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Tema: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

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    Avatar de donjaime
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    07 nov, 15
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    La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    EUTANASIA : LA SEDUCCIÓN MORTAL.



    Gran parte de mi vida profesional como psiquiatra en EEUU ha estado dedicado al estudio y tratamiento de personas que querían acabar con su vida, algunas eran enfermos terminales. Mi trabajo me llevó a ocuparme de aquellos cuyo sufrimiento es tal que les lleva a pedir ayuda médica para el suicidio.

    Hace más de 15 años contribuí a organizar la Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio, organización que subvenciona la investigación y educación para la prevención del suicidio. No estaba preocupado por el suicidio asistido ni la eutanasia.


    En los últimos años, el activismo a favor del suicidio asistido y la eutanasia ha cambiado las cosas.


    Reconozco que en algunos casos de enfermos terminales el ayudarles a morir en las últimas semanas de la enfermedad parece muy humano, pero me preocupaban los denodados esfuerzos por legalizar el suicidio asistido y la eutanasia antes de que la opinión pública tuviese la oportunidad de entender las implicaciones de su legalización y su potencial impacto en la atención de la gente que se siente deprimida a causa de una enfermedad grave o terminal.



    La eutanasia y el suicidio asistido han sido a menudo invocados como medios para proporcionar a los enfermos un más amplio control sobre su muerte y como un modo de mejorar las condiciones de ésta. Pero ¿ES ESO CIERTO? En una eutanasia

    ¿Qué parte de la decisión recae en el enfermo y qué parte en el médico?

    ¿Cuál es el efecto de la legalización de la eutanasia para los suicidas potenciales?

    ¿Qué pueden decirnos el suicidio asistido y la eutanasia sobre el cuidado que debemos proporcionar a los enfermos terminales?



    Cualquiera que quiera responder honestamente estas y otras preguntas similares acabará en Holanda, el único país donde la eutanasia es una práctica aceptada. Cuandlo llegué allí, mis colegas holandeses sabían que, pese a mis reservas, no tenía una posición preconcebida sobre cuál debía ser la legislación en el tema.



    Pocos conocen el sistema holandés de primera mano y pocos han oído los detalles de los casos relatados por sus más firmes defensores y los encargados de ejecutarlos. Pensaban que cuánto más supiese más favorable me volvería, pero ocurrió lo contrario. Cuanto más oía, cuánto más veía, cuánto más hablaba con los defensores holandeses de la eutanasia más impactado quedaba, no sólo por el elevado número de las denominadas “MUERTES EQUIVOCADAS” sino también por la insistencia en defender lo que es totalmente indefendible.



    Estoy convencido que cualquiera que pueda ver con sus propios ojos el suicidio asistido o la eutanasia en acción, incluidos a muchos defensores de los mismos, habrían reaccionado como yo hice.

    El debate sobre la eutanasia está poblado de rostros. Queramos o no habitan nuestro imaginario colectivo:

    Karen Ann; Quinlan; o Terri Schiavo en EEUU.

    Ramón Sampedro o Inmaculada Echevarría en España.

    Vicent Humbert o Chantal Sébire en Francia.

    Pierpaolo Welby en Italia.

    Hugo Claus en Bélgica, etc.



    Los movimientos pro eutanasia han puesto su empeño en mediatizar unos cuantos casos extremos y presentar ante la "opinión pública" su carácter más dramático. Ha sido una estrategia muy bien aireada y provechosa para ellos: la discusión se focaliza en torno a unos cuantos casos “límite” que desencadenan una gran carga emocional.


    El resultado es que el debate público sobre la compleja y delicada cuestión de la eutanasia se reduce a unos simples eslóganes concebidos por y para los sentimientos en vez de buscar el intercambio de argumentos racionales.




    Hay numerosas publicaciones especializadas en la eutanasia, pero la inmensa mayoría de sus estudios filosóficos quedan inéditos o reducidos a un minúsculo grupo de profesionales, y las publicaciones jurídicas no suelen salir del círculo de los juristas.


    Mientras tanto, la opinión pública navega entre tópicos, malentendidos y aproximaciones, y, a menudo, el rigor de la reflexión brilla por su ausencia difuminado entre las pasiones, los fantasmas y pavores que rodean la muerte.
    El uso que se hace hoy en día de la razón es cuando menos paradójico. Parece como si el campo racional se limitara, estrictamente, a lo mensurable, observable y verificable. Confiamos en ella, más aún, es exaltada, en el terreno de la ciencia y de la técnica. En cambio se tiende a no escuchar más que el corazón y las pasiones en cuestiones vitales, nunca mejor dicho, de vida y muerte, del sentido y los valores.


    Así,sustraídas del imperio de la razón se temina por dejar las cuestiones existenciales en manos de la opinión individual. Es comprensible, pero nos conduce a un enfoque insuficiente, incluso PELIGROSO, de estas cuestiones. Comprensible, porque los principios éticos y jurídicos, por muy afinados que estén, siempre son percibidos como abstractos y alejados de la complejidad de las situaciones vividas en su dramática realidad.



    No se pretende ignorar el desamparo de ningún enfermo pero hay que insuflar razón en el debate. No es prudente extender la legalización de la eutanasia a nuevos países sin que sus ciudadanos tengan un conocimiento, siquiera mínimo, de lo que pasa allí donde ya ha sido legalizada la asistencia al suicidio (Oregón, Holanda y Bélgica, por ejemplo) y la eutanasia, llamada “actieve levensbeëindiging” (terminación activa de la vida) en Holanda.



    Hay muchas razones que hacen insuficiente un enfoque excesivamente casuístico de la eutanasia, entre otras que raras veces conviene que una legislación se base en “casos límite”. El buen legislador debe evitar lo que se denomina, en sociología jurídica, el efecto macedonio, o tendencia desacertada a moldear una regla general sobre la base de casos excepcionales o marginales, por mediáticos que ésos sean.

    En caso contrario ningún principio jurídico estaría a salvo, pues toda norma plantea problemas en los límites de su ámbito de aplicación.
    Si se enfatizan ciertos casos especialmente trágicos se corre el riesgo de ocultar los múltiples aspectos que están en juego en el debate sobre el fin de la vida
    .


    En los últimos años, las discusiones sobre este tema se han centrado en la reivindicación de un “derecho a la eutanasia” pero se siguen descuidando muchas otras preocupaciones sobre el fin de la vida, el control del dolor y de los síntomas, la atención global al enfermo, el desarrollo de los cuidados paliativos, etc.



    No se puede afirmar sin más que la eutanasia sea una cuestión o una ELECCIÓN PRIVADA. Al fin y al cabo, no se trata de reivindicar un derecho sobre la propia vida sino que se trata del derecho concedido al cuerpo médico de cooperar en la muerte de otros. Así, es difícil negar el impacto de la eutanasia sobre el tejido social y, en consecuencia, su dimensión socio-jurídico-política.



    En realidad, su legalización modifica sustancialmente la concepción y la práctica de:
    -la medicina al atribuir a los “profesionales de la salud” un nuevo poder: ADMINISTRAR LA MUERTE.
    -
    la consideración social hacia los enfermos y moribundos, al plamar en la ley una suerte de duda colectiva sobre el valor o la dignidad de ciertas vidas humanas, y además


    - los fundamentos del orden jurídicoal permitir que unos hombres dispongan de la vida de otros.


    No hay que olvidar que la ley, el Derecho, es más que un mero instrumento de regulación de las libertades individuales. En la práctica ejerce una importante función simbólica y pedagógica; pues conlleva ciertos valores.



    Por eso, antes de legislar sobre la eutanasia, no se puede escatimar una reflexión de fondo sobre el modelo de medicina, de sociedad, de vida y de humanidad que queremos promover.


    Por eso es tan peligroso hacer hincapié en unos casos límites pues el riesgo de manipulación es muy real. Las cosas pueden ser juzgadas de otro modo si se conocen los elementos de juicio que se han SILENCIADO al presentar los casos ante la opinión pública.



    En Francia, por ejemplo, los trágicos casos de Vincent Humbert y Chantal Sébire fueron fuertemente mediatizados, más tarde los testimonios del kinesiterapeuta de Vincent Humbert y del médico de Chantal, en contraste con la imagen mediatizada, ofrecieron una visión más matizada de ambos casos. Desgraciadamente al público se le escamotearon estas importantes visiones de primera mano.



    La cuestión de la legalización de la eutanasia centra tanto la atención que nos olvidamos de considerar con detalle el modo en que se deben tratar las últimas etapas de la vida y en qué se debe cuidar a quines ya no podemos curar.



    Holanda es un claro ejemplo del argumento de “pendiente resbaladiza”, pues la eutanasia se ha ido extendiendo gradualmente desde una inicial “eutanasia para enfermos terminales” hasta la “eutanasia para enfermos crónicos”, desde la “eutanasia para enfermos físicos” hasta la “eutanasia para enfermos psiquiátricos”, y desde la “eutanasia voluntaria” a la “eutanasia no voluntaria e, incluso, involuntaria”.


    En Bélgica la eutanasia fue despenalizada en 2002. No hubo que esperar para que políticos de distintos partidos manifestaran su deseo de ampliar la ley a los menores de edad, a los incapaces de expresar su voluntad (por ejemplo personas con enfermedades degenerativas como el alzheimer), etc. Y se presentaron diversas prouestas de ley al Parlamento en ese sentido.



    Y aunque no tienen campañas mediáticas mundiales, hay bastantes casos REALES, tan dramáticos, trágicos y mucho más numerososque los mediatizados para fomentar la eutanasia y que cuando se conocen hacen repensarse el tema. El problema es que son muy poco conocidos y no suelen divulgarse. Más bien suelen silenciarse.



    Por otro lado hay que albergar serias dudas sobre la VOLUNTAD de controlar con rigor la PRÁCTICA de la EUTANASIA. Hasta hoy, más de 2.000 declaraciones han pasao por las manos de los 16 miembros de la Comisión Federal de Control y de la Evaluación de la Eutanasia, y NINGUNA ha sido comunicada al ministerio público.


    La Comisión dice ser consciente de los límites del control de la aplicación de la ley que debe ejercer. Es evidente, dice la Comisión de Control, que la eficacia de su misisón depende del respecto por parte de los médicos de la obligación de declarar las eutanasias practicadas y la manera de redactar dichas declaraciones. Es ilusorio pretender que el médico se autdenuncie si no ha cumplido los requisitos legales.



    La ley belga prevé que la petición del paciente sea expresada por escrito. El docuemnto debe ser redactado, fechado y firmado por el mismo paciente, o si él no puede, por un mayor de edad que el propio paciente haya elegido (art. 3.4).
    El primer Informe de la Comisión de Control apunta que, en 14 declaraciones, no se menciona la existencia de ninguna petición escrita, en estos casos la Comisión estimó que la urgencia de la situación y su carácter dramático podían explicar la ausencia del documento escrito, en otros casos se señala, sin más, que el médico consideró superfluo un escrito cuando el fallecimiento era inminente.



    Entre los requisitos legales de la eutanasia está que el paciente sufra una afección accidental o patológica grave e incurable (art. 3.1). En abril de 2008, por primera vez, el ministerio público ha designado un juez de instrucción par que aclare el caso de Jeanne, una señora de 88 años, muerta por eutanasia a petición suya sin que, al parecer, sufriera ninguna enfermedad grave e incurable.

    En este caso la Comisión de Control ha admitido ya algunos casos e los que se puede observar una combinación de patologías que no son ni graves ni incurables pero cuyos “efectos acumulados” provocan un sufrimiento insoportable.



    Otro requisito legal es que el peticionario padezca un sufrimiento físico o psíquico constante e insoportable que no pueda ser aliviado (art. 3.1). En este caso la Comisión de Control INTERPRETA que el carácter insoportable del sufrimiento “es subjetivo” y depende de la personalidad del paciente (de sus valores), en la práctica la Comisión de Control RENUNCIA a controlar dicho requisito.



    De esta y otras formas se comprueba la gran dificultad para controlar la eutanasia una vez aprobada, y por el efecto pendiente resbaladiz tiende a extenderse a más y más casos.


    Muchos hemos sido testigos de situaciones en que parece adecuado que un médico ayude a un enfermo terminal a morir. En parte por esas experiencias, cuando se nos pregunta ¿Estás a favor de la eutanasia? Muchos contestan que sí.

    Normalmente quieren decir con ello que prefirirían morir sin dolor a morir con él.
    Pero supongamos que la pregunta fuera: Si Ud. fuera un enfermo terminal ¿qué preferiría, recibir un tratamiento para eliminar su dolor o que un médico le diera fin a su vida? Las respuestas suelen ser entonces muy distintas.


    Tanto médicos como la opinión pública consideran, a menudo, la cuestión de la eutanasia con una valoración predeterminada. Suele verse el suicidio asistido como un DERECHO, pero cuanto más se sabe de la PRÁCTICA de la eutanasia y del suicidio asistido, más evidente se hace que es preciso profundizar más en el tema.



    Los propios médicos holandeses que contribuyeron a establecer las políticas de eutanasia en su país son conscientes de que ésta se halla FUERA DE CONTROL. Lo admiten en privado, pero en sus declaraciones públicas y en sus artículos sostienen que no hay problemas serios.





    EL CASO ESPAÑOL.
    En España la eutanasia aún no está legalizada pese a que reiteradamente se producen iniciativas legislativas y declaraciones más o menos equívocas sobre la bondad de dichas prácticas. También porque en España la eutanasia es más una reivindicación de la autonomía, desde un caso de gran impacto mediático, que de reivindicación deontológica de los médicos (el medio usado en Holanda).



    Sin embargo en los últimos tiempos, desde los casos del Hospital Severo Ochoa (Leganés) y la institucionalización de Montes como icono eutanásico, parecen abonar la tesis de que nos encontramos en un proceso de seducción de un sector de los médicos por la muerte asistida.

    Además la respuesta de los administradores de la justicia en nuestra nación parece seguir, lenta pero inexorablemente, el ejemplo holandés de abstención de la fiscalía, primero, y luego de los propios tribunales ante actos de estricta eutanasia.


    Según el doctor Leon Kass para la deontología médica la eutanasia es la superación de la barrera que limita el poder del médico de llegar a matar a su paciente, de ahí que su provocadora pregunta ¿Quiere Ud. que su médico pueda matar?

    En este sentido el proceso de la seducción puede resumirse en una relación de poder por la que en nombre de la autonomía de una mayoría de personas que se encuentran en situación poco autónoma, en realidad de extrema dependencia, se facilita que, en circunstancias más o menos determinadas, un médico, o un servicio, o el sistema sanitario, a instancia de personas, cercanas o no, pontan fin a la vida de un paciente.


    Visto así deberíamos atender menos a la mayor o menor autonomía del paciente, la mayor o menor extensión de los paliativos, los casos de rechazo a tratamientos que pueden considerarse fútiles o indicados, y deberíamos preocuparnos mucho más por lanueva relación de poder que se establece, que se traduce en la autorización legal a que se rompa la norma deontológica y la regla fundamental del cuidado humano por la que el médico o el próximo al enfermo lo que tiene vedado en todo caso, la tentaicón que debe resistir, es la de poner fin a la vida, aún por misericordia.



    Cuando nos fijamos en el paciente, en vez de en el agente, de la eutanasia la cuestión es aún más clara. En la tradición occidental el atendido puede esperar cuidado médico en cualquier circunstancia.

    Tras los excesos de la tecinificación y la acción intensiva de la segunda mitad del XX, el paciente puede esperar ahora que se considere la proporción o desproporción de los medios que se le aplica, es más, su autorización es decisiva.
    Incluso parece que el Estado quiere garantizar que más allá de su competencia o incompetencia en un momento determinado, su decisión esté siempre presente mediante un testamento vital y un complejo sistema de requisitos.


    En España, imitando los procesos iniciados en UK y EEUU el paciente puede esperar una eficaz acción paliativa y exigir la puesta en marcha de planes globales que genralicen el efectivo cuidado contra el dolor. Probablemente es auqí donde se encuentra la explicación de la nueva relación de poder que impondría la eutanasia.


    El programa eutanásico propuesto es totalmente gratuito, no tiene coste, por el contrario, un sistema de atención generalizado y extendido es costoso. Basta este dato para desvelar el uso de la ideología.







    EL CASO DE RAMÓN SAMPEDRO Y LA VALORACIÓN DE LA VIDA DEL TETRAPLÉJICO.

    La reclamación del “derecho” a la muerte como facultad de exigir que se ponga fin a la vida de una persona que está en condiciones de vida especialmente gravosas, en España, está fuertemente ligada al caso Ramón Sampedro.

    Este marinero gallego en 1968 al zambullirse en el mar, verano 1968, se dió un golpe que le produjo tetraplejia a los 28 años de edad.
    En 1993 entró en contacto con un grupo de activistas de la Asociación del Derecho a Morir Dignamente, decidió iniciar una campaña destinada a lograr el reconocimiento de su derecho a que se le aplicase la eutanasia.

    El caso Sampedro ha marcado el debate en España porque no se trataba de un debate en torno a un enfermo terminal o aquejado de graves dolores, sino de una persona que consideraba que sus circunstancias de vida eran indignas.

    En su libro Cartas desde el infierno, narra su actitud, afirmando que en abril de 1993 tomó la determinación de reclamar la eutanasia como un derecho personal y denunciar la Intolerancia del Estado y de la Iglesia.



    Sampedro no se limitó a buscar la muerte como un derecho sino que se erigió en representatne de una forma de valorar la vida dependiente y las exigencias de derecho. El autor de Mar Adentro hace una clara apología de la eutanasia y muestrauna visión UNILATERAL de la misma.



    Y el judío Alejandro Amenábar, en su prólogo a la 10ª edición de la obra de Sampedro, nos dice que Ramón nos anima a reflexionar sobre la muerte sin miedo, aunque desde luego a juicio de otros autores como Romañach, filósofo parapléjico, la visión que extiende sobre la vida del parapléjico es la propia de quien desprecia la discapacidad (Los Errores Sutiles del Caso Ramón Sampedro, Cuenta y Razón del Pensamiento Actual, nov. 2004, Javier Romañach).



    La actitud de Sampedro provocaría un impacto negativo en la opinión pública sobre las personas que sufren tetraplejia y sobre los que padecen limitaciones funcionales en general.


    Finalmente el 12 de enero de 1998 Sampedro murió tras serle suministrado veneno que ingirió y que le produjo una dolorosa agonía. Como precedente de otros casos que luego se han conocido, la administración de justicia mostró una notable incompetencia o desidia en investigar quién practicó la eutanasia con Sampedro.



    A raíz de esta muerte, tanto el Tribunal Constitucional como diversas instancias internacionales entendieron que ya no era preciso pronunciarse de nuevo sobre los recursos de Sampedro. Esta muerte no tuvo gran impacto en los medios de manera que en aquellos meses se daba a entender que la eutanasia era una cuestión social de primera magnitud y existía un notable apoyo a su legalización.





    MAR ADENTRO UN PRODUCTO DIGNO DE LA ESCUELA GOEBBELS.
    Sería en la España sociata donde se realizaría un epígono de las obras de Goebbels: el bodrio melodramático de Mar Adentro (2004), dirigido por el remilgado homosexual "chileno-español" Alejandro Amenábar (así se definió él mismo en la revista homosexual Shangay Express en septiembre 2004: htpp://es.wikipedia.org/wiki/Alejandro-Amen%C3%Albar).



    La película del asiduo a las celebraciones carnavalescas del día del orgullo gay (las carrozas con personas disfrazadas y/o travestidas, ligeras de ropa y practicando posturas obscenas que nos venden como tan “modernas” y “progresistas” están copiadas de las que hacían los nazis en sus celebraciones paganas del día de las amazonas y similares. No es extraño pues la mayor parte de los dirigentes nazis también fueran homosexuales. Son cosas que suelen ocultarse para que no se identifiquen los “mitos” de la “modernidad” con la filosofía nazi.
    Al igual que se oculta que la afamada firma de moda Hugo Boss, fundada en 1923 por el nazi Hugo Ferdinand Boss cuya fortuna se inició, a partir de 1933, con el diseño de los uniformes negros de las SS y de las Juventudes Hitlerianas, fabricada con mano de obra esclava.




    Algo que hoy no parece haber cambiado pues buena parte de las “marcas” de mayor “prestigio” mundial se fabrican, incluso en alta mar (fuera de aguas jurisdiccionales) para ahorrar impuestos y seguros sociales, mientras que complacidos ciudadanos occidentales pagan sumas desorbitadas por una supuesta “calidad” de esas marcas que generan beneficios ingentes a los esclavistas modernos que de paso se han cargado la auténtica confección de calidad artesana (en España tenemos otro ejemplo, la firma de prendas y calzado de piel, de excelente calidad, de Valverde del Camino, vende a bajo precio, unos 100 euros, las piezas que luego son revendidas por "marcas judías tan acreditadas" como Loewe por 600 o más en París y Bruselas o Londres. Eso sí, se les hace firmar a las fábricas españolas una cláusula de confidencialidad para que parezca que las intermediarias que se limitan a poner una chapa con su "marca" son las fabricantes).



    Otra aportación cultural nazi al “progresismo” imperante es el culto obsesivo y la praxis antinatural que supone la batalla, perdida de antemano, contra el envejecimiento que hoy domina ad nauseam.



    Como no podía ser de otra manera la película del director homosexual fue apoyada por los sociatas españoles de hoy, como los nazis apoyaban ayer a las propagandísticas del Reich, en uno y otro caso los elogios se extendieron como si fuerea una cuestión de Estado.
    La película de Amenábar, como es “lógico” le otorgaron el Óscar a la mejor película de habla no inglesa.
    La similitud de la cinta Mar Adentro con la nazi Yo Acuso es asombrosa, en la trama, guión, personajes, contrapunto (el zafio e ignorante hermano de Sampedro que hace la denuncia de asesinato), etc.


    La diferencia con la alemana es que la actual está basada en un hecho real, lo que no quiere decir que sea fiel a los hechos. Drácula está basada en hechos reales lo que no asegura que el conde fuera un vampiro, ni Sampedro un “santón” como el interpretado por Bardem.



    En realidad, Sampedro tuvo un desgraciado accidente en una playa gallega que le produjo una lesión medular a nivel de la 7ª vértebra cervical. Lesión que con una rehabilitacion adecuada podría haber movilizado los brazos y las manos, incluso podría haber conducido vehículos. Incluso podría haberse suicidado sin necesidad de pedir ayuda alguna. Pero Sampedro siempre se NEGÓ, obstinadamente, a recibir rehabilitación algunay emprendió una batalla jurídica para que se reconociera un “supuesto derecho” a que alguien le ayudara a suicidarse.



    La película presenta un Sampedro respetuoso con los tetrapléjicos que desean vivir, lo que es completamente falso. El auténtico Sampedro, escribió y dijo toda suerte de descalificaciones sobre los tetrapléjicos: “escoria humana”, “piltrafas”, “taras de cuerpos deformes”, “patéticas sillas de ruedas”, “carnes y mentes atrofiadas”, “cerebros sin cuerpo”, “espanto de los vivos”, etc. etc.

    La obra que escribió: Cartas desde el Infierno, ya retrata por su título al personaje real y su estado mental. Tampoco podía faltar, como no, la habitual ridiculización y ataque a la Iglesia, haciendo escarnio de un cura en silla de ruedas, etc.





    LA UTILIDAD DE UNA VIDA.
    Es sabido que la situación de enfermedad crónica o degenerativa en la que puede establecerse la “poca utilidad o productividad” de una vida es una situación a la que casi todos llegaremos, antes o después. Al menos en el mundo desarrollado. A casi todos nos llegará una enfermedad incapacitante para según que actividad. A todos nos ha de llegar la dependencia, en mayor o menor grado, de otros. Es decir, todos somos suceptibles de ser eutaniasados, dependiendo del criterio subjetivo de alguien.



    No existe, realmente, una Eutanasia Activa y otra Pasiva. Todas son Activas. La única división conceptual que cabe en la Eutanasia, como acción volitiva para provocar una muerte antinatural si sufrimiento físico es el suicidio asistido (elegido “libremente” por la víctima).



    Casi todos los intentos de suicidio reflejan una ambivalencia del paciente ante la muerte, igual que entre los solicitantes del suicidio asistido. El deseo de morir en pacientes terminales aumenta primero para disminuir luego, y esto es así, incluso en los pacientes que más persisten en su deseo de morir.

    Algunos pacientes expresan deseos suicidas como respuesta a una depresión pasajera o a un intenso dolor, pero se sienten aliviados cuando se les trata adecuadamente tras lo cual se sienten agradecidos de seguir vivos. También es un hecho que la inmensa mayoría de los pacientes terminales luchan por vivir hasta el último suspiro.



    Y las estadísticas reflejan que es mayor el número de suicidios entre las personas que temían tener un cáncer que entre las que realmente lo tienen. Igualmente la preocupación por el suicidio es mayor en quienes esperan el resultado de un test de sida que entre quines ya saben que son seropositivos.



    En ambos casos cuando el miedo y la incertidumbre son tratados por médicos bien informados y que realmente se preocupan por los pacientes las peticiones de morir desaparecen.



    Como otras personas con tendencias suicidas, los pacientes que piden la muerte ante enfermedades graves o terminales suelen sufrir depresiones tratables. Que un paciente se sienta aliviado por la perspectiva de una muerte rápida no es, per se, señal de que esa sea la mejor solución. El factor clave suele ser el médico, no la enfermedad, en la responsabilidad de esas muertes (Dr. Roberte Hendin, op. cit. Pgs. 44-48).


    La Eutanasia que se ejecuta en países “desarrollados” sobre todo a enfermos terminales alcanza a otros casos, aplicándose a diversas personas con los mismos “argumentos humanitarios” de los nazis de ayer o los “progresistas” de hoy.

    Así entre los ejecutados están también: los pacientes congénitos o personas con características diferenciadas de nacimiento, evaluadas antes y tras nacer.
    Se incluye a los que tienen enfermedades degenerativas y/o accidentados o por causa natural que ven limitadas de forma prolongada o perenne algunas funciones vitales, físicas y/o mentales, según estime la ciencia del momento.


    Y, por supueto, están generalizadas las prácticas abortivas eutanásicas, destrucción de embriones. Donde el ejecutado carece de voz y voto y es condenado a muerte inmediata, la mayoría de las veces de forma atroz y encarnizada, (descuartizándolo o quemándolo vivo con soluciones salinas, etc.) por mucho que intente taparse. Para el más débil, inocente e indefenso no hay razón humanitaria que valga.









    LA EUTANASIA

    El término Eutanasia es una denominación torticera para referirse al método con el que se provoca la muerte sin sufrimiento físico e impidiendo la muerte natura. En muchos métodos denominados eutanásicos se genera un gran sufrimiento físico en el ejecutado.




    EL TESTAMENTO VITAL
    La selección de las personas a eutanasiar se realiza bajo diversas formalidades. La más extendida es la propia petición del ejecutado expresada en el mal llamado “Testamento Vital” que no es tal testamento, sino un Mandato.



    No tiene nada de malo realizar un Testamento Vital, incluso puede ser recomendable prevenir que una persona no puueda expresar su voluntad y quiera impedir cualquier medida extraordinaria encarnizada que sólo serviría para prolongar su agonía un poco más a costa de un gran sufrimiento. El Testamento Vital puede permitir a la persona pasar los últimos momentos de su vida acompañada por los suyos y si quiere, ponerse a bien con Dios.



    La Conferencia Episcopal Española tiene un modelo de “Testamento Vital” que se ajusta perfectamente a la doctrina y humanística católica.

    En él se dice:

    Pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida mediante tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni que se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.

    Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana”.


    Es una postura constante en la tradicción de la Iglesia Católica. Ya Santo Tomás de Aquino, respecto a la obligación de preservar la vida: “Semper, sed non pro semper” (siemrpe, pero no en toda circunstancia). Pues es lícito renunciar a la vida, al bien temporal, si es un obstáculo en nuestro camino a Dios.
    Luego el Cardenal Juan de Lugo aplicaba el axioma: “Moraliter pro nihilo reputatur”
    Cuando los cristianos son condenados por Nerón a ser devorados porlas fieras, estos en vez de entablar una batalla perdida con las bestias cantaban alabanzas a Dios y rezaban, con esta actitud muestran una postura sobrecogedora y valiente, preparándose para la muerte que aceptaban. Así denominaban al día de su muerte como “dies natalis” (día del nacimiento) porque sabían que ese día nacerían a la verdadera vida.



    Por el contrario hay “testamentos vitales” com el diseñado por la Generalidad de Cataluña, que inciden en la Eutanasia aplicable a quienes padecen diversas enfermedades. La decisión de aplicarla se deja a la libre VOLUNTAD MÉDICA, por cierto en menor número que en la ley NAZI: “si dos medicos autónomos coinciden en que mi fase es irrevesible

    Y el colmo es que el propio paciente libera a esos médicos de cualquier responsabilidad, como al Rey: “libero a los médicos que me atiendan de toda responsabilidad civil y penal que ueda derivarse por llevar a cabo los términos de esta declaración

    El documeto de la Generalidad alcanza al caso de sufrir “demencias preseniles o seniles”, la inmensa mayoría de las cuales son irreversibles, provocadas por el alzheimer o la demencia vascular.

    Pero hay casos de demencia transitoria que fácilmente pueden confundirse con las irreversibles.


    El que firme el documento de la Generalidad NO puede estar seguro de que, por ejemplo, en el futuro, al llegar a cierta edad, se rompa la cadera por una caída y le ingresen en un hospital. Debido al trajín, el dolor, la medicación, etc. puede ser víctima de un alto grado de desubicación generando síntomas de demencia lo que le hace sujeto de que le den “matarile” amparándose en su firma en dicho documento.
    El resultado práctico de la historia es que la Generalidad se habría ahorrado un pastizal en este (y otros casos) que podrán usar de forma muy “progresista” para fomentar el uso del catalán en Honolulu o para algo similar. Para colmo, los asesinos, estarían eximidos por el documento firmado de cualquier responsabilidad.



    Los modelos de ambos testamentos: Conferencia Episcopal Española y el de la Generalidad pueden leerse completos en: Modelos Testamento Vital


    En ausencia de “testamento vital” la eutanasia puede aplicarse también por petición de los representantes del eutanasiable, si éste está incapacitado (física o legalmente) para mostrar su voluntad, lo que deja abierta una puerta muy amplia a herederos ambiciosos.
    Entre los eutanasiables están incluidos los apreciados inferiores en función de un baremo de “calidad de vida” que los ejecutores y/o promotores asignan, erigiéndose en dogmáticos jueces tasadores.
    Tampoco faltan los partidarios de que sean las leyes los que vinculen la decisión de la ejecución a la única evaluación de unos peritos, científicos o jurídicos, y todo el que sea evaluado como discapacitado e irreversible, debe ser ejecutado, independientemente de su voluntad o de la de sus familiares.



