Somos hombres de otro siglo (XVII): Exigencia.
Andamos exigiendo a los demás, en la vida íntima y privada , una vida justa, bella, emprendedora y altiva , con santidad para todos -menos para mi- y con paz para todos - menos para mi también.
Y no nos preguntamos, si estamos en condiciones de merecernos esa exigencia.
Si es que, en verdad, somos exigentes con nosotros mismos y con el prójimo que a nuestro lado pasea que no marcha.
Andamos exigiendo, que esto es muy hispánico, y no nos exigimos.
Esto también es muy hispánico, y muy aldeano, y muy de ciudad. Y también de Capital. Porque las cosas no vienen solas si alguien, antes de echarlas a rodar, no las empuja.
Porque es preciso que antes de exigir nos exijamos.
Que la paja en el ojo ajeno, se ha convertido por vicio en la viga que no vemos en nuestro propio ojo , que ya no duele.
Exigencia para todos y para mí el primero.
Exigencia de bondad - la buena fe- la fe de los buenos.
Exigencia para la hombría, la honradez y el trabajo íntimo. Para la pureza de intenciones y la grandeza del alma.
Para marchar consciente por la vida del alma arrancando de mi vida imperfecciones y pecados que siempre debí tener y cometer , por cristiano y que por español debía ir evitando , para poder gozar de esa paz interior que da la paz del corazón.
Exijo y me tengo que exigir.
En el nombre de la exigencia que me hago -así empieza el rezo - te pido Señor, por la exigencia que los demás en mi prójimo tienen que hacerse.
Y así, que es una buena manera de empezar rezando, no me olvido de mi calamidad espiritual.
Quizás, hermano, alguien no entienda esto de llorar a solas , ante un Cristo viejo y flaco - de cualquier iglesia de piedra levantada por el trabajo de los hombres - . Y quizás no entiendan que te aprietas el corazón, exigente de dolores, para sentirlo, porque quiere ser el primero en exigirte y exigir después a voz alta - en alta voz- en voz portada por todos los tuyos - y tú portavoz, de tu idea- que todos se exijan ser mejores en todo, si pretenden y desean una vida mejorada. Superada. Aspirada en sus afanes.
Por la exigencia alzamos la bandera y seguimos en pie tras ella. Solo los que se exigen , pueden tener paz en el corazón. Los que sólo exigen, sin exigirse, algún día rendirán cuentas de su cruel falta, de su tremenda hipocresía.
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