Re: Don Sixto critica la estigmatización de los musulmanes

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Kontrapoder
Yo prohibiría o al menos dificultaría las conversiones, estableciendo severos castigos destinados al que apostata de la religión de sus padres para convertirse a otra. En esto sí que se podría hablar de reciprocidad, ya que en todos los países musulmanes, incluso en los más moderados, está penada en diferente medida la apostasía y posterior conversión. Claro que, antes de esto, España debería restablecer como oficial la religión católica, y no sé si muchos patriotas estarían dispuestos.
Hay que esperar acontecimientos, los mismos cuyo relato encontramos en los Evangelios, así como en algunos pasajes del género profético del A.T. Lo que suele ser peculiar es que tales partes de la Biblia no gustan nada a muchos católicos, incluidos una parte de los supuestos patriotas (hasta de esos dudo yo cada vez más y no me refiero a nadie de Hispanismo).
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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