    Ayer, como hoy, el uso de la Eutanasia se intenta “justificar” con soflamas “humanitaristas” intentando convecer a la población de lo compasivo que es acortar la vida de quien sufre una enfermedad incurable u otra condición o estado que se entiende razonable para ejecutarlo. Se trata, como siempre, de vender la “muerte compasiva (algo que no se aplica, por ejemplo a Rockefeller que con más de 90 años y varios trasplantes de corazón sigue operándose una y otra vez)


    Pero la realidad no se corresponde con estas apreciaciones demagógicas ya que “la aplastante mayoría de los enfermos terminales no quieren acelerar su muerte y casi nunca se plantearían tal cosa si su sufrimiento fuera tratado adecuadamente” (Roberte Hendin en Seducidos por la Muerte: Médicos, Pacientes y Suicidio Asistido, Edit. Planeta, 1997,pg.22. Hendin es consejero delegado y director médico de Suicide Prevention International y catedrático de psiquiatría en el New York Medical College, y está considerado uno de los principales especialistas mundiales en el estudio y prevención del suicidio).




    EL CASO DE ELUANA ENGLARO Y EL SUICIDIO ASISTIDO.
    Llevar el debate de la Eutanasia al análisis de casos particulares es una MANIPULACIÓN DEMAGÓGICA, como en el caso de Eluana Englaro (2009), la desafortunada chica italiana que llevaba 17 años en coma.



    No es lo mismo MATAR para acortar de golpe el curso natural de la enfermedad que DEJARLA MORIR al surpimir los métodos artificiales que la mantenían con vida sine die, y sin los cuales moriría inmediatamente. Para llegar a ese punto hay que valorar hasta que punto esos medios (que suponen sufrimiento) conceden una mínima esperanza racional.
    Lo primero es un ASESINATO (o suicidio), con independencia de lo que diga el Código Penal. Lo segundo es evitar un encarnizamiento terapéutico inútil. En ésta situación también está el enfermo terminal al que se le administran sedantes que le alivian el dolor aún a sabiendas que le aceleran la inevitalbe y próxima muerte.


    En el primer caso, se aplica la Eutanasia, un acto volitivo para ejecutar, inmediatamente, una muerte, es decir, es un ASESINATO inmoral.
    En el segundo, prevalece un acto volitivo de permitir la muerte, que se hubiera producido de forma natural mucho tiempo antes de no usarse métodos técnicos extraordinarios, lo cual puede ser o no inmoral.
    Como comenta el Dr. Hendin: “el derecho de un enfermo a suspender un tratamiento es lo mismo que su derecho a iniciarlo, sea cual sea su capacidad de salvar su vida. No tiene nada que ver con el derecho a “acelerar su muerte” y sí con el hecho de que la práctica médica dependa del consentimiento informado del paciente … Esto no es lo mismo que el suicidio asistido cuya intención siempre es la de acabar con la vida del enfermo; de hecho cuando el suicidio asistido fracasa, lo que es frecuente, familiares y médicos intervienen ACTIVAMENTE” en la ejecución (Ob. Cit. Pgs. 20-21).



    Moralmente los procedimientos para sostener una vida no deben retirarse con la intención directa de matar, pero pueden obviarse, en ocasiones, cuando no hay esperanza razonable de preservar la vida e imponen riesgos, inconvenientes y un encarnizamiento inútil.


    El caso de Eluana no se ajustaba a esta situación y privarla de la vida fue una ejecución inmoral, se le condenó a una muerte con dolor, salvo que se le administraran dosis sedantes mortales, algo negado por los que la atendieron en la autopsia. Hasta entonces se mantenía sin sufrimiento, se usaban medios naturales (alimentacion con sonda) y no era necesario usar medios extraordinarios para sostener sus constantes vitales.

    La provisión de nutrientes y líquidos no es tratamiento médico (los niños aunque estén sanos hay que proporcinárselos) es el cuidado mínimo que debe suministrarse a cualquier enfermo, indepenientemente de su situación. Todos precisamos comida y bebida para vivir pero la nutrición no cura las enfermedades, no son medicamentos. Suprimir su administrción es una condena de muerte al negar lo esencial para mantener la vida, se esté sano o enfermo. La muerte no será causada por la enfermedad sino por la omisión de nutrientes e hidratación.

    A Eluana se la ejecutó dejándola morir de hambre y sed, es decir, fue ejecutada.



    Y como de costumbre se tapa la otra cara de la historia, Eluana estuvo atendida, en todo momento, durante muchos años por las Hermanas de la Misericordia, una institución de la Iglesia Católica, que sin cobrar nada a cambio se comprometieron a cuidarla hasta su restablecimiento o muerte natural (algo que “sorprendentemente” pasa desapercibido, como de costumbre, para los mass media).



    Si Eluna no sufría ¿Por qué ese empeño en matarla, y con sufrimiento?

    Quienes apoyaron, y ejecutaron, la eutanasia de Eluana se consideran y dicen muy “progresistas” pero es muy posible que desconozcan que el director médico del Hospital Psiquiátrico de Eichberg desde 1938: Mennecke, como acusaron múltiples testimonios, prohibía alimentar a los pacientes por sonda alegando: “quien no pueda alimentarse solo tampoco necesita vivir

    El doctor NAZI aplicaba los argumentos que imponía el Reich de Eutanasia masiva (275.000 enfermos asesinados, incluyendo 8.000 niños) eso sí, como hoy, siempre con la coartada del “progreso científico” o del “pseudo humanismo caritativo”.



    Los mismos argumentos que siguen empleándose hoy por los partidarios de la Eutanasia, y los nazis sólo practicaban los conceptos promovidos por las diversas sociedades eugenésicas, tan en boga durante finales del XIX e inicios del XX que se aplicó en Japón, EEUU, Alemania (antes y con los nazis), Francia, Inglaterra, etc.



    En España también hubo un entusiasta seguidor de estos métodos “científicos” y “modernos de progreseo” el iluminado Sabino Arana (y en Chile el masón Salvador Allende).



    En la Alemania nazi la Eutanasia era promovida por el régimen (como antes de la llegada al poder de estos) como una práctica piadosa para eliminar las “vidas indignas de vivir”.




    EL YO ACUSO NAZI.
    La ilustrada propaganda nazi para educar a la ciudadanía comenzó a producir películas.
    En 1941 se estrenaría Yo Acuso (Ich Klage an) un encargo del Ministro de Propaganda e Ilustración Joseph Goebbels como reconoció, tras la guerra, su director Wolfgang Liebeneiner, su objetivo era preparar el camino a la legalizacion de la Eutanasia (Damián Muñoz en su artículo: Eutanasia y Cine, nº 51 de la Revista Médica, 2 mayo 2005)

    El guión se basaba en la novela escrita por el oftalmólogo Helmut Unger en 1936. Es la lacrimógena historia del profesor Heyt, casado con la joven y hermosa Hanna. Él es un prestigioso científico al que la joven suplica entre lágrimas que siente muchas ganas de vivir, pero tras el diagnóstico de esclerosis múltiple, quiere que le ayude a morir antes de convertirse en una piltrafa humana.

    Heyt, que la ama mucho, no se siente capaz de hacerlo y Hanna suplicará al médico (amigo de la familia) que también se niega porque la misión del médico es salvar vidas, no quitarlas.
    La joven insistirá una y otra vez a su marido.
    En la escena cumbre Hanna ruega al médico que les deje solos, se irá a una habitación contigua a tocar una melodrámatica melodía al piano. Heyt ejecutará a su mujer con veneno disuelto en agua que ella bebe, mientras se dicen reiteradamente que se quieren.

    El contrapunto es la criada Bertha, una “tipeja” poco aria e ignorante, que denunciará a Heyt por homicidio.
    El ejecutor se defenderá ante los jueces y el médico le apoyará en el tribunal. La sentencia es que la ley debe cambiarse para permitir la “filantrópica” Eutanasia.
    Como era de esperar la película fue un gran éxito, con apoyo total de las autoridades nazis y hay que reconocer que técnicamente estaba muy realizada.
    Es un buen ejemplo de la factoría propagandística Goebbels, el pionero de la técnicas publicitarias modernas. Que buscan, ante todo, el impacto efectista sobre la mente del espectador, afectando su lado emotivo, no el racional.




    LA ESTRATEGIA PARA IMPONER LA EUTANASIA.
    El método de imposición de la Eutanasia está bien descrito por los profesores universitarios: Martínez e Irala.
    Describen perfectamente los pasos, cuidadosamente cronometrados, para lograr una estrategia de marketing social que consiga que los ingenuos se traguen la aceptabilidad de la Eutanasia, son los siguientes:

    1º.- buscar un caso muy, muy lacrimógeno.

    2º.- darle toda la publicidad posible, por todos los medios y a todas horas.

    3º.- cuando el caso sea muy conocido hacer una transgresión deliberada y abierta a la ley.

    4º.- darle toda la publicidad posible a la transgresiń por todos los medios y a todas horas.

    5º.- buscar un enemigo para demonizarlo y ridiculizarlo, caricaturalizarlo y atacarlo cruelmente, con cualquier motivo y a todas horas. La Iglesia es un blanco fácil.

    6º.- difundir que la eutanasia es una “realidad social” y que el legislador debe regular esta demanda “popular.

    7º.- defender una ley que tenga, teóricamente, un carácter altamente restrictivo.

    8º.- una vez conseguida la aprobación de la ley, ir interpretándola cada vez más laxamente y con la presión mediática llegar a un uso generalizado.




    Es una metodología casi idéntica que la usada para extender la aceptación y aplicación del aborto.

    Llegados al punto 8º los profesores revelan unos datos estremecedores sobre lo sucedido en Holanda, país “progresista” por antonomasia y estado pionero en la praxis eutanásicas.


    Así el 40% de todas las muertes en Holanda están precedidas de una actuación médica para acelerarlas. Cada año se realizan más de 1000 eutanasias sin que el paciente las solicitara nunca.


    Por ejemplo, a una paciente con cáncer de mama se le aplicó la eutanasia sin su consentimiento porque, en palabras del médico holandés, podría haber tardado aún una semana más en morir y él tenía necesidad de una cama libre.
    No sorprende pues que: “muchos ancianos de los Países Bajos, temerosos de lo que pueda pasarles, están emigrando a otros países para vivir allí sus últimos años. En la ciudad alemana de Bolcholt, fronteriza a Holanda, ha habido una creciente llegada de holandeses mayores, tan poco usual que ha obligado a las autoridades alemanas a construir un asilo especial para albergarlos, dado el aumento enorme de la demanda en los últimos tres años. Lo que hace que se exilien “voluntariamente” a esa edad y a un país de distinta lengua es el temor a que les eutanasien sin su cosentimiento”. (Noticias | Últimas noticias | Recetario para una campaña pro-eutanasia | Universidad de Navarra.)
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  2. #2
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Dificilmente puede leer alguien semejante tocho, empece a leer pero...me canse.

    Pro eutanasia en este foro o mayoritariamente decidis dejar a las personas sufrir lo que no esta escrito?¿

    (curioso, voy bajando aceleradamente este testamento, o tratado larguiiiiisimo y en mi bajada leo la palabra homoxesualidad, nio, no voy a tocar ese tema tabu aqui porque me juego el cuello. De verdad que sois una especie aparte, claro que es solo una apreciacion mia)

  3. #3
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Cita Iniciado por Amazonia Ver mensaje
    Dificilmente puede leer alguien semejante tocho, empece a leer pero...me canse.
    Más abajo le contesto a esta apreciación.

    Pro eutanasia en este foro o mayoritariamente decidis dejar a las personas sufrir lo que no esta escrito?
    No es cuestión de dejar sufrir a nadie inútilmente, sino de mantener una postura moral que afirma que no estamos autorizados a matar. Cuando alguien quiere que se le aplique la eutanasia, está pidiendo a otros que lo maten, es así de claro. ¿Porqué esa persona ha de tener semejante carga toda su vida en la conciencia? Y si dicha persona es un médico, ha realizado un juramento (Hipocrático) (lo hacen todos los médicos del mundo), por el cual se comprometen a preservar la vida con todos los medios a su alcance. La cuestión de la eutanasia es una cuestión exclusivamente política.

    (curioso, voy bajando aceleradamente este testamento, o tratado larguiiiiisimo y en mi bajada leo la palabra homoxesualidad, nio, no voy a tocar ese tema tabu aqui porque me juego el cuello.
    ¿Larguísimo? se nota que no ha ido usted a una universidad. Hay temas o lecciones que superan tranquilamente las 50 páginas, asignaturas con libros que tienen más de 1000, con terminologías incomprensibles para la mayoría, así repetido tantas veces como asignaturas tenga un plan de estudios. Pues para obtener la titulación correspondiente hay que examinarse de todo ello.

    De verdad que sois una especie aparte, claro que es solo una apreciacion mia)
    En efecto, es sólo una apreciación particular, y digamos que tiene billete de vuelta. En apreciaciones como ésta hay mucho de mirarse el ombligo y creer que la gente es como es uno, o una, mismo. Existe la limitación del propio mundo, es decir, del mundillo personal y particular y, sin embargo, llegar a la idea de que eso es lo normal. Si le preguntamos a alguien por un cantante de moda, afirmará que lo conoce todo el mundo y se asombrará si se le comenta que uno no ha oído hablar de él. Pero si a esa misma persona se le pregunta si conoce a un científico determinado, dirá que no, al igual que si se trata de algún pensador, o de alguien muy influyente en cualquiera de los campos de conocimiento. Pues aún se asombrará más cuando se le diga que esos personajes que ignora son conocidos en todos los ámbitos de la Ciencia, o de las grandes instituciones mundiales, o en las editoriales, etc., etc.

    Y es que no somos una especie aparte, ¿sabe cuántos son como los pocos que estamos aquí? Y no sólo en España, sino en otros muchos países.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  4. #4
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    1º Gracias por contestar Valmadian.

    2º quizas el juramento Hipocratico deberia modificarse y contemplar el supuesto de la eutanasia. Me habla usted de moralidad y conciencia, no imagino a mi moral ni a mi conciencia cargada con la pesada carga de no facilitar la muerte a alguien que esta sufriendo terriblemente, ya sea fisica o sicologicamente. Tampoco entiendo como siendo ustedes religiosos deciden por Dios que una persona en estado terminal, alguien a quien Dios decide finiquitarlo se opongan ustedes al deseo del todopoderoso y decidan alargar una vida con la agravante de tortura al paciente. No seria acaso un gesto caritativo el proporcionar al enfermo un transito hacia la muerte menos traumatico y mas suave?¿.

    3º Ha acertado, no he pasado por la universidad, en realidad ni siquiera pase por bachillerato, yo solo soy una sencilla ama de casa que siente una gran curiosidad y ya imagino lo que me va a llover despues de esta manifestacion ( me van a caer insultos, menosprecios etc), no sera la primera vez ni la ultima, y ya se, mi sitio deberia ser un foro dedicado a lo femenino, y lo he intentado, pero creame...me aburro soberanamente y al parecer tampoco encajo alli, y lo siento mas por mi que por cualquier otro, incluidos ustedes que son quienes me sufren, pero...no puedo evitarlo.

    Cuando dije que era un tocho, me referia no a su carencia de interes, si no a lo extenso del escrito dentro de un foro, y mi imposibilidad de leerlo todo (aunque lo hare) por falta de tiempo. Soy como dije solo un ama de casa y a pesar de vivir casi sola mi tiempo...parece no corresponderse con otros tiempos (sostengo la teoria de que el tiempo no transcurre de igual forma para todos y a mi me ha tocado vivir en un tiempo acelerado), tambien es cierto que me despisto con facilidad y parte de mi tiempo va a parar a las alcantarillas, otra inevitabilidad.

    4º Es cierto, tiendo a pensar que me muevo en el grupo la generalidad , quiero pensar...que las anormalidades o las particularidades son cosa de "otros" (otros son todos los demas humanos).

    En mi entorno inmediato (un entorno normal), no me he encontrado con personas como ustedes, si es que existen...lo llevan en secreto?¿. Puede que algunos en mi entorno descarten el aborto, otros la eutanasia y hasta les de repelus el hecho de que exista la homosexualidad (quien carece de prejuicios, ni yo me salvo de ellos, no soy perfecta y seguramente le pondria los pelos de punta el monton de prejuicios con los que yo cuento), pero...no suelo encontrarme con mucha gente que los reuna todos a un tiempo, aun...no les entiendo (me refiero a la generalidad del foro).

    Puedo comentarle que mis motivos para participar en este foro no son las de molestar, siento una curiosidad insaciable hacia otro tipo de pensamientos, asi que diria que la mayor motivacion es la curiosidad. Siento mucho si les parezco agresiva, de hecho...yo juraria que lo soy, pero mi agresividad no parte de un animo fastidiativo, yo...solo soy, y tampoco puedo evitarlo, asi pues espero que tenga en cuenta mis inevitabilidades y no se sienta atacado cuando contesto.

    Es curioso, creo que creen...que a los que son como yo (espero que sean mayoria), o a los agnosticos no nos gustaria creer en un ser superior que va a salvarnos, pero eso, no se elige, te llega dado y no es facil sobre llevar la vida tal cual la contemplamos ( o la contemplo), no es facil.

    Gracias por su atencion.

    Anabel (Anabel soy yo, claro)

  5. #5
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Os recomiendo esta conferencia de la doctora China Brandolino, que habla de cómo el Nuevo Orden Mundial utiliza la anticoncepción, el aborto o la eutanasia para sus satánicos propósitos:
    https://m.youtube.com/playlist?list=PL3EA6A0C83E6958FF

    Saludos en Xto.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

  6. #6
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Cita Iniciado por Amazonia Ver mensaje
    2º quizas el juramento Hipocratico deberia modificarse y contemplar el supuesto de la eutanasia.
    Aun bajo ese supuesto "quizás", dicho juramento tiene la friolera de 2.400 años, constituyendo el fundamento permanente de la ética médica o comportamiento al que debe atenerse todo médico. Se llega al punto de que a un facultativo que en el ejercicio de su labor no se ajuste a dicho juramento -de por vida-, hasta se le puede retirar la licencia para ejercer. Por tanto, esta cuestión a quienes afecta es a los propios médicos. Y su autor, Hipócrates es conocido como "Padre de la Medicina".


    Me habla usted de moralidad y conciencia, no imagino a mi moral ni a mi conciencia cargada con la pesada carga de no facilitar la muerte a alguien que esta sufriendo terriblemente, ya sea fisica o sicologicamente.
    Por eso es moral, porque atañe a la conciencia y esa es la razón de la que diga que hoy en la calle, a nivel de la gente en general, que no de médicos y otros especialistas en diversas disciplinas morales y científicas, la cuestión es política.

    Tampoco entiendo como siendo ustedes religiosos deciden por Dios que una persona en estado terminal, alguien a quien Dios decide finiquitarlo se opongan ustedes al deseo del todopoderoso y decidan alargar una vida con la agravante de tortura al paciente.
    Nosotros no nos oponemos a los designios divinos, lo que no hacemos es discutir las decisiones de los médicos que son los que realmente saben de estas cuestiones. Por tanto, eso de alargar una vida con "torturas" a,l paciente, sólo es propaganda, y es que son los médicos quienes saben de ese sufrimiento. Lo cierto s que en este sitio ya se ha discutido hace tiempo sobre esta cuestión.

    ¿No seria acaso un gesto caritativo el proporcionar al enfermo un transito hacia la muerte menos traumatico y mas suave?¿.
    ¿Qué entiende por "caridad"? ¿No le parece que no estamos autorizados moralmemnte para erigirnos en jueces de nada?


    3º Ha acertado, no he pasado por la universidad, en realidad ni siquiera pase por bachillerato, yo solo soy una sencilla ama de casa que siente una gran curiosidad y ya imagino lo que me va a llover despues de esta manifestacion ( me van a caer insultos, menosprecios etc), no sera la primera vez ni la ultima,
    Se lo comenté por que le llama la atención de unos mensajes que le parecen muy largos, no por otra razón. De todos modos, es cierto que hay muchas redes en las que los textos son telegramas de los de antes, sin argumentación posible, cargados de tópicos y lugares comunes, que si que resultan aburridísimos. En cuanto a su condición de ama de casa, ni es mejor, ni peor, que otras muchas circunstancias personales. Pero de la lectura de sus mensajes he ido deduciendo que a usted si la han pisoteado en muchos sitios y ha venido a caer aquí cargada de prejuicios -créame que la entiendo por ello-, y de ahí buena parte de su conducta a la defensiva. Pero no se apure, aquí también hay mujeres, nosotros no somos ni machistas, ni misóginos.



    y ya se, mi sitio deberia ser un foro dedicado a lo femenino, y lo he intentado, pero creame...me aburro soberanamente y al parecer tampoco encajo alli, y lo siento mas por mi que por cualquier otro, incluidos ustedes que son quienes me sufren, pero...no puedo evitarlo.
    Como acabo de decirle, no somos machistas ni misóginos, por tanto no nos parece que "su" sitio sea un foro dedicado a lo "femenino". Si aprecia que "la sufrimos" es porque usted quiere, basta con que cambie de actitud, pregunte por los por qué de las cosas, pero sin hacer valoraciones personales previas ya que, al fin y al cabo, no nos conoce de nada, simplemente es que no encajamos en sus esquemas

    Cuando dije que era un tocho, me referia no a su carencia de interes, si no a lo extenso del escrito dentro de un foro, y mi imposibilidad de leerlo todo (aunque lo hare) por falta de tiempo.
    Pues no le digo nada lo que le va a parecer el siguiente que voy a pegar en el próximo mensaje en cuanto deje de responde a este suyo... ¡Ah! y es universitario. Trata sobre el tema de este hilo, y aunque sea poco a poco, le sugiero que lo lea. Si hay partes que no las comprende -no por que crea que la tengo por tonta o algo similar algo que no es así, sino porque el lenguaje universitario además de una terminología "rara" para la gente, tiene un grado de abstracción del pensamiento que tampoco es común-, aquello que se le escape, pregunte por ello, seguro que lo hacemos más compresible, pues nadie nace sabiendo.

    Soy como dije solo un ama de casa y a pesar de vivir casi sola mi tiempo...parece no corresponderse con otros tiempos (sostengo la teoria de que el tiempo no transcurre de igual forma para todos y a mi me ha tocado vivir en un tiempo acelerado), tambien es cierto que me despisto con facilidad y parte de mi tiempo va a parar a las alcantarillas, otra inevitabilidad.
    Me habla de la "relatividad del tiempo", sobre la cual teorizó nada menos que Albert EINSTEIN. Pero la comprendo, lo que usted afirma es más sencillo y directo, pero es algo que nos afecta todos.

    4º Es cierto, tiendo a pensar que me muevo en el grupo la generalidad , quiero pensar...que las anormalidades o las particularidades son cosa de "otros" (otros son todos los demas humanos).
    Es normal, porque es lo que le han enseñado, pero con paciencia, y tiempo, poco a poco puede cambiar su forma de ver las cosas y entenderlas.

    En mi entorno inmediato (un entorno normal), no me he encontrado con personas como ustedes, si es que existen...lo llevan en secreto?
    No, no lo llevamos en secreto y claro que existimos , pero es que en la calle somos como los demás, quiero decir que, cada cual con sus gustos y apariencias, somos como la mayoría. Las diferencias son morales, intelectuales, experienciales, por formación académica, etc., etc., incluso por la escala de valores y por la apreciación que hacemos por el pasado. Y es que éste ha existido, mientras que el futuro no -se supone que existirá-, es también la base de quiénes somos y lo que somos; es la experiencia de nuestros mayores que nos enseña..., es largo de explicar y, sobretodo, de entender cuando una persona está totalmente influenciada por el presente en exclusiva.

    ¿. Puede que algunos en mi entorno descarten el aborto, otros la eutanasia y hasta les de repelus el hecho de que exista la homosexualidad (quien carece de prejuicios, ni yo me salvo de ellos, no soy perfecta y seguramente le pondria los pelos de punta el monton de prejuicios con los que yo cuento), pero...no suelo encontrarme con mucha gente que los reuna todos a un tiempo, aun...no les entiendo (me refiero a la generalidad del foro).
    Un pre-juicio es un juicio de valor o juicio moral previo o anterior al juicio o valoración sobre alguien o algo. Y a ver como se lo explico sin meterme en Filosofía. Los pre-juicios suelen ser positivos o negativos de antemano: "¡Qué bien me cae fulanita, cómo me ha gustado!" y se dice esto sin conocerla más que de un momento. O, aquello otro de: "¡bufff, esto no vale para nada!" sin saber cual es su proceso de producción, la calidad de los materiales, el uso al que hay que destinarlo. En tales "juicios" y muchísimos otros, tantos que los hacemos todos a diario, lo que aplicamos son nuestras propias convicciones personales. Son pues opiniones sin más valor que el afirmativo o el negativo según nos parezca. ¿Qué aquí hay prejuicios? sin duda, pero de ahí a tenerlos todos... La diferencia entre un pre-juicio y una opinión fundamentada está en los argumentos que se hacen, si son sin razonar estaremos ante el pre-juicio, si se razonan lo más objetivamente posible y se apoyan en datos, lo que se hace es emitir opiniones fundamentadas. Otra cuestión es que no gusten o que no se coincida con ellas.

    Puedo comentarle que mis motivos para participar en este foro no son las de molestar, siento una curiosidad insaciable hacia otro tipo de pensamientos, asi que diria que la mayor motivacion es la curiosidad.
    Eso es muy positivo.

    Siento mucho si les parezco agresiva, de hecho...yo juraria que lo soy, pero mi agresividad no parte de un animo fastidiativo, yo...solo soy, y tampoco puedo evitarlo, asi pues espero que tenga en cuenta mis inevitabilidades y no se sienta atacado cuando contesto.
    El medio es complicado, en cualquier sitio de Internet falta la expresión facial -aunque pongamos esos muñequitos no es lo mismo que ver la cara a las personas-, también falta el tono de voz que es determinante, como la misma gestualidad corporal. No se preocupe, para no parecer agresiva basta con decir "por favor" o no usar muchos imperativos -parece que se están dando órdenes-, sino condicionales y, sobre todo, intentar no ofender. En cuanto a lo de sentirme atacado se me pasó cuando me dijo lo del helado de chocolate.

    Es curioso, creo que creen...que a los que son como yo (espero que sean mayoria), o a los agnosticos no nos gustaria creer en un ser superior que va a salvarnos, pero eso, no se elige, te llega dado y no es facil sobre llevar la vida tal cual la contemplamos ( o la contemplo), no es facil.
    Muy cierto, y no se pueden cerrar las puertas a ello. Pero también hay mucha gente que no quiere oír hablar de ello. Si usted lo permite irá sintiendo menos agresividad, menos prevención y estará más receptiva a escuchar ciertas cosas que ahora no admite.

    Gracias por su atencion.

    Anabel (Anabel soy yo, claro)
    De nada, y ya me imagino que es su nombre, bienvenida.
    Última edición por Valmadian; 11/12/2015 a las 19:42
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  7. #7
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos

    Presentación

    Cuando, hace casi dos años, el Comité Episcopal para la Defensa de la Vida, dependiente de la Conferencia Episcopal Española, presentó a la opinión pública el libro "EI Aborto: 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos", ya anunció que aquel era el primero de una serie de publicaciones que verían la luz en el futuro. Una era la idea común: estudiar el valor y la dignidad de la vida humana desde la peculiar óptica que implica el tratamiento monográfico de un problema de actualidad. En aquella primera ocasión se trató del aborto; hoy, de la eutanasia.

    El amplio debate social generado por aquellas "caen cuestiones sobre el aborto", la difusión lograda por el texto en España, en Hispanoamérica y en toda Europa, especialmente en los países recién salidos de la experiencia comunista, no dejó de ser un acicate importante para el Comité a la hora de dar cumplimiento a su propósito inicial de continuar aquel trabajo sobre el aborto con otros temas de similar actualidad. El millón de ejemplares vendidos de las "100 cuestiones sobre el aborto" y las noticias de su permanente uso como instrumento de trabajo y estudio en los más variados ambientes escolares, académicos y religiosos de varios continentes, han incentivado el esfuerzo intenso del Comité Episcopal para la Defensa de la Vida que ha trabajado durante más de un año en múltiples reuniones plenarias y de ponencia, para perfilar el texto que ahora se hace público.

    Médicos, filósofos, farmacéuticos, enfermeras, teólogos, juristas, moralistas, han escrito, reescrito, discutido y redactado finalmente este texto sobre la eutanasia durante largos meses de trabajo, pretendiendo lograr un producto final fiel al doble objetivo de esta colección de trabajos: rigor técnico y científico en el tratamiento y claridad y sencillez en la exposición.

    Mientras preparábamos este trabajo se han celebrado dos referendums en los EE.UU., sobre la eutanasia, rechazando en ambos la mayoría de los ciudadanos su legalización; se ha reabierto en Holanda el debate -una vez más en aquel país- sobre la despenalización de las prácticas eutanásicas; en distintos países han saltado a los medios de comunicación social noticias sobre "casos", sentencias, opiniones y propuestas referentes a la eutanasia. Estos hechos no han alterado el plan de trabajo del Comité, aunque hayan sido estudiados, valorados y considerados.

    Cuando nuestro trabajo estaba casi acabado, el Gobierno Español ha aprobado un Proyecto de Código Penal -actualmente en trámite en el Congreso de los Diputados- en el que se regula la eutanasia como un delito singular acreedor a una pena sensiblemente más liviana que la del homicidio. Se Inicia así en nuestro país la tendencia de "comprensión jurídica" hacia las prácticas eutanásicas que, nos tememos, puede acabar a corto plazo con su total impunidad como ha sucedido con el aborto, despenalizado parcialmente para atender a determinados "casos extremos" y legalizado en la práctica hasta el punto de constituir ya un lucrativo negocio amparado incluso por determinadas instituciones del Estado.

    La iniciativa legislativa del Gobierno hace de total actualidad el presente trabajo que pretende servir como elemento de reflexión para todos los ciudadanos -también para quienes emiten su voto como Diputados y Senadores- y como factor de formación para la conciencia ilustrada de los católicos.

