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Tema: La carta de C. H. Douglas a Adolf Hitler

  1. #1
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    La carta de C. H. Douglas a Adolf Hitler

    Carta de C. H. Douglas a Hitler

    Fuente: The Social Crediter, Sábado, 6 de Mayo, 1939.




    Carta a Herr Hitler

    El Mayor Douglas autoriza la publicación de la siguiente carta, dirigida al Führer y enviada a través de un canal seguro
    .

    .....................................................................................................................................Mayo, 1939.


    Herr Führer,

    Como introducción al memorándum que se adjunta,* me gustaría solicitar su permiso para traer a conocimiento de su eminencia misma las siguientes observaciones:–

    (a) Si bien se afirma, y sin lugar a dudas se cree, que existe algún tipo de conflicto de ideologías entre el grupo “democrático” de Poderes y el grupo Totalitario, no existe, de hecho, conflicto semejante: todos ellos proceden en sus actuaciones igualmente a partir de la presunción fundamental, que sin lugar a dudas se cree que es indiscutible, de que el pleno empleo de sus respectivos pueblos constituye la prueba del éxito. Sus diferencias son solamente de método.

    (b) Si esta afirmación se apoyara sobre una base “moral”, entonces debería observarse que hace surgir problemas prácticos que parecen ser únicamente solucionables recurriendo a una guerra de mutua destrucción, que terminaría resultando ciertamente en una anarquía y un final sometimiento a un superviviente Transatlántico.

    (c) Si, por el contrario, se afirma que el pleno empleo constituye una necesidad práctica de toda civilización avanzada, podrá demostrarse fácilmente que la verdad es justamente la contraria. Si bien se reconoce que la actual producción de armamentos en todo país ha sido impulsada a consecuencia de la presunción general de que el desempleo equivale a la destrucción económica, debería sin embargo resultar obvio que el pleno empleo que proporciona la construcción de armamentos es no sólo temporal sino también al mismo tiempo quizá el último ejemplo de despilfarro e ineficiencia.

    (d) Esta política de empleo, que aquí es criticada, se admite ahora que resulta ser inseparable del Sistema Financiero Judío.

    (e) Un simple cambio en este sistema haría innecesario el pleno empleo, eliminaría la competencia por los mercados y destruiría el poder de los Financieros internacionales; poder al cual únicamente la guerra le hace creer y que, si no es destruido, destruirá la civilización en Europa.

    ¿Me permite rogarle fervorosamente a que la presente crisis, –teniendo en cuenta la posición clave en la historia del mundo que usted ocupa–, sea aprovechada para instar a una revelación o exposición de esta política falsa y destructiva?

    Es indispensable, si se quiere que éste constituya el principal asunto de toda conferencia como la que se ha propuesto, que no sólo Alemania sino todo el mundo civilizado se una en apoyo de la acción tomada por usted. No el Presidente Roosevelt, sino usted mismo, sería reconocido como el representante de todos aquéllos valores que son igualmente queridos en las, así llamadas, democracias y en sus, artificialmente creadas, antagonistas.


    ....................................................................................................................Atentamente suyo,

    ...............................................................................................................C. H. Douglas [firmado]


    * El memorándum referido aquí era una copia del memorándum “Advertencia a Europa” ya publicado.



    ADVERTENCIA A EUROPA

    Preparado por el Sr. John Mitchell, de la Asociación Consultiva de Contribuyentes Unidos.

    El memorándum al que se refería Douglas apareció bajo el encabezamiento, “Advertencia a Europa”, en The Social Crediter del 29 de Abril de 1939, y decía así:



    La guerra en Europa con su consiguiente destrucción de lo que queda de sociedad estable y civilizada, no se podrá evitar a menos que las autoridades responsables en los Gobiernos de Bretaña, Alemania, Francia e Italia reconozcan la identidad de las verdaderas fuerzas de Oposición en el mundo, y que el posicionamiento de ellas mismas, de sus gobiernos, y de los pueblos de sus países depende muy principalmente de que las políticas formuladas por sus gobiernos estén en concordancia con ese susodicho reconocimiento.

    Si llegara la guerra, el destino que sobrevendría a Europa y a sus gobiernos fue bien definido por un bien conocido inglés en un discurso pronunciado a los postres en el City Club de Cleveland, Ohio, tal y como aparece recogido en el Sunday Times del Domingo de Pascua. Él “predijo que una guerra mundial comenzaría durante 1939, de la cual América emergería como ´dictadora del mundo´”.

    “¡Él añadió que el conflicto `reduciría a ruinas a Alemania, Italia, Francia e Inglaterra`!”

    Los Grandes Poderes de Europa en ruinas, ¡y América como Dictadora del Mundo!

    Permítase declarar a continuación que la verdadera identidad de las masas opuestas, desde el punto de vista de quién ganará y quién perderá (lo cual, por supuesto, constituye la única base realista de la decisión), es Europa contra América y Rusia (política y económicamente en vasallaje con América).

    No es posible ninguna valoración de esta declaración de hecho, a menos que uno se dé cuenta de quiénes constituyen los verdaderos soberanos de América y Rusia, en contraposición a los testaferros oficialmente considerados como los detentadores del gobierno.

    La propia posición del Presidente Roosevelt fue sucintamente descrita por Walter Lippman en el New York Herald Tribune del 27 de Junio de 1932. Él declaró: “Es evidente que Roosevelt no es el líder de las fuerzas que están detrás de él. Él está siendo usado.”

    El Sr. Walter Lippman se encuentra en una posición de poder saber sobre estas cosas. Él, debería recordarse, es comúnmente considerado como el autor de los “Catorce Puntos” del Presidente Wilson. En la Enciclopedia Británica, se cita materia suficiente al respecto hasta el punto de que este documento, estableciendo las condiciones generales de la paz, fue preparado por el Dr. S. Mezes, D. H. Miller y Walter Lippman.

    Los verdaderos soberanos de América son los grandes banqueros de Nueva York, siendo el grupo que los encabeza el de Kuhn, Loeb and Co. El controlador de este grupo es Felix Warburg, cuyo padre, Paul Warburg, era bien conocido como el ´Padre de la Junta de la Reserva Federal de los EE.UU.´

    Antes de la guerra, se impuso una dictadura ´de facto´ sobre la política de los Estados Unidos mediante la ´concentración de bancos´ controlada por Warburg. Tan grande era el clamor popular en América en 1912 contra este Trust Bancario que el Presidente Wilson, que era un protegido de Kuhn, Loeb and Co., fue obligado a establecer una Comisión de investigación.

