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Tema: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

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    El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Cualquier parecido con la realidad actual NO es pura coincidencia.






    Emilio Botín, recientemente fallecido, paradigma de esos banqueros monopolizadores del crédito a los que se refiere C. H. Douglas en su discurso.





    El dinero y el sistema de precios

    Por C. H. Douglas

    Discurso dado en Oslo el 14 de Febrero de 1935, ante Su Majestad el Rey de Noruega, Su Excelencia el Ministro Británico, el Presidente y Miembros del Oslo Merchants Club.


    Vuestra Majestad, Sr. Presidente, Miembros e Invitados del Handelsstands Forening, Oslo:

    Permítanme en primer lugar darles las gracias por su muy amable recibimiento esta noche y al mismo tiempo aprovechar la oportunidad de darles las gracias a Noruega, en lo que he podido conocerla, por la excepcionalmente amable recepción que me ha dado.

    Si algo pudiera añadir al sentido de la responsabilidad que tengo en hablar delante de tan distinguida audiencia, sería la necesidad de corresponder a la amabilidad no diciéndoles a ustedes nada en lo que, en cualquier caso, tampoco crea yo mismo.

    Ahora bien, existe, por supuesto, en el mundo una gran cantidad de discusión en relación a lo que llamaremos la crisis, los asuntos del desempleo, la depresión económica y otros nombres que damos a nuestra presente situación. Yo mismo siento, habiendo estado en estrecho contacto con este asunto durante los pasados catorce o quince años, que una gran cantidad de malentendido que rodea a las varias proposiciones hechas para tratar de solucionar la crisis surge a raíz de una falta de familiaridad con el sistema existente, y más en particular con el sistema monetario bajo el cual vivimos actualmente. Estoy seguro de que las objeciones presentadas a ciertas proposiciones correctivas son objeciones honestas, pero también creo que están basadas no tanto en algo que se encuentre dentro de esas proposiciones, sino más bien en un sincero malentendido acerca de lo que realmente ocurre en el mundo actualmente. Por tanto les invito a que sean pacientes conmigo mientras yo me vaya desplazando sobre ciertas características de la situación existente así como sobre los malentendidos que están conectados con ella.

    Se suele decir que allí donde se reúnan seis economistas habrá siete opiniones distintas. Ésta es, en cierta forma, la situación, creo yo, a lo largo de todo el mundo. La única alternativa que nos impulsaría a no estar de acuerdo en que esto es así sería asumir que nueve de cada diez personas es deshonesta, una asunción que ciertamente no estoy dispuesto a aceptar. La situación se complica debido a un largo número de frases que se habrán escuchado en inglés en aquellos felices días ya pasados; aquéllas en las que se decía, digamos como ejemplo, que el Sr. Jones estaba “haciendo dinero”. El Sr. Jones resultaba ser un zapatero o un cervecero, o algo de eso por el estilo, o un fabricante de coches de motor.

    Cómo se hace el dinero

    Ahora bien, lo primero que pienso yo que tenemos que reconocer de manera incontestable es quién hace el dinero, en el sentido literal de la palabra. En Gran Bretaña, por ejemplo, existe un Director de la Casa de la Moneda [Master of His Majesty´s Mint], que hace monedas acuñadas de metal y, tras una larga y honorable carrera, generalmente recibe o se le pone un poco de cinta roja. El caballero que levanta una pequeña fábrica por sí mismo y hace en ella monedas falsificadas o estampa muy delicadamente firmas en pedazos de papel especial; el que hace eso, está “haciendo” dinero, pero obtiene como recompensa quince años de prisión. Existe un tercero que, en relación a esta materia, aparece mucho menos advertido y mucho más reservado, y éste es el banquero, y es él, en el sentido literal de la palabra, el que hace alrededor del 90 por ciento del dinero existente que usamos. Cuando digo que “lo hace” yo quiero dar a entender exactamente lo que estoy diciendo: él lo hace exactamente del mismo modo como el ladrillero hace ladrillos, y no en el sentido de un Sr. Jones que hace dinero; el Sr. Jones únicamente lo recibe de cualquier otro, pero en cambio el banquero lo hace. El método mediante el cual el banquero hace el dinero es ingenioso, y consiste muy básicamente en contabilidad.

    No hay, pienso yo, realmente ninguna discusión en los círculos bien informados acerca de este asunto mismo. Los Presidentes de algunos de los más grandes bancos ingleses todavía niegan que los banqueros hacen el dinero en el sentido que yo he querido dar a entender, pero no creo que nadie les preste mucha atención. La Enciclopedia Británica, que es aceptada por la mayoría de la gente como una autoridad imparcialmente sana y de confianza, declara que “los banqueros crean los medios de pago de la nada”. El Presidente del Midland Bank, el Justamente Honorable Reginald McKenna, estableció el asunto de la manera más breve y concisa que pienso yo que pueda hacerse cuando dijo que todo préstamo bancario crea un depósito, y la devolución de todo préstamo bancario destruye un depósito; la compra de un título financiero por un banco crea un depósito y la venta de un título financiero por un banco destruye un depósito. Ahí tienen pues, de la manera más concisa posible, una innegable declaración acerca de dónde proviene el dinero.

    Todas las transacciones de dinero en Gran Bretaña de cualquier tipo, a excepción del 0,7 de un uno por ciento (o, lo que es lo mismo, alrededor del 99 por ciento de ellas) descansan en el sistema bancario y dicho dinero es considerado por el sistema bancario como de su propiedad. Esto es innegable ya que el sistema bancario presta este dinero (no lo regala), situación la cual es aceptada por cualquiera como prueba suficiente de título de propiedad.

    En contraposición a esto, se tiene al fabricante de riqueza real, entendiendo por riqueza real las cosas que el dinero puede comprar, ropa, casas, coches de motor; aquellas cosas que hacen elevar el estándar de vida físico, y que bordan o adornan nuestra civilización. Nos damos cuenta, supongo, sin que tengamos que enfatizarlo demasiado, de que la posesión del dinero es un título sobre la riqueza real: algunos de nosotros que no hayamos ahondado en estas materias en ningún momento seguiremos hipnotizados pensando que el dinero es riqueza real. Estoy seguro de que ante una audiencia de este calibre no resultará necesario enfatizar esta idea: el dinero no es riqueza real.

    Ahora bien, la economía clásica se fundamenta incuestionablemente, en mi opinión, en una economía “de trueque”, y es aquí donde la economía clásica se separa de lo que estamos empezando a denominar la economía nueva y, en mi opinión, real.

    El dinero ahora como medio de distribución

    La economía clásica funciona sobre la asunción de que la naturaleza del dinero es la de un medio de cambio. Esa idea procede de una situación que fue, hablando en sentido amplio en todo caso, verdadera quizá hace 200 años. Consistía en asumir que en cierta forma u otra, desde el más elevado al más bajo todo el mundo trabajaba, y que todos ellos intercambiaban o trocaban los frutos de su trabajo con cualquier otro por medio del dinero, en la medida en que fuera utilizado. La idea era que se tenía un constante intercambio de bienes y servicio entre, digamos, A, B y C; y todo el conjunto de la economía clásica realmente se basa sobre esta idea, de que nosotros somos todos productores y consumidores en el sentido económico, y de que la función del dinero es la de intercambiar entre nosotros los bienes y servicios que cada uno de nosotros produce.

    Con independencia de lo verdadero que esto haya podido ser en un tiempo en el pasado, resulta, en efecto, evidentemente falso hoy en día. El sistema de producción económico moderno no es un sistema de producción individual ni de intercambio de producción entre individuos. Es cada vez más y más la reunión sintética, en un fondo común, de riqueza consistente en bienes y servicios que, en su mayor parte, se deben al uso de energía, de procesos científicos modernos y de todo tipo de organizaciones y cualesquiera otras contribuciones constitutivas que se les pueda ocurrir a ustedes.

    El problema no está en intercambiar las contribuciones constitutivas de cada uno de nosotros que aportamos a ese fondo común, ya que de hecho nuestra contribución a ese fondo común, en el sentido ordinario de las cosas económicas tangibles, va siendo cada vez más y más pequeña. La imagen correcta de este sistema actualmente es la de un número de operadores que están tocando las teclas y que, tocando esas teclas, resulta que cada vez menos y menos operadores se hacen necesarios para poder producir todo lo que necesitamos.

    Por medio de la energía del sol, (la energía petrolífera, la energía de vapor y así sucesivamente consisten, en última instancia, en lo que generalmente se conoce como energía solar), la llamada maldición de Adán está siendo transferida desde las espaldas del hombre a las máquinas, de forma tal que un pequeño número de personas operando sobre esta máquina de “producción” industrial pueda producir todo lo que se necesite para el uso de la población. Y el problema no radica en el intercambio entre las personas de la población, a las que cada vez se les necesita menos y menos para pulsar teclas, sino que radica en la posibilidad de extraer o sacar riqueza de este fondo central a través de lo que podríamos visualizar como un sistema de tickets.

    Y el sistema monetario moderno está de hecho perdiendo casi diariamente su aspecto (con independencia de lo mucho que pudiera haber tenido de verdad en otro tiempo) de medio de cambio, y se está convirtiendo más y más en un sistema de tickets mediante el cual la gente, aunque no esté intercambiando su producción, sí pueda extraer o sacar riqueza de ese fondo central.

    Creo que es eso en el fondo lo que constituye la escisión fundamental, digámoslo así, entre mi punto de vista (y la de aquéllos que piensan como yo), y la de la escuela de economía clásica.

    El sistema de precios no se autorregula

    Ahora bien, en aquel tiempo en que resultaba verdadero que el dinero fuera un medio de cambio y que todo el mundo estuviera más o menos empleado en un sistema productivo, asimismo resultaba obviamente cierto que el sistema de precios era lo que se denomina autoliquidable. Debo pedirles que me permitan desarrollar esto un poco más, pues es completamente vital. Resulta perfectamente obvio que si yo hago un par de zapatos y cargo 10 Coronas por ellos, la cantidad que uno ha dado por esos zapatos se ha, en cierto sentido, distribuido; esa cantidad me ha venido a mí como individuo y soy capaz de gastar esas 10 Coronas en la compra de cosas por valor de 10 Coronas, digamos cuero por valor de 5 Coronas y pan por valor de 5 Coronas.

    El hecho de que el sistema es autoliquidable, de que seguirá funcionando más o menos indefinidamente es evidente; y esto es lo que asumen los economistas clásicos, algo a lo que ellos se adhieren enérgicamente por razones que quisiera tocar a continuación.