    Este documento aborda la eutanasia sin rehuir ni ocultar los argumentos de sus partidarios; sin omitir los puntos de vista más conflictivos; sin silenciar los temas más polémicos, pues creemos que la sociedad -los católicos y quienes no lo son- puede y debe dedicar un tiempo razonable a reflexionar y lo formarse antes de emitir un juicio sobre cuestión de tal relevancia.

    En nuestro tiempo crecen sentimientos de ideas muy acordes con la idea de hombre, de justicia y de derechos humanos que subyace en este trabajo, pero a la vez se imponen en nuestras sociedades prácticas incompatibles con la dignidad humana. El Comité Episcopal para la Defensa de la Vida está convencido de que podemos impulsar los aspectos más positivos de nuestra cultura si todos hacemos un esfuerzo para ser coherentes con el humanismo que ha inspirado los aspectos más positivos de la Modernidad. Por ello, ofrece a la consideración responsable de todos los ciudadanos -también de los políticos, los médicos, educadores, familias y demás personas que han de decidir sobre la eutanasia-, un trabajo que se inspira en un profundo respeto por cada hombre, por cada mujer, por cada ser humano, que -para quienes creemos en Dios- es objeto de un amor singular y personal desde antes de la creación y no acabará jamás, proyectándose tras la muerte por la eternidad.

    Cardenal Narciso Jubany Arnau
    Presidente del Comité Episcopal para la Defensa de la Vida


    I. Terminología

    1. ¿Qué es la eutanasia?

    La palabra "eutanasia" a lo largo de los tiempos ha significado realidades muy diferentes. Etimológicamente, eutanasia (del griego "eu", bien, "Thánatos", muerte) no significa otra cosa que buena muerte, bien morir, sin más.

    Sin embargo, esta palabra ha adquirido desde antiguo otro sentido, algo más específico: procurar la muerte sin dolor a quienes sufren. Pero todavía este sentido es muy ambiguo, puesto que la eutanasia, así entendida, puede significar realidades no sólo diferentes, sino opuestas profundamente entre sí, como el dar muerte al recién nacido deficiente que se presume que habrá de llevar una vida disminuida, la ayuda al suicida para que consume su propósito, la eliminación del anciano que se presupone que no vive ya una vida digna, la abstención de persistir en tratamientos dolorosos o inútiles para alargar una agonía sin esperanza humana de curación del moribundo, etc.

    2. ¿Qué se entiende hoy por eutanasia?

    Hoy, más estrictamente, se entiende por eutanasia el llamado homicidio por compasión, es decir, el causar la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere.

    Sin embargo, en el debate social acerca de la eutanasia, no siempre se toma esta palabra en el mismo sentido, e incluso a veces se prefiere, según el momento, una u otra acepción para defender tal o cual posición dialéctica. Esto produce con frecuencia la esterilidad del debate y, sobre todo, grave confusión en el común de las gentes.

    3. ¿Es, pues, especialmente importante el significado de las palabras en esta materia?

    Es de extrema importancia, porque, según la significación que se dé al término eutanasia, su práctica puede aparecer ante las gente como un crimen inhumano o como un acto de misericordiosa solidaridad. Estas diferencias tan enormes obedecen con frecuencia a la distinta manera de entender la significación de la palabra, es decir, la realidad que se quiere designar.

    No se puede ignorar, sin embargo, que en el debate público también se da no pocas veces, por parte de los patrocinadores de la eutanasia, una cierta manipulación -querida o no- de las palabras, cuyo resultado es presentar ante la opinión pública la realidad de la eutanasia como algo más inocuo de lo que es (se dice "muerte dulce", "muerte digna"), y propiciar así su aceptación social; como si no existiera, o fuera secundario, el hecho central de que en la eutanasia un ser humano da muerte a otro, consciente y deliberadamente, por muy presuntamente nobles o altruistas que aparezcan las motivaciones que lo animen a ejecutar tal acción y por poco llamativos que sean los medios que utilice para realizarla.

    Todo esto no quiere decir que el debate sobre la eutanasia dejaría de existir si todos hablásemos de lo mismo y otorgásemos al término idéntico significado. El debate también se produciría aun cuando por eutanasia todos entendiesen una sola cosa: el causar la muerte de otro, con su consentimiento o no, para evitarle dolores físicos o padecimientos de otro tipo, considerados insoportables.

    Tomada la eutanasia de esta manera, existen algunas personas y grupos partidarios de legalizarla y de darle respetabilidad social, porque interpretan que la vida humana no merece ser vivida más que en determinadas condiciones de plenitud, frente a la convicción mayoritaria que considera, por el contrario, que la vida humana es un bien superior y un derecho inalienable e indisponible, es decir, que no puede estar al albur de la decisión de otros, ni de la de uno mismo.

    4. ¿Qué se va a entender por eutanasia en esta obra?

    Llamaremos eutanasia a la actuación cuyo objeto es causar muerte a un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petición de éste, bien por considerar que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el calificativo de digna.

    Así considerada, la eutanasia es siempre una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisión de la atención y cuidado.

    5. ¿Por qué se escoge esta definición?

    Porque en ella están los elementos esenciales que configuran un fenómeno complejo como es la eutanasia:

    - la muerte ha de ser el objetivo buscado, ha de estar en la intención de quien practica la eutanasia: no es eutanasia, por tanto, el aplicar un tratamiento necesario para aliviar el dolor, aunque acorte la expectativa de vida del paciente como efecto secundario no querido, ni puede llamarse eutanasia al resultado de muerte por imprudencia o accidente;

    - puede producirse por acción (administrar sustancias tóxicas mortales) o por omisión (negarle la asistencia médica debida); ha de buscarse la muerte de otro, no la propia. No consideraremos el suicidio como forma peculiar o autónoma de eutanasia,


    Los motivos son un elemento sustancial para hablar de eutanasia con propiedad.

    - puede realizarse porque la pide el que quiere morir. La ayuda o cooperación al suicidio sí la consideramos una forma de eutanasia;

    - puede realizarse para evitar sufrimientos, que pueden ser presentes o futuros, pero previsibles; o bien porque se considere que la calidad de vida de la víctima no alcanzará o no mantendrá un mínimo aceptable (deficiencias psíquicas o físicas graves, enfermedades degradantes del organismo, ancianidad avanzada, etc.).


    El sentimiento subjetivo de estar eliminando el dolor o las deficiencias ajenas es elemento necesario de la eutanasia; de lo contrario estaríamos ante otras formas de homicidio.

    6. ¿No es muy estricto el significado de la eutanasia expuesto?

    Más que estricto quiere ser preciso, y eso por dos razones: primera, porque solo acotando con precisión la realidad que se quiere designar será posible saber a qué nos estamos refiriendo; segunda, porque este significado coincide también con lo que los patrocinadores de la legalización de la eutanasia quieren que prospere: que se legitime el que un hombre dé muerte a otro dadas ciertas circunstancias.

    Como más adelante se verá, por ejemplo, la renuncia a la obstinación terapéutica sin esperanza -que se suele designar como encarnizamiento terapéutico- merece una consideración aparte y, en sentido estricto, no puede considerarse eutanasia, aunque desde el mero punto de vista etimológico sea, desde luego, una forma de favorecer la "buena muerte". Este es un ejemplo concreto de lo fácilmente que se introduce la confusión en esta materia por los diversos significados que pueden darse a una misma palabra.

    7. ¿Cuántas clases de eutanasia hay?

    Según el criterio que se emplee, hay diversas clasificaciones del fenómeno de la eutanasia que dependen también del significado que se dé al término.

    Desde el punto de vista de la víctima la eutanasia puede ser voluntaria o involuntaria, según ser solicitada por quien quiere que le den muerte o no; perinatal, agónica, psíquica o social, según se aplique a recién nacidos deformes o deficientes, a enfermos terminales, a afectados de lesiones cerebrales irreversibles o a ancianos u otras personas tenidas por socialmente improductivas o gravosas, etc. Algunos hablan de auto eutanasia refiriéndose al suicidio, pero eso no es, propiamente, una forma de eutanasia, aunque muchos de sus patrocinadores defienden también, con arreglo a su propia lógica, el derecho al suicidio.

    Desde el punto de vista de quien la practica, se distingue entre eutanasia activa y pasiva, según provoque la muerte a otro por acción o por omisión, o entre eutanasia directa e indirecta: la primera sería la que busca que sobrevenga la muerte, y la segunda la que busca mitigar el dolor físico, aun a sabiendas de que ese tratamiento puede acortar efectivamente la vida del paciente; pero esta última no puede tampoco llamarse propiamente eutanasia.

    Existen muchas más clasificaciones posibles y una misma acción puede, a su vez, incluirse en varias de las modalidades referidas aquí. Pero todo esto es, en el fondo, secundario, y con frecuencia contribuye a aumentar la confusión sobre la realidad del problema, en lugar de ayudar a esclarecer la cuestión. De ahí que, para poder referirnos a un concepto que admitan tanto los partidarios de la eutanasia como los defensores de la vida, la hayamos definido en los términos expuestos más arriba, sin detenernos en ulteriores divisiones o clasificaciones.

    8. ¿Qué se entiende por distanasia?

    La distanasia (del griego "dis", mal, algo mal hecho, y "thánatos", muerte) es etimológicamente lo contrario de la eutanasia, y consiste en retrasar el advenimiento de la muerte todo lo posible, por todos los medios, proporcionados o no, aunque no haya esperanza alguna de curación y aunque eso signifique infligir al moribundo unos sufrimientos añadidos a los que ya padece, y que, obviamente, no lograrán esquivar la muerte inevitable, sino sólo aplazarla unas horas o unos días en unas condiciones lamentables para el enfermo.

    La distanasia también se llama "ensañamiento" y, "encarnizamiento terapéutico", aunque sería más preciso denominarla "obstinación terapéutica".

    9. ¿Qué es la ortotanasia?

    Con esta palabra (del griego "orthos", recto, y "thánatos", muerte), se ha querido designar la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable en fase terminal. La ortotanasia estaría tan lejos de la eutanasia, en el sentido apuntado aquí, como de la distanasia u obstinación terapéutica. Este término, reciente, no se ha consagrado más que en ciertos ambientes académicos, sin hacer fortuna en el léxico habitual de la calle; pero su sola acuñación revela la necesidad de acudir a una palabra distinta de "eutanasia" para designar precisamente la buena muerte, que es lo que se supone que tendría que significar la eutanasia, y que sin embargo ya no significa, porque designa la otra realidad mencionada: una forma de homicidio.

    10. ¿Estamos, pues, ante el "secuestro" de la palabra "eutanasia"?

    Más bien habría que hablar de la desvirtuación de su significado, que se ha debido tanto al deseo de algunos de hacer más aceptable socialmente el "homicidio por compasión" (y desde este punto de vista puede hablarse de "secuestro" de esta palabra), como a la inexistencia de un término adecuado para designar esta clase de homicidio. Esta es una de las razones por las que el aspecto terminológico es de suma importancia en toda esta cuestión.

    11. ¿Cuáles son los principales argumentos que se emplean para promover la legalización de la eutanasia?

    Se suele promover la legalización de la eutanasia y su aceptación social con cinco clases de argumentos:

    - el derecho a la muerte digna, expresamente querida por quien padece sufrimientos atroces;

    - el derecho de cada cual a disponer de su propia vida, en uso de su libertad y autonomía individual;

    - la necesidad de regular una situación que existe de hecho. Ante el escándalo de su persistencia en la clandestinidad;

    - el progreso que representa suprimir la vida de los deficientes psíquicos profundos o de los enfermos en fase terminal, ya que se trataría de vidas que no pueden llamarse propiamente humanas;

    - la manifestación de solidaridad social que significa la eliminación de vidas sin sentido, que constituyen una dura carga para los familiares y para la propia sociedad.


    No todos los partidarios de la eutanasia comparten todos estos argumentos; pero todos, en cambio, comparten los dos primeros, y a menudo el tercero.

    A lo largo de este texto iremos refiriéndonos a cada uno de dichos argumentos para examinarlos en su propio contexto.

    II. El hombre, ante el dolor y la muerte

    12. El dolor y la muerte, ¿forman parte de la vida humana o, por el contrario, son obstáculos para ella?


    El dolor y la muerte forman parte de la vida humana desde que nacemos en medio de los dolores de parto de nuestra madre hasta que morimos causando dolor a los que nos quieren y sufriendo por el propio proceso que lleva a la muerte. A lo largo de toda la existencia, el dolor -físico o moral- está presente de forma habitual en todas las biografías humanas: absolutamente nadie es ajeno al dolor. El producido por accidentes físicos -pequeños o grandes- es compañero del hombre en toda su vida; el dolor moral (producto de la incomprensión ajena, la frustración de nuestros deseos, la sensación de impotencia, el trato injusto, etc.) nos acompaña desde la más tierna infancia hasta los umbrales de la muerte.

    El dolor -y su aspecto subjetivo, el sufrimiento- forma parte de toda vida humana y de la historia de la humanidad: así lo acreditan la experiencia personal de cada uno de nosotros y la literatura universal, en la que la experiencia del dolor es no sólo motivo de inspiración, sino objeto de reflexión constante.

    La muerte es el destino inevitable de todo ser humano, una etapa en la vida de todos los seres vivos que -quiérase o no, guste o no- constituye el horizonte natural del proceso vital. La muerte es la culminación prevista de la vida, aunque incierta en cuanto a cuándo y cómo ha de producirse; y, por lo tanto, forma parte de nosotros porque nos afecta la de quienes nos rodean y porque la actitud que adoptamos ante el hecho de que hemos de morir determina en parte cómo vivimos.

    El dolor y la muerte no son obstáculos para la vida, sino dimensiones o fases de ella. Obstáculo para la vida es la actitud de quien se niega a admitir la naturalidad de estos hechos constitutivos de toda vida sobre la tierra, intentando huir de ellos como si fuesen totalmente evitables, hasta el punto de convertir tal huida en valor supremo: esta negación de la propia realidad sí que puede llegar a ser causa de deshumanización y de frustración vital.

    13. ¿Debería, entonces, todo hombre renunciar a huir del dolor en general, y del dolor de la agonía en particular?


    Todo ser humano huye por instinto del dolor y de cuanto cause sufrimiento, y esta actitud es adecuada a la constitución natural del hombre, que está creado para ser feliz y, por tanto, reacciona con aversión ante lo que atente a su felicidad.

    El rechazo de lo doloroso, de lo que causa sufrimiento, es, en consecuencia, natural en el hombre. Y, por ello, este rechazo es justo y no censurable. Sin embargo, convertir la evitación de lo doloroso en el valor supremo que haya de inspirar toda conducta, tratar de huir del dolor a toda costa y a cualquier precio, es una actitud que acaba volviéndose contra los que la mantienen, porque supone negar de raíz una parte de la realidad del hombre, y este error puede llevar fácilmente a cometer injusticias y actos censurables por antihumanos, aunque pueda parecer superficialmente otra cosa.

    Estas ideas son especialmente patentes en el caso de la agonía, de los dolores que, eventualmente, pueden preceder a la muerte. Convertir la ausencia del dolor en el criterio preferente y aun exclusivo para reconocer un pretendido carácter digno de la muerte puede llevar a legitimar homicidios -bajo el nombre de eutanasia- y a privar a la persona moribunda del efecto humanizador que el mismo dolor puede tener.

    14. ¿Significa eso que el dolor tiene algún valor positivo para una vida humana?

    El dolor y el sufrimiento, como cualquier otra dimensión natural de toda vida humana tienen también un valor positivo si nos ayudan a comprender mejor nuestra naturaleza y sus limitaciones, si sabemos integrarlos en nuestro proceso de crecimiento y maduración. Todo hombre se hace a sí mismo durante su vida realizando las posibilidades de plenitud que están en su constitución natural, o rechazando tales posibilidades.

    Es experiencia universal que el dolor no puede evitarse totalmente y que puede ser fuente de humanización personal y de solidaridad social. La persona que sufre y acepta su sufrimiento llega a ser más humana, pues comprende y hace suya una dimensión básica de la vida que ayuda a hacer más rica la personalidad. Quien a toda costa pretende huir del dolor, probablemente destruya sus posibilidades de ser feliz, pues es imposible tal fin.

    La experiencia de la humanidad es que el dolor, si se admite como una dimensión de la vida contra la que se debe luchar, pero que es inevitable, es escuela que puede ayudar a que existan vidas humanas más plenas.

    15. Si la muerte es inevitable, y el dolor es una "escuela de vida", ¿qué sentido tienen los esfuerzos de la investigación científica para mitigar el dolor y para alejar lo más posible el momento de la muerte?

    El dolor es inevitable en toda vida humana, pero todos tenemos la clara idea de que el hombre aspira a la felicidad. Por ello, esforzarse en mitigar el dolor es positivo, pero esta finalidad es absurda, por imposible, si erradicar el dolor se convierte en bien absoluto ante el cual deben subordinarse el resto de los fines nobles del actuar humano. En toda vida humana se dan dimensiones o facetas que no siempre resultan congruentes entre sí en caso de pretender darles valor absoluto a cada una de ellas; todo ser humano tiene derecho a defender sus opiniones, pero si convierte este derecho en valor absoluto, probablemente acabará siendo un dictador para los demás; todo hombre ansía su bienestar, pero si pone esta dimensión de su naturaleza por encima de cualquier otra consideración, será incapaz de cualquier manifestación de generosidad, etc.

    Con el dolor pasa lo mismo: luchar por mitigarlo es positivo, y el esfuerzo de la ciencia moderna en tal sentido es encomiable, pero convertir esta lucha y este esfuerzo en valor absoluto es, además de quimérico, injusto, pues obligaba a renunciar a otras dimensiones valiosas de la vida humana.

    Algunas ideologías en el último siglo han considerado determinadas dimensiones parciales o relativas del ser humano como valores absolutos y, al hacerlo, han generado clamorosas injusticias: así ha sucedido con quienes han construido su visión del mundo exclusivamente sobre la raza, el color, la clase social, la nación o la ideología. Cualquier filosofía o actitud vital que convierta en absoluta una de las dimensiones o facetas de la pluriforme realidad humana, conduce a planteamientos injustos y antihumanistas, pues el humanismo exige equilibrio y una visión global, integral, del ser humano sobre la tierra.

    Esto, que es evidente en las ideologías totalitarias, no aparece con tanta claridad en las actitudes actualmente proclives a ver la salud como bien absoluto y la ausencia de dolor como valor supremo del hombre, pero el fenómeno es el mismo: de estas actitudes dimana la legitimación de acciones contra quienes no responden a ese ideal absoluto de "calidad de vida": los deficientes, los enfermos, los moribundos, los ancianos, etc.

    16. ¿Es natural el miedo a morir?

    Es natural tener miedo a morir, pues el hombre en la felicidad, y la muerte se presenta como una ruptura traumática de destino incierto. La explicación bíblica de la muerte como consecuencia del pecado y, por tanto, como elemento ajeno a la naturaleza primigenia del hombre, encaja perfectamente con la psicología personal y colectiva que acredita una resistencia instintiva ante la muerte.

    Sin embargo, puede llevar a resultados inhumanos convertir en absoluto este rechazo a la muerte, innato en el hombre: la muerte es un hecho, y un ser humano adulto ha de aceptarla como tal, pues de lo contrario se situaría contra su propia realidad.

    17. ¿Es natural el miedo al modo de morir?

    Desde luego, es natural sentir miedo a una muerte dolorosa, como es natural tener miedo a una vida sumida en el dolor. Si esta aversión se lleva al extremo, se convierte la huida del dolor en un valor absoluto, ante el cual todos los demás han de ceder. El miedo a un modo de morir doloroso y dramático puede llegar a ser tan intenso que, al anular todos los demás valores, puede conducir a desear la muerte misma como medio de evitar tan penosa situación. Este es, de hecho, el principal estímulo para quienes preconizan la aceptación legal y social de la eutanasia. Pero la experiencia demuestra que cuando un enfermo que sufre pide que lo maten, en realidad está pidiendo casi siempre que le alivien los padecimientos, tanto los físicos como los morales, que a veces superan a aquellos: la soledad, la incomprensión, la falta de afecto y consuelo en el trance supremo. Cuando el enfermo recibe alivio físico y consuelo psicológico y moral, deja de solicitar que acaben con su vida, según la experiencia común.

    18. ¿No hay, pues, fronteras definidas que delimiten cuándo es bueno aceptar el dolor y la muerte, y cuándo es bueno tratar de evitarlos?

    Es bueno aceptar el hecho cierto e inevitable del dolor, y también es bueno luchar por mitigarlo. Es bueno luchar por vencer a la enfermedad, y no es bueno eliminar seres humanos enfermos para que no sufran. Es bueno luchar en favor de la vida contra la muerte, y no es bueno, porque no es realista, rechazar la muerte como si se pudiera evitar. Pero no existe un catálogo de soluciones que pueda resolver todas las dudas y las perplejidades con que nos enfrentamos ante la realidad del dolor y de la muerte. Lo mismo ocurre con muchas otras situaciones de la vida, en las que no es posible establecer normas rígidas, sino que hemos de actuar, basados en el conocimiento de los principios generales, con un criterio recto y prudente.

    19. ¿Y no podían ser los motivos de nuestra actuación un criterio adecuado?

    Es necesario saber que los motivos por los que actuamos (compasión, deseo de que seres queridos no sufran...) no pueden cambiar el fin intrínseco de nuestro actuar, que en la eutanasia es privar de la vida a otro o cooperar a que se suicide. Si los motivos prevalecieran sobre la naturaleza de los actos hasta el punto de hacer a éstos social y jurídicamente justificables, no sería posible la convivencia, pues cualquier acto, fuera el que fuese, podría quedar legitimado en virtud de los motivos íntimos de su autor. Se puede y se debe comprender y ayudar a quien obra torcidamente; también se pueden y se deben valorar las circunstancias que influyen en los actos humanos, y modifican la responsabilidad. Pero la norma general no puede decir nunca que está bien lo que está mal, por mucho que el autor de la acción crea hacer algo bueno. El fin -el motivo subjetivo- no justifica los medios -en este caso, matar-.

    Quienes proponen la admisibilidad ética y jurídica de la eutanasia confunden a menudo la disposición moral íntima de las personas con lo que las leyes o la sociedad deben tener como aceptable; y confunden también las circunstancias que pueden atenuar la responsabilidad, e incluso anularla, con lo que la norma general debe disponer.

    20. A pesar de todo, hay quienes creen que una muerte dolorosa o un cuerpo muy degradado serían más indignos que una muerte rápida y "dulce", producida cuando cada uno dispusiera.


    En su naturaleza última, el dolor y la muerte humanos encierran un misterio, que no es otro que el misterio del mismo ser humano puesto en esta tierra; es también el misterio de la libertad y del amor, que son realidades vivas e íntimas, aunque intangibles, y que no encuentran explicación suficiente en la física o la química.

    El dolor y la muerte no son criterios aptos para medir la dignidad humana, pues ésta conviene a todos los seres humanos por el hecho de serlo; el dolor y la muerte serán dignos si son aceptados y vividos por la persona; pero no lo serán si alguien los instrumentaliza para atentar contra esa persona.


    Una muerte digna no consiste sólo en la ausencia de tribulaciones externas, sino que nace de la grandeza de ánimo de quien se enfrenta a ella. Es claro que, llegado el momento supremo de la muerte, el protagonista de este trance ha de afrontarlo en las condiciones más llevaderas posibles, tanto desde el punto de vista del dolor físico como también del sufrimiento moral. Los analgésicos y la medicina paliativa (de la que se hablará en otro lugar) por un lado, y el consuelo moral, la compañía, el calor humano y el auxilio espiritual, por otro, son los medios que enaltecen la dignidad de la muerte de un ser humano que siempre, aun en el umbral de la muerte, conserva la misma dignidad.

    III. La medicina ante la eutanasia

    21. La cuestión de la eutanasia, ¿Es un problema médico?


    La eutanasia, tal y como la plantean los defensores de su legalización, afecta de lleno al mundo de la Medicina, puesto que las propuestas de sus patrocinadores siempre hacen intervenir al médico o al personal sanitario. Pero la cuestión de la eutanasia no es, propiamente hablando, un problema médico, o no tendría que serlo.

    La eutanasia merece la misma calificación ética si la practica un médico o una enfermera en el técnico ambiente de un hospital que si la practica, por otro medio cualquiera, un familiar o un amigo de la víctima. En ambos casos se trata de un hombre que da muerte a otro.

    La eutanasia no es una forma de Medicina, sino una forma de homicidio; y si la practica un médico, éste estará negando la Medicina.

    22. ¿Por qué la eutanasia es la negación de la Medicina?

    Porque la razón de ser de la Medicina es la curación del enfermo en cualquier fase de su dolencia, la mitigación de sus dolores, y la ayuda a sobrellevar el trance supremo de la muerte cuando la curación no es posible. La eutanasia, por el contrario, no sólo es la renuncia a esa razón de ser, sino que consiste en la deliberada decisión de practicar justamente lo opuesto a la Medicina, ya que es dar muerte a otro, aunque sea en virtud de una presunta compasión. Cualquiera es perfectamente capaz de advertir la diferencia sustancial que existe entre ayudar a un enfermo a morir dignamente y provocarle la muerte.

    La eutanasia no es una técnica, un recurso de la Medicina: la eutanasia expulsa a la Medicina, la sustituye. La eutanasia, además, precisamente por ser la negación de la Medicina, se vuelve contra el médico que la practique.


    23. ¿Por qué la eutanasia se vuelve contra el médico que la practique?


    Por dos razones: por un lado es fácil que el médico se deslice hacia una habitualidad en la práctica de la eutanasia una vez admitido el primer caso; y, por otro lado, la eutanasia acaba con la base del acto médico: la confianza del paciente en el médico.


    Cuando un médico ha dado muerte a un paciente por piedad hacia él, ha dado ya un paso que tiene muy difícil retorno. Los que padecen una misma enfermedad se parecen mucho entre sí en los síntomas, las reacciones, los sufrimientos. Cuando un médico se ha sentido "apiadado" de un enfermo hasta el punto de decidir quitarle la vida para ahorrarle padecimientos, será ya relativamente fácil que experimente idéntico estado de ánimo ante otro que padezca el mismo mal; y esta circunstancia puede sobrevenir con relativa frecuencia, porque la especialización profesional impone a la práctica totalidad de los médicos la necesidad de tratar a enfermos muy semejantes unos de otros. En tal situación, las virtudes propias del médico (la no discriminación en el tratamiento a unos u otros enfermos, la previsión de dolencias o complicaciones futuras) se convierten en factores potencialmente multiplicadores de la actividad eutanásica, porque es muy difícil determinar la frontera que separa la gravedad extrema de la situación crítica, o los padecimientos enormes de los padecimientos insoportables, sean físicos o anímicos.

    Por otro lado, no es posible que exista la Medicina si el paciente en vez de tener confianza en su médico hasta poner su vida, salud e integridad física en sus manos, llega a tenerle miedo porque no sabe si el profesional de la Medicina o la enfermera que se ocupan de su salud van a decidir que su caso es digno de curación o susceptible de eutanasia.

    Si se atribuyese a los médicos el poder de practicar la eutanasia, éstos no serían ya una referencia amiga y benéfica sino, por el contrario, temida y amenazadora, como sucede ya en algunos hospitales holandeses.


    La humanidad ha progresado en humanitarismo retirando a los gobernantes y los jueces el poder de decretar la muerte (abolición de la pena de muerte). Los partidarios de la eutanasia pretenden dar un paso atrás, otorgando tal poder a los médicos. De conseguir tal propósito lograrían dos retrocesos por el precio de uno: recrearían una variedad de muerte legal y degradarían, tal vez irreversiblemente, el ejercicio de la Medicina.

    24. ¿No es muy sutil la línea divisoria entre la eutanasia y la cesación de unos cuidados ya inútiles?

    Sólo en contadas situaciones terminales sin esperanza humana, la apariencia de los gestos del médico puede guardar semejanza en ambos casos; pero el médico sabe, sin género de dudas, lo que hay en su intención: sabe si lo que realiza tiene por objeto causar la muerte del enfermo o si, por el contrario, está renunciando al encarnizamiento terapéutico. Lo primero nunca será admisible; lo segundo lo es.

    25. ¿Qué es el encarnizamiento terapéutico?

    Con esta denominación, o la de "ensañamiento terapéutico" -que acaso sean menos acertadas que la de "obstinación terapéutica", que refleja mejor la intención con que se practica-, se quiere designar la actitud del médico que, ante la certeza moral que le dan sus conocimientos de que las curas o los remedios de cualquier naturaleza ya no proporcionan beneficio al enfermo y sólo sirven para prolongar su agonía inútilmente, se obstina en continuar el tratamiento y no deja que la naturaleza siga su curso.

    Esta actitud es consecuencia de un exceso de celo mal fundamentado, derivado del deseo de los médicos y los profesionales de la salud en general de tratar de evitar la muerte a toda costa, sin renunciar a ningún medio, ordinario o extraordinario, proporcionado o no aunque eso haga más penosa la situación del moribundo.

    En otras ocasiones cabe hablar más propiamente de ensañamiento terapéutico, cuando se utiliza a los enfermos terminales para la experimentación de tratamientos o instrumentos nuevos. Aunque esto no sea normal en nuestros días, la historia, por desgracia, nos aporta algunos ejemplos.

    En cualquier caso, la obstinación terapéutica es gravemente inmoral, pues instrumentaliza a la persona subordinando su dignidad a otros fines.


    26. ¿No se plantea aquí otra frontera imprecisa para distinguir la obstinación terapéutica de unos cuidados solícitos y constantes?

    Ciertamente, así es. No hay una regla matemática para calibrar si existen o no esperanzas fundadas de curación. La práctica médica cuenta con abundantes experiencias de enfermos que parecían irrecuperables y que, sin embargo, salieron adelante de trances muy comprometidos. La solución de esos conflictos sólo puede venir del criterio claro según el cual hay que hacer un uso proporcionado de los medios terapéuticos. El médico ha de respetar la dignidad de la persona humana y no dejarse vencer por un tecnicismo médico abusivo.

    27. ¿Y no es ésta una forma de eutanasia?