    El Informe presentado por la Comisión de Investigación al Congreso, contenía descubrimientos que resultaban ser alarmantes: Existía ´un Trust Bancario´: éste incluía cinco bancos principales, que controlaban a su vez a ciento doce bancos importantes, así como a numerosos grupos financieros e industriales dispersos a lo largo de los Estados Unidos y otras partes del mundo; el poder de esta ´coalición´ era enorme. Al agregar juntas las sumas de Capital representadas por los bancos que formaban parte del ´Trust´, y las representadas por las empresas que dependían de ellos, la Comisión llegó a la casi increíble cifra de 22.245.000.000 de dólares, o más de 556 mil millones de francos franceses y, tomando una libra por cada cinco dólares, representaban 4.449.000.000 de libras inglesas. Todo lo cual estaba agrupado, en 1912, alrededor de Jacob Schiff, y dependía de su sola voluntad.

    La Comisión de Investigación no fue engañada de ninguna de las maneras, y concluyó su Informe en los siguientes impresionantes términos: “El poderoso asidero de estos hombres descansa sobre la palanca que controla el crédito, y sus engranajes se mueven o se detienen a su señal”.

    El resultado de esta investigación fue la formación de la Junta de la Reserva Federal. De este modo, lejos de ser aflojadas, las cadenas con las que Kuhn, Loeb and Co. sostenían al Gobierno de América fueron apretadas todavía más.

    El contacto de este todopoderoso grupo bancario con el Presidente Roosevelt se manifiesta a través de sus socios más próximos: Bernard M. Baruch y Felix Frankfurter, que son los ´asesores´ principales del Presidente.

    La medida de la dominación de Baruch sobre el Gobierno Americano queda evidenciada por su propia respuesta al interrogatorio que se le hizo en una Investigación Oficial del Senado, en la cual él dijo: “Supongo que yo era el hombre más poderoso en los Estados Unidos durante la guerra”.

    Durante la guerra, Bernard Baruch encabezó la Junta de Industrias de Guerra. En él residía la autoridad sobre:

    (1) El uso de capital en los negocios privados de los americanos.

    (2) Sobre todos los materiales.

    (3) Sobre todas las industrias.

    (4) Sobre todas las clases de hombres que habían de ser llamados al servicio militar.

    (5) Sobre el personal de trabajo en el país.

    Ningún proyecto podía ser financiado sin su consentimiento. Y lo que es lo más significativo de todas las consideraciones que gobernaba su asentimiento, consistía en que podía fijar la remuneración del capitalista, los sueldos de los trabajadores, y los precios de los productos, no sólo los precios destinados al Gobierno para los suministros de guerra, sino también los precios destinados a la población civil.

    Después de la guerra, Baruch fue a la Conferencia Económica de París como Presidente de la Comisión Americana.

    El poder que Baruch ejerce hoy en día se resume en dos declaraciones, que son las siguientes:

    “Uno de los consejeros clave de Roosevelt es Bernard M. Baruch, una autoridad en la administración Wilson. Ante la ausencia en Washington del Secretario de Estado Hull y del Presidente, al Sr. Baruch lo podemos considerar como el Presidente no oficial. El Profesor Felix Frankfurter, que ha declinado un número de posiciones importantes en la administración Roosevelt, sin embargo ha visto aceptadas sus recomendaciones para ocupar cerca de media de docena de los más importantes puestos legales en el Gobierno y continua funcionando como uno de los asesores de mayor confianza del Presidente.”

    ...........................................................................................The Brooklyn Jewish Examiner


    “Bernard M. Baruch es llamado a conferencias frecuentes con el Presidente. Ha financiado a muchos sus campañas al Congreso; y está rodeado de una guardia pretoriana de Senadores, que se aferran a cada una de sus palabras. La figura de Baruch se está inflando hasta enormes dimensiones en el horizonte de la vida pública. Se confió en su consejo para el nombramiento hecho por Hoover de Eugene Meyer, Jr., como Gobernador de la Junta de la Reserva Federal. Él es el Hombre Misterioso de Washington y Wall Street.”

    ........................................................................“Fortune”, la revista mensual de los “Magnates”.


    Ningún entendimiento de la diplomacia del Gobierno Americano podrá ser válida, en tanto que no reconozca que la política de ese Gobierno está dominada por los poderosos banqueros de Nueva York referidos.


    Relación de América con Rusia

    Los Intereses de la Poderosa Banca, que controlan al gobierno americano, son también el poder que gobierna a Rusia.

    Las pruebas en apoyo del hecho de que la Revolución Rusa y los Gobiernos subsiguientes de Rusia fueron financiados y controlados por los Intereses de la Banca, la cual gobierna a América, son monumentales.

    Solamente será necesario referirse aquí al documento principal que trata de la financiación de la Revolución Rusa. Se trata de aquél que fue elaborado por el Servicio Secreto Americano y transmitido por el Alto Comisionado francés a su Gobierno. Fue publicado por la Documentation Catholique de París, el 6 de Marzo de 1920:

    Sección 1: declara que “se descubrió que la siguientes personas, así como las casas bancarias mencionadas, estuvieron implicadas en este trabajo de destrucción: Jacob Shiff; Guggenheim; Max Breitung; Kuhn, Loeb and Co.; Felix Warburg; Otto Kahn; Mortimer Schiff; S. H. Hanauer”.

    Kuhn, Loeb and Co., tuvo un monopolio completo de los contratos para la industrialización de Rusia.


    El dominio del mundo por América y Rusia

    Los intereses de la Banca, que gobiernan a América y Rusia, tienen las conexiones internacionales más poderosas. Cuán ´inopinadas´ como extensivas son, viene reflejado por el hecho de que durante la Gran Guerra, mientras Max Warburg era el asesor financiero de confianza del Emperador de Alemania, el hermano de Max Warburg, Paul Warburg, director de Kuhn, Loeb and Co. y fundador del Banco de la Reserva Federal, estaba jugando, en calidad de “Gran Tesorero de los Estados Unidos de América”, un papel similar al lado del Presidente Wilson. Las ingeniosas conspiraciones y los obstáculos paralizantes con los que los Aliados encontraron obstruido su camino, pueden imaginarse; mientras que a su vez debería fijarse en mente que aquéllos implicados en la terrible lucha nunca tuvieron la más ligera sospecha.

