LOS POLÍTICOS
Y EL “FLY FISHING”
Acarreo desde muy joven la frustración de ser un mal pescador, a pesar de contar con la principal condición que caracteriza a estos deportistas: la paciencia.
Puedo estar (y he estado) pesadas horas con la caña en la mano en un muelle, embarcado o en la playa y solo conseguí (como se dice en el medio) “bañar lombrices” (que ningún pez se digno comer).
Leí todo lo que se puede leer sobre carnadas, cañas, riles, faces de la luna, mareas y un montón de cosas más, sin resultado alguno: solo pesqué resfríos.
A fuerza de leer artículos sobre el tema, descubrí lo que se denomina “fly fishing” (“pesca con mosca” en criollo). Es una actividad muy interesante y en cierta manera algo extraña, pues el pescador con “mosca” lleva por lo general más tiempo preparando su equipo que pescando efectivamente.
Permítanme compartir unas consideraciones. Antes de adentrarnos al mundo de la “mosca”. Debemos aclarar que en la “pesca tradicional”, lo que atrae al pez (futuro pescado) al anzuelo, es el alimento que se le propone al mismo (p.e. lombrices, camarones, mojarras, filet de dientudo, morenas e infinidad de cebos extraídos de la naturaleza). Es comida lo que se le ofrece (de la que el pez se alimenta de ordinario) y este habitante de las aguas, en su afán de comer, termina enganchado en el anzuelo.
En cambio en la “pesca con mosca”, básicamente se pretende atraer al pez con un señuelo artificial que imita, a ninfas, pupas o insectos, de una manera muy natural y delicada.
Según Wikipedia, “Esta modalidad de pesca requiere gran habilidad y conocimiento, por lo que la pesca con mosca se considera por sus fanáticos como un «arte» o pesca «intelectual». Este tipo de pesca es una de las más puras y desafiantes en que pez y hombre se enfrentan”.
¿Ahora bien: que es una “mosca”?
Como dijimos, es un señuelo con la forma de aquellos insectos de los que se alimenta el pez.
Como no es posible “atar” al anzuelo un “verdadero insecto”· (p.e. mosca, larvas, etc.). El hombre de la caña se dispuso a fabricar (“atar”) sus propios insectos con hilo, cerda de animales, plumas de aves y materiales sintéticos.
La “mosca” es el producto de un delicado trabajo que consiste en elaborar un insecto que resulte una copia fiel del insecto real que encuentra el pez en su hábitat. Para ello se necesita estudiar el lugar donde se lanzará la caña y descubrir qué tipo de “bichos” hay en la zona y cuáles integran su menú.
Hecho esto, se elegirá la mosca a emplear para cumplir con el objetivo de hacerle creer al pez que está frente a un alimento cuando en realidad es solo un artificio (aunque elaborado con mucho esfuerzo).
Cuando se le ofrece al pez como carnada, un verdadero alimento (p.e. las nunca bien valoradas lombrices), estamos ante un duelo entre el pescador y su presa, en el que las reglas son parecidas para ambos: se tienta al pez con un alimento real y este lo acepta o rechaza.
En cambio, podría decirse que la fly fishing es una suerte de “fraude” contra la naturaleza, ya que el éxito de la pesca dependerá de lo bien que se hayan atado las moscas y la precisión de las mismas para imitar el insecto que el pez quiere comer y que definitivamente engulle clavándose el anzuelo.
Pero no confundirse. Este arte de atar moscas con éxito, es una tarea para iniciados, para especialistas en el enmascaramiento que consigue engañar al pez y concretar el fraude aludido.
Cómo se logra una “mosca” que cumpla con el objetivo de engañar al pez y hacerlo clavar en el anzuelo?
El pescador, antes de “atar” una mosca, debe agudizar el ingenio e imaginar qué insecto estaría dispuesto a engullir el futuro pescado y estar dispuesto a fabricarlo idéntico al bicho que nos brinda la madre naturaleza. Todo un engaño, en el que cae el pez al aceptar, sin saberlo, la mentira del pescador.
Para cumplir ese fin, se debe recurrir a los elementos más extraños: plumas de gallina y gallo; colas de ciervo; fibras de pavo real; fibra de la cola de faisán; fibra de perdiz teñida de marrón; pelo de ciervo natural; pelo de alce; pluma de gallo marrón; plumas rígidas de gallo marrón; pelo de mascarilla de liebre; pavo moteado marrón; fibra de cola de faisán de collar; perdiz húngara; pelo de ternero blanco; pelo de cola de zorro ártico púrpura; pelo de cola de zorro ártico negro; fibras de pavo real de la pluma que lleva cerca del ojo; etc. Esta enumeración no tiene fin.
El secreto consiste en averiguar que le gustaría comer al pez y (mediante la mentira) hacerle creer que se le está danto lo que desea. Cuando el ahora pescado se da cuenta del engaño, ya es tarde! El pescador ha vencido.
Existe numerosa bibliografía y tradición oral sobre este interesante y deportivo modo de pescar. Existen escuelas y tradición oral en la que abrevan quienes gustan de esta actividad (que es muy atractiva) y lo que se aprende desde el primer momento de abordar esta práctica, es que el éxito de la pesca estará en relación directa con la habilidad de embaucar al pobre pez.
No existen entre estos pescadores enfrentamientos por la calidad de las moscas que cada uno confecciona. Eso no interesa. En cambio se jactan de los éxitos en sus excursiones pesqueras, atribuyendo el mismo a su habilidad para engañar peces.
El mejor pescador es aquel que logra ser exitoso en el timo; aquel al que más peces creen en sus artilugios tan bellos como mentirosos.
Dicho todo esto, uno debe preguntarse: ¿existen similitudes entre un buen pescador de “fly fishing” y un político profesional? Veamos.
¿Acaso los políticos no cuentan con asesores de imagen que les aconsejan desde cambiar su peinado hasta ponerse nueva dentadura y sonreír permanentemente para brindar una figura agradable y aceptable; alzar niños, tomar mate con vecinos y otros gestos espontáneos destinados a demostrar su humana sensibilidad?
¿Acaso las encuestadoras no se encargan de informarle a los candidatos qué espera la gente de ellos, para así hacer precisas promesas?
¿No es cierto que para ganar la voluntad del pueblo dicen mentiras, con el impostado convencimiento de quien pone en juego su honor para respaldar sus promesas?
¿No fue lo bastante sincera la confesión de un Presidente argentino que dijo: “si hubieran sabido que haría lo que estoy haciendo, no me habrían votado”?
¿Acaso los políticos no cambian los perfiles de sus discursos y promesas a medida que van conociendo lo que quieren o temen los votantes?
Circula el comentario que en su momento, Kennedy aventajó a Nixon en el debate televisivo presidencial por haberse presentado con su rostro descansado (producto del reposo en las vísperas), frente a un contrincante con signos de cansancio.
Estos ejemplos (y muchos más que todos conocemos) nos permiten responder la pregunta. ¿Existen parecidos entre un pescador con mosca y un político?: entre un buen pescador con mosca y un buen político no existe diferencia alguna. Pero una cosa es practicar un apasionante deporte y otra muy distinta es “pescar” seres humanos (aunque muchos estén encantados de cambiar “moscas” por verdades).
EGGCABILDO - Por la Nación contra el caos
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