    No. Refiriéndonos siempre al enfermo terminal y ante la inminencia de una muerte inevitable, médicos y enfermos deben saber que es lícito conformarse con los medios normales que la Medicina puede ofrecer, y que el rechazo de los medios excepcionales o desproporcionados no equivale al suicidio o a la omisión irresponsable de la ayuda debida a otro, sino que significa sencillamente la aceptación de la condición humana, una de cuyas características es la muerte inevitable.

    Pueden darse casos concretos en que sea difícil adoptar una decisión ética y profesionalmente correcta, como sucede en otros muchos aspectos de la vida: el juez que debe decidir si alguien es culpable o inocente cuando las pruebas no son claramente taxativas; el profesor que debe optar entre aprobar o suspender a un alumno y tiene dudas razonables del acierto o desacierto de cualquiera de las opciones; el padre de familia que duda entre la severidad o la indulgencia ante un hijo con problemas, etc. En estos casos, una norma moral adecuada es prescindir de los posibles motivos egoístas de la propia decisión y aconsejarse de otros expertos para decidir prudentemente. Con estos requisitos, un médico -como un juez, un profesor o un padre- puede equivocarse, pero no cometerá un crimen.

    28. Pero, ¿cómo distinguir los medios terapéuticos ordinarios de los extraordinarios?


    Evidentemente, es inútil establecer una casuística objetiva de los medios ordinarios y extraordinarios, porque eso depende de factores tan cambiantes como la situación del paciente, el estado de la investigación en un momento dado, las condiciones técnicas de un determinado hospital, el nivel medio de la asistencia sanitaria de uno u otro país, etc. Lo que respecto a un paciente en unas circunstancias concretas se estima como medio ordinario, puede tener que considerarse como extraordinario respecto a otra persona, o pasado un tiempo, o en otro lugar. De hecho, así ocurre constantemente en la realidad cotidiana.

    Ante estos problemas ciertos de interpretación, algunos prefieren no hablar de medios ordinarios y extraordinarios, sino más bien de medios proporcionados y desproporcionados a la situación de cada enfermo, pues de este modo se puede aquilatar mejor la decisión en cada caso.

    De acuerdo con esto, cuando existe en un enfermo en peligro próximo de muerte la posibilidad cierta de recuperación (por ejemplo, un paciente joven en coma por un traumatismo producido en un accidente), la Medicina considera que son proporcionados todos los medios técnicos posibles, porque existe una esperanza fundada de salvarle la vida. El problema se manifiesta cuando no se confía ya en la recuperación sino sólo en un alargamiento de la vida o, más exactamente, de la agonía. Entonces es cuando la prudencia del médico debe aconsejarle rechazar la actitud de obstinarse en prodigar unos medios que ya son inútiles y, en todo caso, respetando la voluntad del propio enfermo moribundo, si está en condiciones de manifestarla.

    Por otra parte es legítimo que un enfermo moribundo prefiera esperar la muerte sin poner en marcha un dispositivo médico desproporcionado a los insignificantes resultados que de él se puedan seguir; como es legítimo también que tome esta decisión pensando en no imponer a su familia o a la colectividad unos gastos desmesurados o excesivamente gravosos. Esta actitud, por la ambigüedad del lenguaje, podría confundirse, para los no avisados, con la actitud eutanásica por razones socio-económicas, pero existe una diferencia absolutamente esencial: la que va de la aceptación de la muerte inevitable a su provocación intencionada.

    29. ¿Existen, pues, unos derechos del enfermo moribundo?

    Ciertamente. El derecho a una auténtica muerte digna incluye:

    - el derecho a no sufrir inútilmente;

    - el derecho a que se respete la Libertad de su conciencia;

    - el derecho a conocer la verdad de su situación;

    - el derecho a decidir sobre sí mismo y sobre las intervenciones a que se le haya de someter;

    - el derecho a mantener un diálogo confiado con los médicos, familiares, amigos y sucesores en el trabajo;

    - el derecho a recibir asistencia espiritual.


    El derecho a no sufrir inútilmente y el derecho a decidir sobre sí mismo amparan y legitiman la decisión de renunciar a los remedios excepcionales en la fase terminal, siempre que tras ellos no se oculte una voluntad suicida.

    30. Y estos derechos ¿no pueden legitimar alguna forma de eutanasia "pasiva" (por omisión)?

    No. Cuando la muerte aparece como inevitable porque ya no hay remedios eficaces, el enfermo puede determinar, si está en condiciones de hacerlo, el curso de sus últimos días u horas mediante alguna de estas decisiones:

    - aceptar que se ensayen en él medicaciones y técnicas en fase experimental, que no están libres de todo riesgo. Aceptándolas, el enfermo podrá dar ejemplo de generosidad para el bien de la Humanidad;

    - rechazar o interrumpir la aplicación de esos remedios;

    - contentarse con los medios paliativos que la Medicina le pueda ofrecer para mitigar el dolor, aunque no tengan ninguna virtud curativa; y rechazar medicaciones u operaciones en fase experimental, porque sean peligrosas o resulten excesivamente caras. Este rechazo no equivale al suicidio, sino que es expresión de una ponderada aceptación de la inevitabilidad de la muerte;

    - en la inminencia de la muerte, rechazar el tratamiento obstinado que únicamente vaya a producir una prolongación precaria y penosa de su existencia, aunque sin rehusar los medios normales o comunes que le permiten sobrevivir.


    En estas situaciones está ausente la eutanasia, que implica -repitámoslo- una deliberada voluntad de acabar con la vida del enfermo. Es un atentado contra la dignidad de la persona la búsqueda deliberada de su muerte, pero es propio de esa dignidad el aceptar su llegada en las condiciones menos penosas posibles. Y es en el fondo del corazón del médico y del paciente donde se establece esta diferencia entre provocar la muerte o esperarla en paz y del modo menos penoso posible, mediante unos cuidados que se limiten a mitigar los sufrimientos finales.

    31. ¿Cómo se puede paliar el dolor del enfermo terminal?

    Uno de los derechos del enfermo es el de no sufrir un dolor físico innecesario durante el proceso de su enfermedad. Pero la experiencia nos muestra que el enfermo, especialmente el enfermo en fase terminal, experimenta, además del dolor físico, un sufrimiento psíquico o moral intenso, provocado por la colisión entre la proximidad de la muerte y la esperanza de seguir viviendo que aún alienta en su interior. La obligación del médico es suprimir la causa del dolor físico o, al menos, aliviar sus efectos; pero el ser humano es una unidad, y al médico y demás personal de enfermería compete, junto a los familiares, también la responsabilidad de dar consuelo moral y psicológico al enfermo que sufre.

    Frente al dolor físico, el profesional de la sanidad ofrece la analgesia; frente a la angustia moral, ha de ofrecer consuelo y esperanza. La deontología médica impone, pues, los deberes positivos de aliviar el sufrimiento físico y moral del moribundo, de mantener en lo posible la calidad de la vida que declina, de ser guardián del respeto a la dignidad de todo ser humano.

    32. ¿Qué significa "Medicina paliativa" ?

    La Medicina paliativa es una forma civilizada de entender y atender a los pacientes terminales, opuesta principalmente a los dos conceptos extremos ya aludidos: obstinación terapéutica y eutanasia.

    Esta es una nueva especialidad de la atención médica al enfermo terminal y a su entorno, que contempla el problema de la muerte del hombre desde una perspectiva profundamente humana, reconociendo su dignidad como persona en el marco del grave sufrimiento físico y psíquico que el fin de la existencia humana lleva generalmente consigo.

    En definitiva, la Medicina paliativa es, ni más ni menos, un cambio de mentalidad ante el paciente terminal. Es saber que, cuando ya no se puede curar, aún podemos cuidar; es la consciencia de cuándo se debe iniciar ese cambio: si no puedes curar, alivia; y si no puedes aliviar; por lo menos consuela. En ese viejo aforismo se condensa toda la filosofía de los cuidados paliativos.

    33. ¿Cómo está organizada la Medicina paliativa?

    La Medicina paliativa, que parece tener sus antecedentes en la Gran Bretaña, está aún escasamente contemplada en la organización sanitaria española, y sería deseable que los poderes públicos reconocieran con mayor sensibilidad su existencia. Se asienta básicamente en el reconocimiento de la triple realidad que configura el proceso de la muerte inminente en la sociedad actual: un paciente terminal con dolor físico y sufrimiento psíquico, una familia angustiada que no acaba de aceptar la situación y sufre por el ser querido, y un médico educado para luchar contra la muerte. Todos ellos están inmersos en una sociedad que parece no querer admitir el fracaso cuando la muerte se considera un fracaso.

    En las Unidades de Cuidados Paliativos, que son áreas asistenciales incluidas física y funcionalmente en los hospitales, se proporciona una atención integral al paciente terminal. Un equipo de profesionales asiste a estos enfermos en la fase final de su enfermedad, con el único objetivo de mejorar la calidad de su vida en este trance último, atendiendo todas las necesidades físicas, psíquicas, sociales y espirituales del paciente y de su familia. Todas las acciones de la Medicina paliativa van encaminadas a mantener y, en lo posible, aumentar, el sosiego del paciente y de su familia.

    34. ¿Y cuáles son las necesidades que estos pacientes terminales presentan?

    Son necesidades físicas, psíquicas, espirituales o religiosas, y sociales.

    Las necesidades Físicas derivan de las graves limitaciones corporales y, sobre todo, del dolor, especialmente en las muertes por cáncer, donde éste está presente en el 80 por ciento de los enfermos terminales. Con tratamientos adecuados se pueden llegar a controlar un 95 por ciento de los dolores.


    Las necesidades psíquicas son evidentes. El paciente necesita sentirse seguro, necesita confiar en el equipo de profesionales que le trata, tener la seguridad de una compañía que lo apoye y no lo abandone. Necesita amar y ser amado, y tiene necesidad de ser considerado, lo que afianza su autoestima.

    Las necesidades espirituales son indudables. El creyente necesita a Dios. Es una grave irresponsabilidad civil y política que la atención religiosa de los pacientes no esté claramente presente en todas las clínicas e instituciones hospitalarias.

    Las necesidades sociales del paciente terminal no son menos importantes para dar sosiego al penoso trance. La enfermedad terminal produce a quien la padece y a su familia unos gastos y no pocos desajustes familiares. Toda la atención de los componentes de la unidad familiar se concentra generalmente en el miembro enfermo y, si la supervivencia se alarga, el desajuste puede ser duradero. El paciente lo ve y también lo sufre.

    35. ¿La Medicina paliativa es la alternativa a la eutanasia?

    En realidad, no. La Medicina paliativa es más propiamente alternativa al llamado "encarnizamiento terapéutico" u "obstinación terapéutica". No es alternativa a la eutanasia, porque la eutanasia no es sino un grave atentado a la vida humana y a su dignidad.


    Se puede decir que la Medicina paliativa ha existido siempre y ha sido ejercida tradicionalmente por los médicos, aunque no se haya considerado técnicamente como una especialidad. Sus principios están impresos en el juramento hipocrático y en la concepción histórica del ejercicio médico. Pero, ciertamente, como especialización dentro de la organización sanitaria representa una novedad, que es hacer frente a las peculiaridades del proceso de la muerte en el campo sanitario. Este proceso se ha complicado de forma extraordinaria, y exige la aparición de un nuevo médico, atento al máximo a los adelantos científicos y conocedor profundo de las necesidades del paciente terminal.

    36. ¿No puede considerarse, entonces, una forma de eutanasia el aplicar sustancias analgésicas, a sabiendas de que eso puede acortar la vida del paciente?

    No. Cuando el tratamiento del dolor es ya prácticamente lo único que se puede hacer por el enfermo terminal, el efecto secundario que ciertos analgésicos tengan respecto del acortamiento de la vida no puede considerarse como una forma de eutanasia, porque no se persigue el destruir esa vida, sino aliviar el dolor; y este propósito paliativo puede, ante la inminencia de la muerte, ser preferente para esperar la llegada de la muerte en las condiciones menos angustiosas.

    Es lo mismo que sucede con quien -alpinistas, bombero...- asume un riesgo cierto, pero pretende una cosa buena sin ánimo suicida alguno. Esto es legitimo aunque eventualmente pueda ser causa de muerte.

    Por otra parte, se puede en muy buena medida dar por superada la vieja pugna entre tratar el dolor y acortar la vida: los recientes avances en el tratamiento eficaz del dolor y de la enfermedad terminal han reducido casi por completo el riesgo de anticipar indebidamente la muerte de ciertos pacientes.

    37. ¿En qué consiste el argumento de la "muerte digna" a que se refieren los partidarios de la eutanasia para intentar justificarla?


    Este argumento es uno de los principales que se utilizan hoy para promover la legalización de la eutanasia. En síntesis puede formularse de esta manera: La técnica médica moderna dispone de medios para prolongar la vida de las personas, incluso en situación de grave deterioro físico. Gracias a ella es posible salvar muchas vidas que hace unos años estaban irremisiblemente perdidas; pero también se dan casos en los que se producen agonías interminables y dramáticas, que únicamente prolongan y aumentan la degradación del moribundo. Para estos casos, la legislación debería permitir que una persona decidiera, voluntaria y libremente, ser ayudada a morir. Esta sería una muerte digna, porque sería la expresión final de una vida digna.

    38. ¿Es aceptable este argumento?

    No lo es, porque en él, junto a consideraciones razonables acerca de la crueldad de la obstinación terapéutica, se contiene una honda manipulación de la noción de dignidad. En este argumento subyace la grave confusión entre la dignidad de la vida y la dignidad de la persona. En efecto, hay vidas dignas y vidas indignas, como puede haber muertes dignas y muertes indignas. Pero por indigna que sea la vida o la muerte de una persona, en cuanto tal persona tiene siempre la misma dignidad, desde la concepción hasta la muerte, porque su dignidad no se fundamenta en ninguna circunstancia, sino en el hecho esencial de pertenecer a la especie humana. Por eso los derechos humanos, el primero de los cuales es el derecho a la vida, no hacen acepción de personas, sino que, muy al contrario, están establecidos para todos, con independencia de su condición, su estado de salud, su raza o cualquier otra circunstancia.

    Es digno, ciertamente, renunciar a la obstinación terapéutica sin esperanza alguna de curación o mejora y esperar la llegada de la muerte con los menores dolores físicos posibles; como es digno también el preferir esperar la muerte con plena consciencia y experiencia del sufrimiento final. Nada de eso tiene que ver con la eutanasia; la provocación de la muerte de un semejante, por muy compasivas que sean las motivaciones, es siempre ajena a la noción de dignidad de la persona humana.

    39. ¿Estamos, pues, ante un ejemplo concreto de manipulación del lenguaje?

    Consciente o inconscientemente, sí. So capaz de rechazar el empecinamiento terapéutico sin expectativa ninguna de mejoría, lo que se patrocina en realidad es el acto positivo (por acción u omisión, tanto da) de dar muerte a otro, como si eso mereciese la misma consideración que la de abstenerse de emplear medios irrazonables de prolongar una existencia precaria y dejar que el moribundo pueda vivir lo más dignamente posible su propia muerte cuando ésta llegue.

    Por otra parte, la expresión "ayudar a morir" es otro ejemplo concreto de tergiversación del sentido de las palabras, pues no es lo mismo ayudar a morir a alguien que matarlo, aunque se le dé muerte por aparente compasión y a petición suya. La expresión "ayudar a morir" evoca una actitud filantrópico y desinteresada, generosa y compasiva, que se desvanecería inmediatamente si lo que se lleva a cabo mediante la eutanasia se expresara con la palabra dura, desde luego, pero precisa, que es matar.

    IV. La sociedad ante la eutanasia

    40. La cuestión de la eutanasia ¿es un problema social?


    La eutanasia fue un problema social en aquellas sociedades primitivas en que se practicaba la eliminación de vidas consideradas inútiles, costumbre que estuvo admitida respecto a los recién nacidos con malformaciones o los ancianos en distintos pueblos de la antigüedad, hasta que la influencia del cristianismo acabó con tales prácticas inhumanas. Desde la llegada del cristianismo, la eutanasia dejó de ser un problema social hasta el siglo XX, en que algunos vuelven a convertirla en problema al pretender su legalización.

    Desde los años 30 de este siglo se vienen constituyendo asociaciones en defensa de la eutanasia y se han propuesto leyes permisivas, que habitualmente han sido rechazadas, en distintos países. Sin embargo, la actitud a favor de la eutanasia de estos pequeños grupos, y cierta mentalidad de relativización del respeto debido al ser humano (que se expresa, por ejemplo, en el aborto), van calando en la sociedad, convirtiendo de nuevo a la eutanasia en un problema social que vuelve a aparecer después de haber sido superado durante siglos.

    41. La aceptación de la eutanasia, ¿no es, pues, un signo de civilización?

    No. Lo que es un signo de civilización es justamente lo contrario, es decir, la fundamentación de la dignidad de la persona humana en el hecho radical de ser humana, con independencia de cualquier otra circunstancia como raza, sexo, religión, salud, edad, habilidad manual, o capacidad mental o económica. Esta visión esencial del hombre significa un progreso cualitativo importantísimo, que distingue justamente a las sociedades civilizadas de las primitivas, en las que la vida del prisionero, el esclavo, el deficiente o el anciano, según épocas y lugares, era despreciada.

    Los progresos científicos y técnicos en la lucha contra el dolor, tan propios de la era moderna, pueden dar esta falsa apariencia de civilización a la eutanasia, en la medida en que se la presenta como una forma más de luchar contra el dolor y el sufrimiento. Pero ya sabemos que eutanasia no es eso, sino eliminar al que sufre para que deje de sufrir. Y eso es incompatible con la civilización, pues revela un desprecio profundo hacia la dignidad radical del ser humano. Un ser humano no pierde la dignidad por sufrir; lo indigno es basar su dignidad en el hecho de que no sufra.

    Es más, resulta especialmente contradictorio defender la eutanasia precisamente en una época como la actual, en la que la Medicina ofrece alternativas, como nunca hasta ahora, para tratar a los enfermos terminales y aliviar el dolor. Es probable que este resurgimiento de las actitudes eutanásicas sea una consecuencia de la conjunción de dos factores: por un lado, los avances de la ciencia en retrasar el momento de la muerte; por otro, la mentalidad contemporánea dé escapar, de huir del dolor a todo trance y de considerar el sufrimiento como un fracaso. De esta negación de la realidad surge la contradicción.

    42. ¿Se pueden prever los efectos sociales de aceptar la eutanasia?

    En épocas recientes la eutanasia no ha sido legal en ningún país -salvo la experiencia nazi-, pero podemos fácilmente prever lo que pasaría si contrastamos los datos que nos aporta la legalización del aborto en este siglo y el conocido como "caso holandés", experiencia social de admisión práctica de la eutanasia que recientemente ha recibido una cierta cobertura legal.

    La experiencia del aborto acredita que las leyes permisivas se aprueban presuntamente para dar solución a determinados casos extremos especialmente dramáticos para la sensibilidad común, pero acaban creando una mentalidad que trivializa el aborto provocado hasta convertirlo en un hecho socialmente admisible que se realiza por motivos cada vez más nimios. Con la eutanasia no tiene por qué ocurrir algo distinto: la legislación permisivo se nos presentaría como una solución para "casos límite" de "vida vegetativa", "encarnizamiento terapéutico", etc. y acabaría siendo una opción normal ante casos de enfermedad o declive biológico más o menos irreversible.


    El proceso descrito responde a la más elemental psicología humana: cuando algo prohibido se permite y empieza a practicarse, se va considerando cada vez más como normal, máxime si resulta un buen negocio para algunos, ayuda a eliminar situaciones engorrosas para otros y además es defendido por algunas corrientes ideológicas.

    En Holanda se está viviendo desde hace años una triste experiencia de admisibilidad práctica de la eutanasia -caso único en el mundo-. Un testigo de esta realidad, Richard Fenigsen, cardiólogo holandés, la describe: "Los médicos de cabecera holandeses practican la eutanasia activa voluntaria en unos 5.000 pacientes al año. La cifra más elevada de 10.000 probablemente también incluya a los pacientes de hospitales. Sin embargo, se han llegado a mencionar cifras del orden de los 18.000 a 20.000 casos al año. (...) El 81% de los médicos de cabecera holandeses ha realizado la eutanasia en algún momento de su carrera profesional; un 28% realiza la eutanasia a dos pacientes al año y un 14% de tres a cinco pacientes al año. (...)


    Un gran número de personas en Holanda lleva consigo un testamento en el que pide que se le realice la eutanasia "en caso de lesiones corporales o perturbaciones mentales de las que no se pueda esperar una recuperación suficiente para llevar una existencia digna y razonable". Recientemente estos testamentos escritos han sido reemplazados por pequeñas "tarjetas de crédito para una muerte fácil". En 1981 el número de personas portadoras de estas tarjetas era de 30.000, pero se calcula que este número es mucho más alto ahora. (...)

    La aceptación de la eutanasia activa "voluntaria" crece entre los holandeses. Según dos encuestas realizadas en años consecutivos, en 1985 un 70% de los holandeses aceptaba la eutanasia activa, mientras que en 1986 lo hacía un 76% (...) Mucha gente acepta que se deba negar el tratamiento a personas con minusvalías serias, a personas mayores e incluso a individuos sin familia. Es más, las encuestas demuestran que la mayoría de las personas que defienden la eutanasia voluntaria, la libertad de elección y el derecho a morir, también aceptan la eutanasia activa involuntario, es decir, la negación de la libertad de elección y del derecho a la vida" (...)

    Los médicos holandeses dejan morir al menos a 300 bebés minusválidos recién nacidos; deniegan operaciones de enfermedades congénitas de corazón a niños con síndrome de Down, negándose a anestesiarlos; y se niegan a Implantar marcapasos a pacientes mayores de 75 años o a tratar de edema pulmonar a pacientes ancianos que carezcan de familiares cercanos. Algunos médicos justifican estas acciones diciendo que es interés de los pacientes el morir cuanto antes, pero frecuentemente la explicación es que no se debe imponer a la sociedad la carga de mantener vivos a estos pacientes. Estas decisiones se toman sin el conocimiento de los pacientes y en contra de su voluntad".

    Legalizada la eutanasia, se abrirían las puertas a prácticas siniestras, pues la compasión podría ser utilizada como disculpa para justificar la eliminación de los débiles, los deficientes, los terminales. Se hablan "comprensibles" presuntos intereses públicos en la eliminación de los que representan una carga para la sociedad sin aportar utilidad material alguna; hasta llegar a crear la presión psicológica suficiente para que se sientan casi obligados a pedir su eliminación quienes, por su edad o estado, se sientan carga "insoportable" para los demás. No se trata de un puro ejercicio de imaginación, y el testimonio citado así lo indica.

    43. ¿Cuáles son, desde la óptica del paciente terminal, los principales efectos de la aceptación de la eutanasia?

    El principal efecto es el miedo. Miedo a que los que le rodean puedan diagnosticar que es acreedor a la eutanasia; miedo a los profesionales de la sanidad; miedo a los familiares; miedo a las instituciones asistenciales.

    En efecto, una sociedad en la que la eutanasia es delito transmite el mensaje de que toda vida tiene valor, que el enfermo terminal puede tener la tranquilidad de que los médicos y sus familiares se empeñarán en apoyar su vida y su muerte dignas y en las mejores condiciones. Por el contrario, una sociedad en que la eutanasia no se persigue ni se castiga por los poderes públicos, está diciendo a sus miembros que no importa gran cosa que sean eliminados si ya no se les ve futuro o utilidad. En una sociedad con la eutanasia legalizada, el anciano o el enfermo grave tendían un muy justificado miedo a que el profesional de la sanidad o cualquier persona de la que dependieran por una u otra razón, no fueran una ayuda para su vida, sino unos ejecutores de su muerte.

    44. Pero todo eso afecta a la eutanasia no deseada voluntariamente. Si lo que se admitiera fuera sólo la eutanasia voluntaria, ¿no se producirían efectos sociales positivos?

    Este es un error bastante extendido, que la experiencia misma se ha encargado de desmentir una y otra vez. En efecto:

    a) La experiencia de los casos de eutanasia que se han visto ante los Tribunales de los países de nuestro entorno en las últimas décadas acredita que los partidarios de la eutanasia dan con suma facilidad el paso que va de aceptar la petición voluntaria de un paciente para ser "ayudado a morir", "ayudar a morir" quien, a su juicio, debería hacer tal petición dado su estado, aunque de hecho no lo solicite. Así ha sucedido en los conocidos casos de eutanasia de enfermos de SIDA en Holanda, del Doctor Hackethal y la enfermera M. Roeder en Alemania o de las enfermeras del Hospital austríaco de Lainz, entre otros. Si a una persona en una situación dada es legítimo matarla a su petición, nada tiene de extraño que a quien está en la misma situación -pero sin posibilidad de pedir la muerte- se le presuponga igualmente un deseo de morir.

    b) La experiencia de la Alemania de los años 30 y 40 de este siglo demuestra cómo se puede pasar, fácil y rápidamente, de las teorías científicas pro eutanasia a la práctica de una eutanasia realizada por motivos cada vez más subjetivos, relativos y baladíes. Ciertamente eso se vio favorecido por un entorno dictatorial, pero un entorno distinto no asegura que el fenómeno no pueda repetirse.

    c) La experiencia de Holanda, donde está ya creada una mentalidad permisivo de la eutanasia, es que se crea paralelamente una lo coacción moral" que lleva a los terminales o " inútiles" a sentirse obligados a solicitar la eutanasia. Un grupo de adultos con minusvalías importantes manifestaba recientemente ante el Parlamento holandés: "Sentimos que nuestras vidas están amenazadas... Nos damos cuenta de que suponemos un gasto muy grande para la comunidad... Mucha gente piensa que somos inútiles... Nos damos cuenta a menudo de que se nos intenta convencer para que deseemos la muerte... Nos resulta peligroso y aterrador pensar que la nueva legislación médica pueda incluir la eutanasia".


    La experiencia muestra que las campañas a favor de la eutanasia siempre se han iniciado asegurando sus promotores que, en todos los casos, debe ser voluntaria, es decir, querida y solicitada expresamente por quien va a recibir la muerte por este procedimiento. Pero también la experiencia acredita que el paso siguiente -pedir la eutanasia para quien no está en condiciones de expresar su voluntad: el deficiente, el recién nacido, el agónico inconsciente- es sólo cuestión de tiempo, porque ya ha quebrado el principio del respeto al derecho fundamental a la vida. Es más: cuando se inician los debates acerca de la legalización de la eutanasia siempre se produce la misma contradicción: se insiste en legalizar sólo la eutanasia voluntaria, pero para ilustrar los "casos límite" se ponen, en cambio, ejemplos de enfermos terminales inconscientes y, por lo tanto, incapaces de manifestar su voluntad.

    La diferencia entre eutanasia voluntaria e involuntario no existe en la práctica: una vez legalizada la primera, fácilmente se cae en la segunda, puesto que los casos prácticos surgen inmediatamente, y ya está relajada la capacidad social de defender la vida de los inocentes.

    45. ¿Cómo afecta la eutanasia a la institución familiar?


    Dado que todos los ordenamientos jurídicos reconocen -en una u otra medida- el derecho de los familiares más cercanos a decidir por el enfermo o incapaz no posibilitado de expresar por sí mismo su voluntad, la posibilidad teórica de que los familiares decidan que procede la eutanasia introduce en las relaciones familiares un sentimiento de inseguridad, confrontación y miedo, totalmente ajeno a lo que la idea de familia sugiere: solidaridad, amor, generosidad. Esto es así sobre todo si se tiene en cuenta la facilidad con que se pueden introducir motivos egoístas al decidir unos por otros en materia de eutanasia: herencias, supresión de cargas e incomodidades, ahorro de gastos...

    Desde otra perspectiva, en una familia donde se decide aplicar la eutanasia a uno de sus miembros, la tensión psicológica y afectiva que se genera al haber propiciado un homicidio puede ser, y es de hecho, fuente de problemas e inestabilidades emocionales, dadas las inevitables connotaciones éticas de tal conducta.

    46. Pero ¿no puede responder cierta aceptación social de la eutanasia a un verdadero sentimiento de compasión hacia el que sufre y no tiene remedio?

    Desde el punto de vista puramente subjetivo, puede ser: alguien -médico, familiar- puede estar convencido de que hace un bien a otro procurando su muerte. Pero si convirtiésemos la sensibilidad personal, los sentimientos subjetivos, en fuente de la moralidad de los propios actos, se podría llegar a conclusiones objetivamente inhumanas: un príncipe europeo medieval podía creer sinceramente que aplicando tormento al reo le hacia un bien, puesto que de esta manera diría la verdad y salvara su alma en el patíbulo; un estadounidense del siglo XVIII podía pensar que tener esclavos era una forma de ayudarlos a sobrevivir; y un padre de familia de finales de este siglo puede pensar que matar a un hijo recién nacido subnormal es ayudarle a evitar sufrimientos futuros.

    Los sentimientos del príncipe medieval, del americano del siglo XVIII y del padre infanticida contemporáneo aludidos pueden ser subjetivamente bondadosos, pero son objetivamente inhumanos. Lo mismo sucede respecto a la eutanasia: quien decide practicarla o ayuda a que se practique puede actuar creyendo que beneficia a quien da muerte, pero objetivamente su acción es repudiable, pues está arrogándose el derecho de decidir qué es bueno o malo para el otro. Si la convivencia social hubiera de fundamentarse sobre los sentimientos subjetivos, con olvido de las realidades morales objetivas, no habría posibilidad de establecer normas generales de comportamiento y estaríamos en la selva, donde imperaría la ley del más fuerte, ya que por definición toda acción voluntaria es vista por su autor como un bien.

    47. ¿Es, pues, posible la instauración del egoísmo bajo apariencia de piedad?


    Sí, es perfectamente posible, porque los hombres tendemos con mucha facilidad a justificar cualquier medio cuando el fin nos parece bueno. En este siglo hemos visto a relevantes intelectuales cerrando los ojos ante los crímenes estalinistas, o incluso justificándolos, por compartir el fin "progresista" que ellos suponían en la política de Stalin; o a quienes han justificado atentados a los derechos humanos perpetrados por ciertos regímenes de Sudamérica, por compartir el proclamado fin anticomunista de esas dictaduras.

    En el terreno del derecho a la vida y a la integridad física este fenómeno ya se está produciendo: como es bueno tener hijos y el deseo de ellos es natural, hay matrimonios que creen positivo tener hijos por medio de las técnicas de reproducción asistida, aunque éstas lleven consigo inevitablemente la destrucción de embriones; padres buenos y piadosos solicitan para sus hijos subnormales la esterilización, porque tratan con ello de evitar el embarazo de la incapaz; madres a quienes se diagnostica la grave deficiencia del niño que crece en su seno abortan para evitarle una vida desgraciada. En todos estos casos el fin -visto como bueno subjetivamente- lleva a cometer gravísimos males objetivos.