    Es interesante hacer constar que Max Warburg era uno de los principales representantes enviados por Alemania a la Conferencia de Paz de Versalles, mientras que su hermano, Paul Warburg, de la misma casa financiera, era uno de los principales representantes de América.

    Los intereses de este grupo de banqueros que controlan América y Rusia son internacionales, y su objetivo es la liquidación de Europa con vistas a su completa dominación sobre ella.

    Los dos jefes políticos de la postguerra de Rusia han declarado las intenciones de los Intereses Bancarios que los controlan. Volviendo lejos atrás hasta el 26 de Noviembre de 1920, Lenin proclamó: “Nuestra salvación se aseguraría más fácilmente si los Poderes del imperialismo se vieran envueltos en una guerra”.

    El 21 de Febrero de 1935, la Oficina Política de la Internacional Comunista, el más alto órgano de la Internacional, después de recibir un discurso de Stalin, aprobó una resolución en la que decía:

    “La Oficina Política está definitivamente convencida de que una nueva guerra mundial es absolutamente inevitable, pero explica esto como la preparación obvia para la revolución mundial. Con el objetivo de la autopreservación, y de acuerdo con los intereses del Movimiento Revolucionario Mundial, el Gobierno Soviético debe hacer todo lo posible para entrar en el grupo de los Estados que construyen las coaliciones más fuertes.”


    El suicidio de Europa

    El escenario está dispuesto para que Europa se destruya a sí misma, y nada hay más cierto que eso; siempre y cuando el personal de los Gobiernos europeos jueguen sus papeles tan cuidadosamente diseñados para ellos por los Intereses Financieros que gobiernan América y Rusia, automáticamente firmarán sus propias y personales sentencias de muerte.

    Europa puede salvarse en esta última hora si los miembros de sus gobiernos reconocen al común enemigo, y se unen contra él.

    Una Europa dividida es el objetivo de la política Americana, sea lo que sea lo que se aparente desde la ´superficie´ de la diplomacia del Presidente Roosevelt, el cual sólo puede mantener el apoyo de la opinión pública para sí mismo camuflando aquél como su verdadero objetivo. Puesto que todas las agencias de noticias internacionales y casi toda la Prensa de Europa entera están controladas directa o indirectamente por los Intereses de la Banca Americana, es realmente sencillo para ellos poder hacerlo. La continua alarma de guerra, que es fomentada en la Prensa publicando cualquier rumor, es uno de sus métodos.

    El verdadero objetivo de la política Americana fue declarado por un importante portavoz político de los verdaderos soberanos de América, el Senador Key Pittman, en marzo de este año. Él dijo:

    “Es nuestro interés mantener un importante equilibrio de poder en Europa. Si un grupo cualquiera obtuviera un predominio importante, nos veríamos encarados con la necesidad de defender la doctrina Monroe en el continente Americano.”

    En esa declaración aparece la admisión de que una Europa unida constituiría la sentencia de muerte para la política americana de hegemonía mundial.


    Acción para la paz

    Se necesita una inmediata acción para contrarrestar esta amenaza para Europa. Las personas prominentes en Bretaña, Alemania, Italia y Francia, con los cuales esta organización ha estado en contacto, directa o indirectamente, ya están cooperando en una forma de acción que, si es seguida enérgicamente y a lo largo y ancho de un área lo suficientemente amplia, supondría hacer mucho en la obtención de decisiones que evitarían la catástrofe amenazante.

    La acción requerida es esencialmente una de iniciativa personal, y no de comités, consejos o cualquier otra forma de asociación abierta.

    El propósito de la acción es doble:

    (a) Iluminar las mentes en los círculos de Gobierno en Europa, que todavía no son apropiadamente conscientes del peligro existente tanto para Europa como para ellos mismos.

    (b) Extender esa iluminación al círculo más amplio y más influyente cercano a cada Gobierno como lo permita el tiempo, de tal forma que se construya un bloque de opinión poderoso y decidido en cada país para apoyar aquellas decisiones que servirán de apoyo a las políticas tendentes a la unidad de Europa contra su común enemigo.

    Toda persona que tome parte en este esfuerzo posee sus propias conexiones y canales a través de las cuales él puede trabajar. La acción en este punto consiste únicamente en extender por todos los Gobiernos y los círculos de influencia en Europa el asunto de esta circular, complementándola con tantos hechos del mismo estilo como sean necesarios y puedan obtenerse de otras fuentes.

    La acción que ya se ha tomado ha confirmado lo correcto de la presunción que forma la base para la prosecución de esta cuestión: un Par de este país, que reconoce la verdad de lo que se escribe aquí, procedió a contactar con ciertos altos personajes y descubrió que, antes de su esfuerzo por iluminarles sobre este asunto, ellos se encontraban entre “los muchos que son demasiado estúpidos y simples como para ver la situación como es”. Esta línea de acción eliminará mucha de esa ignorancia, y muy probablemente conducirá a una orientación de la política, por parte de los Gobiernos Europeos, que evitarán el desastre.



    Texto original en inglés de la carta.

    Visto en: THE CLIFFORD HUGH DOUGLAS INSTITUTE.

    Texto original en inglés del memorándum.

    Visto en: THE AUSTRALIAN LEAGUE OF RIGHTS.
    Última edición por Martin Ant; 19/10/2014 a las 17:15
    MONTECASINO y Pious dieron el Víctor.

  2. #2
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    Re: La carta de C. H. Douglas a Adolf Hitler

    El Fuhrer estaba al tanto de esta conjura de la Alta Finanza y de quienes la controlaban y dirigían.
    Intento por diversos medios que Inglaterra se diera cuenta, pero no llego a advertir que Londres era una de las partes principales en este macabro juego político.
    Su "alianza" con los soviéticos, tuvo como objeto ganar tiempo, pero no lo logro, el "gran hermano", era más poderoso y dispuso que sus compañeros de ruta, Francia e Inglaterra le declararan la guerra.
    Polonia en su miopía política no supo darse cuenta que era el "pato de la boda", del gran hermano.
    No hay peor ciego que el que no quiere ver.
    La contribución de Martín Ant es esclarecedora, máxime cuando son muy pocos los que advierten los tejes y manejes del poder oculto.