    No es exagerado decir que todo el conjunto del sistema económico y financiero en su forma presente se mantiene o cae en función de la aserción de que el sistema de precios presente es autoliquidable, es decir, que no importa el precio que se cargue en un artículo pues siempre habrá suficiente dinero distribuido a través de la producción de ése o de otros artículos para poder comprar ese artículo y, por tanto, no hay nada inherente en el sistema, en lo que al sistema de precios se refiere, que impida que el proceso pueda continuar indefinidamente.

    Ahora no voy a entrar en las pruebas analíticas del hecho que muestra que esa creencia no es cierta, aunque existen pruebas fuertes a este respecto, sino que les voy a pedir que consideren las más que indisputables pruebas inductivas. Les pediré que consideren qué es lo que ustedes ven en el mundo que les pueda conducir a asumir que el sistema de precios no es autoliquidable.

    Existe, por supuesto, esa de alguna forma tan manida frase, la paradoja de la “Pobreza en medio de la Abundancia”.

    En su conferencia aquí en Oslo el otro día, el Deán de Canterbury habló sobre las enormes cantidades de valiosos comestibles, producciones y así sucesivamente, para las cuales existen en todas partes una gran demanda y para las cuales no existe poder adquisitivo. Existen muchos ejemplos de ese tipo. Algunos de ellos son menos obvios que el de la mera brutal destrucción de productos. El hecho de que la mitad de las fábricas están semiempleadas y de que las granjas están decreciendo su producción, de que en América la oferta de algodón está siendo restringida en consideración a la, así llamada, sobreproducción; estos hechos, digo, sugerirían por sí mismos que no hay suficiente poder adquisitivo para comprar los bienes que están a la venta, a los precios a los que están puestos a la venta.

    Pero lo que dicen los economistas clásicos es que hay tiempos en que esas situaciones existen, pero que esos tiempos son solamente temporales. Hay tiempos a los que llamamos depresión; pero también es igual de cierto, dicen ellos, que en tiempos de auge hay más dinero del que se necesita para la adquisición de los bienes, igual que en tiempos de depresión hay menos dinero, y que en términos de media el sistema es perfectamente automático y autoliquidable.

    El formidable incremento en la Deuda

    Ahora bien, existe una prueba que pienso que está por encima de cualquier discusión, y ésta es la cuestión del aumento de la deuda. Debe, pienso yo, ser bastante obvio a cualquiera que si el mundo, tomado en su conjunto, está consistentemente incurriendo cada vez más y más en deuda, entonces es porque no está, como diría el hombre de negocios ordinario, en condiciones de pagar sus deudas, y si no está en condiciones de pagar sus deudas resulta bastante obvio que el sistema de precios le demanda o exige más poder adquisitivo del que hay disponible. El público está pagando todo lo que puede, y está comprando lo que puede de la producción total. La imposibilidad de pagar más está forzando, por tanto, a la destrucción de una parte de la misma y al mismo tiempo está apilando deuda, lo que significa que, para ser autoliquidable, el público adquirente o comprador debería pagar una cantidad mayor de la que de hecho está pagando.

    Si yo como individuo necesito, digamos, bienes al año por valor de 10.000 Coronas y, mientras adquiero esos bienes al año por valor de 10.000 Coronas incurro en una deuda por la cantidad de 10.000 Coronas al año, entonces resulta bastante obvio que el precio real que yo debería estar pagando al sistema podría continuar para siempre en 10.000 Coronas y pagar adicionalmente las 10.000 Coronas tomadas prestadas. Si uno está continuamente creando deuda uno no está en condiciones de pagar sus deudas. El precio real que se le está pidiendo a uno pagar por las cosas que usa en su vida diaria es lo que uno paga de hecho, más lo que el sistema dice que uno debería pagar; y eso de más que uno debería pagar es la deuda.

    En el año 1694 el Banco de Inglaterra se constituyó en Gran Bretaña, y siento mucho decir que existen graves sospechas de que el Banco de Inglaterra tiene bastante que ver con la presente situación, y que el sistema que desgraciadamente fue inaugurado al tiempo de la fundación del Banco de Inglaterra tiene probablemente mucho más que ver con la presente crisis que cualquier otro factor singular.

    En el siglo XVII, es decir, en el siglo en el que el Banco de Inglaterra fue fundado, la deuda mundial ya resultaba importante para el siglo XVII.

    Hacia el final del siglo XVIII la deuda mundial se había incrementado en un 466 por ciento, y hacia el final del siglo XIX la deuda mundial, pública y privada, se había incrementado en un 12.000 por ciento; y de acuerdo con ciertos cálculos muy exactos que han sido llevados a cabo por un profesor altamente irreprochable de ingeniería industrial de la universidad de Columbia, Profesor Rautenstrauch, tomando el año de 1800 como origen y tomando como unidad cien años, la deuda mundial se está incrementando ahora a la cuarta potencia de la unidad de tiempo, es decir, no se está incrementando en sentido directo a medida que avanza el tiempo, tampoco se está incrementando al cuadrado de la unidad de tiempo ni tampoco al cubo de la unidad de tiempo, sino ¡a la cuarta potencia de la unidad de tiempo!

    Y esto ocurre aún a pesar de todas las numerosas anulaciones de deuda, de las cancelaciones de deuda que tienen lugar con cada bancarrota, y de otros métodos usados para borrar deudas y comenzar de nuevo. Esto es para mi mente, y para cualquiera que quiera apreciar cuál es su verdadero significado, una prueba indisputable de que el presente sistema de precios financiero no solamente no es autoliquidable, sino que es decrecientemente autoliquidable.

    A su vez también sabemos, de hecho, que en esos tiempos de auge a los que se refieren los economistas como prueba de que el sistema es autoliquidable el ritmo de crecimiento de la deuda es mayor que en tiempos de depresión. Por lo que en realidad, aún en tiempos de auge, no hay justificación para decir que en cualquier tiempo del ciclo económico el sistema de precios es autoliquidable.

    Ahora esa materia es de mucha importancia, en efecto. Cuando estuve en Australia el pasado año en una corta visita a la mayor parte de los Estados Australianos, uno podía entrar en cualquier banco en Australia y recibir por valor de 4 Coronas unos libros muy bien encuadernados hechos para probar que cualquier cosa de las que he dicho sobre este asunto no tenía ningún sentido. Los argumentos usados para enfatizar la teoría de la autoliquidación eran, algunos de ellos, tan infantiles y absurdos que fueron retirados rápidamente. Por supuesto uno podría preguntarse, ¿por qué esta resistencia a la idea de que el sistema de precios no es autoliquidable? Y si puede probarse, como de hecho puede probarse, que no es autoliquidable, ¿por qué no se acepta el hecho y actuar sobre él? La respuesta es doble.

    La primera razón es que, si fuera cierto que siempre hay suficiente poder adquisitivo existente para comprar los bienes, entonces también debería ser cierto que los pobres son pobres porque los ricos son ricos, y de ahí se sigue que el método correcto para solucionar la presente situación sería gravar fiscalmente a los ricos para que el dinero fuera dado a los pobres.

    Ahora bien, no estoy familiarizado ni debería, por supuesto, tomarme la libertad de comentar sobre las finanzas públicas de Noruega, pero, en lo que a Gran Bretaña concierne en el mundo de las llamadas deudas nacionales, préstamos de guerra, fondos consolidados y cosas de ese estilo, si uno investiga los hechos concernientes a la propiedad de estas deudas mundiales y préstamos de guerra uno encontrará que se encuentran preponderantemente en posesión de grandes instituciones financieras. Uno obtiene en seguida aquí una muy buena razón de negocios para grandes cantidades de gravámenes fiscales si la mitad de las mismas van para el pago de préstamos nacionales que están en posesión de grandes instituciones financieras. Ésta, como una proposición de negocios ordinaria, es obvia. Resulta todavía más obvia cuando uno se da cuenta de que estas deudas realmente fueron creadas en primera instancia por instituciones financieras, mediante el préstamo de ese dinero a los gobiernos, y mediante la recepción a cambio de grandes bloques de títulos financieros que las instituciones financieras reciben por nada.

    Cómo paga el banco por el oro

    Puede que ésa sea una declaración algo sorprendente, pero uno puede entenderlo mejor si se fija la vista en las compras de oro por parte del Banco de Inglaterra. El Banco de Inglaterra acude al mercado de lingotes y compra lo que se denomina oro por valor de un millón de libras. Toma el oro y firma un cheque contra sí mismo. Ese cheque fundamentalmente (al margen del coste del mantenimiento de empleados, etc…) cuesta exactamente el papel y la tinta con la que se ha firmado.

    Esto se acepta como pago por las personas que venden el oro, no porque represente el valor del oro sino porque, cuando ese cheque se ingresa en cualquier otra cuenta bancaria en el país, se puede hacer uso de él como pago a cambio de bienes y servicios suministrados por el resto del país de forma tal que, en lo que al Banco de Inglaterra se refiere, equivale simplemente a la redacción de cifras en un pedazo de papel.

    Esto es igual de cierto en lo que se refiere a la creación de la deuda nacional, y el proceso no es en manera alguna diferente. El Banco de Inglaterra obtiene el oro, pero el sistema industrial realmente hace los pagos en bienes y servicios.

    En el caso de las deudas nacionales, los bancos obtienen los títulos financieros y el país produce la riqueza sobre la cual aquéllos constituyen un título o derecho. Además de esto se tiene el hecho de que siempre hay un déficit de poder adquisitivo disponible. Este déficit o deficiencia debe ser compensado en mayor o menor medida, para que así el proceso pueda seguir continuando, y el ajuste o cobertura de este déficit mediante la creación de préstamos es, por supuesto, el principal negocio o cometido del sistema bancario. Se trata del cometido mediante el cual, al final, todo el conjunto de cada una de las instituciones del país (me estoy esforzando en usar las frases de la manera más conservadora) matemáticamente pasa a estar bajo el control de las instituciones financieras. Esto es así, en tanto que ellos son los únicos que tienen la posibilidad de compensar o cubrir estos déficits o deficiencias en el poder adquisitivo que tarde o temprano deben aparecer en cada una de las relaciones comerciales.

    El monopolio del crédito

    Ésta es la situación existente al tiempo presente en una cierta considerable medida, ya que si he conseguido dejarlo claro (y me doy cuenta de que el cuadro no es uno que sea fácil de dibujar y debe ser particularmente difícil de aprehender cuando uno lo escucha en una lengua extranjera), podrán darse cuenta de que la situación presenta dos lados. Y resulta altamente difícil decir, en efecto, cuál de los dos es más importante.

    Presenta en primer lugar un lado de carácter técnico, en donde nos encontramos con un sistema que está operando malamente y que, bajo las presentes condiciones, deberá continuar operando aún de manera peor.