    En principio, todos afirman que el fin no justifica los medios, pero en la vida práctica y concreta -en el caso particular que a cada uno preocupa- por desgracia no se guarda coherencia entre el eso muchas personas buenas defienden que, si no les afectasen personalmente, les parecerían inadmisibles.

    Con la eutanasia se está produciendo un fenómeno como el descrito: algunas personas que se horrorizarían sólo de pensar que alguien pueda matar a su padre, su esposa o su hijo, comprenden la eutanasia bajo la presión de la imagen del dolor, la enfermedad o la degradación: física, sin ser consecuentes con la realidad de que la eutanasia implica matar, por muchos eufemismos con que se disfrace esta acción.

    48. Pero hay ocasiones en que la vida de algunos enfermos o discapacitados es casi sólo vegetativa. ¿No deberían considerarse estas situaciones con otro criterio?


    En efecto, hay personas que piensan, incluso de buena fe, que hay situaciones en las cuales la vida humana está tan deteriorada, que no puede decirse que sea propiamente humana, es decir, propia de seres racionales y libres: un enfermo con una lesión cerebral irreversible, en estado de inconsciencia, conectado a un respirador, puede mantenerse así mucho tiempo, pero vive una vida puramente vegetativa, es como un vegetal; su vida no puede decirse que sea propiamente humana; un deficiente profundo, incapaz de expresarse y aun de conocer, inmerso irreversiblemente en las tinieblas de su mente dañada, sólo con sarcasmo puede decirse que lleve una vida humana. Para quienes así razonan, el mantener a estas personas con vida es, más que un acto de protección y respeto, una forma de tortura disfrazada de humanitarismo. Es necesario, pues -concluyen-, plantearse seriamente la legalización de la eutanasia para estos casos extremos y definitivos, por doloroso que sea, porque una vida así no merece ser vivida.

    49. ¿Y no es aceptable este argumento?

    No lo es, porque el derecho a la vida deriva directamente de la dignidad de la persona, y todos los seres humanos, por enfermos que estén, ni dejan de ser humanos ni su vida deja de merecer el máximo respeto. Olvidar este principio por la visión dramática de minusvalías profundas conduce inexorablemente a hacer depender el derecho a la vida de la calidad de ésta, lo que abre la posibilidad de colocar la frontera del derecho a la vida con arreglo a "controles de calidad" cada vez más exigentes, según el grado de egoísmo o de comodidad que impere en la sociedad.

    Este proceso se llevó al extremo con los programas eutanásicos a gran escala de la época nazi, que se iniciaron también con un caso límite de "muerte por compasión", el de un niño ciego y subnormal con sólo dos extremidades, internado a finales de 1938 en la crónica pediátrica de la Universidad de Leipzig; la abuela de ese niño solicitó a Hitler que le garantizase la "muerte por compasión", cosa que ocurrió seguidamente. A partir de entonces, Hitler ordenó poner en marcha un programa que aplicase los mismos criterios de misericordia" a casos similares. El 18 de agosto de 1939 se dispuso la obligación de declarar a todos los recién nacidos con defectos físicos.

    La experiencia del nazismo no es de la remota antigüedad o de un pueblo salvaje y primitivo, sino de mediados del siglo XX y de uno de los pueblos más tecnificados y cultos de su época. Tampoco se refiere a un pueblo señaladamente sanguinario e inhumano, sino a un pueblo normal, en el que sólo unos 350 de los 90.000 médicos alemanes aceptaron la realización de estos crímenes, con los resultados escalofriantes que después se han conocido. Y todo esto fue posible porque se aceptó la teoría de las "vidas humanas sin valor vital", es decir, las vidas que, por su precariedad, no merecen ser vividas.

    Este argumento en favor de la eutanasia se sustenta también en otro error grave, que es el de concebir al cuerpo humano como un objeto, contrapuesto al propio hombre como sujeto; según eso, el hombre seria el sujeto, que "tiene" un cuerpo al que puede utilizar, manipular, incluso suprimir, en aras de la dignidad de ese sujeto personal. Este error profundo niega la realidad humana, al negar que el ser humano es cuerpo y espíritu, cuerpo y mente, y que ambos elementos constituyen al ser humano de manera indisociable.

    La persona humana no es el mero espíritu, al que convendrían las cualidades de la persona como sujeto: libertad, responsabilidad, valor moral, etc., mientras que el cuerpo sería un mero objeto, perteneciente al orden de las cosas, y por lo tanto carente de valor moral y de dignidad merecedora de respeto. Si se incurre en este error antropológico, es inevitable acabar defendiendo la eliminación de aquellos seres humanos a quienes la cárcel de sus cuerpos defectuosos impide el desarrollo pleno de su humanidad. Pero la persona humana no es un sujeto pensante y libre que se haya instalado en un cuerpo; la persona humana es (también) cuerpo, y por eso el respeto a la dignidad de la persona es absolutamente incompatible con la falta de respeto radical al cuerpo, hasta el punto de suprimirlo por ser gravemente deficiente.

    50. Si son así las cosas, ¿no se manipula también el significado de las palabras al hablar de "vidas verdaderamente humanas"?

    Sin duda alguna. La expresión "vida vegetativa", que es un tecnicismo que expresa la realización de determinadas funciones vitales, evoca la noción de "vegetal", con lo que se trivializa la muerte de un ser humano deficiente, al asimilarlo vagamente a una especie de planta. Por otra parte, la expresión "vida verdaderamente humana", aplicada a estos casos, se emplea metafóricamente, en el sentido de que es una vida humana plenamente lograda, en posesión de todas sus posibilidades, en contraste con una vida disminuida de hecho. Pero es evidente que la vida de un ser humano, por deteriorada que esté, no puede dejar de ser una vida humana. Y mediante esta metáfora se pretende justificar una consecuencia -la muerte física- que nada tiene de metafórico.

    51. ¿No puede ser la eutanasia una manifestación de solidaridad social?


    Los defensores de la eutanasia así lo exponen conforme a la siguiente argumentación: la enfermedad, invalidez o vejez de algunas personas ha llegado a extremos que convierten esas vidas en vidas sin sentido, inútiles y aun seriamente gravosas, no sólo para los familiares y allegados, sino también para las arcas públicas, que tienen que soportar cuantiosísimos dispendios en prestaciones sanitarias de la Seguridad Social y subsidios de diversa índole, con la carga que eso supone para los contribuyentes. Estas situaciones se prolongan, además, gracias a los avances de la investigación científica que han logrado alargar considerablemente las expectativas de vida de la población. Por consiguiente, el Estado tiene el derecho, y aun el deber, de no hacer que pese sobre la colectividad la carga del sostenimiento de estas vidas sin sentido. El efecto de esta acción redundará en beneficio del conjunto de la colectividad, lo que no deja de ser una manifestación de solidaridad social.

    El argumento de las "vidas improductivas", por razones fáciles de comprender, nunca se plantea en los inicios del debate social sobre la eutanasia, pero tampoco faltan quienes, en foros restringidos o en ambientes académicos, mencionan las "vidas sin sentido" como candidatas a la eutanasia por razones socioeconómicas.

    52. ¿Es aceptable esta argumentación?

    No lo es en manera alguna. El sacrificio de seres humanos enfermos, ancianos o impedidos para que no resulten gravosos a los familiares, o para mejorar las condiciones económicas de la colectividad es una manifestación de totalitarismo, es decir, de prevalencia de la colectividad sobre los individuos hasta el extremo de despreciar el derecho de éstos incluso a vivir si son un estorbo para aquella. Por duro que resulte, se hace preciso recordar lo que ocurrió en el régimen hitleriano, donde bajo el nombre de eutanasia lo que se acabó realizando fue el genocidio de los considerados "parásitos inútiles", esto es, "vidas sin sentido", según el eufemismo de quienes propugnan la eutanasia por razones socioeconómicas.

    De nuevo aparece aquí la perversión profunda de los valores humanos y sociales, y queda enmascarada bajo una presunta "solidaridad social" la manifestación más atroz de insolidaridad, que consiste en la eliminación física de los conciudadanos gravosos, molestos o Inútiles. No estamos, pues, aquí, sólo ante una tergiversación del sentido de las palabras, sino ante su completa vuelta del revés.

    53. Si tan rechazable es la eutanasia, ¿cómo es que hay personas y grupos que promueven socialmente su aceptación?


    El hecho de que ciertas legislaciones, o determinados comportamientos sociales, sean rechazables y aun monstruosos, no significa que sean vistos siempre así por todos en todas las épocas. La historia está plagada de ejemplos a este respecto. En el caso de la eutanasia en este tiempo presente, lo primero que hay que decir es que las personas y los grupos que apoyan una legislación eutanásica constituyen una minoría exigua en relación con el conjunto de la sociedad. Pero esto no quiere decir que en un futuro no pueda aumentar esta proporción, porque es perceptible que están en marcha campañas de influencia sobre la opinión pública en este sentido.

    54. ¿Existen estas campañas? ¿En qué consisten?

    Por desgracia, existen, del mismo modo que existen en relación con el aborto, según se ha podido saber cuando algunos de suspromotores comprendieron el alcance terrible de su trabajo, se arrepintieron públicamente y dieron a conocer las técnicas de que se hablan servido para intoxicar a la opinión pública.

    Las campañas tendentes a promover opiniones favorables a la eutanasia suelen desarrollarse de esta manera:

    - lo primero que se presenta es un "caso límite": se busca un ejemplo de situación terminal especialmente llamativa que excite la sensibilidad colectiva para justificar la eutanasia en ese caso tan dramático y singular. Admitido un caso, desaparecen las razones serias para no admitir otros parecidos, y otros más, en una pendiente cada vez más permisiva. Es el mismo proceso que hemos visto ya respecto al aborto: aquí la niña oligofrénica violada por su padre es sustituida por el enfermo intubado con funciones sólo vegetativas, para generar un sentimiento de compasión en la opinión pública que la conduzca a estar a favor de que se arregle ese "problema". A la vez se silencia que "arreglar ese problema" supone matar, como en las campañas pro aborto se oculta que "arreglar el problema" de la niña violada es, en la propuesta abortiva, matar a un ser humano.

    - esto se complementa con eufemismos ideológicos y semánticos, aprovechando la complejidad conceptual y terminológica que reviste el fenómeno de la eutanasia según se ha explicado en el capítulo I. Así, no se hablará nunca de "matar al enfermo" o, más suavemente, de "quitarle la vida" siquiera, sino de "ayudarle a morir", facilitarle la "culminación de la vida", lograr su "auto liberación", etc., eufemismos que intentan apartar la atención de la realidad material de lo que se preconiza: que un hombre pueda impunemente matar a otro.

    - paralelamente, a los defensores de la vida frente a la eutanasia la se les procura presentar como retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad individual y al progreso, etc.; de este modo el debate se distrae y no se escuchan con serenidad y ecuanimidad las opiniones a favor de la dignidad humana, sino a través de los prejuicios creados sobre sus defensores.

    - como quiera que muchas confesiones religiosas, especialmente las de raíz cristiana -no sólo la Iglesia Católica, desde luego-, reaccionan vivamente contra los intentos de legalizar la eutanasia dada su gravedad moral, se pretende transmitir la falsa idea de que la eutanasia es una pura cuestión religiosa, íntima, de mera conciencia individual, y que, por lo tanto, mientras la eutanasia no sea obligatoria debe aceptarse en una sociedad pluralista.

    Como complemento de estas estrategias se promueven encuestas para afirmar a continuación que la mayoría de los ciudadanos, de los médicos o de los enfermos de cáncer están a favor de la eutanasia. La experiencia universal en materia de eutanasia es que esas encuestas no son fiables, dada la confusa terminología al respecto y los componentes emocionales del tema: según cómo se planteen las preguntas y se interpreten las respuestas se pueden conseguir resultados interpretables de cualquier manera. Recientemente en España hemos visto un caso modélico al respecto: los titulares de prensa anunciaban que, según una encuesta, la mayoría de los médicos de Barcelona estaban a favor de la eutanasia. Analizado el contenido real de tal encuesta, resulta que los tales médicos están en contra de la obstinación terapéutica y en contra de la eutanasia, es decir, opinan lo mismo que lo que expresa este documento, pero su opinión ha sido manipulada en servicio de una idea que no comparten.

    55. Sin embargo, ¿no es verdad que pretender que la eutanasia sea perseguida como delito supone que una parte de la soledad pretende imponer a otra parte su propia moral o religión?


    No, en modo alguno. La defensa de la dignidad de la persona y de sus derechos, incluido el primero de ellos, que es el derecho a la vida, ha de ser fin primigenio de la sociedad y del Estado, pues de lo contrario la institucionalización por la sociedad del poder público y los instrumentos de éste, como el Derecho, no serían más que expresión de violencia al servicio de la pura fuerza.

    Defender la vida frente a la eutanasia (como frente al aborto provocado) no es una postura religiosa, sino humanista, aunque a ella puedan coadyuvar motivos religiosos en el caso de los creyentes.


    Las sociedades y los Estados tienen obligación de poner los medios, también los jurídicos, para que no se mate a seres humanos, y por tanto, también para que no se practique la eutanasia, que es una forma de matar; del mismo modo que tienen obligación de poner los medios para que no se asesine, se viole o se robe. Cuando el Estado prohibe y sanciona la violación no está defendiendo la moral católica de forma intransigente frente a otras opiniones, aunque coincida con la moral católica en que la violación debe ser rechazada. Lo mismo sucede respecto a la eutanasia.

    56. Si, a pesar de todo, en una nadan concreta se diese un consenso mayoritariamente favorable a la eutanasia en determinados casos especialmente graves ¿no sería admisible tal práctica en esos casos?

    No. Lo único que pasara es que los poderes públicos no perseguirían ni castigaran a quienes mataren a otros en los supuestos eutanásicos, porque habrían admitido la legitimidad de la violencia y la pura fuerza como criterio regulador de la relación entre los particulares.

    En tal caso la eutanasia regula siendo lo que realmente es: el acto por el que un ser humano da muerte a otro. Y este acto -aunque se haga con el beneplácito de las leyes- es intrínseca y esencialmente reprobable, como lo es discriminar a la mujer respecto al hombre en Irak, o torturar y matar judíos, o anticomunistas, o comunistas en la Alemania nazi, la Camboya Jmer o ciertas dictaduras hispanoamericanas recientes, respectivamente. El que las leyes y los poderes públicos amparen conductas contrarias a la dignidad humana no hace a tales conductas lícitas, sino a tales leyes rechazables e ilegítimas por inhumanas.

    57. Respecto a la eutanasia ¿se limitan las obligaciones de la sociedad a su persecución como delito?

    Evidentemente, no. La sanción penal es una última garantía frente a las actitudes homicidas, pero no es ésta la única medida operativo en el terreno real en que se evita la eutanasia: Tan importante, o acaso más, y desde luego previa a la norma penal, es la actitud de las personas y los grupos sociales frente al enfermo, al anciano, al minusválido.

    La mentalidad eutanásica prospera mejor en un clima social de rechazo a todo lo que suponga sacrificio, esfuerzo por el otro, preeminencia de lo inmaterial sobre lo material. Si los valores predominantes son el culto al cuerpo, el bienestar material, el egoísmo ajeno a la solidaridad humana, el desprecio a la familia y el economicismo materialista -y ésta es una realidad en auge en nuestra sociedad-, nada de extraño tiene que una concepción de la vida basada en el puro pragmatismo utilitarista caracterice la actitud de algunos frente a quienes son vistos no como seres humanos, sino como fuentes de gastos que no aportan ingresos; no como miembros queridos de la familia, sino como obstáculos inadmisibles para el desarrollo personal; no como pacientes, sino como sobrecarga absurda de trabajo sin sentido.

    Si queremos que en nuestra sociedad los hábitos de conducta y los valores respetados sean coherentes con un deseable humanismo y, por tanto, reacios a prácticas como la eutanasia, será preciso que en tal sociedad:

    - la muerte no sea un tema tabú, sino un hecho natural que forma parte de la vida humana como el nacer, el crecer, la condición sexuada o la inteligencia; nadie -ni jueces, ni legisladores, ni médicos- se pueda atribuir el derecho a decidir que algunos seres humanos no tienen derechos o los tienen en menor grado que los demás por sus deficiencias, color, sexo, edad o estado de salud;

    - la familia sea respetada y querida como ámbito natural de solidaridad entre generaciones, en las que se acoge, se protege y se cuida a los miembros sanos y a los enfermos, a los jóvenes y a los ancianos, a los no deficientes y a los que lo son;

    - no se considere la organización hospitalaria como el ámbito en el que son abandonados los enfermos y ancianos, sino que el hogar vuelva a ser lugar de acogida natural en la enfermedad y ancianidad y donde la muerte se viva con cariño y lucidez;

    - surjan iniciativas sociales de atención a los enfermos terminales en un clima humano, respetuoso con la persona y su dolor y técnicamente preparado para ayudar a afrontar dignamente la muerte sintiéndose persona, como es el caso de los "hospices" británicos inspirados por la doctora Cicely Saunders, obra que hace más para evitar la eutanasia que un millón de discursos;

    - la Medicina se oriente hacia la atención de la persona, no limitándose a un puro esfuerzo tecnológico por alargar la vida.

    Este último aspecto merece una especial atención, pues la mentalidad eutanásica transforma, aun sin quererlo, a los médicos en una especie de verdugos, y se hace preciso que los médicos sean impulsores y protagonistas de una práctica médica preocupada por el hombre y su dignidad en la línea de lo que hoy -como hemos visto antes- se conoce como Medicina paliativa.

    V. El Estado ante la eutanasia

    58. La cuestión de la eutanasia, ¿es un problema político?


    Lo es, sin duda, porque uno de los deberes primordiales del Estado es el de respetar y hacer respetar los derechos fundamentales de la persona, el primero de los cuales es el derecho a la vida, y la eutanasia no es sino la destrucción de vidas humanas inocentes en determinadas condiciones.

    59. ¿Reconoce el ordenamiento jurídico español el derecho a la vida?

    Sí. La Constitución española reconoce el derecho a la vida de todos los seres humanos, y el resto de las leyes, en especial el Código Penal, protegen este derecho prohibiendo todo atentado contra la vida de cualquier ser humano e imponiendo las más severas penas a quien quita la vida a otro.

    No obstante, en los últimos años algunas leyes han roto el tradicional principio de protección absoluta del derecho a la vida, permitiendo, o no castigando, el atentar contra la vida de los concebidos y aún no nacidos mediante el aborto, o la destrucción de los embriones humanos creados en el laboratorio. Tales leyes sobre el aborto y las técnicas de procreación artificial han abierto una brecha en la línea coherente de protección jurídica de la vida humana, que algunos pretenden ahora a ampliar aún más mediante la permisión de la eutanasia.

    Por el contrario, también en los últimos años, se va extendiendo un consenso ético sobre la necesidad de prohibir la pena de muerte, prohibición que loablemente establece la Constitución española.

    60. ¿Cómo protegen las normas jurídicas y los Estados el derecho a la vida de los seres humanos?


    Los Estados se comprometen activamente en la defensa de la vida humana mediante muchas de sus actividades, y también a través de leyes y otras normas jurídicas.

    Las normas que regulan el tráfico rodado o la existencia y funcionamiento de hospitales, las instituciones como la policía o el ejército, la lucha contra las epidemias, la práctica de las profesiones sanitarias; las normas sobre seguridad en el trabajo, la regulación de la calidad de los alimentos, y mil actividades y leyes más que el Estado promueve o ampara, son otras tantas expresiones del compromiso del Estado y de la sociedad en la defensa de la vida humana y de su calidad.

    Como de todos modos resulta imposible evitar que aparezcan quienes, por unos motivos u otros, se niegan a respetar el derecho a la vida de los demás, todos los pises civilizados protegen también penalmente la vida humana, considerando como delito los ataques a la vida, y amenazando a quienes lo cometan con los castigos más graves que existen en cada país. En España, la ley que protege la vida humana mediante la amenaza de cárcel es el Código Penal.

    61. ¿Cómo protege el Código Penal español la vida humana?

    El Código Penal español protege la vida humana considerando como delito toda acción voluntaria realizada por una persona para matar a otro ser humano; y estableciendo que a quien mate a otro se le impondrá la pena de privación de libertad más grave que existe en España.

    Los delitos contra la vida humana que establece y castiga el Código Penal llevan distintos nombres según las circunstancias del crimen, del criminal o de la víctima: aborto, si se mata a un no nacido; infanticidio, si se mata a un recién nacido para evitar la deshonra de la madre; asesinato, si se mata a otro en circunstancias que conllevan una especial maldad (a cambio de dinero, con premeditación, con ensañamiento, etc.); parricidio, si se mata a ascendientes, descendientes o cónyuge, y homicidio, si se mata a otro sin que concurra ninguna de las circunstancias mencionadas.

    Existen otros delitos previstos en el Código Penal que también pretenden proteger, entre otras cosas, a la vida humana: son, por ejemplo, el no socorrer a quien está en peligro, o prestar ayuda a otro para suicidarse, o provocar incendios o inundaciones... y otros muchos más.

    62. ¿No distingue el Código Penal el castigo que merece quien mata a otro según sea el grado de salud de la víctima, o la utilidad de su vida?

    Dejando ahora de lado la cuestión del aborto, que no es el tema que nos ocupa, el Código Penal protege a todo ser humano y su derecho a vivir frente a cualquiera que lo quiera matar. Da lo mismo que la víctima esté sana o enferma, sea recién nacida o anciana, útil o inútil para la sociedad, deficiente física, sensorial o psíquica, o sana. También da lo mismo que quien mata lo haga por crueldad o por compasión, por motivos ideológicos o por cualquier otra motivación: Matar a otro siempre es delito, y el que lo comete es castigado con la pena correspondiente.

    Es lógico que así sea, porque todo ser humano tiene a la vida por el mero hecho de pertenecer a la especie humana, por ser ida por el mero uno de nosotros, con independencia de su edad, raza, grado de salud o cualquier otra circunstancia. Este es un convencimiento básico de la humanidad, fundamento de la conciencia ética, que, gracias al progreso moral y jurídico de los hombres y las naciones, ha llegado a ser afirmado por todas las sociedades civilizadas y protegido por todos los ordenamientos jurídicos.

    63. ¿No es cierto, sin embargo, que ha habido culturas y civilizaciones que han admitido la legitimidad de suprimir la vida de determinadas personas (de otra raza o tribu, esclavos, inútiles por su edad o su enfermedad, etc.)?


    Efectivamente. Casi siempre en la historia de la Humanidad han convivido en permanente tensión el ideal por garantizar el respeto a la vida en las costumbres y las leyes, por un lado, y, por otro, formas de relación humana basadas en la violencia, o en ideologías o prejuicios que niegan que determinados grupos de seres humanos merezcan vivir.

    Según las diversas épocas y culturas, se ha negado por algunos el derecho a vivir de los que pertenecen a otras naciones u otras tribus, de quienes son de otra raza o caen en esclavitud, de los ancianos y enfermos, o de las mujeres o los recién nacidos defectuosos. Pero frente a estas costumbres, ideas o leyes inhumanas, siempre -en todos los pueblos y épocas- ha ido abriéndose paso la idea ética de que todos los seres humanos son esencialmente iguales y tienen derecho a la vida sean cuales fueren su raza o las diversas circunstancias de su vida. Hay que añadir que en cada época se tiende a ver como prácticas inadmisibles las brutalidades que en la época anterior se consideraban como algo normal, pero desaparece el sentido cirrótico y se cierran los ojos, consciente o inconscientemente, ante las barbaridades que la propia época admite en sus leyes o sus usos sociales.

    La Humanidad ha ido eliminando progresivamente las costumbres y las leyes inhumanas. Así, la esclavitud, la tortura, el racismo, el infanticidio, el abandono de ancianos y enfermos, el menosprecio a la mujer, han ido desapareciendo -con altibajos- de las costumbres de los pueblos más civilizados. La influencia del cristianismo en la cultura occidental ha ido extendiendo la idea clara del no matarás", que va calando a medida que se descubre la profundidad de las aplicaciones prácticas de este mandamiento.

    Aunque nunca se ha perdido del todo la conciencia ética del respeto que merece todo ser humano, en cada época algunos grupos sociales se han convencido así mismos de que hay algunos seres humanos que no tienen derecho a vivir: así ha ocurrido con respecto a los negros, los esclavos, los judíos, los aristócratas, los burgueses, los campesinos, los de otra nación, los no nacidos o los llamados "inútiles" porque, por su salud precaria o su edad avanzada, ya no son productivos y resultan una carga.

    64. En nuestros días, ¿se ha superado ya esta contradicción?


    En nuestros días vivimos la experiencia, bastante común en la Historia, de una cultura que defiende con energía la dignidad de la persona y se compromete en la defensa de los derechos humanos, pero que, a la vez e incongruentemente, presta su tolerancia y aun su apoyo a prácticas como el aborto provocado o la eutanasia, opuestas a los derechos inalienables de la persona. Esto significa que la tensión referida más arriba se da hoy como en otras épocas, y es responsabilidad de todos el lograr que, aquí y ahora, la exigencia de respeto a todos los seres humanos no admita excepciones.

    65. ¿Qué dice el Código Penal español sobre la eutanasia?

    Nuestras leyes no mencionan el término "eutanasia" en absoluto. El Código Penal no contiene ninguna regulación especial de la eutanasia, pues considera homicidio tanto al que se comete por "compasión" o para evitar el dolor como al que se comete por cualquier otro motivo. Matar es siempre delictivo para las leyes españolas, sin que importe el motivo.


    66. ¿Qué establecen nuestras leyes sobre el suicidio?

    El suicidio es lícito en nuestra legislación, como sucede en la mayoría de los países de nuestra cultura. Nuestras leyes no admiten el derecho a suicidarse. Sin embargo, el suicidio no se considera delito por obvias razones prácticas: si el que quiere quitarse la vida lo logra, ya no hay a quien castigar; y si no lo logra, amenazarle con la cárcel sólo servía para agravar sus deseos de suicidio.

    67. ¿Significa esto que el Derecho se abstiene de todo juicio sobre el suicidio?

    No. Para el Dere
    cho español, el suicidio es una conducta lícita, y por eso se considera delito tanto la conducta de quien induce a alguien a suicidarse como la del que ayuda a otro a quitarse la vida. El artículo 409 del Código Penal establece que "el que prestare auxilio o induzca a otro para que se suicide será castigado con la pena de prisión mayor; si se lo prestare hasta el punto de ejecutar él mismo la muerte será castigado con la pena de reclusión menor".

    Como puede verse, se castiga tanto la inducción y el auxilio al suicidio como el llegar a quitar la vida a quien quiere suicidarse. Esta última figura se conoce habitualmente como "homicidio suicidio" u "homicidio consentido", y se le impone la misma pena que al homicidio a secas, porque para nuestro Código Penal, como para la ética, matar a otro es tan reprobable si se hace con su consentimiento como sin él.

    68. ¿No es la eutanasia una forma de homicidio consentido?


    La eutanasia siempre es matar a otro, con o sin su consentimiento, por presuntos motivos de compasión o para evitarle dolores o situaciones dramáticas. Para nuestro Código Penal, la eutanasia es homicidio, y si se practica a petición de la víctima es el "homicidio suicidio" antes mencionado. En todos los casos la pena sería la misma.

    69. Según esto, ¿no es legítima la decisión de una persona de disponer de su propia vida?


    No. En la conservación de la vida humana existen a la vez intereses individuales y sociales; y ni los primeros pueden prevalecer sobre los segundos en exclusividad, ni los segundos sobre los primeros.

    Ningún ser humano es una realidad aislada, fuente autónoma y exclusiva de derechos y obligaciones. Todos somos solidarios por la mutua interacción entre padres e hijos, entre cada uno y el resto de la sociedad; por eso nadie tiene derecho a eliminar la vida, aun la propia. Así lo ha entendido la tradición jurídica occidental, que ha negado toda validez al consentimiento prestado para recibir la muerte, al considerar el derecho a la vida como indisponible, es decir, como un "derecho-deber".

    Por eso, en nuestro Derecho el auxilio al suicidio es delito, el homicidio consentido se castiga con la misma pena que cualquier otro homicidio, y el no evitar un suicidio pudiendo hacerlo es también delito: el delito de omisión del socorro debido. Y por las mismas razones, nuestros Tribunales han reconocido el derecho a alimentar forzosamente a quienes se ponían en peligro de muerte por huelgas de hambre, o el derecho de los médicos a salvar la vida de quienes la pusieron en riesgo al intentar suicidarse, o el derecho de los jueces a autorizar actos médicos tendentes a salvar vidas de pacientes que se niegan a recibir tratamientos normales que no implican riesgos.

    70. ¿Por qué el Estado ha de impedir a las personas renunciar al derecho a vivir y, en cambio, les permite renunciar a otros derechos, como votar, casarse, asociarse, etc.?


    Porque la renuncia a ejercitar el derecho a casarse, a votar, a asociarse o a opinar sobre una materia determinada, por ejemplo, se refiere a derechos que no quedan anulados, sino que en otras circunstancias pueden ejercitarse. Estos derechos-libertades no se pierden por la renuncia a su ejercicio en un momento concreto.

    Existen, sin embargo, otros derechos de la persona que, de renunciarse a ellos, la misma persona o su dignidad quedarían anuladas. En esos casos, el Estado y el Derecho niegan validez a la expresión de voluntad de quien renuncia a ellos. Eso ocurre con el derecho a la vida: si una persona pretende darse muerte o pide que otros la ayuden a morir, está anulando su dignidad y sus derechos con carácter definitivo; por eso el Derecho no se desentiende de esa decisión, sino que la considera ineficaz y obliga a poner los medios para evitar que sea irreversible.

    Además, el argumento del pretendido derecho del enfermo a decidir él como y el cuándo de la propia muerte tropieza con un obstáculo insalvable en la práctica. En la medida en que su propia situación clínica lo incapacita para suicidarse, el titular de ese supuesto derecho no puede ejercer él solo su autodeterminación, sino que ha de incorporar necesariamente a su decisión a otras personas. Al tratarse de un derecho del enfermo que afecta a su misma vida, esas personas vendrían obligadas a respetarlo, puesto que contra el ejercicio de los derechos humanos no cabe la objeción de conciencia. Se llegaría así a crear una "obligación de matar", disparate que no sólo repugna a la más elemental noción de libertad, sino también al sentido común.