  3. #3
    Martin Ant está desconectado Miembro Respetado
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    Re: La carta de C. H. Douglas a Adolf Hitler

    El Fuhrer estaba al tanto de esta conjura de la Alta Finanza y de quienes la controlaban y dirigían.
    Intento por diversos medios que Inglaterra se diera cuenta, pero no llego a advertir que Londres era una de las partes principales en este macabro juego político.
    Su "alianza" con los soviéticos, tuvo como objeto ganar tiempo, pero no lo logro, el "gran hermano", era más poderoso y dispuso que sus compañeros de ruta, Francia e Inglaterra le declararan la guerra.
    Polonia en su miopía política no supo darse cuenta que era el "pato de la boda", del gran hermano.
    No hay peor ciego que el que no quiere ver.
    Disiento completamente de esta versión o interpretación de los hechos. Adolf Hitler fue en todo momento un peón o títere en manos de los internacionalistas financieros. La visión del "problema judío" que tenía Hitler era, como buen bismarckista que era, elemental y burda (la típica del hombre medio alemán de la calle de su tiempo, basada en dos o tres ideas generales y vagas). Una cosa es que en sus discursos y escritos hablara en términos generales de la llamada "conspiración judía internacional", y otra cosa muy distinta es que realmente se diera cuenta de en qué consistía ésta, y quiénes y cómo la llevaban a cabo. Obras son amores y no buenas razones, y lo cierto es que, si se ha de juzgar por los frutos (que es la forma objetiva de juzgar), Hitler no dejó en ningún momento de practicar políticas que, no sólo no desafiaban realmente a los poderes internacionalistas, sino que además, más bien, favorecían a los designios de éstos.

    Precisamente C. H. Douglas escribió esa carta como un último intento (dentro de sus limitadas posibilidades, claro está) de hacer comprender a Hitler que sus políticas, tanto en el ámbito ecónomico-social como en el ámbito internacional o de política exterior, estaban en perfecta consonancia con la política que pregonaban y defendían los represesentantes de la Alta Finanza; políticas que, como explica en la propia carta, constituían la pólvora para el estallido de la guerra, que tanto querían y buscaban dichos "imperialistas internacionales de la finanza" (Pío XI, dixit).

    Tal y como dice el texto introductor, anterior al memorándum antes transcrito (y que se puede ver en el mismo enlace antes puesto):

    "Aún la lectura más superficial de los escritos de Douglas revela que él era completamente opuesto al Nacional-Socialismo. Douglas vio a Hitler como una herramienta, aún cuando fuera inconsciente, de los conspiradores internacionales contra la Civilización Cristiana Occidental.

    (…)

    Lo cierto es que Douglas escribió a Hitler, advirtiéndole de que sus políticas estaban favoreciendo a los mismos grupos a los que Hitler criticaba verbalmente. La aproximación de Douglas fue un intento de evitar la amenazante Segunda Guerra Mundial.

    La omisión de Hitler de responder de alguna forma a la carta de Douglas demostraba más allá de toda duda que sus políticas eran, como Douglas le acusaba, políticas judías."

    También en el libro comentado por Mauricio Carlavilla, Los Protocolos de los Sabios de Sión, se hace referencia a esta instrumentalización de Hitler, focalizando la atención principalmente en la parte en que el Canciller alemán es favorecido en su ascenso al poder político y cuando ya se encuentra instalado en él.

    Reproduzco a continuación el texto del comentario de Carlavilla de las páginas 90 a 99:



    Y bien lectores:

    ¿Pudo tomar el Poder Hitler, permanecer en él, expansionarse, cobrar potencia militar –¡y qué potencia!– y lanzarse a la Guerra Mundial por su mero genio de cabo, por un milagro de la Providencia o por un prodigio demoníaco?

    Esta es la pregunta previa que debiera formularse a la delincuencia de paz y guerra autoerigida en «Tribunal de Justicia».

    Comprenderán los lectores que no podamos en una página de este libro escribir la intrahistoria de la preguerra mundial y hallará motivos para que sólo insertemos unos textos, a nuestro entender, decisivos.

    Ante todo, remitimos a los lectores al libro titulado El dinero de Hitler, traducción del publicado en Holanda con el título De Geldbronnein van het Natioonaal Socialisme («Fuentes financieras del Nacional Socialismo»), de un Warburg –aunque desmentida luego la paternidad, previa la total desaparición de la edición, de la que no se salvaron más de tres o cuatro ejemplares. El libro es una coartada de los judíod financiadores de Hitler, tratando de justificarla, temiendo la conociese el mundo al triunfar el Fuhrer, pero que, sin duda, debió resultar innecesaria tal coartada inmediatamente después de publicado el libro; de ahí su fulminante recogida. En síntesis, Warburg, enviado por un grupo de financieros de Nueva York, celebra tres conversaciones con Hitler en 1929 y convienen financiar su movimiento, y la financiación se realiza hasta la cifra de treinta millones de dólares aproximadamente, complementada con millones de marcos de otros financieros de Alemania.

    El comentador del libro, ante la negativa en la postguerra de tal financiación de Hitler por los financieros judíos –que son los mismos, o sus descendientes, que financiaron la Revolución rusa a través del judío Bronstein (a) Trotsky– ha documentado lo dicho por Warburg en el mismo volumen, probando la financiación ulterior del Estado Nacional Socialista por los gobiernos norteamericano, inglés, francés y sus masónicos satélites europeos, regidos por un Roosevelt, un Blum y un Chamberlain, apoyándose en las Memorias del masón Schacht, del propio mago, a quien se atribuyó el «milagro» económico hitleriano.

    Leamos en sus Memorias:

    «La mañana del 14 de septiembre del año 1930 deposité mi voto para las elecciones al Reichstag que tenían lugar aquel día y tomé el tren del mediodía hacia Londres… El partido nacionalsocialista, que hasta aquel momento había contado con sólo doce diputados en el Reichstag, había ganado no menos de ciento siete actas» (4).

    Se diría que Schacht marchaba presuroso a Nueva York para darles la grata noticia del triunfo hitleriano a los Dioses.

    ¿Pero no hay hechos o indicios de las relaciones de Schacht con los Dioses y los hitlerianos?

    Como hemos visto, el 14 de septiembre, día de las elecciones, marcha Schacht a Nueva York. Se detuvo unos días en Londres; sin duda para recibir inspiraciones de su «dios» predilecto y compadre, Montagu.

