". Ese algo San Pablo lo pone en neutro y en masculino, participio presente: Lo que Ataja y El Atajador. San Pablo había dicho a los cristianos de Tesalónica qué cosa era ese Obstáculo-Obtaculizante misterioso; "a ellos sí, pero no a nosotros", exclama San Agustín. Sin embargo él, como los demás antiguos padres, vieron el Obstáculo en el Imperio Romano, que con su organización política, su genio jurídico, su disciplinado ejército y su férrero orden externo, impedía la explosión de la Iniquidad siempre latente; y en el masculino participio presente, al Emperador.
Tanta fue así que al periclitar y disgregarse el Imperio de Roma bajo las invasiones bárbaras, y al disminuir gradualmente la autoridad de los Emperadores, ante la asunción del poder absoluto por los reyezuelos comandantes del Ejército, en grandes fragmentos del Imperio, creyeron los cristianos cercano el Anticristo. Cuando la segunda invasión y saqueo de la Urbe por los vándalos, San Jerónimo desde Belén escribe a Ageruchia que probablemente están cercanos los tiempos novísimos y el Anticristo.
No se reveló el Anticristo. Y entonces la exégesis patrística rectificó su punto de mira sin abandonarlo: el Imperio Romano es el Obstáculo; pero no propiamente su Emperador personal, sino su estructura formal, el Orden Romano, que se conserva y aún se completa en la inmensa creación político-cultural llamada la Cristiandad europea. Newman admite que el Imperio ha durado hasta sus días, en los "diez Reinos" que de él brotaron; e incluso un "Emperador de los Romanos" ha habido siempre hasta la Revolución Francesa, nominal al menos y no sólo nominal en los más grandes dellos, Carlomagno y Carlos Quinto. Napoleón Bonaparte quitó su título y su poder al último Rey del Sacro Imperio Romano Germánico, Francisco II de Austria, creando en 1806 la Confederación del Rhin, preludio de la inminente hegemonía de Prusia. Santo Tomás en su Comm. ad Thess. II, después de preguntarse: "El Imperio Romano cayó y no se reveló el Anticristo..." responde tranquilamente: "El Imperio no ha desaparecido", y se remite al Sermón de Pascua de San Gregorio el Magno.
El orden más o menos imperfecto pero vigente desta que llaman hoy la Civilización Occidental atajó hasta hoy la inundación de la Iniquidad. Hoy vemos dos fuezas universales poderosísimas, Capitalismo y Comunismo, en la tarea de destruirla; aunque el Capitalismo diga que su intención es defenderla; pues tiene la insensata pretensión de conservar sus frutos destruyendo su raíz; o para hablar como el Evangelio: quiere primero la Añadidura y después el Reino de Dios; o sin el Reino de Dios.
Ésta es la interpretación más sólida y respaldada del Katéjon de San Pablo (...)
P. Leonardo Castellani. El Apokalypsis de San Juan.
El Matiner: P. Leonardo Castellani: El Orden, la Iniquidad y la decadencia de Occidente.
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