La modernidad: ideología de transición




Decía Proudhom, uno de los padres del anarquismo, que tras una cuestión política, siempre se esconde una cuestión religiosa. Esta idea, la recogía Donoso Cortés, al iniciar su inmortal Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo. Para Donoso, el liberalismo no era más que una ideología de transición entre el catolicismo y una “nueva religión” que era el sistema socialista (hoy llamaríamos revolucionario o comunista).

Donoso afirmaba que: “El catolicismo es un sistema de civilización completo; tan completo, que en su inmensidad lo abarca todo” y sólo puede ser sustituido por otro sistema que pretenda ejercer las funciones de un sistema religioso. Por eso define al socialismo así: “El socialismo no es fuerte sino porque es una teología satánica. Las escuelas socialistas, por lo que tienen de teológicas, prevalecerán sobre la liberal por lo que ésta tiene de anti teológica y de escéptica”.



La modernidad, representada en estas dos escuelas, liberalismo y socialismo, ofrecía dos caras distintas de lo mismo. Por un lado, el liberalismo es la autoafirmación del yo –sobre cualquier otra autoridad- y la libertad absoluta en todos los ámbitos especialmente en el económico. Por otro lado, el socialismo o comunismo, es la autoafirmación de la voluntad colectiva para autoconstituirse sobre cualquier autoridad superior y sobre los egoísmos individualistas. El nacionalismo, la ideología invitada que nadie esperaba en la modernidad es una síntesis de la autodivinización de la individualidad y lo colectivo. El nacionalismo es el deseo de autodeterminación colectiva, pero salvaguardando los principios liberales burgueses.

Aún, en los inicios de la modernidad, las ideologías se distinguían y enfrentaban a base de distinciones antropológicas
(y eso era lo que intentaba desentrañar Donoso en su ensayo). Por eso, uno de los enemigos de internacionalismo comunista (copia del universalismo católico) tenía como enemigo al nacionalismo en cuanto expresión de la estructura de poder burguesa. Hoy por el contrario encontramos que la autodenominada izquierda se acoge a los postulados del nacionalismos y el liberalismo conservador acepta sin ningún rubor los principios materialistas del marxismo o sus tesis amorales.

La modernidad tardía es una amalgama prácticamente irreconocible de principios contradictorios enlazados entre sí.
Solo la defensa de unos matices u otros, señalan los posicionamientos de conceptos que ya no tienen contenido: ser de derechas, ser de izquierdas. La sublimación religiosa en los movimientos políticos de la modernidad se han apagado. Estos solos son sustentados por castas y sus intereses. Para evitar un derrumbe colectivo, artificialmente se ha creado un “alma material” consistente en una especie de Credo colectivo, llamado “corrección política”. La muerte de las doctrinas lleva al doctrinarismo y la democracia liberal-burguesa-izquierdista, no deja de ser un doctrinarismo. Pero ya no es una religión sublimada como los fueron las grandes ideologías revolucionarias.



Por eso, esta mixtificación de ideas contradictorias, falacias, tópicos, que constituyen la estructura mental de millones de personas, está condenada a morir. Ya lo decía Donoso, sólo bajo forma religiosa, el error puede intentar sustentarse como sistema sustitutivo del catolicismo. Pero una religión sólo puede ser sustituida por otra religión. La modernidad intentó convertirse en una religión pero el intento ha resultado fallido. Donoso no percibió el carácter disolvente del liberalismo que fue contaminando hasta las ideologías más dogmáticas para arrastrarlas a la actual situación de disolución integral.

Todas estas reflexiones vienen a cuento de los últimos (que evidentemente no serán los últimos) atentados islamistas en Inglaterra. Todavía recordamos cuando en los años 70 y 80 del siglo pasado, Europa se agitaba por los movimientos terroristas de carácter marxista. Estos grupos reunían características de cuasi sectas religiosas: dogmas objetivos soportados por voluntades inquebrantables. Pero ¿qué queda de ese marxismo que condenaba el aborto o la homosexualidad como vicios burgueses? (por poner sólo un ejemplo). La pacificación en Europa de los zarpazos del terrorismo fue sólo un dulce y breve sueño. No han pasado 20 años y Europa vuelve a agitarse ante el terror. Pero esta vez muy diferente. Los terroristas que buscaban el triunfo del terrorismo a través del terror, eran incapaces de inmolar sus vidas por sus creencias. Y bien se cuidaban de caer heridos o detenidos. El terrorismo islamista, es muy diferente, es un terrorismo sublimado en forma religiosa que permite el autosacrificio. Y ante esto, una sociedad hedonista e individualista, simplemente está derrotada.



Los datos demográficos y las proyecciones sociológicas están ahí, solo hace falta consultarlas y no cerrar los ojos: En 50 años, el 60% de la población alemana será musulmana. En este cambio de paradigma le seguirán Francia, Inglaterra, y muchos otros países. El espacio que dejó el cristianismo (primero el protestantismo y luego el catolicismo) fue ocupado por las grandes ideologías. Estas, ahora, se han autoaniquilado en cuanto que cosmovisiones y sólo pueden contemplar inertes como una nueva religión ocupará el espacio que ellas arrebataron al cristianismo.

La modernidad se presentó como una ideología de sustitución del cristianismo, pero acabará siendo una mera ideología de transición hacia el islamismo
. Ciertamente, la historia es extraña y una mano invisible (no precisamente la que señalaba Adam Smith) parece guiarla por caminos no lógicos. Pero eso ya se nos escapa. Desde una lógica meramente humana el destino de Europa está más que claro. Sólo hay que abrir los ojos.

Javier Barraycoa



https://barraycoa.com/2017/06/11/la-...de-transicion/