    ¿Cuánto tiempo permanece Schacht en Estados Unidos?

    Él da un dato:

    «Durante los siguientes cincuenta días pronuncié casi otras tantas conferencias» (5).

    Inmediatamente después de regresar de Norteamérica:

    «En el mes de diciembre del año 1930 me invitó mi amigo Stauss, que desde el año 1915 formaba parte del consejo de administración del «Deutschen Bank», a una cena a la que también había invitado a Hermann Goering.

    »Cuando poco después recibí una invitación para asistir a una cena en casa de Hermann Goering, me apresuré a aceptarla, ya que nada tenía que objetar contra nuestro anfitrión y además se decía en la invitación que asistiría a la misma Adolfo Hitler.

    »La cena en casa de Goering tuvo lugar el 5 de enero del año 1931.

    »Hitler compareció después de la cena. Iba ataviado con unos pantalones negros y la guerrera parda del uniforme del partido. Su actitud no fue ni pretenciosa ni rebuscada; al contrario, en todo momento se comportó de un modo muy natural y modesto.

    »Nuestra conversación giró pronto hacia los temas políticos y económicos.

    »Ya durante este primer encuentro comprendí claramente que la fuerza propagandista de Hitler poseía posibilidades inmensas frente a la población alemana siempre que no se lograse poner punto final a la crisis económica.

    »Aquella cena me dio motivos para invitar durante la semana siguiente tanto al Canciller como a otros políticos con los que yo estaba en contacto para insistir en que formaran lo antes posible un gobierno de coalición con los nacionalsocialistas» (6).

    Ni un comentario. Sean tres observaciones: primera, que sólo después de visitar a los Dioses toma contacto Schacht con los hitlerianos y con el mismo Hitler; segunda, que el anfitrión en la primera entrevista con Goering es el banquero Stauss; tercera, que el lector puede apreciar cómo riman los juicios de Schacht y Warburg sobre Hitler; como verán, las palabras del primero parecen tomadas del libro del segundo… ¡Una coincidencia más!...

    Después, otra coincidencia:

    «Durante los siguientes meses del año 1931 empeoró aún más la situación económica y financiera, contra la cual Bruening nada podía hacer al no contar con el apoyo del Parlamento. No es aquí el lugar para discutir si la dimisión de Bruening se debió a esta imposibilidad, a la negativa de los socialdemócratas a prestarle su apoyo o a intrigas de los Deutschnationalen. Seguramente fueron todos estos factores los que influyeron en su decisión» (7).

    Otro intento de tergiversación. Bruening cae debido a que le son cerradas todas las puertas de Europa y América para poder atenuar la desesperada situación económica alemana.

    Debe ser recordado aquel postrero viaje del Canciller católico a Londres en demanda de ayuda. Su austera figura tiene sublimidad patética, vista orando de rodillas sobre la cubierta del barco que lo lleva en dirección a la City…

    ¿Efecto del desamparo en que se deja al honesto y democrático Canciller católico?...

    Dígalo Schacht:

    «El 31 de julio de 1932 votaron el 37,2 por 100 de los alemanes a favor de los nacionalsocialistas» (8).

    Pero, antes de las elecciones:

    «Antes de julio de 1932 y como consecuencia de mi entrevista con Hitler, me visitaron varios nacionalsocialistas para recabar mi consejo.

    »Fue entonces cuando comencé a decirme si era oportuno y prudente que continuara tan alejado de la vida pública de mi país como lo había estado hasta aquel momento» (9).

    Y esto no se lo había preguntado Schacht en los años precedentes, cuando el demócrata Bruening, acaudillando a los católicos alemanes, intentaba romper la tenaza marxista y nacionalsocialista que estrangulaba la democracia por la desesperada situación económica de las masas.

    Como la confesada ideología izquierdista democrática de masón, profesada por Schacht, no explica ni justifica su quietismo en aquellos años críticos, no puede ser aventurado el pensar que Schacht, un hombre de los Dioses, permaneciese quieto por obedecerlos, ya que el designio de Ellos era dar el Poder a Hitler…

    Pero si Schacht se ha mantenido indiferente ante los desastres económicos de Alemania, desde su regreso de Estados Unidos toma parte activa en el ataque contra el Gobierno católico y demócrata.

    El 11 de octubre acude a Harzburgo con su sola representación personal, donde se formará lo que se conoció con el nombre de Frente de Harzburgo.

    Allí se hallaban Hitler y Hugenberg, los jefes de los dos partidos nacionalistas más fuertes; pero Schacht, representando sólo a sí mismo, habla y actúa en plano de igualdad con los dos grandes jefes; pues tan sólo hablaron Hugenberg, Hitler, Schacht y el mariscal Von der Goltz.

    ¿Qué fuerza invisible debía representar el «mago» para que allí se le concediese tan alta categoría?...

    ¿Pero qué dice Schacht en su discurso?

    «… La economía alemana tiene el máximo interés en el éxito final del movimiento nacional. La reducción de la producción a casi un tercio, el número de obreros sin trabajo que se ha convertido ya en un mal crónico, las deudas exteriores que impiden se puedan cumplir con las obligaciones contraídas, una moneda que ya no sirve para el tráfico regular de mercancías sino sólo para ocultar la falta de medios de nuestros institutos financieros, éste es el estado en que se encuentra Alemania.

    »De los casi tres millones de obreros que buscan trabajo durante este verano, un millón son las víctimas de la crisis internacional. El resto lo constituyen las víctimas de la insensatez de la política financiera y económica del Gobierno, el fallo de la comprensión y de la voluntad para llevar a cabo una reforma y buscar la solución y la ayuda allí donde realmente se encuentra» (10).

    Como puede verse, el remedio único que propugna Schacht es derribar al Gobierno democrático, según él, dos veces más culpable de la quiebra económica y del paro que la crisis internacional…

    Y algo más debemos agregar, contado por von Papen, sin rectificación de Schacht:

    «Es cierto que el doctor Schacht reunió dinero para la campaña política con suscripciones procedentes de varias firmas industriales y comerciales… Schroeder y Thyssen pudieron reunir partes interesadas en esa finalidad, aunque parece improbable que se recibiese nunca la suma de doscientos millones» (11).

