Fuente: The Social Crediter, Vol. 47, Nº. 9, Sábado 29 de julio de 1967, página 2.
Visto en: SOCIAL CREDIT.AU
Voto Secreto
Bajo el anterior encabezamiento, la siguiente carta apareció en Truth del 13 de diciembre de 1946, y posteriormente fue reimpresa en The Social Crediter:
SEÑOR MÍO.– Su columnista, el Sr. Clifford Rivington, parece pasar por alto un buen número de factores, muchos de ellos altamente técnicos, que en conjunto hacen demasiado superficial el “acuerdo de que una genuina votación secreta constituye el fundamento de la libertad política.” Fácilmente se podría decir que es exactamente lo contrario. El primero de estos factores fue la causa fundamental de la Revolución americana, y está operando hoy en día en este país. Consiste en la asunción de que todos pueden votar sobre cualquier cosa, o sobre cualquier persona; y de que, de este modo, se confiere un auténtico mandato a un Parlamento, pudiendo el propio Parlamento delegarlo en un Gabinete, al cual le confiere el derecho de legislar sin limitación alguna proveniente de la Common Law o, como los colonos americanos la llamaban, de la ley “natural”.
“El Bien Común”, siempre invocado por los tiranos, es la excusa dada para la transferencia, mediante un proceso legal –el cual invierte la protección dada por la Common Law–, de privilegios adquiridos por los individuos a una burocracia sometida a un grupo, cuya primera preocupación es la de retener el poder. La votación secreta es un muy ingenioso método para facilitar este proceso, atribuyendo el poder a un electorado que no puede ejercerlo, y que sufre colectivamente, no por su inidentificable voto, sino por el deterioro de la moral que siempre acompaña al divorcio entre el poder y la responsabilidad. Muchas, si no la mayoría, de nuestras premisas políticas requieren una seria reconsideración; y la verdadera naturaleza de nuestra, así llamada, democracia está en la primera de esa lista.
– C. H. DOUGLAS.
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