    A su vez, en segundo lugar, nos encontramos con un enorme interés creado que se encuentra en posesión del más poderoso monopolio que en toda la historia del mundo jamás se haya conocido, esto es, el monopolio de la creación de dinero y del comercio o negocio en dinero, en comparación con el cual cualquier otro monopolio raya la insignificancia, y que está determinado a usar toda arma cualquiera para retener este monopolio.

    En el mundo moderno resulta posible arreglárselas sin necesidad de prácticamente casi cualquier cosa material. Resulta posible arreglárselas prescindiendo de la pimienta, es posible arreglárselas prescindiendo de un considerable número de cosas, pero es prácticamente imposible para ninguno de nosotros arreglárselas durante veinticuatro horas sin dinero, o sin “crédito” que lleve adjunta la creencia de que tendremos dinero disponible tarde o temprano. El monopolio del control del sistema monetario es el gran predominante y principal monopolio del mundo tal y como éste es hecho funcionar en la actualidad. Y, en caso de que se considere que esto solamente presenta un lado económico o matemático, sin embargo hay que decir que también presenta un lado que penetra de lleno en la más alta política. Dejo en seguida ya este lado político al que, sin embargo, sí quería yo al menos referirlo o dejar constancia de él.

    ¿Me permiten conducirles al evidente lado matemático o mecánico del asunto? Para decirlo de la manera más breve, la esencia del defecto en este sistema monetario y de precios bajo el cual operamos actualmente radica en que dicho sistema no puede, sin la ayuda de los bancos, liquidar los “costes” a medida que éstos se producen. Dicho de otra manera, se encuentra bajo la inevitable necesidad de apilar deuda a un ritmo cada vez más creciente. El remedio perfectamente simple para esta situación sería crear dinero al ritmo en que la deuda se crea. Y tomando la muy sencilla declaración del Sr. McKenna de que todo préstamo crea un depósito, resultará bastante obvio que, si se crea dinero aún incluso al ritmo astronómico en que las deudas se están creando, entonces se podrá aplicar ese dinero así creado a la liquidación de la deuda, y tanto ese dinero como la deuda quedarán fuera de la existencia al mismo tiempo. En ese sentido el proceso podría convertirse, como no lo ha sido durante muchos cientos de años en el pasado, en un proceso autoliquidable que podría llevarse a cabo indefinidamente.

    Definición de Inflación

    Ahora bien, existen dos vías por las que el poder adquisitivo puede ser incrementado. En Noruega creo que, en un sentido no muy lejano al que procede de Rusia como de Alemania, la idea de lo que se denomina inflación es una que podría muy fácilmente suscitarles grandes terrores a ustedes. Esta palabra inflación es una de las que siempre son pregonadas por los banqueros y por aquéllos cuyos intereses están unidos a los banqueros., siempre que se insinúa cualquier cuestión acerca de la modificación del sistema. Es una especie de bogey-bogey, que desgraciadamente en seguida aterroriza a todo el mundo, y ha habido buenas razones para que se aterrorizaran.

    Lo primero que tiene que saber uno es la verdadera definición de inflación. La inflación no es un incremento de poder adquisitivo, sino un incremento en el número o cantidad de símbolos monetarios, ya sean en forma de papel o de cualquier otro tipo, acompañado de un incremento en el precio, de tal forma que tanto el lado del dinero-para-gastar, en cifras, se eleva, como el lado de los precios también, en cifras, se eleva. Ésta es la verdadera inflación. Es simplemente una multiplicación de cifras sin que altere la relación entre el dinero-para-gastar y el precio y, por supuesto, es un impuesto sobre los ahorros. Un incremento en el dinero-para-gastar no es inflación a menos que ese incremento suba los precios.

    Por otro lado, con una cantidad dada de dinero-para-gastar, un total dado de símbolos monetarios, y una caída en los precios habrá, en consecuencia, un incremento en el poder adquisitivo. Uno puede obtener un incremento del poder adquisitivo mediante uno de los dos métodos. Uno puede o bien mantener los precios constantes y subir la cantidad de símbolos monetarios, asumiendo que pueda ser posible hacerlo, o bien uno puede mantener constante los símbolos monetarios y bajar los precios; o, por supuesto, uno puede hacer ambos o los dos al mismo tiempo.

    Ahora bien, hablando en sentido amplio, el objetivo al que apuntamos en el Movimiento del Crédito Social consiste, en primer lugar, simplemente en un incremento en el poder adquisitivo de manera tal que el sistema monetario se convierta en autoliquidable. Y, en segundo lugar, apuntamos a atender o dar cuenta de esa condición, que solamente insinué al principio de mi charla, de que cada vez menos y menos operadores son necesarios para explotar o usar las máquinas de la producción industrial.

    Aquí en Noruega, como en cualquier otro lugar, estáis familiarizados con el cuadro de la presente crisis considerándolo como una crisis de desempleo. Ahora bien, ésa es una frase de la misma naturaleza que la de “El Sr. Jones está haciendo dinero”. Presenta un cuadro ilusorio o engañoso de lo que está ocurriendo. Tenéis que reconocer que algunos de los mejores cerebros (científicos o de otro tipo) se han estado esforzando durante 180 años o más en poner al mundo fuera de la producción laboral; la palabra producción constituye en sí misma un mal uso terminológico: no hay, para ser exactos, una tal cosa llamada producción.

    La ley de la conservación de la energía y la materia prohíbe el uso de la palabra producción en ningún sentido exacto en esa conexión. Lo que verdaderamente uno hace es cambiar materia respecto de una forma en la que no es útil para los seres humanos en una forma en que sea útil, y esa transformación siempre requiere de energía.

    Hasta hace 150 años atrás proporcionábamos esa energía mediante la consumición de tantos alimentos como pudiéramos obtener y mediante el empleo de la energía de los músculos de nuestros brazos. Cuando se hizo la primera máquina de vapor aquel proceso quedó obsoleto. La energía que se requiere para esta transformación de materia de una forma en otra se suministra ahora a partir del sol tanto directamente como en forma de energía hidráulica, moviendo las turbinas de agua, dínamos, motores de talleres, etcétera.

    Permítanme darles un ejemplo de mi propia experiencia. En 1921 el coche americano Buick, con el cual ustedes están muy familiarizados en Oslo, pienso yo, necesitaba de 1.100 horas-hombre para producirlo en las fábricas Buick. En 1931, diez años después, un coche mucho mejor con muchos grandes refinamientos necesitaba de 90 horas-hombre para producirlo. La bajada en el número de horas-hombre de producción en diez años fue de más del 80 por ciento y, si bien éste puede considerarse como un ejemplo extremo, sin embargo cosas similares están ocurriendo en todas partes.

    Un amigo mío, constructor de aeronaves, al acercarse a esta materia desde un ángulo totalmente distinto, me dijo que si continuábamos por el mismo camino en Gran Bretaña como en el que estábamos ahora, para 1940 deberíamos tener 8.000.000 de parados. Se dice que hay 12.000.000 de gente empleable en Gran Bretaña, y sin embargo todos los bienes que se necesitan podrían producirse con sólo aproximadamente 3.000.000 de gente. Esa situación, el resultado del esfuerzo que se ha estado haciendo en todas partes por nuestros mejores cerebros durante 50 años, es motejado siempre como un problema de paro, ¡como si fuera una catástrofe!

    El que sea una catástrofe o un magnífico logro depende puramente de cómo lo consideremos, ya que en la medida en que la gente demande de nosotros que resolvamos el problema del paro esforzándonos en incrementar el problema del paro no llegaremos a ninguna parte.

    Desde nuestro punto de vista, el punto de vista de aquéllos que comparten mis opiniones, decimos que esto constituye un magnífico logro. El, así llamado, problema del paro es realmente un problema de ocio, y la única cosa que me diferencia a mí de los parados, es que sucede que yo soy lo suficientemente afortunado de tener una cierta cantidad de poder adquisitivo, mientras que los desafortunados parados no lo tienen.

    El problema realmente es un problema, en primer lugar, de distribución de poder adquisitivo a aquéllos a los que no se les necesita, y que se les irá necesitando de manera decreciente, en el sistema industrial, y en segundo lugar, de asegurarse de que el total de poder adquisitivo distribuido sea siempre suficiente para pagar por todos los bienes y servicio a la venta. Para satisfacer o cumplir estas condiciones hemos puesto delante un número de propuestas tentativas, ninguna de las cuales, en todo lo que pueda suponer para mí mismo alguna responsabilidad, se ha afirmado que tengan que ser definitivas, rígidas o inmutables. Son simplemente sugerencias basadas en un análisis del punto de vista que les he presentado esta noche.

    El asunto de un dividendo nacional

    Creemos que las más apremiantes necesidades del momento podrían ser satisfechas por medio de lo que llamamos un Dividendo Nacional. Éste sería suministrado mediante el sistema bancario de creación de nuevo dinero con el fin de crear nuevo dinero para toda la población. Permítanme enfatizar el hecho de que esto no tiene nada que ver con una recaudación por impuestos, ya que en mi opinión la reducción de los impuestos, la rápida y drástica reducción de los impuestos, es vitalmente importante.

    La distribución, por medio de dividendos, de una cierta cantidad de poder adquisitivo, suficiente en todo caso para conseguir un cierto estándar de dignidad, de salud y de decencia, es el primer deseo de la situación.

    No se sugiere, por supuesto, que al principio, ni posiblemente tampoco durante algún tiempo posterior, tal dividendo deba ser tan grande que, en caso de haber trabajo disponible, el trabajador pudiera rechazar trabajar; pero la emisión de un Dividendo Nacional sería un reconocimiento del hecho de que, si no hay trabajo disponible, él tiene derecho a un ingreso suficiente para su dignidad y subsistencia por derecho y no como un “subsidio de paro”. Éste es el primer aspecto de la materia.

    Por supuesto, se aduce, y puede ser cierto, que si uno hace eso en un grado considerable cualquiera sin tomar ninguna otra medida ulterior, entonces habría una subida de los precios. En todo caso tendría lugar en aquéllas cosas que entran dentro de la gama de compras de la gente que recibiría dicho dividendo como su único medio de subsistencia. Pero nosotros proponemos que se haga una emisión de crédito adicional y complementaria con el propósito de rebajar los precios. Hoy a menudo se dice que eso no se puede hacer; que aunque uno puede hacer cualquier cosa con máquinas, electricidad y todos los maravillosos inventos del mundo moderno ¡debemos rendirnos ante un sistema de tickets!

    Subsidios para reducir precios

    Pero, dejando ese aspecto de la materia por el momento, yo mismo debería replicar que no sólo el hombre puede hacerlo, sino que además ya se ha hecho y se está haciendo ahora en la actualidad.