    71. ¿Es el derecho a la vida el único irrenunciable?

    Ciertamente, no. Son muchos los derechos irrenunciables por su titular en las sociedades modernas. No se admite la renuncia a la integridad física, al derecho a la educación, a condiciones de trabajo dignas, etc. El consentimiento de una persona a que la mutilen o lesionen no evita que quien mutila o lesiona cometa un delito; o el deseo de un muchacho y sus padres de renunciar a recibir la instrucción básica no es tenido en cuenta por el Derecho y el Estado, que obligan al joven a recibir la educación que las leyes definen como obligatoria.

    En materia laboral el ejemplo es muy claro y nos es próximo: en nuestra sociedad existen muchas personas dispuestas a trabajar en condiciones higiénicas o de seguridad inferiores a las exigidas por las leyes, o a trabajar más horas que las permitidas o por menos salario que el fijado legalmente como mínimo; sin embargo, el Derecho y el Estado no reconocen validez al consentimiento de esas personas, e imponen obligatoriamente el respeto a los derechos de los trabajadores aun en contra de la voluntad de éstos. En un caso extremo, piénsese la opinión que merecería un contrato voluntario de esclavitud.

    Razones más importantes concurren todavía para que el Estado y sus leyes consideren irrenunciable el derecho a la vida, que hace posibles todos los demás y que si se pierde ya no es recuperable, pues es la base por el bien que protege: la vida de la propia dignidad humana.

    Lo mismo sucede con el cinturón de seguridad en los coches: al ciudadano puede apetecerle o no ponérselo, pero el Estado le obliga a ello amenazándole con una sanción si no respeta esta obligación. La razón es que se da por supuesto que la vida de cada uno no es sólo de su particular y privado interés, sino que la sociedad está legitimada para exigir que cada uno asegure que no arriesga gratuita o imprudentemente su vida.

    72. ¿Existe doctrina del Tribunal Constitucional sobre si la Constitución admite o no el derecho a morir?


    El Tribunal Constitucional español ha afirmado en varias sentencias que nuestra Constitución no reconoce un derecho a acabar con la propia vida.

    El Tribunal Constitucional ha negado que exista un derecho a morir protegido por la Constitución, cuando se le ha planteado la legitimidad de la Administración y los Tribunales para ordenar la alimentación forzosa de terroristas encarcelados y en peligro de muerte por huelga de hambre (cfr. Sentencias 120/1990, de 27 de junio y 137/1990, de 19 de julio, entre otras).

    73. Entonces, ¿hay que suponer que es imposible que en España se legalice la eutanasia, por ser anticonstitucional?

    No. No es imposible que el Tribunal Constitucional llegue a dar su visto bueno a la eutanasia. Los magistrados que lo integran pueden, aun de buena fe, buscar argumentos para dar por bueno lo que la mayoría del Parlamento quiera, aunque esto se oponga a lo que ya han sentenciado en otros casos, en que negar el derecho a morir era lo que solicitaba el abogado del Estado en nombre del Gobierno.

    74. ¿Y no hay una contradicción entre la negación del derecho a matarse y la consagración de la libertad como uno de los valores superiores por la propia Constitución?

    No la hay. Si la libertad, entendida como la capacidad del ser humano para hacer cualquier cosa que quisiera, fuese fuente absoluta e incondicionada de derechos, no existirían los ordenamientos jurídicos, ni la sociedad, ni el Estado, pues cada persona determina por sí misma lo que es justo o injusto, bueno o malo, permitido o prohibido; y serían ilegítimos el Parlamento, los Tribunales, los Gobiernos, las leyes y los derechos humanos.

    La libertad, como valor superior reconocido en la Constitución, se hace e . efectiva en los derechos que ésta garantiza en concreto, y no puede ser disculpa ni para negar tales derechos ni para violar el resto de las leyes. Así lo ha entendido el Tribunal Constitucional español con acierto en las Sentencias antes citadas.

    El suicidio jamás ha sido considerado un derecho del hombre. De hecho, cuando se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas, ese pretendido derecho no se incluyó, y no fue por omisión involuntario, ya que hubo varias propuestas de que se incorporase a la Declaración, y fueron rechazadas. Se dirá que en otro momento histórico futuro podría ocurrir al revés, y es, efectivamente, pero eso no cambiaría la realidad profunda de las cosas. La mención de la situación actual se aduce aquí sólo como constatación de un hecho cierto.

    75. Entonces, ¿no es coartar la libertad y la autonomía individual el negar al ser humano la capacidad de decidir cuándo y cómo quiere morir?

    No lo es, porque no tiene sentido contraponer el derecho a la libre autodeterminación de la persona -como expresión de su dignidad- al bien de la vida humana, puesto que la vida humana, cualquiera que sea su estado de plenitud o de deterioro, es siempre vida personal, y por lo mismo goza indisociablemente de la dignidad indivisible de la persona, realidad unitaria de cuerpo y espíritu.

    Enfrentar como incompatibles, aunque sea en determinadas circunstancias, la libertad y la vida equivaldría a la contradicción de realizar, en nombre de la dignidad de la persona como sujeto libre, un acto contra la dignidad de la persona, puesto que la vida, que es un bien fundamental de la persona, goza de su misma dignidad.

    En este tipo de planteamientos de la libertad y la autonomía individual se esconde la falacia de considerar la libertad como un bien desligado de toda referencia a la verdad y el bien de la persona. El pretendido derecho a acabar con su vida no es para el hombre una afirmación de su dignidad, sino el intento de negarla en su misma raíz.

    El pretender que el hombre no es plenamente libre si no le está permitido decidir su propia muerte entraña un sofisma tan pueril como el afirmar que Dios no es omnipotente porque hay algo que no puede hacer: el mal, es decir, no puede ir contra Sí mismo.

    76. Sin embargo, esta idea está muy extendida incluso entre personas tenidas por ilustradas. ¿Por qué?

    Porque está muy extendida una concepción subjetivista de la ética y el Derecho, que tiene su fundamento en negar al ser humano la capacidad de averiguar por sí mismo la realidad objetiva de las cosas, convirtiendo la voluntad individual en la única fuente de moralidad y a la postre -potencialmente- de la legalidad.

    Esta forma de pensamiento, muy vinculada a la orientación básica de la llamada filosofía moderna (el racionalismo cartesiano y sus derivados y epígonos), tiene sus manifestaciones prácticas más llamativas hoy en un desprecio antiecológico de la naturaleza, considerada como ilimitadamente manipulable por la voluntad humana, y en el positivismo jurídico, que considera a la voluntad legislativa como creadora de Injusticia y los derechos y, por tanto, legitimada para negarlos o suprimirlos.

    Esta manera de pensar tiene la consecuencia de relativizarlo todo, y hace depender toda legitimidad del consenso social de cada momento, lo que nos lleva al absurdo de considerar los derechos humanos no como patrimonio de todo hombre por el hecho de serlo, sino como objetos a disposición de la voluntad mayoritaria.


    Pero los derechos humanos fundamentales, el primero de los cuales hay que repetirlo es el derecho a la vida, no pertenecen al ámbito de la estadística, el juego de las mayorías, la confesionalidad religiosa o el consenso social, por otra parte tan propio de las sociedades democráticas en otras materias. Por el contrario, los derechos humanos constituyen el fundamento mismo y la fuente de todo Estado de Derecho sobre el que descansan las libertades y la democracia, y su intangibilidad no deriva de su promulgación, sino de su inserción en la naturaleza misma del ser humano. Olvidar esta realidad sólo puede conducir a una organización social edificada sobre la ley del más fuerte -aunque esa fortaleza se base en una mayoría legislativa- abriendo la puerta a todo totalitarismo, por muy disfrazado de libertades con que paradójicamente se presente. Para legislar con legitimidad hace falta la legitimidad de origen, pero ésta no legitima a su vez cualquier clase de legislación. Es bien sabido que Hitler llegó legítima y democráticamente al poder, pero eso no significa que el uso que hizo de él no se basase en la ley del más fuerte. La elección democrática de los legisladores y los gobernantes los legitima a ellos en cuanto tales, pero no a todas sus decisiones, que serán correctas si se adecuan a la dignidad de la persona, e ilegítimas si se oponen a ella.

    El respeto a la dignidad de la persona, cuyo presupuesto inexcusable es el respeto a su vida, no es materia susceptible de adquirir o perder legitimidad mediante votación. Por el contrario, pierde legitimidad el poder del Estado o la Cámara legislativa que pretenda arrogarse la competencia de decidir discrecionalmente qué hombres ostentan derechos humanos y cuáles no.

    77. Sin embargo, ¿no es evidente que el hombre usa de su libertad (bien o mal, eso es otra cuestión) cuando decide su propia muerte?

    Bajo el término "libertad" se esconden dos realidades enteramente distintas. Por una parte, cuando se habla de libertad se puede entender la mera facultad de hacer o no hacer, de hacer una cosa u otra, sin más. Entendida de este modo, la libertad no es más que la mera constatación de que el hombre puede actuar sin ser coaccionado, pero se prescinde por completo de si lo que hace es bueno o malo, justo o injusto, elogiable o repugnante. El ejercicio de la libertad así entendida no nos dice nada sobre si lo que el hombre hace o deja de hacer es admisible o recomendable ética o jurídicamente, o si, por el contrario, debe ser evitado y, en su caso, perseguido y castigado.

    Pero también puede entenderse el término "libertad" para designar aquellas conductas humanas que reflejan la posibilidad existente en el hombre de realizar lo mejor de que es capaz, dando así una connotación ética a los actos que se consideran libres. En este sentido, el hombre que mata, viola o roba no ejercita propiamente su libertad; sí lo hace quien piensa, ama, vota o trabaja. En este segundo sentido, el término "libertad" permite un examen de las conductas humanas que lleve a algo más que a la mera constatación de que, de hecho, son posibles sin coacción.

    La confusión aparece cuando se pasa del primer sentido al segundo, como si la pura circunstancia de que una acción es libre (en el sentido de que se realiza sin coacción) significase que sólo por eso ya es moralmente aceptable y jurídicamente defendible. Pero la experiencia demuestra que este salto lógico no es posible. Si lo fuera, habría que admitir el absurdo de que la violación, el atraco y la tortura, si se realizasen consciente y voluntariamente (es decir, libremente, en el primer significado expuesto), en lugar de ser delitos abominables serían derechos amparados por la ley.

    En definitiva, en cierto sentido puede decirse que el hombre usa su libertad cuando decide su propia muerte, si toma esta decisión con plenitud de facultades y sin ser coaccionado; pero que la use bien o mal no es "otra cuestión", sino que es precisamente lo que importa, lo decisivo, a la hora de establecer un juicio ético o jurídico sobre sus actos.

    78. ¿Cómo se formula el argumento de evitar la clandestinidad con el que algunos defienden la legalización de la eutanasia?


    Suele expresarse de este modo: existen situaciones de extrema gravedad y circunstancias dramáticas en las que unas personas dan muerte a otras por compasión ante sus sufrimientos intolerables, o bien obedeciendo al expreso deseo de quienes quieren abreviar su vida, por hallarse en la fase terminal de una enfermedad incurable. Estas prácticas existen y, al no estar legalmente reguladas, se desarrollan en la clandestinidad, con lo que se impide por completo cualquier clase de control sobre los excesos o abusos que puedan producirse. En consecuencia, hay que establecer una regulación de esos casos remite.

    Este es un argumento que se repite siempre que se trata de legalizar, o de dejar impunes, algunos atentados contra la vida de los inocentes, como el aborto y la eutanasia, y no suele presentarse solo, sino que por lo general va acompañado de consideraciones en torno al "derecho a morir", que ya hemos visto.

    79. ¿No es éste un argumento razonable, puesto que se refiere sólo a los casos más dramáticos e irresolubles?


    No, ciertamente. El hecho de que se cometan delitos -obviamente, en la clandestinidad- no es razón para que esas conductas tengan que ser legalizadas. Según esta extraña lógica, habría que regular la evasión de impuestos en los casos límite de contribuyentes que tuvieran extremas dificultades para cumplir sus deberes con el Fisco, a fin de que no defrauden en la clandestinidad.

    Cuando en la comisión de un delito concurren circunstancias especiales, la actitud razonable no es legalizar el delito en tales circunstancias, sino que el juez las tenga en cuenta a la hora de ponderar en el correspondiente juicio la responsabilidad del autor o los autores, si la hubiera.

    Por otra parte, también en este tipo de argumentos nos hallamos ante la manipulación de las palabras y su significado. Los partidarios de la eutanasia propugnan su legalización para, mediante su control, impedir "excesos o abusos". Esta forma de presentar la cuestión presupone que, en determinadas circunstancias, la práctica de la eutanasia no es un exceso o un abuso; es decir, se ciega la posibilidad de debatir la naturaleza misma de la eutanasia, porque se parte gratuitamente del supuesto de que hay eutanasias abusivas y eutanasias correctas, lo cual es falso. Además, con esta forma de argumentar se intenta producir la impresión de estar solicitando una legislación restrictiva, cuando en la realidad se solicita una norma permisivo, que es exactamente lo contrario.

    80. El carácter irrenunciable, inalienable e indisponible del derecho a la vida, ¿tiene valor absoluto en el Derecho español, o admite excepciones?

    Son varias las leyes que han admitido excepciones a este principio: las que han legitimado la pena de muerte, las que permiten el aborto no punible en determinados casos y las que hacen posible sin sanción penal la destrucción de embriones y fetos humanos en el entorno de las técnicas de reproducción asistida y las experimentaciones e investigaciones relacionadas con esas técnicas.

    En un grado inferior al del derecho a la vida, nuestro Código Penal permite en algunos casos ir contra la integridad física de las personas, derecho íntimamente conexo al de la vida: son los casos de las esterilizaciones y los trasplantes de órganos, que, si son consentidos no son delito. Desde el punto de vista moral los trasplantes son, normalmente, dignos de elogio mientras que las esterilizaciones merecen un serio reproche moral.

    81. ¿Admite el Derecho español algún caso en que no sea castigado el atentado contra la integridad física de una persona sin su consentimiento?

    Sí. Una reforma realizada en el Código Penal en 1989 modificó su artículo 428 para permitir la esterilización forzosa de deficientes psíquicos. Este es el primer caso en que la legislación española ha abierto la puerta a la legitimación jurídica de atentados a la integridad física de las personas sin su consentimiento, admitiendo así el peligroso principio de que los deficientes psíquicos, sólo por serlo, pueden ver limitados los derechos fundamentales que -por ser personas como las demás- la Constitución les reconoce.

    Como es fácil advertir, admitido el principio, es imposible ya poner un límite lógico, absoluto e inamovible al proceso de limitación de derechos a los deficientes o a quienes están en situaciones asimilables por edad o por enfermedad.

    Esta norma, aparte de intrínsecamente inmoral, ha introducido una escala de valores en el Derecho español que puede propiciar un deslizamiento suave hacia la eutanasia, hacia la privación del derecho a la vida a quienes por una u otra razón no están en la plenitud de sus facultades.

    82. ¿Puede en algún caso no ser delictiva la llamada eutanasia del recién nacido", es decir, el matar o dejar morir sin asistencia a un niño recién nacido al saberse, tras el parto, que es deficiente?

    No. En España, matar a un recién nacido porque éste sea deficiente siempre es delito.

    Sin embargo, puede llegar el día en que el legislador se plantee que en tales casos nadie debiera ser condenado o siquiera Juzgado, argumentando que se hace un favor al deficiente matándolo para evitar que lleve una vida de escasa calidad. SI, detectada la deficiencia -o la mera probabilidad de deficiencia- antes de nacer, la ley permite que se mate a un ser humano mediante un aborto no punible hasta las veintidós semanas de vida intrauterina, no se ve razón lógica para impedir que se le mate tres meses y medio después si se aprecia entonces la deficiencia del niño.

    El aborto "eugenésico" no punible ha introducido una lógica de eliminación de vidas deficientes que no tiene por qué detenerse en el momento del parto. En países cercanos geográfica y culturalmente al nuestro ya se han dado casos de padres que han matado a hijos recién nacidos por ser deficientes, y han sido absueltos por los tribunales con argumentos como los expuestos.

    83. Ya que el derecho a la vida es irrenunciable, ¿pueden los médicos tomar las decisiones que quieran para mantener con vida a sus pacientes?

    No. El Derecho español se basa en el principio de que el tratamiento médico sólo es legítimo si el paciente consiente en él. Si un médico decidiera actuar sobre un paciente en contra de la voluntad de éste, podría cometer un delito de coacciones. Ahora bien, la libertad del paciente para recibir o no un determinado tratamiento, o sufrir o no una intervención quirúrgica, no llega hasta el extremo de obligar al médico a cometer un delito como quitarle la vida. Si la voluntad del paciente revelase una actitud claramente suicida, el médico podría y debería -con autorización judicial, en su caso- aplicarle tratamientos ordinarios y no arriesgados para mantenerlo en vida, ya que, de lo contrario, podría cometer el delito de omisión del socorro debido.

    84. ¿Qué es el delito de omisión del socorro debido?

    El Código Penal lo define en su artículo 489 tercero así:

    "El que no socorriera a una persona que se hallare desamparada y en peligro manifiesto y grave, cuando pudiere hacerlo sin riesgo propio ni de tercero, será castigado con la pena de arresto mayor o multa de 30.000 a 60.000 pesetas.

    En la misma pena incurrirá el que, impedido a prestar socorro, no demandare con urgencia auxilio ajeno.

    Si la Víctima lo fuere por accidente ocasionado por el que omitió el auxilio debido, la pena será de prisión menor".


    Considerar delito el no prestar socorro a quien se encuentra en peligro para su vida o su integridad física es una manifestación de solidaridad social y humana, y se basa precisamente en que toda persona tiene derecho a que los demás la ayuden cuando esté en peligro, sin que se distinga si eso ocurre por causas ajenas a su voluntad o por su propio deseo.

    La existencia de este delito, y la exigibilidad ética de esta conducta de ayuda a quien está en peligro, acreditan cómo no existe un derecho a quitarse la vida. Si eso no fuera así cometerían un delito de coacciones el policía que intenta evitar que el suicida se arroje por la ventana, o el médico que procura salvar la vida del herido que ingresa en grave estado como consecuencia de un intento de suicidio.

    Además, quien no hiciera todo lo posible por salvar la vida de otro, aun cuando éste desease morir, violaría el principio de justicia que exige dar a cada cual lo que es suyo y reconocerle su dignidad aunque él no lo desee.

    85. ¿Qué es el principio de justicia?

    Es uno de los principios generales del Derecho según el cual todo ser humano debe ser respetado y su dignidad protegida y amparada por los demás -incluido el Estado- aun en el caso de que renuncie explícita y expresamente a ello. Este principio elemental de la ética social y de la conducta común implica que prevalece la justicia sobre la autonomía del individuo, de forma que nadie puede hacer daño a otro aunque éste lo pida.

    El principio de justicia es una expresión del sentido ético básico de la Humanidad, fundamento elemental de todas las leyes y de la propia convivencia social. Sin él no tendían justificación alguna ni el Derecho ni los Tribunales, y sería imposible una sociedad organizada sobre fundamentos distintos de la ley del más fuerte y la institucionalización de la violencia.

    86. Si esto es así, ¿cómo es que algunos dicen que es preciso legalizar la eutanasia para evitar el encarnizamiento terapéutico?


    Quienes defienden tal argumento, o hacen pura demagogia al llamar "encarnizamiento terapéutico" a que el médico no pueda ser obligado a acabar con la vida de sus pacientes cuando éstos o sus familiares lo soliciten, o engañan -de buena o mala fe- a la opinión pública pretendiendo que ésta caiga en el error de legalizar un mal (la eutanasia) para evitar otro mal (el encarnizamiento terapéutico), cuando la verdad es que ambos males ya están prohibidos y castigados por las leyes.

    87. ¿Qué valoración global merece la legislación española en cuanto a la protección del derecho a la vida?


    Actualmente, crecen las opiniones y se elaboran propuestas legislativas que pretenden ampliar las grietas ya existentes en el bloque coherente que una tradición de siglos ha construido para comprometer activamente al Estado y al Derecho en la defensa de la vida humana. Pero, salvo en lo relativo a seres humanos no nacidos, o concebidos en laboratorio, la protección jurídica en España del derecho a la vida es bastante correcta.

    88. ¿Es válido en España el llamado "testamento vital"?

    Si por "testamento vital" se entiende el mandato hecho a una persona para que acabe con la propia vida en caso de estar gravemente enfermo, impedido o con fuertes dolores, tal testamento es nulo y totalmente ineficaz, porque nadie puede obligar a otro a matarlo ni por acción ni por omisión.

    En cambio, si por "testamento vital" se entiende la expresión de la voluntad de una persona de renunciar a que le sean aplicados medios desproporcionados para alargarle artificial o mecánicamente la agonía cuando ya no sea posible salvarle la vida, tal testamento es válido jurídica y éticamente.

    Como ejemplo concreto de un "testamento vital" perfectamente válido y admisible, está el que la Conferencia Episcopal Española ha aprobado y propuesto a los cristianos. Su texto dice así:

    Testamento vital

    A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:


    Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente, responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.

    Considero que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es el valor supremo y absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena, pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.

    Por ello, yo, el que suscribe.................... pido que si por mi enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantenga en vida por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplique la eutanasia activa, ni se me prolongue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte; que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.

    Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi propia muerte. Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.

    Suscribo esta Declaración después de una madura reflexión. Y pido que los que tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una grave y difícil responsabilidad. Precisamente para compartirla con vosotros y para atenuamos cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.

    Fecha....................

    Firma



    89. La exigencia de respeto al principio de justicia. ¿permite hablar de una "ecología humana"?

    Desde luego que sí. Al igual que los hombres hemos ido adquiriendo la convicción de la necesidad de respetar la Naturaleza sin manipularla abusivamente al servicio egoísta de nuestros exclusivos intereses, debemos también convencernos de que mayor respeto aún merece el ser humano. Sería aberrante que, mientras la mentalidad ecológica se constituye en legítimo título de orgullo de nuestros contemporáneos, excluyésemos a los seres humanos de esta mentalidad de respeto.

    En España, como en los demás países tenidos por civilizados, se da la paradoja de que se aprueban leyes cuyo objeto es proteger a los animales de tratos hirientes o experimentos innecesarios, y, al mismo tiempo, se proponen leyes (y a veces se aprueban) que desprotegen jurídicamente a los seres humanos, de forma que el Estado y el Derecho están menos comprometidos con el respeto a la dignidad del hombre que con la defensa de los animales frente a tratos degradantes. Dado que estas contradicciones existen, no sólo se puede, sino que se debe hablar deuna ecología humana, implicada y comprometida en la salvaguarda de la vida como un derecho inalienable, indisponible e irrenunciable.

    VI. La Iglesia ante la eutanasia

    90. La cuestión de la eutanasia ¿es un problema religioso o moral?


    Además de un problema médico, político o social, la eutanasia es un grave problema moral para cualquiera, sea o no creyente.

    Quienes creemos en un Dios personal que no sólo ha creado al hombre sino que ama a cada hombre o mujer en particular y le espera para un destino eterno de felicidad y, en especial, los católicos, tenemos un motivo más que los que pueda tener cualquier otra persona para rechazar la eutanasia, pues los que así pensamos estamos convencidos de que la eutanasia implica matar a un ser querido por Dios que vela por su vida y su muerte. La eutanasia es así un grave pecado que atenta contra el hombre y, por tanto, contra Dios, que ama al hombre y es ofendido por todo lo que ofende al ser humano; razón por la que Dios en su día pronunció el "no matarás" como exigencia para todo el que quiera estar de acuerdo con Él.

    Para los católicos, la eutanasia, como cualquier otra forma de homicidio, no sólo es un ataque injustificable contra la dignidad humana, sino también un gravísimo pecado contra un hijo de Dios.

    Oponerse a la eutanasia no es postura exclusiva de quienes creen en Dios, pero para éstos es algo natural y no renunciaba: para ellos la vida es don gratuito de Dios y nadie está legitimado para acabar con la vida de un inocente.

    91. Sin embargo, la Iglesia no condena en toda circunstancia la guerra y la pena de muerte. ¿No es contradictorio esto con su postura sobre la eutanasia?

    No es contradictorio por cuanto la guerra y la pena de muerte pueden ser expresión del derecho a la legitima defensa contra la agresión injusta, que la Iglesia siempre ha reconocido a las personas y las sociedades y que, por otra parte, es admitida por todos los ordenamientos jurídicos contemporáneos como por las declaraciones internacionales sobre derechos humanos. La eutanasia, por el contrario, jamás puede ser entendida como legitima defensa aunque materialmente su efecto sea el mismo que el de la guerra o la pena de muerte.

    Uno de los requisitos para considerar admisible la legítima defensa es el de la proporcionalidad entre el ataque que se recibe y el daño que se causa al agresor. Hoy día se extiende el convencimiento entre muchos moralistas -y ello ha sido reflejado en algunos textos del episcopado mundial- de que los medios de destrucción masiva existentes hacen desproporcionado cualquier guerra en la que se usen estos medios. Asimismo se extiende la opinión de que la ineficacia acreditada de la pena de muerte como elemento disuasorio, la convierte también en desproporcionado para justificarla moralmente como legítima defensa social. Por tanto, en la medida en que medios distintos de la pena de muerte y la guerra sean suficientes para defender las vidas humanas contra el agresor y para proteger la paz pública, estos recursos no sangrientos deben preferirse por ser más proporcionados y más conformes al fin perseguido y a la dignidad humana.

    De ahí que varias Conferencias Episcopales hayan tomado postura oficialmente a favor de la abolición de la pena de muerte y en contra del carácter justo de cualquier guerra no puramente defensiva, postura que este documento comparte, pues, si se debe defender la vida, este principio es indivisible, y debe ser de aplicación en todos los casos.

    92. ¿Por qué la Iglesia condena el suicidio y la eutanasia y, en cambio, exalta el martirio?

    La vida humana en su dimensión corporal participa ciertamente, según se ha dicho antes, de la dignidad de la persona y, por lo mismo, no se puede atentar contra ella por ningún motivo.

    La Iglesia condena por ello el suicidio y el homicidio. en sus diversas formas y cualesquiera que sean los motivos que se invoquen para cometerlos. Tan condenable es la eutanasia en cuanto una forma de homicidio por motivo de piedad y compasión, como el atentado contra la propia vida por un motivo religioso, que sería en ese caso, desde luego, un suicidio.

    Pero es evidente que el mártir no es un suicida que atenta contra su vida por un motivo religioso. El mártir no se quita la vida: se la quitan. No realiza un suicidio, sino que es víctima de un homicidio. No quebranta, pues, en absoluto, el principio de la inviolabilidad de la vida humana como bien fundamental de la persona.

    Ahora bien: la vida humana en su dimensión corporal participa de la dignidad de la persona, pero no se identifica con esta dignidad. La persona humana es cuerpo, pero es también más que cuerpo. Forman parte, por ello, de la dignidad de la persona otros valores más altos que el de su vida física, y por los que el hombre puede entregar su vida, gastarla y hasta acortarla mientras no atente directamente contra ella. La vida humana, siendo un valor fundamental de la persona, no es el valor absoluto y supremo.

    La Iglesia, que condena el suicidio y el homicidio por atentar contra un bien fundamental e inviolable de la persona, exalta el martirio por cuanto es una entrega que el mártir hace de su vida física en aras de unos valores superiores a ella, como son su fidelidad y amor a Dios, dando con ello testimonio heroico de vida coherente con las más altas exigencias de la dignidad de la persona humana lejos de atentar contra esta dignidad hace una máxima afirmación de ella.

    Que la entrega de la vida sea una muestra de la dignidad de la persona humana es, por otra parte, fácil de advertir. La experiencia cotidiana nos brinda ejemplos de vidas que se entregan, se gastan en cada momento en el ejercicio de las responsabilidades familiares, profesionales o sociales. La madre que quebranta su salud pasando noches enteras junto al lecho de su marido o su hijo; el bombero que arriesga su vida por sofocar un incendio; el empresario o el sindicalista que sufren enfermedades derivadas de la tensión por mantener unos puestos de trabajo; el socorrista que se pone en trance de morir ahogado... Todos éstos son ejemplos, entre otros muchos, de formas de gastar, de acortar y de arriesgar la propia vida en aras de valores solidarios. Cuando el valor que se pone en juego es un valor supremo, el ofrendar supremamente la vida es una actitud coherente y admirable, y es evidente que nada de eso tiene que ver con la eutanasia.

    Es en esta lógica de la entrega, de la donación de la vida, donde se enmarca el martirio, y por lo que merece ser exaltado.

    93. ¿Puede decirse, entonces, que la vida humana no es para la Iglesia un valor absoluto?

    La vida humana no es para la Iglesia un valor absoluto al que todos los demás se deban subordinar; lo que es un valor absoluto para la Iglesia es la dignidad de la persona humana, que está hecha a imagen y semejanza de Dios. Por eso el martirio o el arriesgar la propia vida por salvar a otros no sólo no son pecado, sino que pueden ser algo valioso e incluso moralmente obligatorio.

    Así, la Iglesia ha elevado a los altares a una persona como Maximiliano Kolbe, que realizó, por motivos sobrenaturales, un acto de suprema generosidad entregando su vida para salvar la de otra persona.

    No existe, en consecuencia, contradicción alguna entre el estricto criterio de rechazo a la eutanasia por parte de la Iglesia y el que para ella existan valores superiores a la vida humana: matar a un ser humano inocente es gravísimo pecado; que un ser humano asuma morir por hacer el bien que debe o antes que verse obligado a hacer el mal, es virtuosa actitud.

    94. ¿Se puede resumir en pocas palabras cuál es la doctrina de la Iglesia sobre la eutanasia?

    La doctrina de la Iglesia sobre la eutanasia es la que ha quedado expuesta en este documento, pero podemos resumirla ahora en forma de decálogo:

    1. Jamás es lícito matar a un paciente, ni siquiera para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque él lo pidiera expresamente. Ni el paciente, ni los médicos, ni el personal sanitario, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona.

    2. No es lícita la acción que por su naturaleza provoca directa o intencionalmente la muerte del paciente.

    3. No es lícito omitir una prestación debida a un paciente, sin la cual va irremisiblemente a la muerte; por ejemplo, los cuidados vitales (alimentación por tubo y remedios terapéuticos normales) debidas a todo paciente, aunque sufra un mal incurable o esté en fase terminal o aun en coma irreversible.

