«Eso que llaman Estado»
Un nuevo libro de Rafael Gambra
Ediciones MONTEJURRA recoge en las páginas de Rafael Gambra que forman este libro una clarividente historia del pensamiento y de la política en los quince años que median desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. La marcha paralela de las ideas filosóficas y de las realidades políticas, observada y escrita en cada coyuntura de este periodo, otorga a este libro un extraordinario valor de penetración y autoconciencia histórica.
Los grandes hechos de estos años: el crecimiento vertical del poder estatal en todos los países, la derrota del Eje y de sus místicas nacionales, las modernas técnicas destructivas y sus terrores larvados, la difusión de la mentalidad existencialista y su posterior crisis, el neoracionalismo y el renacido europeísmo español… nos aparecen en estas páginas bañados en su propia luz, captados en el impulso espiritual que les dio vida.
¿Cuál es –cabría preguntar– el sujeto o personaje central que presta unidad a las páginas de este libro? ¿Cuál el hilo argumental que enhebra estos ensayos pensados y escritos con años de intervalo?
Podríamos tal vez contestar con el título del libro: “Eso que llamamos Estado”, ese algo en el cual el hombre moderno descarga su responsabilidad, al que echa la culpa de todo, al que entrega gustoso cada día su libertad y su iniciativa. Ese algo que en estos últimos quince años ha crecido en todos los países como la seta de una explosión atómica hasta hacernos casi impensable una convivencia política que no aliente dentro del propio Estado.
Este es, sin duda, el objeto central de estas páginas: esa estructura absorbente y uniforme que crece sobre los hombres paralelamente a como crece en sus corazones el sentimiento resentido de la democracia igualitaria. Ese poder anónimo y tenebroso que “ya se esconda bajo el mecanismo de la democracia colectiva o se proclame abiertamente en dictadura, está hoy en todas partes, infinitamente protector y organizador, pero, a la vez, infinitamente autoritario”.
Quizá, desde otro ángulo, vayan estos ensayos dedicados a la libertad, a esa libertad que conocieron nuestros antepasados en su forma corporativa y que nuestros padres gozaron todavía en su forma individual. A esa libertad que fue violentamente destruida en sus raíces corporativas y que, en su forma individual, languidece hoy y muere sin lucha en los propios corazones de los humanos.
Este objeto central, con sus dos caras, recibe en estas páginas un enfoque concomitante o previo: ¿cuáles han sido los supuestos teóricos de ese descomunal crecimiento del poder en nuestra época? ¿Cómo han cooperado al mismo las ideas, en qué forma y por qué ocultos cauces? Y otro enfoque posterior, consecutivo: ¿cuál es la salida posible para este universo centralizado en que se ha encerrado el propio hombre? ¿Hay algo en las ideas que hoy germinan, o en las reservas morales o históricas del hombre que permita una esperanza?
Al autor de estas páginas, Rafael Gambra, y a su obra, podría aplicarse aquel juicio que emitía hace poco un buen y ya viejo liberal español: “En nuestra juventud llamábamos oscurantistas a los que defendían la libertad en su forma corporativa o foral. Estos oscurantistas –los carlistas– han supervivido hasta nuestros días. Y hoy son los únicos que, en este mundo que hemos alcanzado, hablan todavía de libertad y se interesan por ella”.
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En el presente libro de Rafael Gambra la unidad de los distintos temas viene sólida precisamente desde la unidad de los puntos de mira de su autor. Estas páginas son la crítica serena con que un hombre de las Españas sigue el giro del pensamiento europeo, oteando sus quiebras y sacando consecuencias en función de los valores de nuestra tradición.
Las tres partes del libro ayúntanse así en granítica trabazón lógica. En “las ideas y los hechos” busca las raíces de la crisis política contemporánea, ahondando en los motivos filosóficos que la presiden. Mérito suyo fue ver, entre los primeros en verlo, cómo el totalitarismo nacionalista de hitlerismos y fascismos era producto de la crisis signada por el existencialismo ambiente, así como mostrar se daba las manos con el marxismo, pese a provenir éste de los postulados mismos de donde nació el racionalismo democrático. Los dos constantes errores básicos en que el hombre sin cesar cae, el irracionalismo desesperado y el racionalismo desesperante, advienen a idénticas conclusiones, presentadas por Rafael Gambra, con el vigor de un pensamiento verdaderamente magistral.
La segunda parte, consagrada a señalar la dinámica del poder desenfrenado que constituye una de las enfermedades del siglo, es rosario de verdades políticas entrañablemente nuestras, vistas al socaire de las fracturas del orgulloso espíritu europeo. No tienen desperdicio las observaciones que señalan la raíz de ese desbordamiento del poder estatal en la crisis de costumbre y de estabilidad en la sociedad moderna, ni el repudio del nacionalismo de hoy frente al verdadero y santo patriotismo, ni el aquilatamiento de qué sea el federalismo tradicional en contraste con los varios federalismos que dan en otro de los sarampiones del momento.
Una tercera parte trae a nuestro mundo presente lo que fue construido en las anteriores. Son sin precio los juicios sobre el nuevo liberalismo, que nos quiere seguir europeizando al estilo de Ortega, o acerca de las dos Españas con que un grupo de liberales de hoy sueñan con cloroformizar a las Españas tradicionales. Estos dos últimos estudios están sin duda destinados a entrar en los mejores planteamientos actuales de una política cultural tradicionalista.
Es, en fin, este libro certera expresión del carlismo en el pensamiento contemporáneo. Diré más: del carlismo áspero y seguro, bronco y profundo, que ha sido la forma incomparable que la tradición de España asumió entre las breñas angostas de Navarra. Un localismo que no impide el estudio y el saber, sino que dan al estudio y al saber ese estilo denso inconfundible que resplandece en estas páginas mostrando cómo los carlistas pueden acercarse a las polémicas literarias o filosóficas utilizando el tesoro de su continuidad política.
Al lado de las lecciones concretas de este libro entre tantas cuestiones importantes, es ésa la gran lección que nos da su autor a cuantos nos honramos con haber sido, lo mismo que él, inconmovibles en medio de tantas mudanzas como estamos presenciando en esos intelectuales que hoy son liberales por la misma razón por la que eran hitlerianos años atrás: por el prurito de no ser, a secas, españoles.
Francisco ELÍAS DE TEJADA.
Fuente: “El Pensamiento Navarro”, Pamplona, (23 de abr., 1958); p. 8. Francisco Elías de Tejada
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