    Ya Hitler en el Poder, como le había prometido al masón Schacht:

    «El 17 de marzo del año 1933, exactamente tres años después de haber presentado voluntariamente mi dimisión, volví a ocupar el cargo de presidente del Reichsbank y esta vez en condiciones mucho más difíciles que a fines del año 1923 y con una responsabilidad mucho mayor» (12).

    En el libro se publica la fotocopia del nombramiento de Schacht de presidente del Reichsbank. Junto a las firmas del presidente del Reich, Hindeburg, y del canciller, Hitler, aparecen las firmas de tres consejeros del Banco del Reich; las firmas de los multimillonarios judíos: Warburg, von Mendelssohn y Wassermann.

    Sigue Schacht:

    «La situación es tremenda: seis millones y medio de hombres en paro.»

    Inmediatamente, Schacht emprende viaje hacia los Estados Unidos. Le han precedido el premier McDonald y el presidente del Consejo de Ministros de Francia, Herriot.

    Pero Schacht, tan sólo simple presidente del Reichsbank, es recibido con los mismos honores por Roosevelt y Hull, a pesar de haber sido nombrado para su cargo por Hitler.

    Vean unos detalles sobre la cordialidad de los dirigentes americanos con Schacht:

    «El presidente Roosevelt me recibió durante mi primera visita en la terraza delante de la Casa Blanca, apoyado en dos bastones…

    »Penetramos juntos en su sala de trabajo, donde dejó caer pesadamente sus cien kilos de humanidad en un sofá. Allí sostuve, después de aquella primera visita otras tres entrevistas con él

    »Me hicieron objeto de las formalidades diplomáticas de costumbre. Celebramos un gran banquete en la Casa Blanca bajo la presidencia de Roosevelt. Unos días después, otro banquete, que Cordell Hull ofreció en mi honor.

    »…Comencé paulatinamente a preparar a Roosevelt para llegar a decirle que a Alemania le era imposible, aun después de haber sido cancelado el pago de las reparaciones, continuar pagando los intereses y amortizar los numerosos empréstitos que en contra de mi consejo habían sido concedidos a nuestro país entre los años 1924 y 1930.

    »Después de haber preparado a Roosevelt sobre esta situación de Alemania, cogí el toro por los cuernos durante una conversación a la que también asistieron su ministro de Asuntos Exteriores, Cordell Hull, y el embajador alemán, doctor Luthe. Declaré de buenas a primeras que Alemania se vería obligada seguramente dentro de muy poco a cancelar el pago de intereses de los empréstitos que habían sido concedidos a nuestro país. Cordell Hull comenzó a ponerse nervioso…

    »…Roosevelt se golpeó el muslo con la palma de su mano y exclamó riendo:

    »– ¡Esto les está muy bien empleado a los banqueros de Wall Street!

    »A la noche siguiente tenía yo proyectada mi partida. Los vapores solían abandonar el puerto de Nueva York una hora después de medianoche. Por este motivo acepté todavía la invitación de un amigo judío que me había rogado hablara ante un pequeño auditorio formado por sus amigos, disertando sobre el antisemitismo del nacionalisocialismo

    »El amigo que me invitó fue David Sarnoff, un hombre muy capaz y muy inteligente, que en el año 1929 había acompañado a la delegación americana a París durante la celebración de la Conferencia del Plan Young…

    »… A esta cena asistieron unas doce o catorce personas, todas ellas judías, excepción hecha de Owen D. Young y del candidato católico a la presidencia, Alf Smith, y el secretario general de la «Young Men´s Christian Association». A los caballeros judíos asistentes los conocía en parte personalmente, en parte de nombre. Por primera vez conocí aquella noche al célebre jefe de los rabinos, Wise» (13).

    Esta es la única ocasión en la cual habla el doctor Schacht de lo que tanto le interesa silenciar.

    Su misión es preparar el terreno para la repudiación del pago de las reparaciones de guerra y para algo aún más audaz: negarse a pagar los intereses de los 20.000 millones de dólares recibidos como préstamos comerciales por Alemania.

    Y registra Schacht la primera reacción de Roosevelt, que atribuye a su rencor contra los banqueros de Wall Street… ¿Qué banqueros?... No serán los representados junto a él por Warburg y Baruch. Además, ha de constarle a Schacht –y a Roosevelt– que no han de ser los banqueros quienes resulten perjudicados: aquellos préstamos repudiados debían hallarse en su mayor parte suscritos y cubiertos por el ahorro y firmas industriales norteamericanos.

    Sea como sea este aspecto, debe quedar registrada la primera reacción de Roosevelt ante la proyectada medida económica hitleriana. Fue favorable. Y, como luego veremos, cuando Hitler y Schacht bloquean el pago de los préstamos, no se producen represalias; muy al contrario…

    La nocturna reunión con el grupo de eminentes judíos, cuyos nombres, por desgracia, calla Schacht, debió tener la máxima importancia, y no creemos que se limitase a tratar del ya tan archiconocido antisemitismo hitleriano…

    Parece lógico deducir que de las entrevistas con Roosevelt, Cordell Hull y con el pequeño e incógnito Sanhedrín surgieran los acuerdos que determinaran las actitudes ulteriores para con Hitler.

    Y Schacht registra:

    «En un estudio público, a fines del año 1931, comprobó la Frankfurter Zeitung que en el segundo semestre de 1931 aquellas naciones que hasta entonces habían absorbido cuatro quintas partes de la exportación alemana habían erigido en torno de ellas unas barreras aduaneras fantásticas. Francia no sólo había aumentado los derechos de aduana, sino que incluso había fijado, por vez primera, un contingente de importación que limitaba el volumen de las mercancías importadas. Polonia había aumentado sus derechos aduaneros hasta un 100 por 100. Una serie de países no se contentaban con sólo elevar estos derechos de aduana, sino que siguieron el ejemplo de Francia, limitando el volumen de mercancías de importación. A estas medidas siguieron otras, como, por ejemplo, la instauración de monopolios de importación, impuestos sobre las mercancías importadas, la obligación de emplear mercancías del país y otras por el estilo. A esto hay que añadir que Inglaterra y una serie de países habían desvalorizado su moneda y con ello obtenido una notable ventaja sobre Alemania en el mercado mundial» (14).

    Tal fue la política económica –un auténtico bloqueo– practicada con la Alemania democrática; la que intentaba pagar en lo posible las reparaciones de guerra y pagaba los intereses y las amortizaciones de los préstamos recibidos.