    4. Es ilícito rehusar o renunciar a cuidados y tratamientos posibles y disponibles, cuando se sabe que resultan eficaces, aunque sea sólo parcialmente. En concreto, no se ha de omitir el tratamiento a enfermos en coma si existe alguna posibilidad de recuperación, aunque se puede interrumpir cuando se haya constatado su total ineficacia. En todo caso, siempre se han de mantener las medidas de sostenimiento.

    5. No existe la obligación de someter al paciente terminal a nuevas operaciones quirúrgicas, cuando no se tiene la fundada esperanza de hacerle más llevadera su vida.

    6. Es lícito suministrar narcóticos y analgésicos que alivien el dolor, aunque atenúen la consciencia y provoquen de modo secundario un acortamiento de la vida del paciente. Siempre que el fin de la acción sea calmar el dolor y no provocar subrepticiamente un acortamiento sustancial de la vida; en este caso, la moralidad de la acción depende de la intención con que se haga y de que exista una debida proporción entre lo que se logra (la disminución del dolor) y el efecto negativo para la salud.

    7. Es lícito dejar de aplicar tratamientos desproporcionados a un paciente en coma irreversible cuando haya perdido toda actividad cerebral. Pero no lo es cuando el cerebro del paciente conserva ciertas funciones vitales, si esa omisión provocase la muerte inmediata.

    8. Las personas minusválidas o con malformaciones tienen los mismos derechos que las demás personas, concretamente en lo que se refiere a la recepción de tratamientos terapéuticos. En la fase prenatal y postnatal se les han de proporcionar las mismas curas que a los fetos y niños sin ninguna minusvalía.

    9. El Estado no puede atribuirse el derecho a legalizar la eutanasia, pues la vida del inocente es un bien que supera el poder de disposición tanto del individuo como del Estado.

    10. La eutanasia es un crimen contra la vida humana y contra la ley divina, del que se hacen corresponsables todos los que intervienen en la decisión y ejecución del acto homicida.


    95. En las situaciones ¿No se plantean al médico, la enfermera o los familiares creyentes, unos problemas morales muy difíciles de resolver?

    Pueden plantearse tales problemas y pueden ser de difícil resolución, como sucede por otra parte en otros muchos ámbitos de la vida (¿cuál es el salario justo?, ¿cuál la actitud respecto a un hijo, un marido o una esposa delincuente?, ¿qué impuestos son justos? etc.), pero se puede llegar a una solución justa si se tienen claros los principios morales, los bienes que hay que respetar y los males que hay que evitar. En el caso del enfermo terminal, habrá que acudir al contraste de opiniones con otros expertos en Medicina y en Moral, y habrá que reflexionar con cuidado y lealtad sincera hacia el otro y sus derechos, antes de tomar una decisión.

    Si a pesar de todo permanece la duda, la actitud moralmente prudente será la de abstenerse de correr el riesgo de hacer algo inmoral, viejo principio de gran eficacia.

    96. ¿Y no es demasiado ambiguo el dejar al puro criterio del médico, o del estado de la ciencia en un momento concreto, la determinación de lo que son medios proporcionados o no para mantener la vida?


    No, no es ambiguo: es profundamente humano y realista. Pretender hacer un elenco casuístico de todos los casos posibles es inútil, porque tal relación es imposible. La moral (como, por otra parte, el Derecho, tanto eclesiástico como civil) define los principios del recto obrar, identifica los bienes que han de ser respetados y pone de manifiesto los males que han de ser evitados. Después es el sujeto del acto moral, el hombre con capacidad de conocer y querer, el que debe decidir -según su conciencia, previamente formada- ante la situación concreta. Es esa -la decisión- la responsabilidad de cada ser humano y debe ser asumida pensando en Dios, porque Él es el que al final juzga.

    Esto es así no sólo respecto a la eutanasia, sino en mil ámbitos más: el trabajador que se plantea ir a la huelga, el empresario que fija salarios y condiciones de trabajo, el legislador o el político que adopta decisiones que afectan a millones de ciudadanos, el vendedor que pone precio a sus productos, el juez que dicta sentencia, el padre o la madre que se ven ante un hijo problemático, son personas que tienen la obligación moral de adoptar decisiones justas, y para ello no disponen de ninguna lista de casos que lo abarque todo, sino que deben basarse en los principios morales que la Iglesia enseña, y también en las circunstancias diversas cambiantes, a veces fugaces y otras difíciles de aprender de la realidad sobre la que su decisión va a incidir.

    La doctrina es clara y segura; las circunstancias pueden no ser conocidas con total certeza, y la decisión -el acto moralmente relevante- siempre será un acto del hombre enfrentado a la situación conflictiva. Esta es la grandeza y la servidumbre de la libertad que caracteriza al hombre.

    97. ¿Cuál es la doctrina de la Iglesia sobre el dolor y la muerte?

    Para quienes tienen fe, el interrogante que sobre el mal se hacen todos los hombres es más acuciante, pues la fe nos hace tener presente a un Dios todopoderoso que ama a cada hombre. Pues bien, el conocimiento de que, en la realidad, la providencia amorosa de Dios respecto a cada hombre es compatible con la existencia del dolor y el sufrimiento, nos indica que el dolor -aunque no podamos explicarlo- tiene un sentido.

    Cuando a Cristo se le preguntó por alguna de las facetas del dolor, fue parco en palabras: prácticamente sólo explicó que no se trataba de un castigo divino (cfr. curación del ciego de nacimiento; Jn. 9,2-4). Pero Jesús hizo algo mejor que pronunciar palabras sobre el dolor: sufrió el dolor total en la Cruz convirtiendo ese dolor y esa muerte, por la Resurrección, en la Buena Nueva, dándole el máximo sentido: ese dolor atroz hasta la muerte es el máximo bien de la Humanidad y dio sentido al hombre, a la historia y al universo.

    Quizá nosotros lo más que podarnos hacer sea imitar a Cristo: decir pocas palabras sobre el dolor, pero vivir la experiencia de encontrarle sentido convirtiéndolo, con la esperanza en la resurrección y la vida eterna, en fuente de amor y de superación de uno mismo, para unirnos en espíritu con el sufrimiento de Cristo, que prometió la bienaventuranza a los que sufren: a los pobres, los que lloran, los que tienen hambre y sed, los perseguidos.

    Cristo no teorizó sobre el dolor: amó y consoló a los que sufren y Él mismo sufrió hasta la muerte, y muerte de cruz. La Iglesia no elabora teorías sobre el dolor, pero quiere aportar a la Humanidad una vocación de donación preferente hacia los que sufren, y también la experiencia del sentido del dolor que Cristo nos dio con su muerte, y que tantos millones de cristianos intentan revivir todos los días desde hace veinte siglos.

    98. ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano ante la eutanasia y, en general, ante el sufrimiento y la muerte propios o ajenos?

    Todos los cristianos podemos y debemos coadyuvar con nuestras palabras, nuestros actos y nuestras actitudes y recrear en el entramado de la vida cotidiana una cultura de la vida que haga inadmisible la eutanasia. En particular, y a título meramente de ejemplo, todos podemos ayudar a esa inmensa tarea:

    - aceptando el dolor y la muerte, cuando nos afecte personalmente, con la visión sobrenatural propia de un católico que sabe que puede unirse a Cristo en su sufrimiento redentor y que, tras la muerte, nos espera el abrazo de Dios Padre;

    - ejercitando según nuestros medios, posibilidades y circunstancias, un activo apoyo al que sufre: desde una sonrisa hasta la dedicación de tiempo y dinero mil cosas podemos hacer para aliviar el dolor ajeno y ayudar al que lo padece a sacar amor y alegría honda de su dolor, y no odio y tristeza;

    - rezando por los que sufren, por quienes los atienden, por los profesionales de la salud, por los políticos y legisladores en cuyas manos está legislar a favor de la eutanasia o a favor de la dignidad del que sufre. La oración es el alma más poderosa y eficaz con que contamos los cristianos;

    - facilitando el surgimiento de vocaciones a las instituciones de la Iglesia que por su carisma fundacional están específicamente dedicadas a atender a la humanidad doliente y que constituyen hoy -como hace siglos- una maravillosa expresión del amor y el compromiso práctico de la Iglesia con los que sufren;

    - acogiendo con amor sobrenatural, afecto humano y naturalidad en el seno de la familia a los miembros dolientes, deficientes, enfermos o moribundos aunque eso suponga sacrificio;

    - estando presentes en los medios de comunicación social y demás foros de influencia en la opinión pública para hacer patentes nuestras convicciones sobre el dolor y la muerte y nuestras alternativas a la eutanasia homicida: cartas al director, llamadas telefónicas, estudios médicos, conferencias, etc.;

    - votando, en los procesos electorales de nuestro país, con atención responsable hacia la actitud de cada partido político ante cuestiones como la familia, la sanidad, la política respecto a los minusválidos y la tercera edad, la eutanasia, etc.;

    - los médicos, enfermeras y demás profesionales sanitarios, promoviendo un tipo de Medicina y de asistencia hospitalaria realmente centradas en el enfermo, en el trato digno al paciente.

    En todo caso tenemos a nuestra disposición un sacramento -la unción de los enfermos- específicamente creado por Dios para preparar una buena muerte.


    99. ¿Qué es el Sacramento de la Unción de los Enfermos?

    Es uno de los siete Sacramentos de la Iglesia destinado a reconfortar a los que están probados por la enfermedad.

    Este Sacramento otorga al cristiano un don particular del Espíritu Santo, mediante el cual el hombre recibe una gracia de fortalecimiento, de paz y de valor para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de fragilidad de la vejez. Esta gracia renueva en el que la recibe su fe y confianza en el Señor, robusteciéndole contra las tentaciones del enemigo y la angustia de la muerte, de tal modo que pueda, no sólo soportar sus males con fortaleza, sino también luchar contra ellos e incluso, conseguir la salud si conviene para su salvación espiritual; asimismo, la unción de los enfermos le concede, si es necesario, el perdón de los pecados y la plenitud de la penitencia cristiana. La Unción es Sacramento de enfermos y sacramento de Vida, expresión ritual de la acción liberadora de Cristo que invita, y al mismo tiempo ayuda al enfermo a participar en ella.

    Es aconsejable recibir este Sacramento en enfermedad grave, vejez o peligro, como puede ser el de una operación quirúrgica en que peligra su vida, pudiendo reiterarse aún dentro de la misma enfermedad si ésta se agrava, no debiendo reservarse para cuando el enfermo está ya privado de su consciencia.

    Así dice el Concilio: "... no es sólo el Sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez" (SC 73).

    Unido a este Sacramento, el "Viático" o recepción de la Eucaristía que ayude a completar el camino hacia el Señor, ("Viático", quiere decir "Vianda" para el camino), perfeccionará la esperanza cristiana "asociándose voluntariamente (el enfermo) a la pasión y muerte de Cristo" (L.G. 11).

    100. ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano ante la muerte?


    Los cristianos deben ver la muerte como el encuentro definitivo con el Señor de la Vida y, por lo tanto, con esperanza tranquila y confiada en Él, aunque nuestra naturaleza se resista a dar ese último paso que no es fin, sino comienzo. La antigua cristiandad denominaba, con todo acierto, al día de la muerte, "dies natalis", día del nacimiento a la Vida de verdad, y con esa mentalidad deberíamos acercarnos todos a la muerte.

    En todo tiempo la piedad cristiana identificó en breves jaculatorias el deseo que a todos los cristianos debe animar respecto a su muerte: que en la última agonía está muy cerca de nosotros la Madre de Dios, como estuvo al pié de la Cruz cuando su Hijo moría.

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    La Eutanasia. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos
    ReynoDeGranada y donjaime dieron el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    1º Los juramentos imagino que no son inamovibles, el tiempo pasa y la sociedad evoluciona junto con las religiones, imagino que Hipocrates no era cristiano y sostenía otro tipo de creencias. Las leyes tampoco son eternas y lo que antes se permitia ahora no y viceversa. Asi pues no encuentro ningún obstáculo en un juramento que claramente esta obsoleto debido a la petición de muchos. Tampoco seria matar propiamente, seria un acto de misericordia, de bondad, muchos ya deciden sobre vidas ajenas que no les pertenecen, es mucho pedir poder decidir sobre la propia muerte?¿. Yo creo que no, y pienso que muchos médicos estarían conmigo ante la visión de el sufrimiento de algunos enfermos en ese transito, además, los médicos no pueden saber como se siente otros y que dolores padecen por mucho que empaticen. Cuantas veces me ha dicho a mi por ejemplo al hacerme una mamografía: Tranquila, no duele, perdona?¿, pon tu un huevo en la maquina y que te lo aplasten hasta que solo sea un filete (eso es lo que pienso del que hace la mamografía, de ninguna manera le pediría a usted que ofreciera un testículo), a ver si duele o no duele. Esto es solo un ejemplo de la valoración de cualquier medico sobre el dolor.

    2º y 3º Discrepo, no solo es una cuestión moral, aunque el mayor peso reside ahí, en nuestro grado de moralidad, eso, debe de ser legislado y tratado con profundidad, tampoco es cuestión de que cualquier medico que decida matar a un paciente lo haga con impunidad (habría casos seguro).

    4º Si no fuésemos jueces de nada, entendiendo esto que abarca a todos, las leyes no existirían.

    5º Nunca me he sentido pisoteada, si incomprendida, yo no llego aquí cargada de prejuicios, y si, a ver, a mi no me gustan demasiado los gitanos, tampoco conecto con latinoamericanos, no es una cuestión de rechazo, es solo una cuestión de preferencias y aunque cuento con amigas/os gitanos y sudamericanas/os, por lo general ni me gustan ni los entiendo. Esto no es racismo, porque soporto perfectamente a otras etnias, y detesto a otras tantas. Esto…no lo decido yo, si no mis prejuicios que son inevitables como casi todo en mi. Los prejuicios son casi siempre positivos, una puede equivocarse pero es mejor andar con pies de plomo y no prescindir de los prejuicios. A una persona sin prejuicios un tigre se la puede merendar en la selva, y claro…existe la posibilidad de que se equivoque, pero cuales son las proporciones acertadas?¿. no lo se.

    Si usted es sudamericano o gitano, no se sienta atacado, solo se trata de mis prejuicios, yo entiendo que muchos los tengan sobre mi, no me importa, para mi, los prejuicios y mentiran entran dentro del mundo de las posibilidades. Espero no ofender a nadie con mis declaraciones, no es mi intención.
    Disculpe…pero la fe en si es machista, a una mujer no se le permite acceder a un puesto alto en la jerarquía eclesiástica, y no me venga con que cada uno cumple su función y todas son igualmente importantes, porque tanto usted como yo, sabemos que no es asi. Incluso Jesus parece excluirlas de sus apostoles, eso no me parece justo, pero bueno,. Imagino que muchas cosas en las santas escrituras no lo son, y presupongo que Jesus también contaria con sus propios prejuicios. No voy a profundizar demasiado en eso puesto que imagino…que usted va a contestar que no hable de lo que no se, si me ciñera a eso, no podría hablar de nada y no creo que todos los foreros de aquí, sepan la mayoría de lo que están hablando con profundidad.

    6º Cambiaria de actitud si considerara que mi comportamiento es incorrecto, lo es¿?, los cambios a nivel del ser son prácticamente imposibles, como ya he dicho, me gustaría creer en Dios, pero algo (imagino que mi super yo) no me lo permite, me gustaría ser mas feliz, mas afectuosa, mas empática, mas sociable…Como digo, puedo echar mano de la mentira y fingir por un tiempo, pero eso…a quien beneficiaria?¿, a mi no, fingir a tiempo completo es agotador, y a ustedes menos, ya que estarían compartiendo con un personaje ficticio.

    Aun sin tener que fingir…ahora mismo me pregunto si quien escribe esto (yo), es mi yo verdadero y si mi super yó no esta intentando engatusarle para tener algún aliado aquí. Quiero pensar que la que se dirige a usted lo hace bajo su yo verdadero sin que la empuje su super yo (Si, lo se, mis pensamientos muchas veces son vulgarmente muy complejos, no se si me esta entendiendo).



    7º, 8º 9º. Leere encantada su tocho y el anterior tocho cuando mi caótico tiempo me lo permita, con lo de mi tiempo acelerado quiero decir, que tal vez a usted, un minuto le permita hacer muchas mas cosas que a mi a igual velocidad (también apunto que me distraigo con un suspiro y de ahí mi perdida de tiempo y mi consiguiente aceleración para equilibrarlo (estoy sonriendo, claro).
    Imagino que las personas como ustedes no van exponiendo sus pensamientos, ni yo los mios,. Claro esta, todos correríamos el peligro de ser linchados, mantengo la teoría…que todos llevamos dentro algo que a otros puede parecerles sucio, y las personas, aceptamos de buen grado nuestra propia suciedad sin soportar la de los demás llegando a escandalizarnos cuando se les muestra ese fango. Somos asi, creo..
    Experimentan ustedes con los pecados capitales tales como la rabia, la envidia, la lujuria?¿…vaya, crei que esos pecados eran mios en exclusiva.
    10ºc Creo que ya he contestado a eso.
    11º, 12º, 13º: No tengo el don de caer bien sin mas, lo he intentado mil veces sin resultado, asi que si he sobrevivido a todo eso, presupongo que no lo necesito. Practico el arte de no necesitar, o lo intento, creo que ahí esta justamente la clave de la felicidad. Que si soy feliz?¿, vaya, no, aun necesito un millón de cosas, igual alcance la felicidad cuando no necesite necesitar.
    Yo no cierro las puertas a nada, pero tampoco voy a mentirle diciendo que…voy a formar parte del grupo de cristianos que anda por ahí camuflados, que me gustaría?¿, por supuesto, pero no es tan sencillo, y ahora mismo, me parece inalcanzable y pienso que asi será hasta el fin de mis tiempos.

    Y hablando de tiempo…se agota el mio dedicado a compartir, asi que vuelvo a mi realidad históricamente anarquista-
    Esperando que también usted sea capaz de leer tochos infumables y con lenguaje callejero le envio un saludo.

    Es un placer.
    Última edición por Amazonia; 11/12/2015 a las 23:18

  9. #9
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Cita Iniciado por Amazonia Ver mensaje
    1º Los juramentos imagino que no son inamovibles, el tiempo pasa y la sociedad evoluciona junto con las religiones, imagino que Hipocrates no era cristiano y sostenía otro tipo de creencias. Las leyes tampoco son eternas y lo que antes se permitia ahora no y viceversa. Asi pues no encuentro ningún obstáculo en un juramento que claramente esta obsoleto debido a la petición de muchos. Tampoco seria matar propiamente, seria un acto de misericordia, de bondad, muchos ya deciden sobre vidas ajenas que no les pertenecen, es mucho pedir poder decidir sobre la propia muerte?¿. Yo creo que no, y pienso que muchos médicos estarían conmigo ante la visión de el sufrimiento de algunos enfermos en ese transito, además, los médicos no pueden saber como se siente otros y que dolores padecen por mucho que empaticen. Cuantas veces me ha dicho a mi por ejemplo al hacerme una mamografía: Tranquila, no duele, perdona?¿, pon tu un huevo en la maquina y que te lo aplasten hasta que solo sea un filete (eso es lo que pienso del que hace la mamografía, de ninguna manera le pediría a usted que ofreciera un testículo), a ver si duele o no duele. Esto es solo un ejemplo de la valoración de cualquier medico sobre el dolor.

    2º y 3º Discrepo, no solo es una cuestión moral, aunque el mayor peso reside ahí, en nuestro grado de moralidad, eso, debe de ser legislado y tratado con profundidad, tampoco es cuestión de que cualquier medico que decida matar a un paciente lo haga con impunidad (habría casos seguro).

    Bueno, yo tampoco dispongo de todo mi tiempo, pero considero necesario hacer algunas precisiones. El juramento hipocrático no es algo obsoleto, sino un universal aceptado por toda la comunidad médica mundial, y habremos de suponer al menos que esa comunidad está conformada por un número enorme de personas con una formación superior que algo saben del asunto. Por tanto, el decir que está obsoleta es ignorancia, y no soy yo quien se pone en ese lugar. Y, en cualquier caso, lo obsoleto es la propia ignorancia, aunque hoy en día esté más extendida que nunca.

    La cuestión del dolor es subjetiva y depende de cada persona, y es algo que se puede comprobar diariamente en cada persona. Así hay quienes lo aguantan perfectamente, otros que no soportan ni un catarro, otros que se quejan de todo y quienes se callan y lo ofrecen como sacrificio. Por tanto, evaluar el dolor ajeno por la propia sensibilidad no tiene objeto.

    Sobre la eutanasia en sí, le recomendé que leyese ese "tocho", como usted dice, en el que desde el Departamento de Humanidades Biomédicas de la Universidad de Navarra exponen toda la problemática que hay alrededor del tema, desde los aspectos morales, hasta los sociales y políticos, pasando por los legales para finalmente llegar a los religiosos. Tal como le dije, este tema ya ha sido tratado en otros hilos hace tiempo, pero como hay quienes en lugar de buscar en los fondos encuentran más cómodo abrir nuevos hilos con los mismos temas, pues pasa esto. Es fácil caer en la repetición, últimamente me ha pasado en dos ocasiones, pero sobre cuestiones más concretas, poco comunes, no sobre temas tan generales, tan de estar en el plano de la noticia del día. En cualquier caso, usted debería entender que, y a veces parece que lo hace, que aquí estamos un grupo de personas que tenemos ideas comunes y que no vamos a cambiar de opinión sólo porque pueda haber quien no está de acuerdo. Las valoraciones sobre la eutanasia que yo hago o tengo, no son sólo unas simples opiniones, sino ideas basadas en el conocimiento en profundidad que otros me han transmitido.

    4º Si no fuésemos jueces de nada, entendiendo esto que abarca a todos, las leyes no existirían.
    No es lo mismo, no es igual legislar sobre un impuesto, por ejemplo, que decidir quien vive y quien muere. Usted podrá considerar que aplicar la eutanasia debe ser fácil, y yo le aseguro que no. Lea usted, lea, porque todas las objeciones que usted pone tienen respuesta en ese "tocho". Además, ser juez tampoco es lo mismo que legislador, el juez interpreta y aplica la ley que el legislador ha elaborado. Y hay leyes inmutables, por ejemplo: NO MATAR.

    5º Nunca me he sentido pisoteada, si incomprendida, yo no llego aquí cargada de prejuicios, y si, a ver, a mi no me gustan demasiado los gitanos, tampoco conecto con latinoamericanos, no es una cuestión de rechazo, es solo una cuestión de preferencias y aunque cuento con amigas/os gitanos y sudamericanas/os, por lo general ni me gustan ni los entiendo. Esto no es racismo, porque soporto perfectamente a otras etnias, y detesto a otras tantas. Esto…no lo decido yo, si no mis prejuicios que son inevitables como casi todo en mi.
    Yo no le estoy hablando de prejuicios raciales, sino de la naturaleza del prejuicio, y cuando le dije que no quería meterme en Filosofía, es que buscaba no entrar a dar lecciones magistrales de nada, sino establecer un mínimo de comprensión de lo que son esas valoraciones "irracionales" casi siempre. Irracionales en el sentido de no comprobadas sino basadas en simples juicios personales. La naturaleza de los prejuicios es objeto de estudio de la Sociología, la Psicología Social, la Antropología, la Psicología, la Psiquiatría y la Filosofía, por algo será ¿ o no?

    Los prejuicios son casi siempre positivos, una puede equivocarse pero es mejor andar con pies de plomo y no prescindir de los prejuicios.
    Son justo lo contrario. Pero con su afirmación demuestra que si tiene prejuicios negativos, que aquí ha llegado cargada de ellos y de que no se corta en exponerlos.

    A una persona sin prejuicios un tigre se la puede merendar en la selva, y claro…existe la posibilidad de que se equivoque, pero cuales son las proporciones acertadas?¿. no lo se.
    No hay prejuicio ante cual va a ser el comportamiento de un tigre en plena naturaleza. Además, no es lo mismo pre-juicio que precaución.

    Si usted es sudamericano o gitano, no se sienta atacado, solo se trata de mis prejuicios, yo entiendo que muchos los tengan sobre mi, no me importa, para mi, los prejuicios y mentiran entran dentro del mundo de las posibilidades. Espero no ofender a nadie con mis declaraciones, no es mi intención.
    Descuide soy español, vasco por más señas. Y no me siento atacado por sus prejuicios raciales, aunque siendo mallorquina podría ser que si. La razón es que mi mujer lo es y, sinceramente, lo que he podido conocer de la gente de Mallorca, de los nativos, no es para poner en un marco precisamente. Pero eso no es un prejuicio por mi parte, sino producto de la experiencia de haber convivido lo suficiente con mallorquines. No obstante, no es mi intención polemizar sobre el tema, ya que forma parte de mi entorno personal y no es transferible o tratable.

    Disculpe…pero la fe en si es machista, a una mujer no se le permite acceder a un puesto alto en la jerarquía eclesiástica, y no me venga con que cada uno cumple su función y todas son igualmente importantes, porque tanto usted como yo, sabemos que no es asi. Incluso Jesus parece excluirlas de sus apostoles, eso no me parece justo, pero bueno,. Imagino que muchas cosas en las santas escrituras no lo son, y presupongo que Jesus también contaria con sus propios prejuicios. No voy a profundizar demasiado en eso puesto que imagino…que usted va a contestar que no hable de lo que no se, si me ciñera a eso, no podría hablar de nada y no creo que todos los foreros de aquí, sepan la mayoría de lo que están hablando con profundidad.
    Empezaré por el final, la mayoría de los foristas que hay aquí y que no dominan un tema no hablan de él, y yo me incluyo. En efecto, y ahora voy al comienzo de esta cita, decir que la fe es machista es una solemne tontería. Las razones son tan obvias que no habría ni que hablar de ellas, pero bueno usted se empeña. La fe ni es masculina, ni femenina, la fe es creencia y punto. Y es que, en efecto, usted muestra una enorme ignorancia al respecto, ¿y yo que culpa tengo? ¿o qué culpa tienen otros? Cuando le dije que no somos machistas ni misóginos, no estaba refiriéndome a la religión, eso lo ha sacado usted pues vuelve a la carga, vuelve al ataque y al prejuicio, ¿lo ve? Se conduce usted como ese tigre que menciona.

    4. El lenguaje vulgar, profano, obsceno, descortés con las mujeres (en especial las que participen en el foro), y otras bajezas que denoten una conducta poco caballerosa, será sancionado. Se exige a todos los componentes, tanto hombre como mujeres, un comportamiento de acuerdo con su condición.


    ¿Sabe de dónde sale esta frase? Pues es el Punto 4 de las Normas de Hispanismo.org Pero es que nosotros, en general, estos personajes que usted afirma dudar que existan, hemos recibido una educación en esos valores de respeto a la mujer. Y mire, la educación es socialización, lo que significa que la educación de los peques de la casa empieza en el mismísimo instante en el que son depositados en brazos de la mami después del parto, no tres o cuatro años después cuando van al colegio o un poco antes si es a la guardería, en tales casos van con años de retraso. Esa es una diferencia total y absoluta con lo que hoy se viene padeciendo de un error tras otro. ¿No lo comparte, no le gusta? pues lo siento mucho porque no voy a hacerle caso, en particular porque mis hijas ya son independientes, pero aunque volviese a empezar, volvería a conducirme igual.

    Luego, lo que dice de Cristo es mejor ni comentarlo, de verdad. Pero si le voy a comentar algo que debería no pasar nunca por alto, no se pueden juzgar los acontecimientos pasados con la mentalidad actual. Esa es una mentalidad obtusa y abstrusa, es el colmo de la estulticia tan propia del rebaño, irracional como un cardumen y patética de pura ignorancia. Resulta indignante, voy a ser maleducado, cabreante, tirar tantísimo dinero en pretender formar a gente que con saber leer y escribir tendrían más que de sobra. Y no es una cuestión de discriminación, sino un hecho constatado por la experiencia, en mi caso de 25 años, de docencia continuada. Me saca de las casillas comprobar como cada curso casi 6.000 euros por alumno van al retrete, mientras hay muchos millones de pequeños y no tan pequeños, ansiosos por ir a una escuela y que no tienen ni la opción de coger un lápiz.

    6º Cambiaria de actitud si considerara que mi comportamiento es incorrecto, lo es¿?, los cambios a nivel del ser son prácticamente imposibles, como ya he dicho, me gustaría creer en Dios, pero algo (imagino que mi super yo) no me lo permite, me gustaría ser mas feliz, mas afectuosa, mas empática, mas sociable…Como digo, puedo echar mano de la mentira y fingir por un tiempo, pero eso…a quien beneficiaria?¿, a mi no, fingir a tiempo completo es agotador, y a ustedes menos, ya que estarían compartiendo con un personaje ficticio.
    Usted sabe perfectamente que su comportamiento aquí no es correcto. Es algo que ha venido practicando desde el momento en el que se registró. Afirma tener mucha curiosidad, pues para satisfacerla no es necesario registrarse, ya que el acceso a la mayor parte de los foros e hilos está abierto a la lectura. Y, por supuesto, nada de lo que dice tiene nada que ver con DIOS, la Teología es algo muy diferente y de lo que usted tampoco sabe, es más, ni siquiera está en condiciones de juzgar cuáles son los conocimientos de otros al respecto. Yo no he pretendido que usted cambie su forma de ser, sólo que sea usted más educada. No pretendo que finja lo que no es, sólo que sea más respetuosa. No se da usted cuenta, pero sospecho que esas incomprensiones que afirma haber tenido, posiblemente se las haya buscado usted misma.

    Aun sin tener que fingir…ahora mismo me pregunto si quien escribe esto (yo), es mi yo verdadero y si mi super yó no esta intentando engatusarle para tener algún aliado aquí. Quiero pensar que la que se dirige a usted lo hace bajo su yo verdadero sin que la empuje su super yo (Si, lo se, mis pensamientos muchas veces son vulgarmente muy complejos, no se si me esta entendiendo).
    El mejor aliado que puede tener aquí es usted, se consigue siendo más..., respetuosa, amable, simpática, educada, etc., con la gente que aquí participa. Se consigue no pretendiendo reventar los valores que aquí se comparten, ya que hay cuestiones en las que se difiere, pero existe una base, un fundamento común que no es discutible. Es lo mismo que en cualquier casa, asociación, institución, etc. Y piense, que el sitio tiene propietario, no soy yo descuide, pero si que es de alguien, luego aunque no sea más que por respeto a esa persona, corresponda usted sin convertirse en una hipócrita, porque hasta ahora se ha comportado como una cínica. Y no tome estos términos como insultos u ofensas, se trata de comportamientos con esos nombres. Como verá yo también soy sincero y directo, cuando podría ser mucho más suave. ¿Engatusarme? no me conoce.



