Revista FUERZA NUEVA, nº 538, 30-Abr-1977
¡Ya está bien!
(…) Por ahora, el último aluvión es el de un pasquín que muestra (…) a un ciudadano extranjero llamado monsieur Hughes, alias Carlos Hugo, que se cubre con la gloriosa boina roja de los requetés, con flores de lis bordadas en su frente, nadie sabe por qué pues, por la misma razón, podría aparecer con gorro de astracán y titularse príncipe salvador en la Transcaucasia, cartel que, por otra parte, jamás sería tolerado ni intentado pegar en aquellos predios (soviéticos).
Este ciudadano (francés), que según “El País” vive en una calle sin salida y que se titula “jefe de la dinastía”, afirma que no renuncia a ninguno de sus derechos, al tiempo que se titula jefe de un partido socialista en el que nada tienen que ver ni Dios ni la Patria.
Entre los derechos de este caballero parece que se invoca el de obtener la ciudadanía española y terminar con su condición de exiliado. ¿Y sabe el lector cuál es la acción meritoria que se intenta para reforzar la “españolía” del pretendiente? ¿Cree el lector que se flanquea la efigie del extranjero, junto a los carteles de “libertad” en varias lenguas vernáculas “del país”, con la bandera nacional, con la que se sublevaron los requetés el 19 de julio de 1936? ¿Cree el lector que se exhibe la gloriosísima bandera de las aspas de Borgoña que pasearon nuestros tercios de infantería por el mundo, en triunfo, y volvieron a pasear en triunfo los carlistas de la Cruzada? No. En el delirante mundo actual, perdida la razón a título colectivo, loca la humanidad con una locura diabólica, el que dicen que aspira a ser español no enarbola la bandera española. Enarbola la purrusalda (“ikurriña”), contra la que dieron el alma y la vida los soldados movilizados por su padre. Enarbola la bandera del partido separatista vasco. Enarbola, en suma, un símbolo que representa no a España sino a la Antiespaña. Buen camino para obtener nuestra ciudadanía. (…)
José Sánchez Robles
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