Este escrito del padre Castellani es de los años 50, en plena guera fría entre la URSS y los EEUU y antes del Vaticano II. Aun entonces había "obstáculo" para que el Anticristo se manifestara; era la propia Iglesia, a falta de mayores poderes políticos protectores de la cristiandad.
Ya sin poderes terrenales protegiendo "la Ciudad de Dios" (el último imperio nominalmente católico no fue el Sacro Imperio Romano Germánico hasta 1806, de que habla Castellani, sino el Imperio Austro-húngaro, vigente hasta 1918), la mayor evidencia para comprobar que el "obstáculo" (del que hablaba San Pablo) "se quitó", lo testimonia el Vaticano II, abriendo de par en par las puertas del catolicismo, en definitiva, al reino del Anticristo.
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