    7º, 8º 9º. Leere encantada su tocho y el anterior tocho cuando mi caótico tiempo me lo permita, con lo de mi tiempo acelerado quiero decir, que tal vez a usted, un minuto le permita hacer muchas mas cosas que a mi a igual velocidad (también apunto que me distraigo con un suspiro y de ahí mi perdida de tiempo y mi consiguiente aceleración para equilibrarlo (estoy sonriendo, claro)

    Claro, no hay prisa, pero mientras lo hace ¿para qué seguir con mensajes acerca del tema del hilo si no lo ha leído antes?


    Imagino que las personas como ustedes no van exponiendo sus pensamientos, ni yo los mios,. Claro esta, todos correríamos el peligro de ser linchados,
    Se llama mantener las formas, pero aquí si expresamos una buena parte de lo que pensamos, no todo claro porque tal como le dije faltan elementos necesarios: gestualidad, rostro, tono de voz...

    mantengo la teoría…que todos llevamos dentro algo que a otros puede parecerles sucio, y las personas, aceptamos de buen grado nuestra propia suciedad sin soportar la de los demás llegando a escandalizarnos cuando se les muestra ese fango. Somos asi, creo..
    "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra" (Jn 8, 1-11) No obstante, la parte íntima de cada cual es algo que pertenece al ámbito de la conciencia y de nada sirve airearlo. Más aún, ni es relevante, ni es interesante.

    Experimentan ustedes con los pecados capitales tales como la rabia, la envidia, la lujuria?¿…vaya, crei que esos pecados eran mios en exclusiva.
    10ºc Creo que ya he contestado a eso.
    Lo que llama rabia es el pecado de la Ira, y claro, por eso son pecados y por eso son capitales. Pero hay una diferencia sustancial entre luchar contra la tentación, o dejarse llevar por ella. Lo débil es lo segundo, la fortaleza está en el rechazo.

    11º, 12º, 13º: No tengo el don de caer bien sin mas, lo he intentado mil veces sin resultado, asi que si he sobrevivido a todo eso, presupongo que no lo necesito.
    Usted sabrá, pero vivir en sociedad es precisamente saber estar en ella. Lo contrario sólo trae enfrentamientos y aislamiento inútil.

    Practico el arte de no necesitar, o lo intento, creo que ahí esta justamente la clave de la felicidad. Que si soy feliz?¿, vaya, no, aun necesito un millón de cosas, igual alcance la felicidad cuando no necesite necesitar.
    Pues diría que parece lo contrario cuando afirma sentir una enorme curiosidad. Si fuese como afirma ahora este sitio no le diría nada y no necesitaría estar aquí. Con ello no la estoy invitando a nada, sólo haciéndole notar que se contradice. ¿La clave de la felicidad? ¿es usted feliz en este valle de lágrimas sin cuento? chocante.

    Yo no cierro las puertas a nada, pero tampoco voy a mentirle diciendo que…voy a formar parte del grupo de cristianos que anda por ahí camuflados, que me gustaría?¿, por supuesto, pero no es tan sencillo, y ahora mismo, me parece inalcanzable y pienso que asi será hasta el fin de mis tiempos.
    Claro, no necesita cerrar lo que tiene cerrado, es que ya lo está. Tampoco yo le he dicho que se camufle de cristiana y vaya con gente también camuflada, ¡vaya panda de hipócritas serían! Lo que yo le he dicho es que se conduzca usted AQUÍ de otro modo, ya que eso le traería a usted buenos resultados, pero es que usted no quiere.

    Y hablando de tiempo…se agota el mio dedicado a compartir, asi que vuelvo a mi realidad históricamente anarquista-
    Esperando que también usted sea capaz de leer tochos infumables y con lenguaje callejero le envio un saludo.
    "O sá, k lla tiene la olla a buena presión y se va a dedicá a su keli. Vá tía, ke guay." ¿Se refiere a lenguajes tribales más o menos similares a ese? ¿ha leído usted alguna vez el lenguaje de "canis" y "chonis"? Mis carcajadas se escucharon en Sebastopol. Por razones profesionales conozco toda una diversidad de ambientes sociales y sus formas de expresión, incluido en el que mis padres me educaron, y ese es el que prefiero por encima de todo, siendo que los otros me suponen un esfuerzo y hasta un sacrificio cuando me toca aguantarlos.

    Saludos.

    Es un placer.
    Tómese el helado de chocolate, seguro que se endulza un poco.
    Última edición por Valmadian; 12/12/2015 a las 02:06
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  10. #10
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    No alcanzo a comprender su rebote, que le ha molestado tantisimo¿?, le aseguro que estoy muy sorprendida ante su ataque, que, pero que...crei ser lo suficientemente suave, intento ser cuidadosa pero al parecer no es suficiente, lo curioso que su respuesta tampoco es suave, por no decir que su educacion no parece tan alejada de la mia cuando insinua que mis padres no me han dado una educacion decente, y ahi si que me siento tocada como usted comprendera.

    Le trato de usted, no he vertido ni una sola palabrota, me he repasado y...no encuentro explicacion alguna en las formas y deduzco que lo que le molesta quizas es el fondo. Se que tengo que controlar mis pensamientos inevitables, sobre lo que mme gusta o disgusta y sobre lo que soporto o no, no creo que deba de evitar esos pensamientos por mostrar mas educacion, si no que intentare controlar para no darles la oportunidad de expulsarme. Asi pues retomare el tema y si lo desea...le dare cualquier tipo de explicacion en privado, pero no aqui.

    Retomare el tema.

    Entiendo pues que el juramento Hipocratico es algo inamovible (para mi no lo es pero al parecer si lo es para usted y no ha lugar a replica, no se puede debatir, esta prohibido como tantas otras cosas aqui, vale) tampoco encuentro necesario que un medico sea quien aplique la eutanasia, por ejemplo, en el caso Sanpedro el se vio obligado a pedir ayuda y lo consiguio, asi pues...bien se podria crear una especie de grupo o comision preparada para ello y aplicar lo que para un medico parece ser un imposible. Es curioso, muchos medicos han practicado abortos sin que este juramento les condicione tantisimo por estar protegidos por la ley, no entiendo porque en este caso parece ser tan diferente. Pero oiga, si usted dice que no se puede no se puede, yo reulo y grito a los cuatro vientos que no se puede y asi no quedo expuesta en este foro. Imagino que es eso lo que desea leer y no cualquier otro pensamiento discrepante que ni usted ni nadie aqui parece dispuesto a tolerar. Espero que esto si sea de su agrado, usted gana.

    Las leyes son inmutables?¿, que raro, juraria que antaño se aplicaba el garrote vil que mataba y que precisamente no hacia cosquillas, pena de muerte y que ahora...eso queda modificado y la pena maxima es cadena perpetua. Pero si usted dice que tambien eso es inmutable...sera, vaya, usted vuelve a ganar.

    Yo jamas he dicho que mis prejuicios sean racionales, pero si usted dice que eso seria meterse y bucear en filosofia, sociologia y un millon de cosas mas que yo no voy a entender...pues estupendo, punto para usted.

    Yo no he dicho en ningun momento que yo sea mallorquina, en realidad solo vivo aqui y ese seria otro tema y hoy no me apetece exponerme. eso seria ser una suicida virtual, no cree?¿. De momento...no tengo nada contra los vascos.

    Por supuesto que la fe no entiende de generos (hasta ahi podiamos llegar), si la iglesia y sus escalones jerarquicos, pero...no importa, este tampoco es el tema y yo pierdo.


    Podria apuntarme cual ha sido mi lenguaje verbal no adecuado¿?, , ya es curiosidad, si me lo señala yo podre modificarlo, le aseguro que puedo sustituir las palabras que a usted le ofenden tantisimo y asi no incumplire el apartado 4º sobre el comportamiento en el foro.

    Yo solo tengo respeto por las personas, miento, tengo respeto con las personas que me muestran respeto, puedo fingir respeto por alguien que no me muestra respeto, pero de ahi a tenerselo...

    Y claro, si dice usted que su postura ante la eutanasia no salen de usted, si no de grandilocuentes escritos por expertos sobre el tema...que puedo decir yo¿?. Puedo descartar mi derecho a si llegado el caso tener una buena muerte?¿, a quien perjudicaria eso?¿, mi derecho a decidir imagino que no es tan importante como el juramento hipocratico que oh, tiene un chorro de años y es inamovible, y mucho mas importante durante el proceso de mi muerte, es las voces que se alzan y deciden por mi que aguante hasta las ultimas consecuencias, es decir, hasta la muerte, condenandome sin quererlo ni beberlo a la condena de sufrir hasta el fin de mis dias (sean estos los que sean).

    Si bien un feto no puede ddecidir cuando se practica un aborto, en ese caso en muchisimas ocasiones (caso Sanpedro), si tiene uno la capacidad de decidir, decidir terminar y acabar con el dolor, pero eso, basandose en una etica, una moral, una religion o una posicion politica termina afectandome a mi aunque no forme parte de ninguno de esos grupos, es justo?¿, claro, usted dira que si y yo tendre que ser nuevamente educada y darle la razon, que imagino que es lo que quiere. Usted gana nuevamente...


    Sinceramente, usted como la banca siempre gana, no ha lugar a debate o discrepancias, y ante tal posicion no me queda otra que retirarme de el tema por diversas razones. O me expulsara, o me llamara maleducada y me dira que mis padres no me han proporcionado educacion, o me insultara llamandome ignorante apoyado en que usted es universitario y yo no,,,o me recordara el punto cuatro de este foro, o...tengo margen de maniobra?¿, digame usted donde esta ese margen.

    Podria usted practicarme una eutanasia virtual, y pedir mi expulsion (no, eso no seria eutanasia, si no asesinato, ya que yo no lo deseo ni lo pido explicitamente), esto es un ejemplo ante las diferencias de eutanasia y crimen o asesinato, el que desea la eutanasia lo pide, lo expresa, lo ruega, eso...no es matar para mi, si no evitar un padecimiento. hace muy poco unos padres pidieron que dejaran morir a su hija, la noticia salto a los informativos, usted pensara que esos padres no amaban a su hija, por mucho que usted intente silenciarme...yo seguire creyendo que por parte de los padres daban a su hija un amor infinito dejando de pensar en ellos para proporcionar a su hija una muerte no dolorosa. Pero usted manda, y...

    Si me esta pidiendo que me camufle, porque ante la mas minima discrepancia usted amenaza, eso si, educadidsimamente, me pide educacion que no ofrece, eso si, educadamente, me pide que no cuestione ni uno solo de sus pensamientos, educadamente...pues bueno, imagino que si, es usted el universitario, usted sabra.


    No entiendo su ultimo parrafo, "O sá, k lla tiene la olla a buena presión y se va a dedicá a su keli. Vá tía, ke guay", mucho me temo que no soy lo suficientemente choni.

    Cuando tenga algun margen de maniobra, me gustaria que me lo hiciera saber, solo asi podre seguir participando en este hilo como en otros en los que ya estoy vetada.

    Siempre a sus pies y le ruego encarecidamente que no vea en arrastrarme a sus pies ni el mas minimo trazo de gesto cinico (espero haber sido lo suficientemente rimbombante en mi despedida de hoy aunque seguramente puedo mejorarlo)

    Usted gana siempre, por supuesto.


  11. #11
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Cita Iniciado por Amazonia Ver mensaje
    No alcanzo a comprender su rebote, que le ha molestado tantisimo¿?, le aseguro que estoy muy sorprendida ante su ataque, que, pero que...crei ser lo suficientemente suave, intento ser cuidadosa pero al parecer no es suficiente, lo curioso que su respuesta tampoco es suave, por no decir que su educacion no parece tan alejada de la mia cuando insinua que mis padres no me han dado una educacion decente, y ahi si que me siento tocada como usted comprendera.
    Empezaré por e,l final, yo a sus padres ni los he mencionado, y si lo he hecho ya me indicará donde, y tampoco he insinuado que no la hayan educado. le dije que llevo un cuarto de siglo dando clase y que la gente, es decir toda esa masa de personas que siendo papis, mamis, o nada si no tienen niños, siguen sin enterarse de las diferencias entre educar y formar. Repito, en sentido general, y que eso pasa en este país, ¿en otros también? no lo sé, yo no vivo ni trabajo en ellos. No sé muy bien por qué, pero parece haber gente empeñada en poner ideas, palabras o frases en boca de otros que nunca se han dicho o pronunciado. En efecto, mi respuesta no ha sido suave, pero es que corresponde al tono que usted misma utiliza siempre ¿por qué se queja? ¿se da cuenta de que así no se llega a ninguna parte? Respecto a la educación que tenemos cada uno, mejor ni mencionarlo si no vamos a llegar a un acuerdo. En cualquier caso yo a usted no le he faltado en nada y usted a mi como católico si, lo hace continuamente, cada vez que suelta alguno de sus prejuicios, o sea, constantemente. .

    Le trato de usted, no he vertido ni una sola palabrota, me he repasado y...no encuentro explicacion alguna en las formas y deduzco que lo que le molesta quizas es el fondo. Se que tengo que controlar mis pensamientos inevitables, sobre lo que mme gusta o disgusta y sobre lo que soporto o no, no creo que deba de evitar esos pensamientos por mostrar mas educacion, si no que intentare controlar para no darles la oportunidad de expulsarme. Asi pues retomare el tema y si lo desea...le dare cualquier tipo de explicacion en privado, pero no aqui.
    Yo también la trato de usted, en todo momento y desde el mismo comienzo del intercambio de mensajes. En cuanto a las palabrotas no son necesarias para decir ciertas cosas, para eso existen los sinónimos, antónimos, expresiones irónicas, sarcásticas, etc., y un sinfin de términos que según el contexto pueden adquirir unos significados u otros. En lo concerniente a los modos, mire se llama convivencia, es decir, si yo salgo a la calle y empiezo a soltar toda clase de burradas por todo lo que veo, acabaré en una comisaría, a tortazos con alguien o, si lo convierto en una costumbre diaria, con una apoplejía. Pues aquí igual, este sitio no deja de ser una forma societaria y el modo de que no la expulsen -no seré yo, desde luego-, es comportarse adecuadamente. El sitio es católico, bueno pues no se meta con Dios, la Iglesia o los católicos. El sitio tiene una tendencia política determinada, pues no pretenda llevar la contraria siempre, ignore algunas cuestiones. El sitio es antiabortista, pues no salga haciendo una apología del aborto. En el sitio se considera la homosexualidad como una aberración, vale, a usted le molesta que se diga eso, pero es que el sitio, tal como le dije, es privado y esa es la tendencia de la totalidad, así que nadie va a cambiar ese hecho. Además, de considerar que los demás tienen el derecho de manifestarse como crean oportuno, aunque eso suponga ser políticamente incorrectos, tendencia marcada por los que lo son precisamente pero pretenden imponerse a los demás, ¡qué casualidad!

    Todas estas cuestiones, y otras muchas, tienen sus paralelismos cuando vamos a una casa ajena, o cuando se ingresa en una asociación, club, partido político, sindicato, y hasta en una pandilla de amigos. ¿Por qué aquí ha de ser diferente?

    Retomare el tema.
    Si, mejor.

    Entiendo pues que el juramento Hipocratico es algo inamovible (para mi no lo es pero al parecer si lo es para usted y no ha lugar a replica, no se puede debatir, esta prohibido como tantas otras cosas aqui, vale)
    Lo que debe entender es que ni usted ni yo somos médicos, es decir, ni usted ni yo podemos imponer a los médicos del planeta, habidos, que hay y que habrá, qué juramento han de pronunciar y cumplir. Es así de simple, y su actitud es una muestra clara de que no respeta los acuerdos, convenciones y convicciones de otros, simplemente porque no se ajustan a sus esquemas. y es que, encima, no hablamos de cuatro gatos, sino de millones de personas, muchas más que la población de países pequeños. Por tanto, a la hora de debatir sobre esta cuestión, y dado su empecinamiento, le sugiero que en lugar de estar insistiendo aquí sobre ello, se registre en un foro médico y lo diga allí. Por cierto, dicho juramento también se aplica a la enfermería, no sólo a la medicina. O sea, que el número de comprometidos se dispara más todavía.

    tampoco encuentro necesario que un medico sea quien aplique la eutanasia, por ejemplo, en el caso Sanpedro el se vio obligado a pedir ayuda y lo consiguio, asi pues...bien se podria crear una especie de grupo o comision preparada para ello y aplicar lo que para un medico parece ser un imposible. Es curioso, muchos medicos han practicado abortos sin que este juramento les condicione tantisimo por estar protegidos por la ley, no entiendo porque en este caso parece ser tan diferente. Pero oiga, si usted dice que no se puede no se puede, yo reulo y grito a los cuatro vientos que no se puede y asi no quedo expuesta en este foro. Imagino que es eso lo que desea leer y no cualquier otro pensamiento discrepante que ni usted ni nadie aqui parece dispuesto a tolerar. Espero que esto si sea de su agrado, usted gana.
    Usted sigue empecinada en discutir sobre mis convicciones, que son mías y no las va a cambiar eso se lo aseguro, en lugar de LEER EL "TOCHO" que es donde encuentra usted todas esas respuestas. Porque usted pretende que yo cambie las leyes de este país, y que les cambie la opinión y mentalidad a los médicos, y encima cree que no cambia nada porque yo tengo que tener la razón y punto en boca. Mire así no vamos a ninguna parte. Léase el "tocho" que yo ya he hecho, y la prueba es que las negritas, cursivas, subrayados, cambios de color, etc., etc., son míos y no están en el texto original que se puede leer en el enlace, y así habrá una base de discusión, no la apetencia de una señora que se empeña en estar incordiando porque no le gusta lo que aquí se dice.

    Las leyes son inmutables?¿, que raro, juraria que antaño se aplicaba el garrote vil que mataba y que precisamente no hacia cosquillas, pena de muerte y que ahora...eso queda modificado y la pena maxima es cadena perpetua. Pero si usted dice que tambien eso es inmutable...sera, vaya, usted vuelve a ganar.
    Ve como saca las cosas de contexto, ¿qué tiene que ver el garrote vil, o la guillotina, la cámara de gas, la silla eléctrica, la horca, el paredón, el degollamiento, el enterramiento en vida, el disparo en la nuca, etc., etc., con que hay leyes inmutables fundamentadas en el Derecho natural?

    Yo jamas he dicho que mis prejuicios sean racionales, pero si usted dice que eso seria meterse y bucear en filosofia, sociologia y un millon de cosas mas que yo no voy a entender...pues estupendo, punto para usted.
    Decididamente no entiende usted nada.

    Yo no he dicho en ningun momento que yo sea mallorquina, en realidad solo vivo aqui y ese seria otro tema y hoy no me apetece exponerme. eso seria ser una suicida virtual, no cree?¿. De momento...no tengo nada contra los vascos.
    Al comienzo si, y luego lo cambio por catalana. Por otra parte, ¿exponerse a qué? ¿a un suicidio virtual, por qué? ¿de qué habla?

    Por supuesto que la fe no entiende de generos (hasta ahi podiamos llegar), si la iglesia y sus escalones jerarquicos, pero...no importa, este tampoco es el tema y yo pierdo.
    ¿Le pongo la cita donde lo afirma, o no es necesario? Mire el machismo es la otra cara de esa ideología llamada feminismo. Y aquí, al igual que en la Iglesia, no se practica. El problema es que usted, y otros como usted, no perteneciendo a Ella pretenden decirnos a los que si como hemos de comportarnos en Ella, qué normas y reglas hemos de tener. Y todas acordes con sus preferencias y gustos, las de ustedes, no con los nuestros. Pues llegan 2.000 años tarde. De manera que si no le gusta, ya sabe lo que ha de hacer, y eso es igualmente válido para el sitio, pues aquí nadie la ha obligado a registrarse, ni la obligamos a participar. Hacer lo que hace se llama mala educación e impertinencia, puede consultar ambas ideas en cualquier diccionario.


    Podria apuntarme cual ha sido mi lenguaje verbal no adecuado¿?, , ya es curiosidad, si me lo señala yo podre modificarlo, le aseguro que puedo sustituir las palabras que a usted le ofenden tantisimo y asi no incumplire el apartado 4º sobre el comportamiento en el foro.

    Yo solo tengo respeto por las personas, miento, tengo respeto con las personas que me muestran respeto, puedo fingir respeto por alguien que no me muestra respeto, pero de ahi a tenerselo...
    Acabo de contestarle, pero a medida que voy leyendo su mensajito de marras, compruebo que está usted buscando desesperadamente la salida del sitio.

    Y claro, si dice usted que su postura ante la eutanasia no salen de usted, si no de grandilocuentes escritos por expertos sobre el tema...que puedo decir yo¿?.
    Qué forma de mezclar las cosas, de ir de una esquina a otra, según se le ocurre. Lo de "grandilocuente" se llama "conocimiento" frente a "ignorancia", ¿y qué puede decir usted? en un foro médico lo que quiera, aquí ya sabe lo que hay, luego no es otra cosa que marear la perdiz.

    Puedo descartar mi derecho a si llegado el caso tener una buena muerte?¿, a quien perjudicaria eso?¿, mi derecho a decidir imagino que no es tan importante como el juramento hipocratico que oh, tiene un chorro de años y es inamovible, y mucho mas importante durante el proceso de mi muerte, es las voces que se alzan y deciden por mi que aguante hasta las ultimas consecuencias, es decir, hasta la muerte, condenandome sin quererlo ni beberlo a la condena de sufrir hasta el fin de mis dias (sean estos los que sean).
    Nada le impide suicidarse, eso si, procure no fallar porque si no acaba en la cárcel. En cuanto a la diferencia entre el juramento hipocrático y su voluntad, no hay medida ni posible comparativa, se trata de dos cuestiones totalmente distintas. El juramento es un modelo moral que afecta a millones de personas, las cuales lo aceptan voluntariamente, y su postura personal, otro criterio moral particular de usted. ¿No le gusta? pues dedíquese a la política, haga campañas, procure que se legisle como en Holanda para implantar el TERROR en ancianos, enfermos, niños con deficiencias, mejor todavía, como en el ESTADO NAZI. ¿Ve cómo debe leer el "tocho"? ahí se habla de todo y hasta se dan datos. Pero insisto, llegado el caso puede suicidarse.

    Si bien un feto no puede ddecidir cuando se practica un aborto, en ese caso en muchisimas ocasiones (caso Sanpedro), si tiene uno la capacidad de decidir, decidir terminar y acabar con el dolor, pero eso, basandose en una etica, una moral, una religion o una posicion politica termina afectandome a mi aunque no forme parte de ninguno de esos grupos, es justo?¿, claro, usted dira que si y yo tendre que ser nuevamente educada y darle la razon, que imagino que es lo que quiere. Usted gana nuevamente...
    Pero qué pesada es usted con que yo gano. Lo que hay está determinado por la sociedad, no por mi. Además, puedo estar totalmente de acuerdo, parcialmente de acuerdo o en desacuerdo total con lo que hay. Usted den otro hilo preguntaba si hay alguna otra clase de democracia, pues en la que hay tiene usted las respuestas a sus quejas. Así que ¿a mi que me cuenta o exige? ya le he dicho que no voy a cambiar de opinión, como usted no va a cambiar la suya ¿y así qué?


    Sinceramente, usted como la banca siempre gana, no ha lugar a debate o discrepancias, y ante tal posicion no me queda otra que retirarme de el tema por diversas razones. O me expulsara, o me llamara maleducada y me dira que mis padres no me han proporcionado educacion, o me insultara llamandome ignorante apoyado en que usted es universitario y yo no,,,o me recordara el punto cuatro de este foro, o...tengo margen de maniobra?¿, digame usted donde esta ese margen.
    Es decididamente cansina, mire me aburre. No voy a repetir todo lo que ya le he dicho y sobre lo que usted vuelve a insistir en más de lo mismo una y otra vez. El margen ya sabe cuál es, si no le gusta, también conoce la salida sin esperar a que otro la expulse definitivamente.

    Podria usted practicarme una eutanasia virtual, y pedir mi expulsion (no, eso no seria eutanasia, si no asesinato, ya que yo no lo deseo ni lo pido explicitamente), esto es un ejemplo ante las diferencias de eutanasia y crimen o asesinato, el que desea la eutanasia lo pide, lo expresa, lo ruega, eso...no es matar para mi, si no evitar un padecimiento.
    Lea el "TOCHO"

    hace muy poco unos padres pidieron que dejaran morir a su hija, la noticia salto a los informativos, usted pensara que esos padres no amaban a su hija, por mucho que usted intente silenciarme...yo seguire creyendo que por parte de los padres daban a su hija un amor infinito dejando de pensar en ellos para proporcionar a su hija una muerte no dolorosa. Pero usted manda, y...
    ¿Usted qué sabe lo que yo pienso sobre aquél caso? Y mando en mi casa, si, en MI CASA.

    i me esta pidiendo que me camufle, porque ante la mas minima discrepancia usted amenaza, eso si, educadidsimamente, me pide educacion que no ofrece, eso si, educadamente, me pide que no cuestione ni uno solo de sus pensamientos, educadamente...pues bueno, imagino que si, es usted el universitario, usted sabra.
    ¿Yo la he amenazado a usted? ¿dónde? ¿cuándo? ¿de qué manera? ¿en qué términos? Mire, ser universitario no garantiza nada, pero en ocasiones la realidad es manifiesta y evidente, si usted tiene ese problema no está en mi mano solucionárselo.


    No entiendo su ultimo parrafo, "[I]O sá, k lla tiene la olla a buena presión y se va a dedicá a su keli. Vá tía, ke guay", mucho me temo que no soy lo suficientemente choni.
    Pues mire que es fácil, usted me invitaba a que me expresase de un modo callejero, y esa fue mi respuesta, y yo no la llamé "choni", sino que COMENTÉ lo que me divirtió semejante jerga, pero parece que se da por aludida.

    Cuando tenga algun margen de maniobra, me gustaria que me lo hiciera saber, solo asi podre seguir participando en este hilo como en otros en los que ya estoy vetada.
    Tales vetos no son míos, se lo puedo asegurar, garantizar y hasta firmar. En cuanto a los márgenes de maniobra, quien la ha vetado se los ha dicho con toda claridad y muy poquitas palabras, mientras yo le dedico más tiempo del debido, y mi tiempo es mío no suyo.

    Siempre a sus pies y le ruego encarecidamente que no vea en arrastrarme a sus pies ni el mas minimo trazo de gesto cinico (espero haber sido lo suficientemente rimbombante en mi despedida de hoy aunque seguramente puedo mejorarlo)

    Usted gana siempre, por supuesto.
    Puede usted postrarse ante cualquier cosa que le apetezca, pero a mi no me incordie más y menos con sus ironías sin chispa o gracia alguna.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  12. #12
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    De momento evitare contestarle, esa invitacion constante de que si no me gusta...ya se, es como una profecia, y no precisamente porque me disguste el foro, a mi casi nada me molesta, al parecer la unica molesta soy yo, y no esta en mi animo molestarle para nada.

    Feliz Navidad.

    Cuando quiera usted que le responda, hagamelo saber, solo...cuando quiera usted.

  13. #13
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Navegando por el foro de Religión, me encuentro en el hilo Religiones chorras, página 6, con este mensaje ( el # 117) de nuestro compañero ReynoDeGranada, de fecha 30/11/2014:


    "No se si la habrán puesto ya, pero hay una pseudo-religión peor que todas esas:

    La ¿iglesia? de la eutanasia. Fundada por un travelo llamado Chris Korda,afirma con una visión maltusiana del mundo que la población humana ha de reducirse y para ello se apoya en un solo "mandamiento": No procrearás. Para esto se apoyan en cuatro actos: sodomía, canibalismo, aborto y suicidio.Su eslogan es "save the planet,kill yourself".


    Cuando se juega con fuego es inevitable acabar quemándose. Es parte de un mensaje más largo, pero esta parte es la que viene al caso aquí. Lógicamente no todos los partidarios de la eutanasia llegan a tal grado de estulticia. Pero la eutanasia, por su naturaleza, supone un grave riesgo en malas manos, o sea, en la mayor parte de las mismas. La gran pregunta es: ¿el tal Chris Korda se habrá hecho ya un "selfie" quitándose de en medio, o para él no hay tal medida, sólo para otros?

    Y es que una cosa es predicar y otra dar trigo.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

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  14. #14
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    Re: La Seducción de la Muerte: Eutanasia

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Pues mira Valmadian, más de una vez me pregunté porque ese tarado no se pegó ya un tiro.Y ahora que lo has vuelto a sacar he investigado y al parecer en la web de esta secta maltusiana hay una entrevista al sujeto en cuestión donde le preguntan lo siguiente:

    -¿Los miembros de la Iglesia de la Eutanasia tienen que suicidarse?!.
    Chris Korda: ¡Por supuesto que no!. De todas formas, si alguien quiere hacerlo de verdad, que espere hasta que sea miembro. De esa manera, se convierte automáticamente en santo, sin ningún papeleo. Es importante, además, que deje una nota de agradecimiento (o echándole la culpa) a la Iglesia y, si lo desea, cualquier tipo de herencia.
    -¿Y por qué no te has suicidado tú?.
    C.K.: Quizá lo haga. Créeme, pienso en ello todos los días. Pero, a lo mejor, si suficiente gente nos presta atención y deja de procrear y de consumir tanto, podríamos ser capaces de reducir la población y construir un futuro más sostenible. Esa esperanza es lo único que me mantiene con vida; si alguna vez muere, yo moriré con ella. La cuestión es cuánto de tí mismo eres capaz de sacrificar por el resto de las especies del planeta y por las generaciones futuras.

    Nótese como este demente habla de sacrificarse por las generaciones futuras... Más bien sacrificarlas diría yo.
    En fin, visto lo visto a mi solo me queda pedir a Dios nos asista y que la Parusía no se demore mucho, porque ante tal estado de cosas...

    Saludos en Xto.
    Última edición por ReynoDeGranada; 14/12/2015 a las 21:51
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
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