    Ahora veremos cómo es tratada la Alemania hitleriana, insolvente, totalitaria y antisemita:

    «En el mes de mayo, después de haber regresado de América y antes de ir a Londres para asistir a la Conferencia Económica Mundial, convoqué a los representantes bancarios de los países acreedores. Francia, Inglaterra, los Estados Unidos, Bélgica, Holanda, Suiza y Suecia mandaron cada una un delegado para representar los intereses de los acreedores de sus países frente a Alemania».

    Los acuerdos fueron los siguientes:

    «a) Se llegó a un acuerdo unánime sobre el hecho de que las reservas en oro y divisas del Reichsbank habían alcanzado un nivel tan bajo, que si aquella situación empeoraba, peligraba visiblemente la función del Reichsbank como instituto emisor de moneda y que se hacía necesario aumentar en los posible estas reservas.

    »b) Se reconoció también que la reducción de la balanza de pagos alemana obligaba a estudiar la posibilidad de asegurar y ampliar los ingresos alemanes en divisas (!!).

    »c) Todos los delegados reconocieron que era necesario estimular por todos los medios la exportación de productos alemanes… (!!).

    »d) Con vistas a la necesaria reducción de las transferencias, se reconoció que no podían ser realizados tampoco los pagos de intereses del empréstito Young (!!).

    »Todos estos acuerdos demuestran que en ningún momento procedí de un modo unilateral. Demuestran también que tampoco los acreedores deseaban que se continuara reduciendo las reservas en oro y divisas del Reichsbank, sino que, al contrario, exigían que estas reservas fueran aumentadas. Se reconoció también que era necesario estimular la exportación alemana por todos los medios ya que sólo de esta forma era posible poner de nuevo en funcionamiento el sistema de transferencias.

    »De estas deliberaciones, que se repitieron por semestres, fijando cada vez un nuevo porcentaje de transferencias, resulta que la reducción en las transferencias y el estímulo a la exportación estaba en consonancia con el punto de vista expuesto por los acreedores. Revela una falta de conocimiento de la materia el hecho de que este proceder se me haya reprochado en años posteriores» (15).

    Sinceramente, ¿cuándo se ha dispensado un trato como éste a Alemania después de la Primera Guerra Mundial?

    ¿A qué se debe un cambio tan radical?

    No puede aún deberse al miedo a la Alemania hitlerista; Hitler no dispone aún de un Ejército alemán terrible.

    El fortalecer económicamente a la Alemania hitleriana tan sólo puede tener por motivo real que pueda crear el Ejército del cual carece.

    Nadie alegue la fábula del «milagro» del «mago» Schacht, pues él mismo acaba de revelar el secreto de su «prodigio»… Se reduce a que los gobiernos y los financieros de los países vencedores renuncian a cobrar las deudas de guerra; y no sólo renuncian a ellas: renuncian a cobrar los empréstitos hechos al Gobierno alemán y a las entidades privadas. Más aún, levantan el bloqueo económico para que Alemania pueda exportar.

    En vista de «su» éxito, Schacht es nombrado ministro de Economía el 2 de agosto de 1934.

    Y de lo primero que se alaba es de que:

    «Cuando mi colega del Reichsbank fue atacado por la revista Stuermer por su ascendencia judía, exigí a Hitler que retiraran públicamente aquellas palabras y presentaran excusas» (16).

    ¿Quién era este «colega» judío? Son tres multimillonarios judíos en el Consejo… Suponemos que sería Warburg.

    Se sentía fuerte Schacht, pues refiere:

    «Una dificultad general fue la que tuve que rebatir de parte del ministro del Interior del Reich, Frick. Me mandó cierto día una disposición según la cual los funcionarios que habían sido masones no podían ser ascendidos ni ocupar ningún cargo de confianza. Mi respuesta fue escueta y tajante, como siempre. Informé al señor Frick que no estaba en condiciones de dar cumplimiento a su disposición en tanto que al frente de la dirección del Reichsbank se hallara un masón. Este masón era yo mismo. A todos mis funcionarios masones los he juzgado y tratado siempre según su capacidad y aplicación» (17).

    Podemos con un solo párrafo de Schacht sintetizar la marcha de la economía alemana en 1935:

    «… Con respecto al problema de las materias primas, llamé la atención sobre el hecho de que el 83 por 100 de las mismas las obteníamos gracias al cambio de mercancía por mercancía y que sólo el 17 por 100 de nuestras importaciones recibían divisas libres. Dije que este porcentaje era más que suficiente. El extranjero nos había adelantado ya mercancías por un valor de quinientos millones de marcos» (18).

    El 5 de agosto de 1937 podía escribirle Schacht a Goering lo siguiente:

    «La importación de primeras materias ha sido elevada de 26 millones de toneladas a 46 millones» (19).

    Unamos ambos datos y resultará que el mundo ha comprado mercancías a la Alemania hitleriana en una cantidad tal, que le permitía a ella comprar casi el doble de materias primas, llegando a la enorme cifra de 46 millones de toneladas.

    Una sencilla pregunta: ¿Cuántos millones de esas toneladas eran de materias primas para el rearme alemán…?

    ¿Por qué no se bloqueó económicamente al antisemita, belicista y rearmista Hitler y sí se bloqueó al pacifista Bruening…?

    Muy al contrario:

    «Le expuse –a Hitler– que también era un interés de los aliados –Estados Unidos, Inglaterra, Francia, etc.– encontrar una solución al problema de las materias primas y alimentos para Alemania. Recabé su permiso para trasladarme a París, donde quería discutir este tema con el Gobierno de León Blum. Después de largas discusiones, me dio finalmente la autorización por escrito para hacer este viaje, que preparé con el embajador francés en Berlín, François Poncet. Este informó a su Gobierno y comprobó, con gran alegría por su parte, que León Blum estaba dispuesto a entrevistarse conmigo para discutir este asunto.

    »Mi estancia en París y mis conversaciones con León Blum y sus ministros Auriol, ministro de Finanzas y futuro presidente de la República; Delbos, el Ministro de Asuntos Exteriores; Bastide, el ministro de Comercio, y Spinasse, el ministro de Economía, forman parte de mis mejores recuerdos. Fui acogido con mucha simpatía y no encontré aquella adversión hacia nosotros tan temida por Hitler, sino una gran comprensión, en el sentido de que una solución de la cuestión planteada por mí serviría para asegurar la paz mundial.