    En lo que a Gran Bretaña se refiere, entre 1920 y la actualidad, o hasta hace un año o dos, prácticamente cualquier negocio en Gran Bretaña estaba perdiendo dinero. Los balances de los negocios comerciales al final de la guerra [Nota mía. Se refiere, claro está, a la I Guerra Mundial] reflejaban saldos positivos o acreedores muy grandes, los cuales cambiaron, hacia digamos 1930, a balances con saldos negativos o deudores muy cuantiosos, compuestos o representados por grandes descubiertos con el banco, unidos a la afectación hipotecaria de sus activos en diversas formas.

    Ahora bien, eso significaba que su producción había sido vendida por debajo de su coste. Y la diferencia entre el coste y el verdadero precio de la producción ha sido satisfecha mediante la creación de crédito, en primer lugar y antes de nada a partir de las reservas de crédito de las empresas hasta que éstas quedaron exhaustas, y posteriormente a partir de la creación de descubiertos o sobregiros sobre los bancos.

    No estoy sugiriendo en ningún momento que este proceso pueda continuar para siempre. Lo que estoy diciendo es que tuvo lugar durante ese periodo, no sólo sin que hubiera ninguna subida de precios sino además con una continua bajada de precios: el nivel de precios cayó continuadamente, y en la parte final, precipitadamente, entre 1920 y 1930. Al mismo tiempo subsidia al sistema de sueldos y salarios. Esto se ha hecho y se está haciendo actualmente.

    En una forma más abierta y descarada estamos afirmando en Gran Bretaña que prácticamente toda compañía naviera en el mundo es subvencionada, para que así los precios para el pasaje y los servicios de carga de mercancías puedan hacerse a un precio tan bajo que nosotros no podamos competir, y que la única forma en que podemos competir es aplicar una subvención en ayuda de una reducción de precios. Ahora bien, esto es lo que el Movimiento del Crédito Social propone hacer si surge alguna cuestión acerca del carácter dificultoso de mantener los precios bajos.

    Proponemos aplicar una cierta proporción del dinero total creado a una reducción de los precios. El público, de esta forma, pagará una parte del precio de sus propios bolsillos en la forma habitual, y otra parte del precio se pagará de varias formas a través de la creación de crédito nacional. El efecto será una caída en el nivel de precios, mientras que al mismo tiempo el productor y el empresario no estarán perdiendo dinero. Ellos disfrutarán del dividendo y del incremento en el comercio que se deriva de la capacidad para cargar precios más bajos. Ellos no perderán dinero como ocurriría si tuvieran que bajar los precios sin la ayuda proveniente de la creación del crédito nacional. De esta forma creemos que será posible a la vez y al mismo tiempo incrementar el poder adquisitivo y rebajar los precios mientras se impide cualquier cosa que tenga ver con la esencia de lo que se denomina inflación.

    Esto cubre en principio prácticamente todo lo que teníamos que proponer. Cualquier forma aritmética, mecánica o matemática es solamente una cuestión de coger y poner a un número de hombres competentes alrededor de una mesa para elaborar y pulir los detalles. La gran dificultad, por supuesto, es que resulta extraordinariamente difícil ejercer la suficiente presión para influir sobre este monopolio del crédito de carácter mundial. Ahí radica la dificultad práctica.

    Si pudiera hacerse, creo que nadie saldría perdiendo.

    Yo mismo no soy, por ejemplo, un defensor de la nacionalización de los bancos. Creo que éste es, de nuevo, uno de esos conceptos erróneos o malentendidos tan comunes en relación a estas materias, ya que la nacionalización de los bancos es solamente un cambio administrativo: no significa un cambio en la política a seguir; y no se puede esperar que un mero cambio administrativo vaya a producir resultado alguno de ningún tipo en relación a esta materia. Un cambio en la política monetaria puede hacerse sin necesidad de interferir en la administración o propiedad del más mínimo banco en el mundo; y si se pudiera hacer comprender o meter en las cabezas de las relativamente pocas personas que controlan estas enormes instituciones financieras que ellos no perderían nada a excepción del poder, que ellos perderán ese poder de todas formas, no les voy a molestar más con lo que quizás constituye un aspecto aún mayor y más importante de este asunto, ya que gracias a la amabilidad de una de las organizaciones que ustedes tienen en Noruega voy a hablar sobre ello mañana; pero en un examen de esa única frase “el monopolio del crédito”, ustedes encontrarán en todo caso los inicios de la solución, no sólo del problema social, sino también del más grande de todos los problemas de la sociedad.


    Fuente: ALOR

  2. #2
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    No se si lo he entendido bien, propone algo así como una renta mínima, subsidios a los precios, todo pagado con un crédito nacional, pero no se entiende de dónde sale ese dinero, ni quién va a trabajar y quién no, cómo se financia el estado, de dónde sale la capacidad inversora para proyectos...

    Superficialmente suena parecido a los que se hacen en varios países de Sudamérica, por ejemplo Argentina: fuertes ayudas a la clase con menos poder adquisitivo, subvención o acuerdo para bajadas de precios, pero eso no ha impedido una inflación elevada y un endeudamiento creciente. Ya no digamos si hablamos de Venezuela.

    En fin, que me hace falta un croquis para seguir esto.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

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  3. #3
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Grosso modo, esta teoría de los años 20, expone, no sin razón, que gran parte de la culpa del endeudamiento excesivo de los gobiernos, la empresas, y las personas, la tiene el propio sistema financiero, que no es capaz, y además no le interesa, que en la economía exista un suficiente nivel de ingresos. Se expone que el gasto conjunto de la economía, contabilizando inversiones, costes directos e indirectos de producción, gastos financieros etc, siempre es superior al ingreso global de la sociedad, y que eso origina que el endeudamiento para hacer frente a esos gastos, crezca a la larga exponencialmente (yo añadiría, que también influye mucho la fiebre especulativa de los bancos y el resto de agentes económicos, que para especular también se endeudan). Además, añade que el sistema de precios no es "autoliquidable", es decir, que no siempre hay en el sistema dinero para pagar los precios de lo bienes que están a la venta, creando con ello crisis de "sobreproducción"; y que no es cierto que no se pueda hacer nada para evitarlo salvo esperar al brutal ajuste de producción y precios (ley de la oferta), tal y como afirman los economistas clásicos, y los neoclásicos con la "ley de la oferta y demanda" (AÑADO: Hay que tener en cuenta, que la "Gran Depresión", fue en gran medida una crisis de sobreproducción provocada por la Gran Guerra).

    Para abordar el problema, propone que: 1) Se calcule por métodos estadísticos cual es el nivel de crédito óptimo para una economía (a través de la "demanda agregada"); 2) La creación del "Dividendo Nacional", es decir, una asignación para aquellas personas en paro sin suficiente poder adquisitivo, y 3) Un sistema de ajuste de precios, que impida la inflación, basado en la subvención de precios a los productos de las empresas.

    Es interesante, pero como crítica se podría argumentar que no está claro que esa subvención de precios impida la escalada de inflación; dado el notable aumento en la masa monetaria, podría generarse desabastecimiento y precios muy altos en el mercado negro. De todas maneras, hay que reconocer, que al disparatado sistema financiero actual, lo único que le interesa es que te endeudes incluso aunque no seas capaz de hacer frente a esas cargas, porque en el caso de que no puedas pagar nadie te va a rescatar; sin embargo, si el banco se arruina por conceder préstamos incobrables, ya lo comprará otro banco, o los rescatará EL ESTADO si es preciso, como ha pasado.

    Un sistema este que critica (y en el que vivimos) muy propio de los tiempos de "Gran Tribulación" del Apokalipsis, de los que habló el padre Castellani.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 17/09/2014 a las 04:19

  4. #4
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    No se si lo he entendido bien, propone algo así como una renta mínima, subsidios a los precios, todo pagado con un crédito nacional, pero no se entiende de dónde sale ese dinero, ni quién va a trabajar y quién no, cómo se financia el estado, de dónde sale la capacidad inversora para proyectos...
    Hablando en sentido estricto Douglas solamente propone al auditorio una medida terapéutica a modo de ejemplo, y no como una solución "única y rígida" que habría que seguirse "sí o sí" para solucionar el problema social de la falta de poder adquisitivo. Es importante no confundirse en esto. La cuestión esencial que él pretende dejar clara es dónde radica el problema fundamental que subyace a la cuestión social, descubriéndolo y focalizándolo en el mal funcionamiento del sistema financiero que existe de manera adjunta al sistema económico de la comunidad política. Evidentemente, una vez que se tiene conciencia de las verdaderas causas de este problema, se pueden presentar todo tipo de soluciones concretas de carácter técnico que den cuenta de ese problema.

    La solución para aumentar el poder adquisitivo que él señala en el discurso, como he dicho antes, simplemente la da a título de ejemplo, nada más. Existen otras formas de aumentar el poder adquisitivo al margen (o complementariamente) de los ejemplos que Douglas da (emisión de un dividendo o emisión de dinero para reducir los precios): por ejemplo, una reducción de impuestos sería otra medida que tendría como efecto un aumento del poder adquisitivo en la población (por una cantidad equivalente a la reducción fiscal efectuada), o una reducción de las deudas en las empresas o en las familias, etc. Son simples ejemplos de medidas técnicas, pero, insisto, la intención de Douglas era la de dejar perfectamente claro dónde subyace o radica el verdadero problema de todo este asunto social (pues una vez entendido esto, las medidas técnicas que se pueden hacer a continuación para solucionarlo son múltiples y variadas: no se reducen a una sola y rígida medida determinada).

    Superficialmente suena parecido a los que se hacen en varios países de Sudamérica, por ejemplo Argentina: fuertes ayudas a la clase con menos poder adquisitivo, subvención o acuerdo para bajadas de precios, pero eso no ha impedido una inflación elevada y un endeudamiento creciente. Ya no digamos si hablamos de Venezuela.
    El único intento serio que se ha hecho, hasta el día de hoy, de implantar medidas técnicas (y recalco el carácter plural, que no singular, de la palabra "medida", recordando lo que he mencionado en el anterior párrafo) conformes a los principios del Crédito Social para el correcto funcionamiento de todo sistema financiero adjunto al sistema económico de cualquier comunidad política, fue en la provincia de Alberta (Canadá) en los años ´30, del que próximamente colgaré un resumen muy completo de lo que realmente pasó allí (invito de todas formas a que si alguien está interesado en el asunto busque en Internet sobre este interesantísimo caso, que puede ayudar a entender mejor la capital importancia de todo esto).

