Iniciado por
Rodrigo
Dejando a un lado los enfrentamientos personales, creo que el debate sería más fructífero si cada uno aclarase su posición. Con respecto a la Unidad Católica de España no hay medias tintas: se defiende o se rechaza. Otra cosa es el modo en que se consigue regresar a ella, que podría ser a largo plazo, del mismo modo que se toleró a moros y judíos durante siglos en la España cristiana antes de su expulsión. Don Sixto ha hablado de una situación en Francia y de la estrategia de un partido político francés; me parece que requiere hacer malabares para sacar conclusiones sobre las intenciones del Duque de Aranjuez en cuanto a la conveniencia o no de la Unidad Católica de España, que S.A.R. defiende.
Se ha dicho aquí que la historia del carlismo no pertenece en exclusiva a los carlistas. Bien, hasta cierto punto, y si se interpreta bien, puedo llegar a estar de acuerdo, ya que en el siglo XIX media España era carlista y hoy evidentemente no lo es. Por tanto, es también historia, familiar incluso, de los que políticamente no tienen nada que ver con el tradicionalismo. Ahora bien, en España se libraron tres grandes guerras civiles fundamentalmente para que no hubiera religiones extrañas en nuestra patria. En la segunda (la de 1872-1876) esa motivación principal la puede constatar cualquier historiador. Pero en la primera (1833-1840) y la tercera (1936-1939) esa motivación también está presente, pues constitucionalistas y laicistas, siempre al amparo de las logias, en el fondo lo que querían es que en España dejase de haber una misma fe que uniese al pueblo español. En las tres guerras civiles la parte del pueblo que se alzó fueron los carlistas. También en la última, la de 1936, en la que sin la participación directa de la Comunión Tradicionalista los militares probablemente ni se hubieran planteado alzarse. Debe estudiarse lo que suponía la minoría tradicionalista en las Cortes, los periódicos (especialmente «El Siglo Futuro», que en 1936 ya era equiparable al ABC), las concentraciones de masas, la militarización del Requeté, para entender el auge e influencia del tradicionalismo a principios de 1936, auge e influencia de que, con todo el respeto, carecía todavía el falangismo, que lo alcanzaría después del Alzamiento y no antes.
Por eso, el que diga que el carlismo, y con él el bando contrarrevolucionario de nuestras tres guerras civiles contemporáneas, no solo es recordable, sino también reivindicable, debe asumir la reivindicación principal del mismo: la Unidad Católica. Ahora bien, entiendo perfectamente que la disciplina oficial de la Iglesia posterior al Vaticano II choca frontalmente con esa reivindicación. Por eso, por coherencia, quien defienda la Unidad Católica deberá enfrentarse a esa nueva disciplina y obrar en consecuencia. Si yo no le diese importancia al factor aglutinador y de formación de la conciencia nacional que supone el catolicismo en España, probablemente también podría ver el lado positivo del mahometanismo no terrorista contra ciertos aspectos de la degradación moral de "Occidente". Pero esos mismos aspectos también podría verlos en otras sectas protestantes o antitrinitarias. Lo que pasa es que la grandeza de España, como diría Marcelino Menéndez Pelayo, es ser martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma (de la eterna, no de la postconciliar), es decir, luchar por el reinado social de Jesucristo, y no solo oponerse a la promiscuidad y la sodomía, peste en la que ciertamente estamos inmersos y que puede ser combatida por cualquier pueblo del mundo o cualquier persona decente. Mi reivindicación es de máximos y no de mínimos. Si en el camino nos ayuda gente extraña a ir erradicando nuestras plagas, bienvenida sea la ayuda, pero no por ello voy a renunciar al objetivo final de restaurar la España tradicional con su Unidad Católica.
Por cierto, Kontra, me ha sorprendido que dijeras que en España debería prohibirse que uno abandone la religión de sus padres. ¿Te referías solo al catolicismo o también a las demás religiones? Porque no lo dejaste claro. Es que me parecería el colmo que en España se prohibiese la conversión al catolicismo. Espero que no hayas querido decir eso. Contra el derecho de un alma a salvarse no hay reciprocidad que valga.
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