    »Claro está que León Blum dudaba de la sinceridad de Hitler, dudas que yo también compartía. Recuerdo una conversación que celebráramos mientras paseábamos por los jardines de su palacio, durante la cual expresó su asombro por haberme concedido Hitler autorización para tratar estos temas, y precisamente con él, el presidente del Consejo de Ministros socialdemócrata.

    »– Hitler sabe que yo, monsieur Schacht…

    »– Sí, señor presidente –le interrumpí–. Hitler sabe perfectamente que es usted socialdemócrata, francmasón y judío. A pesar de ello, me ha autorizado a hacerle estas proposiciones. Su embajador en Berlín está enterado de todo.

    »León Blum se declaró dispuesto, prescindiendo por completo de la cuestión de la soberanía, a estudiar la posibilidad de ceder la antigua posesión de Camerón a Alemania para su explotación económica, pero insistió en que antes había de conversar a este respecto con el Gobierno inglés. También yo reconocí esta necesidad. Blum ventiló el asunto con el Gobierno inglés durante los meses siguientes, informando yo previamente de estas conversaciones a mi amigo Montagu Norman» (20).

    Cita Schacht varios nombres de políticos franceses; todos son de izquierdas, socialistas en su mayoría, todos masones y tres judíos. Cuantos nombra eran y fueron denodados antifascistas; habían triunfado en las elecciones figurando a la cabeza del Frente Popular Antifascista.

    Los dos más decisivos, Blum y Montagu, son judíos además… ¿Cómo explicarse que sean partidarios de darle la explotación económica de colonias a Hitler…? ¿No significaba esa explotación fortalecerlo económicamente para que pudiera acelerar y aumentar su rearme, ya empezado…?

    Reconocerá el «mago» que el antisemitismo hitleriano no era cosa de 1937, porque Mi lucha estaba escrita muchos años antes; el programa del partido, los discursos de Hitler y los de todos los jerarcas nazis databan de mucho tiempo.

    El consentido antisemitismo de Hitler, un antisemitismo contra los judíos sin dinero, es decir, no contra los Dioses, fue un tributo pagado a la demagogia hitleriana por Ellos; era necesario para exaltar el anticomunismo alemán, porque la propaganda nazi, con craso error, identificó al Judaísmo con el comunismo staliniano, queriendo ignorar y negarle trascendencia radical a la dramática lucha entre Trotsky, judío, y Stalin, ruso.

    Además, este antisemitismo racista, de pogrom, analfabeto y estúpido, cuyas únicas víctimas fueron siempre los «judíos sin dinero», lo piojosos, casi todos mosáicos, por lo tanto, no kabalistas y ni siquiera talmúdicos, en el auténtico sentido, ha sido siempre un antisemitismo deseado, cuando no provocado, por los Dioses; porque la injusticia y la bellaquería del antisemitismo racista y totalitario fue siempre para ellos la tea incendiaria de la conciencia cristiana universal, con la cual provocaron la hoguera pasional de la Cristiandad para llevarla, cuando convino a los últimos fines de los Dioses, contra naciones y regímenes que incurrieron en el crimen del antisemitismo general e indistinto, que, sin dejar de ser crimen, era, políticamente, algo peor: una sottise… (21).

    No proseguimos; llenaríamos centenares de páginas. Tampoco traemos aquí, por harto conocidos y por reservarlos para ulterior momento, los apoyos políticos recibidos por Hitler de las naciones democráticas, de los estados que secularmente obedecen los designios judíos, que le permitieron forjar un nuevo Sacro Romano Imperio y una potencia militar como no la conoció la Historia, hasta entonces, tan tremenda.



    (4) SCHACHT: Memorias, p. 297.

    (5) SCHACHT: Idem íd., p. 299.

    (6) SCHACHT: Memorias, pp. 305 a 307.

    (7) SCHACHT: Idem íd., p. 307.

    (8) SCHACHT: Memorias, p. 8.

    (9) SCHACHT: Memorias, p. 9.

    (10) SCHACHT: Memorias, pp. 318-319.

    (11) Franz VON PAPEN: Memorias, página 255.

    (12) SCHACHT: Memorias, pp. 330-331.

    (13) SCHACHT: Memorias, pp. 336 a 339.

    (14) SCHACHT: Memorias, pp. 343-344.

    (15) SCHACHT: Memorias, pp. 344-345.

    (16) SCHACHT: Idem íd., p. 354.

    (17) SCHACHT: Idem íd., p. 356.

    (18) SCHACHT: Memorias, pp. 384-385.

    (19) SCHACHT: Memorias, p. 406.

    (20) SCHACHT: Memorias, p. 415.

    (21) Sidney WARBURG: Tomado de El dinero de Hitler; comentarios en el mismo de M. Carlavilla; pp. 215 a 229.


    Fuente: Los protocolos de los Sabios de Sión
    Última edición por Martin Ant; 25/10/2014 a las 13:25
    Pious dio el Víctor.

  4. #4
    Defensor_fidei está desconectado Miembro Respetado
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    Re: La carta de C. H. Douglas a Adolf Hitler

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    Cita Iniciado por MONTECASINO Ver mensaje
    El Fuhrer estaba al tanto de esta conjura de la Alta Finanza y de quienes la controlaban y dirigían.
    Intento por diversos medios que Inglaterra se diera cuenta, pero no llego a advertir que Londres era una de las partes principales en este macabro juego político.
    Su "alianza" con los soviéticos, tuvo como objeto ganar tiempo, pero no lo logro, el "gran hermano", era más poderoso y dispuso que sus compañeros de ruta, Francia e Inglaterra le declararan la guerra.
    Polonia en su miopía política no supo darse cuenta que era el "pato de la boda", del gran hermano.
    No hay peor ciego que el que no quiere ver.
    La contribución de Martín Ant es esclarecedora, máxime cuando son muy pocos los que advierten los tejes y manejes del poder oculto.
    Estoy contigo MONTECASINO, en el libro "Derrota Mundial" de Salvador Borrego, que estoy leyendo en este momento, se expone como Hitler implantó una diferente economía no basada en el oro o el dinero como la economía judía sino en el esfuerzo y el trabajo, no se pensaba si se tenía dinero para tal o cual proyecto, se empezaba y luego se verían los resultados, no se utilizaba esa "especulación" judía. Y esto le molestó mucho a los judíos, además de sacarlos de todo el aparato financiero.
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

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