    En fin, que me hace falta un croquis para seguir esto.
    Sin perjuicio de los diagramas que ya he puesto en otros hilos en documento Word, voy a procurar en las próximas explicaciones ayudarme de más gráficos para tratar de hacer una mejor explicación de todo esto. Soy perfectamente consciente de la dificultad que puede tener todo este asunto, más aún si consideramos la gran cantidad de clichés y tópicos que la continua práctica del sistema financiero ha creado en nuestras mentes haciéndonos pasar o creer como naturales cosas que diametrialmente no lo son, lo cual dificulta enormemente el entendimiento de estas cuestiones.

    Aunque por ahora sólo pueda apelar a la confianza de los foreros, lo cierto es que C. H. Douglas, por decirlo coloquialmente, dio totalmente en el clavo en todo este asunto. Y, por supuesto, quisiera aprovechar para eliminar toda reticencia a un posible "liberalismo" o "socialismo" totalmente inexistentes en la filosofía social subyacente a las afirmaciones o sentencias douglasianas:

    We have from time to time expressed the opinion that the Roman Catholic outlook on economics and sociology is the essentially Christian outlook; and that no other Christian body of opinion is so consistent in its official [subrayado en el original] attitude. It is beyond question that the anti-Christian venom of the Communists is focused on Roman Catholicism, and that Protestant bodies, when not used as tools (and even then), merely excite contempt.

    C. H. Douglas, The Development of World Dominion (Sidney: Tidal Publications, 1969), 49.

    Fuente: "The Economic of Social Credit and Catholic Social Teaching". M. Oliver Heydorn. Ph. D. Página 2.
    Última edición por Martin Ant; 17/09/2014 a las 18:03
    Donoso dio el Víctor.

  5. #5
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Reconozco no haber leído todo lo que has colgado a este respecto. Pero un resumen básico para dummies nos vendría bien, ciertamente.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  6. #6
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    De todas maneras, insisto en que hay que tener mucho cuidado al aumentar artificialmente la oferta monetaria sin tener en cuenta la producción de bienes; ya sea mediante "dividendos nacionales", subsidios, compra de Deuda Pública a las entidades de crédito o bajadas en los tipos de interés, ya que indudablemente todas estas medidas tienen una repercusión en los precios.

    En mi opinión, lo más adecuado si se quiere aumentar el poder adquisitivo, sigue siendo bajar los impuestos; pero para ello, primero es necesario saber que gastos hay que bajar.

  7. #7
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    De todas maneras, insisto en que hay que tener mucho cuidado al aumentar artificialmente la oferta monetaria sin tener en cuenta la producción de bienes; ya sea mediante "dividendos nacionales", subsidios, compra de Deuda Pública a las entidades de crédito o bajadas en los tipos de interés, ya que indudablemente todas estas medidas tienen una repercusión en los precios.
    Si por "aumentar artificialmente la oferta monetaria" se refiere usted a aumentar "alegremente" o "sin limitación alguna" la creación de crédito financiero, evidentemente eso no es lo que decía Douglas (simplemente hago este comentario para aclararlo).

    Lo irónico de todo esto es que desde la creación de la banca moderna en el siglo XVII (Banco de Inglaterra, Banco de Holanda, etc...) en adelante, eso es precisamente lo que ha estado haciendo el sistema financiero en los países occidentales durante estos últimos 250 años..., y hoy en día, por supuesto, lo siguen haciendo: el ritmo de creación de crédito financiero continúa siendo brutal y, por supuesto, sin tener en cuenta la realidad física ecónomica, tanto en su vertiente productiva (o, como usted dice, "sin tener en cuenta la producción de bienes") como en su vertiente consumidora.

    Esto por lo que se refiere a la primera parte subrayada.

    En cuanto a la segunda parte que he subrayado, no entiendo por qué considera usted que un subsidio para la rebaja de precios pueda ser algo que tenga "una repercusión en los precios" (entendiendo está última frase como sinónima de inflación). Evidentemente "tendrá una repercusión en los precios", pero no como algo malo (inflación) sino como algo bueno (bajada general de precios sobre bienes de consumo o cesta de la compra).

    Yo podría entender que una medida técnica como, por ejemplo, la de subida del IVA, "tenga una repercusión en los precios" mala (suponiendo claro está, como es lo normal que ocurra, que ese pago del impuesto lo repercuta el empresario al consumidor-usuario); pero no puedo entender que un subsidio para una rebaja general de precios en los bienes finales o de consumo (no confundirlos con los bienes de capital) pueda ser algo que "tenga una repercusión en los precios" mala, más bien creo, al contrario, que la repercusión sería buena.

    Al menos, como hipótesis, ha de entenderse que si, hoy en día, los órganos públicos toman medidas técnicas de este tipo mediante las cuales se subvencionan determinados productos para que los empresarios los vendan a menor precio a los compradores (pagándose la diferencia entre coste y precio final con la subvención), será porque dichos órganos lo consideran como algo que, ciertamente, sirve como medida para un aumento del poder adquisitivo general de la población.

    ¿Cuál sería el efecto colateral perjudicial de una subvención aplicada a los precios? ¿Dónde "está la trampa"?
    Última edición por Martin Ant; 19/09/2014 a las 19:48

  8. #8
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Martín Ant; subvencionar los precios, que como medida puntual puede tener su sentido con algunos productos, en un entorno de escasez generalizado, puede NO SERVIR de nada. Venezuela, en los dos últimos años ha sufrido una subida en la cesta de la compra de 150%, superando el salario mínimo interprofesional; aunque el simiesco gobierno de ese país, subvencione precios de este tipo de productos para establecer un "PRECIO MÁXIMO" (que se llama en microeconomía) lo que se va a producir es DESABASTECIMIENTO (el ejemplo canónico sería Chile en la época de Allende). El precio al que debemos acercarnos lo más posible (y esto es de primero de carrera, para los que hemos estudiado Economía o ADE), es el llamado "PRECIO DE EQUILIBRIO", que es la intersección de la curva de la Demanda con la curva de Oferta. Cualquier precio que se sitúe por debajo generará escasez, y por lo tanto sería ineficiente.

    Una demostración matemática de este principio, la podemos ver en este vídeo del profesor Cantero:
    Precios maximos y minimos

    Se puede argumentar, que determinados bienes de primera necesidad puedan tener precios subvencionados, (medicamentos, algunos alimentos etc), PERO, si la escasez es grande, y no se dispone de ningún medio para aumentar inmediatamente la producción de los mismos, lo que vamos a originar es un problemón de dos pares de narices. Por otra parte, establecer subsidios es necesario para atender las necesidades de la población en riesgo de supervivencia; pero es altamente contraproducente generalizarlos en la economía de un país, porque puede llegar a ocurrir que gran parte de población se conforme con LA ASIGNACIÓN y no busque trabajo; los ejemplos más evidentes serían Argentina (ejemplo secular), o más modernamente y en Europa, Grecia; con las consecuencias por todos conocidas.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 21/09/2014 a las 04:13

  9. #9
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Martín Ant; subvencionar los precios, que como medida puntual puede tener su sentido con algunos productos, en un entorno de escasez generalizado, puede NO SERVIR de nada
    ¡Leñe! ¡Pues claro que en un entorno donde no hay bienes -ni capacidad física para generarlos o importarlos- no servirá de nada cualquier medida de tipo financiero que se intente aplicar para una más fluida distribución de bienes a la población!

    Todo sistema financiero, considerado en su función facilitadora de distribución de bienes, supone o requiere la previa existencia material de una realidad física que permita la generación actual o potencial de dichos bienes, pues de lo contrario no tendría sentido el ajuste de dicho sistema financiero para facilitar la distribución de algo que no existe. Todo sistema financiero no funciona por su cuenta de manera independiente, sino que va anejo a un sistema económico físico existente que es el que, en último término, le marca la pauta y los límites a aquél.

    Evidentemente si caigo en una isla desierta en donde no haya más que rocas, ya puedo haber naufragado con un maletín con un millón de dólares, que mi poder adquisitivo será cero. Pero es que yo estaba partiendo de la situación normal de capacidad productiva que tenemos en la mayor parte de los países occidentales, en donde no existe ningún problema físico de abastecimientos, en tanto que no hay ningún problema físico de capacidad productiva o importadora. Y que, por lo tanto, si a pesar de esa realidad física, sin embargo surgen problemas de distribución, entonces el origen de esos problemas de distribución habrá que buscarlos en fallos que son de la exclusiva responsabilidad del sistema financiero actuante (es lo que se conoce como la paradoja de "la pobreza en medio de la abundancia").

    Partiendo de este marco físico, por tanto, no veo qué problema colateral pueda surgir de una subvención generalizada hecha a los vendedores de bienes de consumo aplicada sobre los precios finales de dichos bienes de consumo con vistas a cubrir la diferencia entre el coste del vendedor y el precio al consumidor rebajado de esta forma.
    Última edición por Martin Ant; 21/09/2014 a las 14:59

  10. #10
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Martín, pero es que esa "situación normal de capacidad productiva" de la que hablas, se puede degradar por muchos causas, por ejemplo, nuestra capacidad productiva para producir viviendas en 2008 era potentísima, y la financiación era extraordinaria (de hecho excesiva en extremo), y sin embargo el sector colapsó.


    Se pueden TAMBIÉN de la noche a la mañana, disminuir drásticamente las importaciones (guerras, crisis internacionales, crisis petróleo etc). Subvencionar precios puede ser una medida necesaria; pero hay que analizar primero que tipos de bienes vamos a subvencionar, y ver si son totalmente imprescindibles. En cualquier caso, en una situación de escalada de precios sobre determinados productos, lo primero que hay que estudiar es si es podemos aumentar o no la producción de esos bienes, si podemos importar, o si existe disponibilidad de "productos sustitutivos" que puedan paliar la "escasez" de poder adquisitivo.

    Tomar como PRIMERA opción esa medida, personalmente no lo recomendaría; porque no deja de ser un problema subvencionar a unas empresas y a otras no. Para ser justos creo que hay que afinar MUCHÍSIMO en esta cuestión.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 22/09/2014 a las 00:03

  11. #11
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Martín, pero es que esa "situación normal de capacidad productiva" de la que hablas, se puede degradar por muchos causas, por ejemplo, nuestra capacidad productiva para producir viviendas en 2008 era potentísima, y la financiación era extraordinaria (de hecho excesiva en extremo), y sin embargo el sector colapsó.
    Y esa misma capacidad física o real productiva sigue siendo potencialmente potentísima. Nada ha cambiado físicamente hablando. Por lo tanto, eso sugiere que si queremos encontrar la causa radical o de raíz de los problemas o trastornos sociales, ésta habrá de buscarse en el ámbito financiero y sólo en él.

