Con el mal no debe haber tolerancia. La tolerancia puede ser fruto del Espíritu Santo poniendo la otra mejilla ante un ataque dirigido a la propia persona, o incluso simplemente soportando con paciencia las cosas que nos molestan de los demás. Así como han cambiado el significado de tantas palabras, hoy en día tolerar ya no es sinónimo de aguantar, soportar, sino de mantener una actitud indiferente ante el mal o el error.
Marcadores