Cuando los enlaces dejen de funcionar dentro de poco tiempo, este hilo será inútil.
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Dejo estos dos artículos recientes de Prada en el ABC en los que viene a explicar su apoyo a Trump, Putin, Duda u Orban pero también diciendo que ninguno de ellos representa una política verdaderamente cristiana. Me parece más entendible su posición ahora, aunque yo sigo siendo muy cauto con ellos. Pinchen en las imágenes para que se hagan grandes y puedan leerlos:
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Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
Lo sé, no los he encontrado en ningún enlace para copiarlos. A ver si salen o alguien los encuentra.
Edito.
He encontrado el primero:
"UNA NUEVA DIVISIÓN POLÍTICA (I), por Juan Manuel de Prada
(ABC, 13 de agosto de 2016)
Tiene razón Guy Sorman cuando afirma, en su artículo del pasado lunes, que la distinción entre izquierda y derecha se ha quedado obsoleta. Más propiamente podríamos afirmar que, en realidad, siempre fue una distinción ficticia, un engañabobos inventado para alimentar la demogresca y enardecer las pasiones de las masas, que así se figuran que defienden cosas distintas. Izquierdas y derechas nacen como negociados de una misma empresa, que es la revolución, al asalto del orden cristiano hoy reducido a escombros; y aunque sus estrategias son diversas (¡incluso aparentemente adversas!), tienen un objetivo común. Ya Balmes nos advertía que los partidos “de instinto moderado y sistema conservador” se convertían a la postre en conservadores “de los intereses creados de una revolución consumada y reconocida”. En esta estrategia convergente al negociado de izquierdas le ha correspondido tradicionalmente la labor más resultona de acelerar el triunfo de la revolución; y al negociado de derechas la labor más lacayuna de consolidar sus “logros” parciales. Pero los líderes y lideresas más aguerridos de la derechona ya se rebelan contra este reparto de papeles que los perjudica, y pugnan por adoptar iniciativas que aceleren el triunfo de la revolución, evacuando zurullos aún más fétidos que la izquierda. Ahí tenemos, por ejemplo, a la alguacilesa Cifuentes, convertida en adalid chillona del cambio de sexo y la conversión de la escuela en un corruptorio de menores.
A la alguacilesa Cifuentes la votan muchos izquierdistas sistémicos que quieren seguir mamando de la teta, como en Estados Unidos muchos derechistas mamoncetes y sistémicos se disponen a votar a la bruja Hilaria. Como nos advertía Ernest Hello, “las opiniones del mundo pactan fácilmente con las demás opiniones de su especie, pues las une un odio profundo contra el común enemigo”, que aunque reducido a escombros cuenta con un Dios que sabe cómo salir de la tumba. En efecto, las opiniones del mundo, por mucho que finjan contradicción, por mucho que se esfuercen en levantar construcciones ideológicas aparentemente disímiles, a la postre enseñan la patita del odio al común enemigo; y, llegado el caso, se coaligan para combatirlo, en lo que Hello denominaba una “parodia de unión” y Unamuno “la liga aparente de los intereses”. Si peperos y sociatas tuvieran enfrente una formación que postulase una auténtica política cristiana, haría más de medio año que tendríamos un gobierno de coalición, porque se habrían unido de inmediato contra ella. Pero como no tenemos esa formación peperos y sociatas pueden permitirse el lujo de simular "sine die" una división aparente, para seguir alimentando la demogresca, que es el nutriente que los hace fuertes.
En el artículo arriba citado de Guy Sorman no se mencionaba, sin embargo, esta división entre adalides de la revolución y defensores de una política cristiana; pues dos siglos de hegemonía revolucionaria han hecho ininteligibles unos postulados que ya sólo se atreven a defender unos pocos obispos arriscados (solos entre una multitud de hijos de Oppas) y algún reaccionario maldito e irredento. Sorman distinguía, en cambio, entre los partidarios de una “sociedad abierta” y los partidarios de una “sociedad tribal”; división que nos ha parecido muy interesante como expresión (eufemística por un lado, caricaturesca por el otro) del malestar que bulle, lo mismo entre liberales que entre progresistas, ante la emergencia de nuevos líderes políticos que se revuelven, a veces de forma más visceral que consciente, contra el mundialismo. Trataremos de explicar este asunto en un próximo artículo.
(Continuará)"
https://www.facebook.com/permalink.p...bstory_index=0
Última edición por Trifón; 15/08/2016 a las 22:54
Subo las imágenes:
«Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.
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