    El colapso al que usted se refiere no solamente es del sector de la construcción sino de cualquier otro sector (tanto actual como potencialmente). El mismo problema contable-financiero se da en cualquier sector productivo de bienes o servicios de la comunidad política. Es una especie de "espada de Damocles" que el actual funcionamiento del sistema financiero hace pender sobre la "cabeza" de cualquier sector productivo.

    La única razón por la que se producen esos colapsos es porque, si bien previamente se financió (sin ningún problema) la producción de toda esa ingente cantidad de viviendas (o de cualquier otro bien o servicio), sin embargo no se ha financiado el consumo de todas esas mismas viviendas. Los empresarios (promotores-constructores) construyen todo ese parque de viviendas y todos los costes acumulados entran en el precio de venta; al mismo tiempo, los consumidores-usuarios (la población con demanda psicológica de vivienda) carece de poder adquisitivo suficiente para adquirir todo ese ingente parque producido. Los empresarios entran en quiebra pues, al no poder vender, no pueden hacer frente a las deudas que tienen con los bancos que les financiaron la producción por medio de préstamos que deben devolver. Conclusión final: los bancos, al ejecutar las garantías reales, han conseguido POR NADA una cantidad enorme de bienes materiales, al mismo tiempo que una enorme cantidad de población gime por una vivienda (o por cualquier otro bien o servicio, el esquema trazado es el mismo).

    Ahora bien, ¿realmente me dice usted que la emisión de una determinada cantidad de crédito que cubriera la diferencia entre el coste acumulado del empresario y el precio rebajado para hacer la vivienda más asequible al ciudadano no hubiera solucionado el asunto (saliendo ganando tanto el empresario que, cubriendo los costes no habría entrado en quiebra con los bancos, como el consumidor que habría podido efectivamente adquirir la vivienda a un precio ya asequible a sus posibilidades de poder adquisitivo)? Con todos los respetos, DOBLE ÁGUILA, pero cuesta creerlo.

  12. #12
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Martín, en el hundimiento de la construcción, la FINANCIACIÓN no era el problema, de hecho, como buena burbuja, estaba financiada excesivamente tanto por el lado de la oferta(promotores-constructores), como por el lado de la demanda (compradores), y esto era así porque a los bancos y al gobierno les interesaba que siguiera esa situación; pero el problema NO es sólo financiero, es ECONÓMICO, y es así, porque la demanda no es fija, sino que es variable, y además añado yo que es caprichosa; cualquier economista medianamente serio te lo podrá corroborar.

    En EEUU financiaron a todo el mundo con "hipotecas sub-prime", les dieron préstamos a sectores enteros de la población (famoso ejemplo el del "negro de Alabama"), que no estaban en condiciones de hacer frente a sus obligaciones financieras a largo plazo; y llegó un momento en que la economía empeoró, subieron los tipos de interés, y cuando mucha de esa gente se quedó sin trabajo entregó las llaves de su casa al banco y adiós. Resultado: Unas pérdidas estimadas de la noche a la mañana de 100.000 millones de dólares por "Activos Tóxicos".

    No se puede tampoco subvencionar a todo un sector de la economía, con la escusa de que no suban los precios; porque además de la ingente cantidad de dinero (a ver de donde sale), y de que no se puede subvencionar a sí como así a unas empresas de un tipo, y no a otras de otro, provocaría igualmente una inflación evidente en el resto de productos al aumentar fuertemente la masa monetaria. Por el mismo problema, supongo que a estos también habría que subvencionarles los precios, con lo que entraríamos en una espiral que la verdad no me gustaría imaginar.

    Esa medida puede ser buena en determinadas circunstancias, y en determinados productos, pero desde luego no es el "Bálsamo de Fierabrás" que todo lo cura, y existen otra opciones para aumentar el poder adquisitivo de los consumidores; quizá la más recomendable es bajar los impuestos, que no suele ser malo.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 22/09/2014 a las 22:15

  13. #13
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Martín, en el hundimiento de la construcción, la FINANCIACIÓN no era el problema, de hecho, como buena burbuja, estaba financiada excesivamente tanto por el lado de la oferta(promotores-constructores), como por el lado de la demanda (compradores), y esto era así porque a los bancos y al gobierno les interesaba que siguiera esa situación; pero el problema NO es sólo financiero, es ECONÓMICO, y es así, porque la demanda no es fija, sino que es variable, y además añado yo que es caprichosa; cualquier economista medianamente serio te lo podrá corroborar.
    ¡Claro que el problema estaba (y sigue estando) en la FINANCIACIÓN! (y no sólo en bienes de casas sino también en cualquier otro sector productivo de bienes o servicios). La financiación por el lado de la producción fue más o menos la que tenía que ser para poder realizar todos esos bienes, como lo corrobora el propio hecho físico de que hayan sido, efectivamente, producidos. El problema de FINANCIACIÓN al que me refiero yo, por tanto, no radica, en estos casos, en el lado de la producción o de la oferta (pues los bienes, efectivamente, se han construido) sino en el lado del consumo o de la demanda. Ha sido en el lado de la demanda en donde no se ha hecho la correspondiente FINANCIACIÓN necesaria para que puedan distribuirse efectivamente los bienes producidos.

    Esto está clarísimo. Por un lado tenemos a los empresarios locos por vender (pues los bancos los achuchaban exigiéndoles la devolución de las deudas contraídas con ellos en virtud de los préstamos concedidos que sirvieron -y, efectivamente, sirvieron como ya he dicho- para la realización de todos esos bienes materiales), y por el otro lado tenemos una población loca por querer comprar esos bienes producidos por los empresarios. Por tanto, ¿cuál es la causa que impide que ambos deseos recíprocos sean satisfechos? ¿Cuál es la única barrera que impide esa distribución efectiva de los bienes? La única barrera existente es una barrera puramente FINANCIERA, es decir, los precios de los bienes ofertados, por un lado, y el poder adquisitivo existente de la población demandante, por otro lado, no cuadran, y eso es lo que hace que no se produzca esa distribución. ¿Solución para que se produzca efectivamente esa distribución? Cualquier medida técnica que haga subir el poder adquisitivo de la gente, siendo una de ellas, por ejemplo, la creación de nuevo crédito que sirva para rebajar el precio de los bienes producidos al nivel del poder adquisitivo existente en la población demandante (aumentando de esta forma su poder adquisitivo en una cantidad equivalente a la rebaja general del precio operada en los susodichos bienes, permitiendo, así, su compra-distribución).

    El problema fundamental es que, mientras la financiación de la producción de bienes más o menos es correcta (y digo que es correcta pues el objetivo final es alcanzado en tanto en cuanto los bienes son, efectivamente, producidos), en cambio la financiación del consumo, bajo el actual sistema financiero, es completamente insuficiente, por no decir inexistente (y eso es lo que hace que los bienes producidos, en lugar de llegar a la gente -pues no para otra cosa fueron producidos- se vayan pudriendo o deteriorando poco a poco sin que nadie tome posesión o se aproveche de ellos).


    No se puede tampoco subvencionar a todo un sector de la economía, con la escusa de que no suban los precios; porque además de la ingente cantidad de dinero (a ver de donde sale), y de que no se puede subvencionar a sí como así a unas empresas de un tipo, y no a otras de otro, provocaría igualmente una inflación evidente en el resto de productos al aumentar fuertemente la masa monetaria. Por el mismo problema, supongo que a estos también habría que subvencionarles los precios, con lo que entraríamos en una espiral que la verdad no me gustaría imaginar.
    La rebaja se aplicaría a todas aquellas empresas que, voluntariamente, quisieran entrar dentro de ese programa de subvención a los precios de los bienes o servicios de consumo. Obviamente el resultado final sería que todas las demás empresas no participantes del programa poco a poco se animarían a entrar en él ya que serían incapaces de poder competir con los precios rebajados de las empresas participantes del programa.

    El crédito financiero aplicado a la rebaja de los precios provendría de la misma fuente de la que nace hoy en día cualquier otro crédito: de la potencialmente ilimitada capacidad del sistema financiero para crear créditos financieros. La diferencia con los créditos a la producción, es que estos créditos para el consumo se emiten sin la obligación de tener que devolverlos (son como un beneficio o dividendo que se emite o crea en favor de la población).

    No entiendo por qué considera usted que una creación de crédito nuevo, aplicado a una rebaja de precios, puede producir inflación o subida de precios. Si se aplica a una rebaja de precios, entonces ¡es justamente lo contrario de una subida de precios! Me temo que usted ha asumido acríticamente la teoría del dinero (MV = PQ) como un axioma y, así, resulta lógico que usted no conciba la posibilidad de realizar un aumento de oferta monetaria que produzca al mismo tiempo una rebaja general de precios. Para usted, todo aumento del dinero lleva aparejado un consiguiente aumento del nivel general de precios, pero eso no es así, en absoluto.

    Esa medida puede ser buena en determinadas circunstancias, y en determinados productos, pero desde luego no es el "Bálsamo de Fierabrás" que todo lo cura, y existen otra opciones para aumentar el poder adquisitivo de los consumidores; quizá la más recomendable es bajar los impuestos, que no suele ser malo.
    Pero entonces me está usted dando la razón. El principio que anima una rebaja de los precios de los bienes-servicios de consumo es exactamente el mismo que anima a una rebaja de los impuestos. Basta con considerar a los impuestos (o a la cuota de un seguro, -ya sea privado, corporativo o estatal-, por poner otro ejemplo) como un precio más para la población. Pues bien, ¿qué diferencia hay en que esa creación de nuevo crédito financiero sea aplicada, o bien a los precios privados de los bienes-servicios puestos a la venta u ofertados por los empresarios, o bien a los precios públicos (léase impuesto o cuota de seguro estatal) exigidos por los distintos entes estatales? El principio, como digo, es exactamente el mismo en uno y en otro: aplicando la nueva creación de crédito a la rebaja de los unos o de los otros se consigue el mismo objetivo: aumentar el poder adquisitivo de la población, objetivo esencial para poder cumplir con el fin propio de toda economía: la distribución efectiva de los bienes y servicios a la población.
    Última edición por Martin Ant; 23/09/2014 a las 14:09

  14. #14
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    No Martín, no tiene nada que ver subvencionar los precios de todo un sector de la economía (en este caso la construcción), con la enorme cantidad de miles de millones de euros que eso supondría, y que vendrían directamente de la creación artificial y a gran escala de liquidez (darle a la maquinita); que aumentar el poder adquisitivo bajando los impuestos. Por la sencilla razón, de que el dinero de los impuestos YA ESTÁ EN la economía real, y va ligado a la producción, y al nivel de empleo, el otro NO.

    Es algo evidente, que el exceso de financiación de la burbuja inmobiliaria, no sólo venía del lado de la oferta, sino también de la demanda; de hecho si no fuera así, NO hubiera existido tal burbuja, sencillamente a la gente no le hubieran concedido hipotecas para comprar casas. Por el contrario, se concedieron sin ningún tipo de control (para responsabilidad directa del Banco de España), aquí y en muchos países, el resultado de tal despropósito es por todos conocido.

    Si empezáramos a subvencionar a todos los constructores y promotores que había en 2008, con la excusa de que se moderen los precios, estaríamos echando leña al fuego, inflando la burbuja mucho más, dándole dinero a esos especuladores (como el "Pocero" y todos los demás), el exceso de viviendas que crearían sería aún mucho mayor, sin entrar en las implicaciones morales que eso conlleva. En Irlanda, llegaron incluso a destruir viviendas, con tal de destruir el imponente exceso que existía. Vería yo más interesante, si hay una demanda considerable, que el estado pusiera a disposición de la gente terrenos de los Ayuntamientos, a precio barato, construidos por el Ministerio, como hace 50 años, y desde luego calculando MUCHO cuántas se construyen, para no incurrir en gastos descontrolados.

    Por último, si piensas que aumentar la masa monetaria (y más a estos niveles tan grandes) no tiene porqué aumentar los precios, te recomiendo que examines la historia económica; en concreto, por ejemplo el caso de Chile en tiempos de Salvador Allende cuando nacionalizó la banca y gran parte de las empresas, subvencionó muchos precios y provocó un desabastecimiento bestial, y a la larga una inflación (oficial del 353%) con un mercado negro que lo inundaba todo.

  15. #15
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    No Martín, no tiene nada que ver subvencionar los precios de todo un sector de la economía (en este caso la construcción), con la enorme cantidad de miles de millones de euros que eso supondría, y que vendrían directamente de la creación artificial y a gran escala de liquidez (darle a la maquinita); que aumentar el poder adquisitivo bajando los impuestos. Por la sencilla razón, de que el dinero de los impuestos YA ESTÁ EN la economía real, y va ligado a la producción, y al nivel de empleo, el otro NO.
    Sí. Sí que es lo mismo. A efectos prácticos de contabilidad financiera una entidad estatal funciona como cualquier empresa. Y en este sentido, como cualquier otra empresa, también tiene en su contabilidad costes financieros de los cuales, igual que ocurre con las empresas, los principales son las deudas bancarias.

    Ahora bien, igual que las empresas toman préstamos bancarios y, en el ejercicio de la producción de los bienes, distribuyen poder adquisitivo a la población (en forma de salarios, beneficios, etc...), del mismo modo las entidades estatales pueden endeudarse con las instituciones financieras y distribuir ese dinero obtenido a la población como poder adquisitivo (en forma de salarios, subvenciones, etc...).

    Ahora bien, tanto la empresa privada como la entidad estatal incurren igualmente en costes financieros (deudas bancarias) que han de sufragar o liquidar de alguna forma: las empresas por medio de los precios que adjuntan a los bienes producidos, y las entidades estatales por medio de los impuestos. En este sentido, a efectos prácticos, son lo mismo: se generan unos precios privados así como unos precios públicos (= impuestos), y el poder adquisitivo de la población (lo que ha recibido por medio de los salarios, beneficios, subvenciones, etc... distribuidos tanto a través de las empresas privadas como de las entidades públicas) no es suficiente para sufragar esos precios privados y esos precios públicos, por lo que se precisa, para que realmente puedan ser liquidados por la población, la creación de créditos adicionales para el consumo que cubran la diferencia entre esos precios (privados y públicos) y el poder adquisitivo insuficiente existente en la población. Y esta creación suplementaria de crédito es la que permite que, aplicándola, o bien a una reducción de los precios de los bienes-servicios de consumo (estoy hablando en términos generales, no me refiero sólo exclusivamente al sector constructor de casas), o bien a una reducción de los impuestos, o bien una parte a ambas por igual; es la que permite, digo, que haya un aumento del poder adquisitivo (pues una reducción del precio es equivalente a un aumento del poder adquisitivo) y se favorezca la distribución de los bienes y servicios.

    Todo ese crédito financiador del consumo, que sirve para rebajar los precios, es utilizado, a su vez, por la empresa o la entidad estatal para sufragar el coste financiero (deuda bancaria) que aparece en sus respectivos balances contables (pues en caso de que rebajaran sus respectivos precios sin que se les diera esos nuevos créditos creados, entonces serían incapaces de recuperar el dinero suficiente para liquidar los susodichos costes). Y una vez que sufragan esas deudas bancarias, el dinero creado que sirvió para reducir los precios privados o públicos (= impuestos), desaperece en la contabilidad de los bancos que lo reciben (pues toda devolución de préstamo equivale a una destrucción de dinero), y por lo tanto, esos créditos nuevos que se crean para favorecer el consumo no quedan dentro del sistema económico sino que desaparecen inmediatamente en la devolución de los costes-préstamos bancarios por parte de las empresas o de las entidades estatales.

    Me temo que también en esto no conoce usted el mecanismo por el que funciona el sistema financiero. El sistema financiero está continuamente "dándole a la maquinita", pero no en la forma burda de billetes y monedas, sino de crédito financiero. Si a eso le llama usted creación artificial de dinero, pues entonces ¡narices! eso es lo que han estado haciendo los sistemas bancarios en los últimos 250 años..., y siguen a día de hoy haciéndolo. Pero también al mismo tiempo el sistema financiero está continuamente destruyendo dinero o crédito financiero. Todo ese dinero que se va creando no se queda en el sistema económico "inundándolo" sino que está continuamente desapareciendo, y es la tasa entre el ritmo de creación de dinero y el ritmo de destrucción de dinero la que marca, en última instancia, la que señala o expresa la pauta política seguida por los que controlan el sistema financiero de una comunidad política.


    Es algo evidente, que el exceso de financiación de la burbuja inmobiliaria, no sólo venía del lado de la oferta, sino también de la demanda; de hecho si no fuera así, NO hubiera existido tal burbuja, sencillamente a la gente no le hubieran concedido hipotecas para comprar casas. Por el contrario, se concedieron sin ningún tipo de control (para responsabilidad directa del Banco de España), aquí y en muchos países, el resultado de tal despropósito es por todos conocido.
    Sí. El endeudamiento era (y es) igual en empresas y en particulares. Pero eso no cambia nada. El hecho de que la población se endeude, por ejemplo, en una cantidad igual al precio de todas las casas producidas lo único que hace es trasladar la carga de la deuda de los "hombros" de los empresarios sobre los "hombros" de los particulares, pero los costes financieros totales siguen siendo los mismos y, en ese sentido, no se puede hablar en rigor de una financiación del consumo verdadera pues ésta implica siempre la liquidación de costes sin que al mismo tiempo se incurra paralelamente en otros nuevos costes.

    Si empezáramos a subvencionar a todos los constructores y promotores que había en 2008, con la excusa de que se moderen los precios, estaríamos echando leña al fuego, inflando la burbuja mucho más, dándole dinero a esos especuladores (como el "Pocero" y todos los demás), el exceso de viviendas que crearían sería aún mucho mayor, sin entrar en las implicaciones morales que eso conlleva. En Irlanda, llegaron incluso a destruir viviendas, con tal de destruir el imponente exceso que existía. Vería yo más interesante, si hay una demanda considerable, que el estado pusiera a disposición de la gente terrenos de los Ayuntamientos, a precio barato, construidos por el Ministerio, como hace 50 años, y desde luego calculando MUCHO cuántas se construyen, para no incurrir en gastos descontrolados.
    No. No se estaría inflando la "burbuja" por la sencilla razón antes apuntada de que estos nuevos créditos son utilizados inmediatamente por las empresas (o por las entidades estatales, me da igual) para liquidar sus costes financieros, es decir, para devolver sus préstamos bancarios, es decir, para destruir dinero o sacar dinero fuera de la economía. Si una "burbuja" se caracteriza por una continua acumulación de costes ¡cómo diantres va a favorecer el aumento de la misma la creación de nuevos créditos que sirven precisamente para disminuir esa "burbuja" en el sentido de disminuir los costes acumulados de las empresas y que, en el mismo acto de la liquidación del coste financiero (= deuda bancaria) desaperece de la circulación de la economía dichos créditos creados!

    Quiero dejar claro que aquí no hay implicación moral de ningún tipo, me limito a señalar fríamente el mal funcionamiento del sistema financiero, que es el que hace que, por ejemplo, la construcción de viviendas no sirvan para ser distribuidas a la población sino que tengan que ser destruidas, aún existiendo demanda psicológica que desea la adquisición de dichas viviendas pero que es incapaz de hacer efectiva esa demanda por culpa de una causa, ésta sí, totalmente artificial como es la de carecer de poder adquisitivo suficiente.

    Por último, si piensas que aumentar la masa monetaria (y más a estos niveles tan grandes) no tiene porqué aumentar los precios, te recomiendo que examines la historia económica; en concreto, por ejemplo el caso de Chile en tiempos de Salvador Allende cuando nacionalizó la banca y gran parte de las empresas, subvencionó muchos precios y provocó un desabastecimiento bestial, y a la larga una inflación (oficial del 353%) con un mercado negro que lo inundaba todo.
    Sí que se puede crear nuevo crédito con el fin de rebajar el nivel general de precios. El ejemplo que usted pone no tiene absolutamente nada que ver con la emisión de nuevo crédito (libre, no como deuda) para aplicarlo a una rebaja del nivel de precios de los bienes-servicios, o para una rebaja de los impuestos, o para ambos a la vez, de tal forma que así se consiga un aumento del poder adquisitivo de la población, permitiendo cumplir así el objetivo de toda producción, cual es su distribución efectiva a la población, satisfaciendo así su demanda real.

    Ni el sistema financiero de Allende, ni el sistema financiero español de hace 50 años, ni el sistema financiero de ningún país (a excepción de la provincia de Alberta, Canadá, en los años ´30) ha funcionado de manera correcta, desde el punto de vista contable, en lo que se refiere a la función distributiva propia de toda economía (pues la economía no consiste sólo en una función productiva, sino también en la efectiva transferencia de la producción a la población).
    Última edición por Martin Ant; 23/09/2014 a las 21:39

  16. #16
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Madre mía Martín, con frases como "Toda devolución de préstamo, equivale a una destrucción de dinero" no te auguro mucho futuro como financiero. A los bancos lo que les interesa es que les devuelvan los préstamos, con ese dinero constituir sus reservas, y volverlo DESPUÉS a prestar para ganar más gracias al "Multiplicador Bancario". Si no devuelves prepárate.
    Multiplicador monetario - Wikipedia, la enciclopedia libre

    Si tu crees que el futuro de una economía, es que los costes de financiación (y el resto de costes) de las empresas, sean sufragados por el estado, y que eso no va a tener ninguna repercusión sobre la inflación, aunque se tengan que inyectar para ello centenares de miles de millones.......pues ya hemos terminado. Bienvenido a la utopía. Me veo calentándome las manos en la calle con billetes de 300 euros porque ya no valen nada (como aquella vez.....)

    Los "Bálsamos de Fierabrás" están bien para el "Quijote", pero para hacer economía seria, es otro cantar. Lee un poco de historia económica, y no pienses que sabes mucho, que es un error; te falta mucho camino (NO TE OFENDAS).
    Última edición por DOBLE AGUILA; 23/09/2014 a las 23:30

  17. #17
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    DOBLE ÁGUILA. Por supuesto que no me ofendo. Es un placer, como siempre, debatir con usted. Yo siempre digo que aunque los dos que debaten no lleguen a un acuerdo, eso no quita que los argumentos presentados por uno y otro queden ahí y que los terceros lectores los comparen y les sirva como punto de partida para animarles a investigar y reflexionar por su cuenta, sacando sus propias y correspondientes conclusiones o juicios.

    Madre mía Martín, con frases como "Toda devolución de préstamo, equivale a una destrucción de dinero" no te auguro mucho futuro como financiero. A los bancos lo que les interesa es que les devuelvan los préstamos, con ese dinero constituir sus reservas, y volverlo DESPUÉS a prestar para ganar más gracias al "Multiplicador Bancario". Si no devuelves prepárate.
    Multiplicador monetario - Wikipedia, la enciclopedia libre
    Puede que el uso metáforico del verbo "destruir" sea un poco fuerte. Pero así funcionan las cosas, DOBLE ÁGUILA. Si desea usted leerlo, le dejo el enlace a la última publicación oficial cuatrimestral de este año del Banco de Inglaterra en donde explican perfectamente el continuo funcionamiento contable de creaciones y "destrucciones" de dinero por parte del sistema bancario (obviamente se hace referencia al sistema bancario británcio, pero a efectos prácticos es igual en cualquier otro sistema financiero de cualquier otro país occidental).

    Lo curioso es que los autores de ese artículo también utilizan el uso metáforico del verbo "destruir" al hacer referencia a la devolución de los préstamos bancarios (véase, por poner sólo dos ejemplos, que en el mini-resumen de la primera página 14 dice: " (...) ellos podrían “destruir” rápidamente el dinero usándolo para devolver su deuda existente, por ejemplo"; o en la tercera página 16, bajo el encabezamiento "Otras formas de crear o destruir depósitos", comienza diciendo: "Del mismo modo que el hecho de tomar un préstamo crea dinero, la devolución de los préstamos bancarios destruye el dinero").

    Si tu crees que el futuro de una economía, es que los costes de financiación (y el resto de costes) de las empresas, sean sufragados por el estado, y que eso no va a tener ninguna repercusión sobre la inflación, aunque se tengan que inyectar para ello centenares de miles de millones.......pues ya hemos terminado. Bienvenido a la utopía. Me veo calentándome las manos en la calle con billetes de 300 euros porque ya no valen nada (como aquella vez.....)
    Si un gobierno de cualquier comunidad política (siempre he hablado en términos generales sin especificar que tenga que ser un gobierno central o tenga que ser una comunidad política a nivel de estado o país) utiliza una cantidad de dinero recolectada por impuestos para a continuación aplicarlo a una rebaja de un bien o servicio (por ejemplo, de una vivienda o de lo que sea), con eso consigue rebajar el precio del bien pero no soluciona el problema de la liquidación del coste financiero, pues para poder hacer esa operación de rebaja ha tenido que crear paralelamente al mismo tiempo un nuevo coste financiero (ya sea en forma de un endeudamiento público, ya sea, como en este ejemplo, a través de una previa recaudación tributaria) en una proporción igual a la cantidad utilizada para rebajar el precio del bien.

    Ahora bien, yo lo que digo es que esa medida técnica, aparentemente buena, en realidad no lo es pues al mismo tiempo se ha generado un nuevo coste financiero (cuya liquidación, antes o después ha de ser soportada por la población). Por tanto, una médida técnica auténticamente buena es aquélla que produzca un efecto igual al anterior (reducción del precio del bien) sin que al mismo tiempo se genere un nuevo coste financiero (o, dicho en lenguaje coloquial, que lo que te den por un lado no te lo quiten por el otro). Ése es el sentido que debe fundamentar cualquier medida técnica financiera tendente a obtener como resultado un auténtico y verdadero aumento del poder adquisitivo de la población (que permita a su vez al sistema ecónomico cumplir su función, no sólo de productor de los bienes, sino también de efectivo distribuidor de dichos bienes).
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.

  18. #18
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    En esto último que has puesto, ya estoy bastante más de acuerdo; porque efectivamente antes de tomar la medida de subvencionar, hay que estudiar el "Coste de oportunidad" de hacerlo (tal y como se dice en economía), ya que lo que podemos ganar financieramente por un sitio, podemos perderlo por otro. Y conste que tampoco me considero un enemigo de este tipo de medidas para según que cosas.

    De todas formas, yo recomendaría no hacer caso del recurso metafórico en el lenguaje económico (que ya de por sí es complicado), porque aunque está muy de moda, y más que lo va a estar, me parece a mí que lo único que se consigue es confundir, para regocijo de los muchos sofistas que nos rodean.

  19. #19
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Lo cierto es que, en honor a la verdad, en mi último mensaje no pretendía hablar del llamado "coste de oportunidad", sino que trataba de hacer más claro lo dicho en todos los anteriores mensajes. Voy a poner un ejemplo, a ver si así me explico mejor: Si la cifra total de costes financieros en una comunidad asciende a, por ejemplo, 10 reales, y al mismo tiempo la población de esa comunidad sólo tiene 2 reales de poder adquisitivo, entonces no podrá sufragar o liquidar con esos 2 reales los 10 reales de costes.

    Ahora bien, si la autoridad política de la comunidad obtiene, por ejemplo, 8 reales endeudándose y los aplica a una reducción de los costes hasta dejarlos en 2 reales, entonces esto no se puede calificar, realmente, de un aumento de poder adquisitivo, pues al mismo tiempo se ha creado, paralelamente, otro coste de 8 reales y de esta forma la comunidad seguiría teniendo una deficiencia de poder adquisitivo equivalente a 8 reales.

    Por lo tanto, la conclusión es que para que realmente haya un aumento del poder adquisitivo debe tomarse una medida técnica que al mismo tiempo que aumenta el poder adquisitivo, no produzca paralelamente un nuevo coste que neutralice aquel aumento del poder adquisitivo. Ésa es la idea. De lo que se trata es de que la población sea capaz, financieramente hablando, de poder adquirir todo aquello que puede producir (dicho con otras palabras, que no haya "sobreproducción" por falta de poder adquisitivo, es decir, por causas puramente financieras, es decir, por causas puramente artificiales, es decir, por causas perfectamente salvables).

    C. H. Douglas, en su experiencia como contable (y analizando también la contabilidad de una muestra representativa de empresas) se dio cuenta de que todas la empresas generaban costes a un ritmo mayor del que generaban ingresos para la población y eso producía una escasez crónica de poder de compra, de manera tal que por un lado se amontanaban bienes que no podían venderse (lo que hipócritamente denominaban los economistas ortodoxos "sobreproducción") y, por el otro, había una población incapaz de adquirirlos por falta de suficiente poder adquisitivo. Por esa razón abogaba por medidas técnicas que aumentaran el poder adquisitivo de la población, pero sin que al mismo tiempo se generaran nuevos costes, pues en ese caso esa medida no serviría para conseguir el fin pretendido de aumentar el poder adquisitivo. Keynes fue bastante crítico con Douglas en este aspecto, sobre todo contra su teorema A + B, que servía para explicar mejor el origen de esa escasez crónica de poder adquisitivo en los paises occidentales. Pero era Keynes el que realmente marraba en sus críticas (incluso contradiciéndose él mismo). Sobre esto, próximamente, voy a dar unas explicaciones bien completas en otro hilo.

    Respecto a lo de la palabra "destrucción" para referirse a la devolución de préstamos, es cierto que es metafórica, pero no para oscurecer el sentido sino para aclararlo mejor. Lo que se quiere dar a entender es que cuando se devuelve el préstamo, el banco en sus cuentas cancela el montante de dicho préstamo, es decir, ese dinero desaparece, no pasa a ninguna otra partida en el balance del banco. Eso es lo que quieren decir también los autores del artículo de la publicación oficial del Banco de Inglaterra: ese dinero desaparece, se aniquila, pasa a la nada. Lo único que quedan son los intereses, que éstos, como beneficios, pasan a la partida de reservas o a la de provisiones (de cualquier tipo: depreciación inmovilizado material, efectos comerciales de dudoso cobro, etc...), pero el principal del préstamo se cancela, desaparece.
    Última edición por Martin Ant; 24/09/2014 a las 23:04

  20. #20
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    Re: El dinero y el sistema de precios (discurso de C. H. Douglas)

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Es que hay que tener en cuenta, que no por disminuir el precio de un bien, se produce inmediatamente un aumento de su demanda y también del ingreso que percibe la empresa al venderse (esto sólo ocurre con bienes que tienen "demanda elástica").

    Existen bienes con "demanda inelástica" (es decir que su "elasticidad-precio" es menor que 1); eso quiere decir que si su precio baja (por ejemplo subvencionándolo), el aumento en su demanda no compensa, porque el ingreso que percibe la empresa es MENOR que si se hubiera dejado el precio como estaba, no es rentable. Esa subvención sería una pérdida inútil de dinero.

    También existen bienes con "demanda unitaria" ("elasticidad-precio" igual a 1); es decir que si bajamos su precio, la demanda subiría exactamente en la misma proporción en la que ha bajado el precio. El ingreso que percibiría la empresa sería exactamente el mismo que si no se hubiera bajado el precio. Aquí la subvención tampoco serviría.
    Para quien quiera una explicación con matemáticas, más detallada (si tiene paciencia):
    Elasticidad precio de la demanda - Wikipedia, la enciclopedia libre
    http://www.sociedadelainformacion.co...%20demanda.pdf

    Por otra parte, hay que plantearse también si subvencionando determinados productos, podemos estar PERJUDICANDO a otras empresas que fabrican "bienes sustitutivos"; es decir aquellos productos que pueden consumirse en lugar de los que estamos subvencionando.

    De todas maneras, será bueno ver la polémica entre Keynes y Douglas, para ver a que se refieren exactamente.

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